La sopa de plástico del Mediterráneo, controlada desde el móvil


Así está el agua del Mediterráneo en Menorca. @ROSA M. TRISTÁN

Campaña para liberar de basura mares y playas gracias a la ‘ciencia ciudadana’

ROSA M. TRISTÁN

Cada segundo 200 kilos acaban en los oceános, unos ocho millones de toneladas al año. Plásticos que perduran hasta que se descomponen y algún cetáceo o tortuga o pez o ave marina se los traga o los estrangula o los apresa hasta la muerte. Plásticos que viajan por el globo terráqueo hasta llegar a zonas inhóspitas como el Polo Norte (allí lo ha detectado una expedición al Polo Norte de la Universidad de Exeter), que causan daño cerebral en los peces (Universidad de Lund) y que se cuelan en la sal de la ensalada (Universidad de Alicante). Plásticos que hacen daño a la vista si se ven, pero que también envenenan si no se ven. Flotando a medias aguas en alta mar o varados en los fondos.

El velero de Alnitak, en aguas de Menorca, en la campaña #Libera1m2. @ROSA M. TRISTÁN

En la foto que preside este artículo hay un frasco lleno de fragmentos plásticos, casi todos de polietileno. Se recogieron hace unos días en menos media hora desde el barco Toftevaag, perteneciente al Centro Alnitak, de la superficie del Mediterráneo, cerca de Menorca. Es un lugar reserva de la biosfera desde hace un cuarto de siglo y zona ZEPA, de especial protección de aves. La imagen contrasta con el mar color esmeralda que hay en esa costa. Es el mismo y engañoso agua.

Alnitak, entidad dedicada a la investigación y educación marina, trabaja en la campaña lanzada por SEO/BirdLife, en colaboración con Ecoembes, con dos fines muy claros: concienciar de que ‘basta ya’ de convertir océanos en vertederos y a la vez hacer ‘ciencia ciudadana’, que consiste en implicar a la sociedad para recoger residuos de playas y océanos y así obtener datos que nos digan qué es lo que hay, en qué cantidad y, gracias a las etiquetas, de donde viene. Es la campaña #Libera1m2  y  se desarrolla en al menos 70 puntos costeros estos días con diferentes organizaciones. En principio dura una semana, aunque debiera extenderse meses y años, hasta que ese ‘consomé’ fruto del petróleo desaparezca.

Filtro del agua, en el que se recogen muestras de plásticos. @RMT

Antes de partir del puerto de Mahón a bordo del velero, Pilar Corzo nos explica en qué consiste la app Marnoba para móviles y tabletas que se ha desarrollado desde la plataforma, del mismo nombre, para extender esa ciencia ciudadana: la aplicación permite que los residuos plásticos marinos queden clasificados y registrados en una base de datos del Ministerio de Medio Ambiente. “Es importante saber qué hay para que se tomen las medidas adecuadas, un estudio que es novedoso y se realiza a nivel europeo”, señala Corzo, mientras el capitán prepara el barco para la salida.

Para que los datos recopilados sean  útiles se dividen en cuatro módulos dentro de la app: playas, fondos para buceadores, barcos arrastreros y basuras flotantes, según donde se recoja la basura, que queda totalmente ‘fichada’ en su localización.  “El impacto de esta basura es tremendo y no sólo dentro del agua, también en aves marinas, aunque es más difícil de determinar; las aves los confunden con alimento y se los tragan, o se enredan en rafias y redes. En un estudio reciente se detectó que el 90% de las aves tenían microplásticos en el estómago. Ahora, queremos más datos para profundizar en estos impactos”, afirma Pep Arcos, el especialista de SEO/BirdLife en aves marinas. 

