La pendiente ‘descolonización’ de África


La ex ministra maliense Aminata Traoré explicó en La Casa Encendida su visión de la violencia en el Sahel africano y su relación con el cambio climático

Aminata Traoré, escritora, ex ministra e intelectual de Malí @ROSA M. TRISTÁN (on line)

ROSA M. TRISTÁN

Aminata Traoré es todo un personaje en la política del continente africano. Escritora, ensayista y en el pasado (1997-2000) ministra de Cultura en Mali, uno de los países más fascinantes y de compleja historia del Sahel, Traoré se ha convertido en una de las voces más contundentes contra el papel de Europa en esa zona del mundo, sacudida por el yidahismo  y machacada por un cambio climático que no concede tregua al filo del Sáhara, condenando a su población a una huida hacia un norte que los recibe con un portazo, cuando no con violencia.

Justo cuando era ministra, recorrí su país en un viaje inolvidable que me llevó en pinaza hasta la curva del Níger, antes de que el mundo cambiara de siglo y se propusieran unos objetivos, remozados en 2015 con la sostenibilidad, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), y una Agenda 2030 que camina hacia su fin con visos de ser incumplida. “La idea de la Agenda 2030 era no dejar atrás a nadie pero se está dejando atrás a mucha gente, como los inmigrantes que mueren el desierto o al cruzar el Mediterráneo o las mujeres, que se han olvidado. El problema en el Sahel no es de seguridad. Está generado por el cambio climático y el endeudamiento de  los países africanos… Los yihadistas africanos han instrumentalizado el sufrimiento de los olvidados por las políticas neoliberales”, señalaba la intelectual maliense en una conferencia organizada ‘on line’ por La Casa Encendida, el pasado 22 de junio.

Sus reflexiones sobre la postura de Occidente en la zona, capitaneado por Francia, son un ‘golpe en la mesa’ que, insiste, refleja el hartazgo de la población africana por ser tratados como en tiempos de las colonias que hasta hace tan sólo seis décadas marcaban la vida de cientos de millones de personas. “En Francia ha habido una cumbre en mayo pasado sobre África y su recuperación post-COVID donde las grandes potencias europeas expresaron sus planes colosales para el relanzamiento africano y plantearon el tema del terrorismo como justificación para darnos el dinero [la cumbre marcó el objetivo de ‘inyectar’ 100.000 millones en la economía de África], pero debemos debatir antes sobre el papel de las empresas extranjeras. Nuestros países aún están condenados a exportar recursos naturales para multinacionales a las que luego compramos las cosas. Eso es lo que nos genera la deuda: un proceso de desarrollo que empobrece y que nos encadena», argumentó.

Traoré explicó también que la población africana tiene el sentimiento “de que las grandes potencias vienen al asalto de tierras que parecen no tener propietarios en las que hay habitantes maleables, un racismo sistémico que debe eliminarse al hablar de África”.  Respecto al yihadismo, frente al discurso de la ultraderecha francesa de que están muriendo jóvenes soldados en Malí en su lucha contra él y, más recientemente, frente a la decisión de Francia de sacar de Malí a sus militares tras el último golpe de Estado en su país, recordaba que “en un día en Burkina Fasso han asesinado a 160 personas, tres  veces más que franceses en ocho años” , es decir, que hay muchas más víctimas africanas del terrorismo que de otro continente. “Además, Francia no quiere perder su papel, justificándose en que Mali es su ex colonia y, por ello dice, aunque anuncia que se va, en realidad se queda para europeizar la lucha antiyihadista… Pero mientras estamos a mil leguas de cumplir la Agenda 2030 porque esa lucha antierrorista no es contra el cambio climático que nos atenaza. Y resulta que una guerra que iba a ser rápida en el norte, lleva ocho años y ya ocupa dos tercios del país, con miles de muertos, pueblos incendiados, mujeres violadas…”, enumeraba.

Esa ‘europeización’ considera que se debe a la necesidad del presidente Macron de implicar a la UE en el envío de tropas a un lugar donde son las continuas sequías por el mencionado cambio climático, que se viven allí como en ningún otro lugar del mundo, las que alimentan de seguidores a los extremistas. Y añadía otro factor más: “Este aumento yihadista tiene mucho que ver con los ajustes estructurales que pidió Occidente a África en el pasado, condenando a la gente a la pobreza, tras venderse a pedazos sus servicios públicos a las empresas, muchas de ellas extranjeras”. “Hoy -añadía- se considera a Mali responsable de un terrorismo que llegó de una situación generada desde fuera, mientras sus pueblos son invisibles e inaudibles”.