Lo mismo ocurre con las tortugas, que  los ingieren pensando que son medusas, una delicatessen para su dieta. Es para pensárselo dos veces: las bolsitas inútiles que nos dan en las farmacias y tantas otras tiendas, el flotador que olvidamos, un globo o el tapón de esa botella de agua están detrás de la regresión de las poblaciones de un buen número de fauna en el ‘vertedero’ que es el Mediterráneo. Así lo ha comprobado Ricardo Sagarminaga, propietario Toftevaag y fundador de Alnitak, que colabora con instituciones como el NOAA de Estados Unidos y que acaba de terminar una expedición de dos meses para el seguimiento de ballenas, delfines, tortugas, además de los muestreos y filtrados de basuras. “Todo lo que lleva etiqueta lo fotografiamos para saber de dónde viene y qué es, pues es el único modo de poder  tomar medidas preventivas. Otra cosa es recoger todo este plásticos, eso es imposible. Sólo disminuyendo el consumo es posible acabar con esto”, reconoce el experimentado navegante.

Ya iniciada la singladura con el velero de Alnitak (nombre de una estrella de la constelación Orión), el paisaje va abriéndose a la mirada: las calas costeras, algunas pardelas en el horizonte, delfines saltando. Un paraíso aparentemente inmaculado. Mientras Pep Arcos otea el horizonte en busca de aves, Sagarminaga pone en marcha el ‘transecto’, un filtro de agua que echa al agua y, como la cola de una cometa, flotando, nos va siguiendo la estela. En media hora, el resultado es sobrecogedor: un frasco en el que flotan infinidad de  bolas pelet y otros restos de colores, pequeños fragmentos que no llegan a la categoría de microplásticos, como los que genera nuestra ropa al lavarse, pero que ya están en proceso de descomposición, hasta confundirse  con el placton que alimenta los peces que nos alimentan a los humanos.

A proa, no lejos de los delfines, de repente aparece un besugo. Azul brillante. Con el ojo muy abierto. “Otro globo. No sabes cómo detesto los globos infantiles”, comenta el capitán Juan Manuel Arestre mientras lo ensarta desde la quilla. Son globos de colores, con formas de perros, gatos y soles que salen volando a miles de cientos de cumpleaños. El besugo pasa a formar parte del montón de bolsas que se acumula en la cubierta. Las han recogido con una zodiac en apenas 10 minutos, restos de paquetería de supermercados, envíos, sacos, algunos con etiquetas casi ilegibles en árabe. A saber de dónde vienen. “Si es que lo de cobrar 5 céntimos por una bolsa, no sirve. Mientras no controlemos el consumo, esto no tiene solución. Y reciclar, claro”, apuntan los tripulantes.

El  Toftevaag, con las velas al viento, se acerca a la Isla del Aire, en realidad un islote rocoso en el que solo hay un faro y donde nidifican aves como la pardela cenicienta o el paíño europeo. Desembarcamos. Allí también vive una lagartija negra (subespecie de Podarcis lilfordi lilfordi)  única en el mundo.Una capa de posidonias secas nos indica que allí cerca hay grandes praderas de estas algas que son nichos de biodiversidad. Basta fijar la mirada para que la belleza se trunque. El suelo es una alfombra sembrada de mini-plásticos y otros no tan ‘mini’ traídos por las corrientes. Proliferan los tapones de botellas: «Es que las botellas se llenan  de agua y van al fondo», señala Pilar. En apenas unos minutos, me hago con más de 50 tapones. Otros muchos plásticos son difíciles de identificar. En realidad, la escena no es original: se repite en muchas costas españolas del Levante.

Después de introducir los datos de la recogida en la app Marnoba volvemos a bordo. El azul esmeralda del mar ya nos parece más turbio. Hemos estado cinco horas de travesía. 18.000 segundos. En ese tiempo, 3.800 toneladas de plásticos han llegado a los mares… Campañas como Libera deberían ser obligatorias.

@ROSA M. TRISTÁN

‘Auto’ pistas en el paraíso de los osos de Cantabria


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Pista de Lamedo, en su estado actual. |R.M.T.