Traoré no comparte tampoco la visión de democracia que se exige desde Europa: “Nos hacen creer que unas elecciones transparentes son suficientes para que todos tengamos derechos, pero la realidad es que en Mali tenemos 226 partidos políticos sin ideología, sin debate de ideas o proyectos, que es lo que quiere la oligarquía internaciona… El neoliberalismo ha vaciado el Estado y hoy los jóvenes africanos, desde el norte hasta Mozambique, están dispuestos a coger el kalashnikov para vengarse”.

Aminata Traoré recordaba, asimismo, que Francia ya tuvo que pedir perdón en el pasado por su responsabilidad en el genocidio de Ruanda o con lo que ha pasó en Argelia y en Libia. Ahora, dijo, es el Sahel. “Para Francia es insoportable que le pidamos que se vaya, que solucionemos nuestros problemas. Cuando los malienses le pedimos los contactos para hablar con los jefes yihadistas, que son de Mali, nos los negaron. No nos dejan buscar soluciones, cuando las armas que tenemos ahora aquí salieron precisamente de Libia. Nosotros en Mali no queremos solo elecciones transparentes, sino una sociedad civil organizada. Frente a las tres ‘D’ francesas (Diplomacia, Defensa y Desarrollo) yo propongo desmilitarización, descolonización y desglobalización”, afirmó.

En otras palabras, Traoré apuesta por lo que definió como “malianización’ de ideas y acciones. “Hoy la mayor amenaza que tenemos es la vuelta de Francia, que quiere convencer a Europa y a la comunidad internacional de sus proyectos, pero es una recolonización y se utiliza con una explicación humillante de lo que supone el terrorismo. Sin embargo, en el fondo de la cuestión del Sahel siguen estando las sequías provocadas por el cambio climático, que es lo que obligan a la gente a emigrar forzosamente”. Y en ese asunto, concluyó “no se avanza”.

Teresa Rodríguez (Podemos): de maestra a eurodiputada


ROSA M. TRISTÁN

(Publicado en ESCUELA)

teresa rodriguez podemos

Docente de vocación y política por elección popular inesperada. Teresa Rodríguez es uno de los cinco eurodiputados de Podemos, la formación política, liderada por el politólogo Pablo Iglesias, en la que iba como número dos en la lista y que ha sido la gran sorpresa de las últimas elecciones europeas. Nacida en Rota (Cádiz), a sus 32 años tiene muy claro el tipo de mundo que quiere. “Podemos era necesario”, asegura. Ahora, su voz ha pasado del Instituto de Secundaria Manuel de Falla,  en Puerto Real, al Parlamento Europeo, donde la Educación será uno de los ejes de su discurso, pero no el único.

¿Cómo acaba una profesora en la política?

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Alberto San Juan: «Las cúpulas de los partidos tienen secuestrado este país”


(Publicado en ESCUELA): PDF entrevista

ROSA M. TRISTÁN

El actor Alberto San Juan nunca se ha caracterizado por las medias tintas. Con grandes éxitos en el teatro, la televisión y el cine, ahora se dedica de lleno a un proyecto que va de lo social a lo personal, de una sala cultura abierta a la gestión ciudadana  a un monólogo en que cuenta, con ese humor ácido que ya vimos en el grupo Animalario, su visión de nuestra historia. Es el “Autorretrato de un joven capitalista español”, con el que recorre España es una historia sobre la Historia de este país. Y no deja indiferente. Recibe a ESCUELA en el Teatro de Barrio, en el centro de Madrid, una cooperativa cultural de reciente puesta en marcha de la que forma parte.