ROSA M. TRISTÁN

Link a EL HUFFINGTON POST

Era un pequeño sendero que retrepaba por un robledal salvaje. Uno de esos pocos parajes de la geografía ibérica que durante miles de años habían permanecido inalterables, salvo algún prado, salvo alguna cabaña de piedra para el ganado, que en la zona llaman invernales. Era un lugar donde, a medida que las vacas desaparecían, la fauna salvaje iba recuperando su espacio….Hasta que llegaron las ansias de destrozo humano, financiado con dinero público, lo localizaron y la pequeña vena que cruzaba el bosque, en el que los osos pardos creían haber encontrado también un lugar donde criar y esconderse, se convirtió en otra arteria por la que se desangra la naturaleza.

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Lo parece…pero no es un cuento. Ese lugar, que nunca recuperará del todo su antiguo esplendor, es el frondoso paraje que se extiende en las cercanías del Valle de Liébana, en un diminuto municipio llamado Lamedo, colgado de un monte. La vena, por la que hasta hace unos años transitaba esporádicamente algún vehículo del pueblo, los pastores y pocos montañeros, enlaza Liébana con el valle de Polaciones, y esa circunstancia coincide en espacio y tiempo con la brutal herida perpetrada en el robledal, hogar de ciervos, corzos, zorros, búhos reales, lobos, gatos monteses… y también del gran plantigrado. Ya en 2012, la Fundación Oso Pardo detectó en la zona una osa y tres oseznos. Este año, otra hembra y sus crías se esconden entre el arbolado, y ya han sido avistados muy cerca de la pequeña aldea cántabra.

Un zorro, en la noche de los alrededores.|ROSA M. TRISTÁN

Un zorro, en la noche, por el monte de Lamedo. |ROSA M. TRISTÁN

La herida cruel, que lleva (como publiqué en EL MUNDO) seis años abierta, supurando árboles caídos, convirtió un sendero en una pista que alcanza hasta ocho metros de anchura en algunos tramos, arrambló con robles centenarios y dejó a muchos otros con las raíces al aire, hoy pendientes de su irremisible muerte; dañó fuentes de manantial; y abrió la puerta a humanos a lomos de motores que antes no se atrevían a internarse en este paraje.

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Tanto la Fundación como  la organización SEO/Birdlife en Cantabria, cuyo delegado es Felipe Gonzalez, denunciaron a las autoridades el desaguisado, al poco tiempo del desastre. En concreto, lo hicieron ante la ya ex directora general de Montes de Cantabria.  Y preparada tenía la explicación: «Dijeron que querían arreglarla como pista anti-incendidos y que se les fue la mano a los que llevaron las máquinas para arreglar el camino», recuerda Guillermo Palomero, presidente de la Fundación.

Se les fue la mano de dos a seis, y hasta ocho metros de ancho, en unos cinco kilómetros de recorrido, ni más ni menos. Se les fue la mano… y aquel sendero acabó enlazando dos zonas que a los humanos les viene muy bien para ahorrarse tiempo (quizás para ver más televisión…). ¿Es casualidad? Puede ser, porque conectar Liébana y las comarcas del Alto Campoo es un sueño-pesadilla que no es nuevo. Ya el ex presidente Revilla pensó en su día en hacer un túnel gigantesco que agujereara dos montañas para viajar de Reinosa a Potes ¡en 20 minutos! ¿Y para qué?, aún se preguntan algunos. Menos mal que llegó la crisis y aquel delirio faraónico pasó al olvido. Poco después, a los obreros «se le fue la mano» y un sendero se convirtió en una pista; quien sabe si no podría haber acabado asfaltada si los conservacionistas no ponen antes el grito en el cielo.

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El caso es que los entonces responsables, de un Gobierno PRC-PSOE (PRC, Partido Regionalista de Cantabria, es decir, el del mismo Revilla), se comprometieron a «una restauración inmediata del lugar», toda vez que todo el área es un LIC (Lugar de Interés Comunitario) incluido en la europea RED NATURA 2000, y también una Zona de Especial Protección de Aves (ZEPA). Claro que, en los dos años que le restaban en el puesto, no les dio tiempo. Después, llegó el sucesor al cargo, Francisco Javier Manrique, un Gobierno del PP, y para no ser menos volvió a asegurar a los conservacionistas que no se preocuparan, que se encargarían de la restauración pendiente, en cuanto se pudiera… Que en ese momento no había dinero; con tanto despilfarro…

Árboles, con las raíces al aire tras hacer la pista.| R.M.T.