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Jesús Maraña: “Lo peor en España es que funciona la estrategia del miedo y la falsedad”


Publicado en ESCUELA

@Teresa Rodríguez García

@Teresa Rodríguez García

ROSA M. TRISTÁN

El primer reportaje que hizo Jesús Maraña fue sobre los yacimientos de Atapuerca, en Burgos. El joven leonés había llegado a Madrid desde Sahagún para estudiar Periodismo y aquella historia científica le abrió la puerta a una profesión en la que ha terminado por convertirse en un referente de la información política y económica independiente. Trabajó en El Mundo, dirigió Interviú y Público y ahora está al frente del diario digital InfoLibre.com y su revista mensual en papel, Tinta Libre. Son dos medios de comunicación privados y no sometidos al poder de las empresas o las instituciones, de las que no depende para su financiación. Es una nueva fórmula informativa en España que  permite hacer periodismo de investigación del que duele, como su exclusiva sobre los correos secretos del ex presidente de Bankia, Miguel Blesa, o el hallazgo de etiquetas de El Corte Inglés entre los muertos de una fábrica en Bangladesh.

La cita es en un café, a escasos metros de la céntrica redacción de InfoLibre, espacio conseguido a bajo coste por el apoyo de uno de esos españoles que quieren leer informaciones serias, contrastadas, sin presiones.

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El mundo líquido de Zygmunt Bauman, que nos ahoga


Un auditorio a rebosar. De lujo. Un público variopinto, en el que predominan los hombres trajeados y las mujeres muy puestas. Y enfrente, un anciano menudo, de pelo blanco y aspecto frágil, pero capaz de remover al auditorio en pleno por dentro. Algunos, comprenden su discurso, lo mal que vamos, y lo apoyan, incluso han venido con sus libros por si hay ocasión de que los firme. Otros, no, otros  mueven la cabeza, negando, cuando el anciano habla de la igualdad, del absurdo crecimiento, de la insolidaridad y la falta de ética. No dicen nada, pero se les nota nerviosos en el asiento. Estoy en la conferencia de Zygmunt Bauman, el sociólogo polaco, ha ofrecido en la Fundación Rafael del Pino. Es uno de los grandes pensadores de nuestro tiempo, autor de más de 50 libros y más de un centenar de ensayos. Premio Príncipe de Asturias en 2010. Un cerebro privilegiado.

Zygmunt Bauman, en la Fundación Rafael del Pino. |@Fund. Rafael del Pino

Zygmunt Bauman, en la Fundación Rafael del Pino. |@Fund. Rafael del Pino

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Atlas de islas remotas: de Isla Socorro a Isla Utopía


PIngelap, Islas Carolinas.

Pingelap, Islas Carolinas.

Hasta que no abrí el libro ‘Atlas de las Islas Remotas’, de Judith Schalansky, nunca había oído hablar de Pingelap, una diminuta isla del Océano Pacífico donde muchos de sus habitantes son daltónicos. La culpa de que no puedan ver el color esmeralda del agua en sus costas, el verdor de sus bosques, el rojo atardecer reflejado sobre las olas, al parecer la tiene una mutación genética que se extendió como el fuego con la yesca, que ha condenado a uno de cada 10 a una vida gris en un mundo de colores.

 

Así lo cuenta la autora, Judith, en este fascinante tratado geográfico sobre 50 pedazos de tierra, que son 50 historias maravillosas. Lo presentó, hace unos días, el catedrático de Geografía Eduardo Martínez de Pisón, junto con el aventurero y escritor Sebastián Alvaro (ex director de ‘Al filo de lo imposible’) en la librería Desnivel. «Una isla es lo pequeño, asilado como dice su nombre, pero también es un oasis en un desierto, un fortín o un planeta en un cielo lleno de estrellas», fue desgranando el profesor, mientras la audiencia se rendía al embrujo de  sabiduría que emanaba de sus palabras.

Eduardo Martínez de Pisón, en Desnivel. |ROSA M. TRISTÁN

Eduardo Martínez de Pisón, en Desnivel. |ROSA M. TRISTÁN

Martínez de Pisón nos habló de la isla fantasmagórica de San Borondón, en Canarias, de Islandia (cuando aún no figuraba en los mapas), de la Isla Livingston, en la Antártida, la única del Atlas que ha pisado, porque allí hay una base científica española, y de otras muchas tan inexploradas como desconocidas: Isla Socorro, Isla Navidad, Isla Posesión..

De todo lo que nos contó, me llamó especialmente la atención el caso de un usurpador, cosmógrafo y alto cargo durante el reinado de Felipe III (siglo XVII) llamado Andrés García de Céspedes. Al parecer, este asesor científico de la Corte se aprovechó de su acceso a las bibliotecas reales para hacerse con el ejemplar de un ‘Islario general de todas las islas del mundo’ que en el siglo  anterior había realizado Alonso de Santa Cruz para Felipe II. Ni corto ni perezoso, García de Céspedes ‘raspó’ el nombre de Alonso y de este monarca, para poner el suyo y el de su Rey, un chanchullo bastante chapucero que dio el pego en su época. Un usurpador, un tramposo, o como diríamos hoy, un ‘manipulador’.

Según nos lo relataba el catedrático, la figura de García de Céspedes, sobre quien, por cierto, escribí hace unos meses un guión para CON CIENCIA de RTVE, se me transmutando en la de algunos políticos de nuestro tiempo que andan tratando de borrar, o hacer desaparecer, sus nombres de algunos papeles comprometedores donde si estaban en el pasado; de otros que los ponen con mayúsculas en leyes que, por contra, son del siglo pasado y de algunos más que quisieran poner su nombre en lo más alto, aunque sea ‘raspando’ al mismísimo jefe. Diría que habitamos en nuestra particular Isla Socorro.

Muchas son las metáforas que el geógrafo nos puso en su conferencia: isla-cárcel, isla-parque, isla-Tierra… Pero  a mí se me ocurren otras que tampoco está en el Atlas, pero que cada día nos rodean más:  los responsables políticos que hoy rigen nuestros destinos son también  ‘islas’, pues viven separados por un gran océano de la realidad social; islas a la deriva que se alejan cada día un poco más de los continentes, que somos todos; islas de poder que, como le pasa a la isla Takuu (en Papúa Nueva Guinea), se van hundiendo a medida que aumentan las mareas, que ahora son verdes, y blancas, y rojas y violetas… Muchos de los habitantes de Pingelap no las podrían ver.

Al final del acto, nos acabó hablando de la isla más remota y deseable, que es la Isla Utopía. La que siempre está dos pasos más allá, como nos recuerda Eduardo Galeano.  La que siempre tenemos que ver en el horizonte, sin perder el rumbo.

Un histórico Pacto por la Ciencia: todos menos uno


Acto de firma del Pacto por la Ciencia. |ROSA M. TRISTÁN

Acto de firma del Pacto por la Ciencia. |ROSA M. TRISTÁN

ROSA M. TRISTÁN

Eran muchos. Tantos que ha sido una odisea conseguir una foto en el que estuvieran todos. Era la firma del primer Pacto por la Ciencia (acuerdoXlaciencia_19dic13que firman en España todos los partidos políticos, todos menos el PP y UPN. Bueno y también CiU, que asegura que lo firmará, pero en otro momento, que no le venía bien… El acto ha tenido lugar en una sala  junto al Congreso de los Diputados, muy pequeña, cedida por uno los firmantes (en concreto el PSOE) ante los problemas que les estaban poniendo desde la Mesa del Congreso (el PP), que no encontraba donde ubicar un acto que no les venía bien porque, claro, no lo apoyaban. Boicot decían muchos.

Firmas del Pacto por la Ciencia. |ROSA M. TRISTÁN

Firmas del Pacto por la Ciencia. |ROSA M. TRISTÁN

Y es que después de marearles de aquí para allá, los representantes de la Carta por la Ciencia, a saber, los rectores de todas las universidades y presidentes de sociedades científicas y jóvenes y no tan jóvenes investigadores, decidieron pedir una sala ajena al Congreso para celebrar el acto, histórico, y por ello acabaron en la biblioteca de los socialistas, que tuvieron que tapar emblemas y cartelería para no herir susceptibilidades. Como las de CiU, que se descolgó en el ùltimo momento. Dicen, informa EFE, que porque era un acto ‘politizado’. Pero ¿politizado porque se trataba de pactar políticas científicas? ¿politizado porque los partidos enviaron sus primeras espadas? ¿politizado porque fue el PSOE quien cedió el espacio que necesitaban para no estar bajo la lluvia? Los organizadores no sabían dar con la respuesta…

El primero en hablar fue el representante de la Conferencia de Rectores. «Nos congratula que la comunidad científica responda a nuestras aspiraciones. Hubiera sido deseable que estuvieran todos», declaraba en alusión a los ausentes.