Árboles, con las raíces al aire tras ampliar la pista.| R.M.T.

A punto de acabar la legislatura, este 2015, la pista sigue a ‘sus anchas’, incluso parece que la ‘mejoran’ cada vez que la naturaleza intenta recuperar su espacio y un terraplén se viene abajo. Al mismo ritmo, la indignación entre los expertos en fauna de la comunidad autónoma no deja de crecer: «Es  una barbaridad porque sabemos que es una zona que frecuentan osas con sus crías, que viven allí, y que con la nueva pista es más fácil que crucen coches de Liébana a Polaciones, y viceversa, porque se ahorran tiempo, aunque es algo que está prohibido. Es vergonzoso, pero qué se puede esperar de un Gobierno que no ha hecho los planes de gestión de la Red Natura antes del fin de plazo, el 31 de diciembre. Otras comunidades los han hecho mal, pero Cantabria ni eso», denuncia Palomero.

Pista en el Parque Natural Saja-Bezaya de Cantabria. |FELIPE GONZALEZ

Pista en el Parque Natural Saja-Besaya de Cantabria. |FELIPE GONZALEZ

Tampoco es la única ‘auto’ pista en una zona protegida, como recuerda González, que en agosto de  2013 ya denunció otro ‘intolerable’ arreglo en el Parque Natural de Saja-Besaya que también habría que restaurar… y que sigue como estaba, sangrando, poniendo de relieve de qué madera está hecha  ‘la sensibilidad’ ambiental del Gobierno cántabro. Triste es que quien tiene bajo su órbita de poder uno de los parajes más hermosos de Europa sea tan cegato al cuidar un tesoro que no le pertenece porque es de todos, y a la vez de nadie. Triste que no haya respuesta a las preguntas de este Laboratorio sobre sus promesas incumplidas.

Vídeo @DanielAlon

González recuerda que en este país «los ingenieros de montes están obsesionados con las pistas contra los incendios [yo añado que ésto coincide con los brutales recortes de recursos para evitar que prenda la llama]» y que «tenemos más cicatrices en los montes que ningún otro país europeo, porque no hay ninguna sensibilidad con el paisaje, ni con la fauna. El Liébana no queda ni un cantadero de urogallo que no esté a más de un kilómetro de una pista, de tantas como tenemos. En las de Lamedo y Saja se dejó el arreglo en manos de contratistas, y como no existe ninguna regulación, no se puede hacer nada para denunciarlo formalmente», denuncia el responsable de SEO/Birdlife (Sociedad Española de Ornitología). Eso sí, luego se gastan dos millones de euros para recuperar la especie, cuando ésta entra en crisis.

Máquinas en la pista de Lamedo. |FUNDACIÓN OSO PARDO

Máquinas en la pista de Lamedo. |FUNDACIÓN OSO PARDO

Por su parte, Palomero sabe bien los osos pardo en la zona oriental de Cantabria, que vive cerca de Lamedo, forma parte de la población más vulnerable, la que más tiempo estuvo aislada genéticamente de los suyos de Occidente y la que sólo ahora comienza a recuperarse lentamente, gracias a intercambios de machos y hembras con la más populosa de la otra vertiente, como señala un reciente informe de la Fundación y el CSIC.

Algunos en los pueblos cercanos se quejan de que, de cuando en cuando, un lobo mata una oveja, un oso destroza las colmenas, o quizás un zorro como el de la foto, al que bautizamos ‘Toñín’ después de visitarnos cada noche, acaba con las gallinas…. La diferencia es que lo suyo es pura supervivencia, reclamo de un derecho al espacio que les arrebatamos, mientras que el ansia depredadora y destructora que hay detrás de estas ‘venas abiertas’ (recordando a Eduardo Galeano) es típica de nuestra especie. Yo quiero seguir encontrándome esos ojos brillantes en la noche. Cuanto más los miro más parecen decirme: «Ayúdame a permanecer». Solo eso.