Sorprendentes, y certeras, fueron las palabras del paleontólogo Juan Luis Arsuaga, Premio Príncipe de Asturias de Ciencia. «Nuestra Revolución Industrial es antigua. Desde que los Austrias nos dejaron perder industrias en favor de flamencos, la economía española va de tumbo en tumbo…Invadido hoy el mercado por una manufacturas extranjeras que no sabemos pronunciar, la situación se ha agravado en términos inquietantes. Como ante el alud invenciones aportadas, no olvidemos que somosun  país pobre, exportador de algunos  frutos, no hay que ser zahorí para vaticinar escandalosa inflación fiduciaria. El déficit crecientes de Hacienda y empréstitos abrumadores contribuyente, son signos de ruina, que  sobrevendrá si la Providencia no hace un milagro cambiando nuestra Psicología. Pero por desdicha, el principio rector del Universo no se ocupa de los imprevisores ni de los tontos».  RAMÓN Y CAJAL 1934. Nadie diría que han pasado ¡80 años!
Carlos
Carlos Andradas, presidente de la COSCE, a continuación, leyó el acuerdo por el que llevan peleando tanto tiempo, que ha sido suscrito  por miles de investigadores. El acuerdo recuerda el dato de que el gasto en I+D bajó  al 1,3% del PIB  en 2012 (una décima en tres años) y lo hará más en 2013, mientras la media UE supera 2% y camina al 3% en 2020. ¿No parece evidente que hay relación entre crecimiento económico e inversiones en investigación? Pues parece que no, porque en los presupuestos de 2014, que precisamente también se aprobaron ayer, entre recortes por aquí y por allá de los servicios públicos, se mantiene un reparto entre  subvenciones y créditos para la ciencia que camina en el sentido contrario al de este acuerdo.

Juan Luis Arsuaga, leyendo a Ramón y Cajal.|ROSA M. TRISTÁN

Juan Luis Arsuaga, leyendo a Ramón y Cajal.|ROSA M. TRISTÁN

«Recogiendo ampliamente el sentir mayoritario entre los investigadores y del colectivo Carta por la Ciencia, queremos afirmar nuestro compromiso de apuesta por investigación, en torno a cuatro puntos que apoyarán los grupos parlamentarios:

1. Planificación plurianual para recuperar en tres años los niveles de inversión pública del 2009 (o sea, la vuelta al pasado)

2. Eliminación límites tasa de reposición del empleo publico (un 10%) para incorporar nuevos recursos humanos (los jóvenes no pueden acceder)

3. Establecer compromiso plurianual para el cumplimiento de los Planes Nacionales de I+D en sus convocatorias y plazos

4. Creación Agencia de Investigación prevista en ley, para gestión de los planes estatales con criterios científicos y con autonomía, pero con control parlamentario.

Nada revolucionario, rompedor, fuera de la realidad, más bien se trata de cumplir las reglas…. Incluso se comentaba en los pasillos que es algo tan de perogrullo que se trata del primer acuerdo que firman Amaiur y UPyD en años de legislatura. El PP, por su parte,  respondería después que «no se puede poner en entredicho su compromiso con la ciencia, firmes o no firmes» (palabras de su portavoz en I+D, Alejandro Fernández). Bien, es como hablar de dragones: existe la palabra pero no lo que describe porque ¿a qué llama Fernández  ‘compromiso’?

Alfredo Pérez Rubalcaba, firmando el Pacto. |RMT

Alfredo Pérez Rubalcaba, firmando el Pacto. |RMT

Después llegaron las firmas, empezando por Alfredo Pérez Rubalcaba, Cayo Lara, Rosa Díez... Un barullo de gente en un espacio mínimo que compartían diputados, científicos (allí estaba Amable Liñán, Jesús Ávila y muchos otros) con cámaras de televisión, fotógrafos,sindicalistas y asesores, que siempre los hay. Al final, hubo que hacerse la foto en otro lugar más amplio. No se si con o sin permiso de las autoridades pertinentes y su estricto reglamento.

Carlos Andradas, Amaya Moro-Martín y muchos más que llevan meses denunciando cómo el sistema científico se está yendo al garete, estaban satisfechos. Han tardado 10 años en conseguirlo. Arsuaga, antes de abandonar el lugar, me resumió sus impresiones en pocas palabras: «No creo en la magia, no creo que la situación cambie de un día para otro pero es un avance, un paso, porque lo ha firmado todo el arco parlamentario, salvo el Gobierno, que es el que tendría que cumplirlo; pero como los demás son alternativa del Gobierno, cuando lo sean, se lo recordaremos. Y no hay que renunciar a un pacto de Estado. No se trata de politizar la ciencia, sino de sacar la ciencia de la política de los partidos». Ojalá se logre.

Marcos Ana: «La vida debe ser un activismo permanente»


Publicado en ESCUELA

“ME PREOCUPA QUE AUMENTE LA INDIFERENCIA DE LA GENTE”

“EL INDIVIDUALISMO ACABA CON LA CONCIENCIA SOCIAL”

Marcos Ana, en su casa, durante la entrevista. |R.M.T.

Marcos Ana, en su casa, durante la entrevista. |R.M.T.

ROSA M. TRISTÁN

PDF PÁG. 1 ENTREVISTA

PDF. PÁG 2 ENTREVISTA

Si alguien sabe lo que es la lucha éste es Marcos Ana que, a sus 93 años, aún sigue en la brecha. Poeta de la clase obrera, Marcos Ana pasó 23 años de su vida en la cárcel, durante la dictadura franquista: es el preso político que más tiempo ha estado entre rejas en este país. Hijo de una pareja de los que lleva su nombre (su verdadero nombre es Fernando Macarro), acaba de publicar ahora “Vale la pena luchar” (Editorial Espasa), una obra en la que entrelaza sus experiencias personales con la situación política y social actual en España. Muy crítico con la apatía social, con esta nueva obra viene a dar continuidad a su autobiografía, “Decidme como es un árbol”, publicada en 2010. Su especial recorrido vital despertó el interés del director de cine Pedro Almodóvar, que adquirió los derechos de autor sobre su historia con la intención de rodar una película, un proyecto que aún guarda el extremeño en la cartera.

Marcos Ana recibe a ESCUELA en su casa, en el centro de Madrid, la misma vivienda que le prepararon sus compañeros del Partido Comunista cuando, con la llegada de la democracia, volvió del exilio en el que no paró de denunciar por el mundo la represión política que se sufría en su país. Muchos libros en las estanterías, en las paredes premios concedidos por su defensa de los derechos humanos, una bici estática, un ordenador que echa humo, fotos antiguas, recuerdos de sus viajes… Es el espacio de alguien que conserva bien viva la memoria del pasado, pero que sigue peleando en el presente para que no haya marcha atrás en el futuro.

En los últimos tiempos estamos viendo cómo las manifestaciones van siendo menos multitudinarias y más sectoriales.  ¿Nos estamos rindiendo a la fatalidad de la crisis? ¿Se está desinflando la movilización social?

Continúa habiendo protestas, pero sí que es cierto que muchas veces me encuentro con gente que dice que ya no vale la pena seguir batallando porque por más que los indignemos todo sigue igual. Pero eso no es cierto. Por supuesto que merece la pena movilizarse. Es más, yo creo que es urgente y necesario hacerlo si queremos conseguir un mundo mejor y más justo. Todos los que estamos en contra de lo que está ocurriendo debemos salir a las calles, visibilizar nuestra lucha.

¿Cómo hemos llegado a esta situación de apatía?

Este es un caldo que ha sido fomentado por el capitalismo, porque es un sistema que ha potenciado el culto a la persona, al individualismo, que siempre realza los valores personales, y al final lo que se consigue es que se rompan los cables que pueden unir a un ser humano con otro, que desaparezcan los colectivos. Con ese discurso personalista, al final nos creemos dioses y luchamos sólo por lo que nos afecta personalmente. Estamos únicamente preocupados por conservar nuestro trabajo, porque los hijos tengan lo necesario, pero se pierde la conciencia social. Es un individualismo que nos resta fuerza. Además, es una falacia porque nadie puede sentirse feliz en su pequeña libertad, por tener un coche o una casa, mientras se extiende la esclavitud entre los que le rodean, sin tener un proyecto de vida. En esta época en la que la tecnología ha acabado con las distancias, en la que todo está globalizado, cualquiera nos podemos enterar de lo que ocurre en el rincón más alejado del planeta. Y creo que es algo que debemos aprovechar porque nos da una visión más global de los problemas de la Humanidad. Yo siempre intento estar informado por internet de lo que ocurre, veo ahí una posibilidad de unirnos para cambiar las cosas. Y como digo en el libro, si aun así creemos que no hay motivos para salir a la calle y exigir lo que es nuestro, basta mirar la tristeza de los rostros de la gente, la huella de la pobreza, para comprobar que no es así. Solos haremos poco, pero somos muchos los que pensamos lo mismo.

Parece que la globalización tiene también otros intereses ¿Detecta usted esa globalización de la solidaridad entre la juventud?

Creo que sí, pero falta un ritmo histórico. Ahí tenemos la actitud de los jóvenes del movimiento 15-m, que fue muy bonito, un chispazo, como un terremoto que ha quedado en la conciencia de todos. Hoy muchos jóvenes saben que tienen que jugar su papel, aunque necesitan saber cómo. Cuando el 15-M era desalojado de la Puerta del Sol vi un cartel que me gustó mucho y decía: “No nos vamos, nos mudamos a tu conciencia”, y de hecho aún se habla de ello. Pero la historia tiene altibajos y las medidas humanas no son históricas. A muchos nos gustaría que en trascurso de una vida hubiera más transformaciones, mil revoluciones, pero son procesos que deben madurar, llevan su tiempo.

¿Cómo compaginar los rápidos cambios socio-económicos que se están imponiendo, los recortes sociales y de derechos, con esa ralentización de la respuesta social?

Pues debemos seguir combatiendo y el camino es concienciando a la los que nos rodean. No callando. El error, incluso de los comunistas, ha sido que en las asambleas que se organizan se toman resoluciones importantes, pero se olvidan en cuanto cada uno se mete en su casa y se encierran en sus problemas. La vida debe ser un activismo permanente. Yo vivo en un barrio pequeño-burgués, en el centro de Madrid, pero todos saben que soy comunista. Quiero que se vea, no me oculto. Y creo que la gente de izquierdas que está en la sobra, deberíamos visibilizarnos más para que los jóvenes vieran que estamos aquí, dispuestos a luchar, sería una fuerza de atracción. Yo confío mucho en la juventud, sé que en ellos hay una gran fuerza, pero hay que saber encauzarla, encaminarla hacia el futuro. A mí vienen a verme muchos jóvenes que se han enterado ahora de que sus abuelos estuvieron en la cárcel durante el Franquismo; con tantos años de democracia como llevamos y sus familias aún no han perdido el miedo a hacer público ese pasado. Lo tienen enterrado como si fuera un estigma, incluso para sus hijos y sus nietos, lo callan por miedo. A una colaboradora mía, una joven que viene a ayudarme, su madre aún le dice: “Hija, no te signifiques, mira lo que le pasó a tu abuelo”. Esos 40 años de dictadura ha marcado mucho a la gente.

Portada

En estos momentos aumenta el rechazo a la política, y por tanto a etiquetarse en una ideología concreta. El ‘todos son iguales’ se oye por todos los lados. En su libro también es muy crítico con los políticos, pero ¿qué opinión le merece esta postura anti-ideología?

Tiene su explicación porque en este país no siempre se ha hecho  buena política. Es comprensible que ahora los jóvenes la rechacen, aunque en el fondo también están expresando una postura política. Pero es más bien rechazo a los políticos. Son demasiados los que han cambiado de bando o los que han cambiado sus principios ideológicos por el dinero. Se entiende que cada vez sean más los jóvenes que están en contra de este sistema bipartidista en manos de intereses económicos capitalistas, pero detrás de los desahucios que han logrado parar, de la oposición a las ayudas a la banca privada o de la defensa de lo público frente a lo privado, hay también acción política.

Cuenta en su libro que va a veces a los colegios a hablarles de su experiencia ¿qué les cuenta a los niños?

Depende de su edad. En un colegio donde fui hace unos meses a charlar con chicos de 10 años les conté el cuento de Caperucita Roja como una metáfora. Caperucita, la niña que recoge flores, era como la libertad y la República y el lobo negro y feroz era la dictadura franquista que quería comérsela. Pero cuando son más mayores el tema es más profundo. Los adolescentes están deseosos de aprender y me preguntan mucho por mi vida en la cárcel y las razones que me llevaron a pasar allí 24 años. Entonces aprovecho para contarles cómo nos organizamos y cómo acabamos convirtiendo la prisión en una universidad para aprender unos de otros. También les explico lo importante que es estar unidos para conseguir las metas que nos propongamos.

¿Cree que se les está contando a las próximas generaciones bien la Historia de España?

Para nada. La están falsificando. Y lo mismo pasa con la memoria histórica. En España la Transición no sirvió para nada, los culpables de la represión siguieron viviendo con absoluta impunidad. No fue como la revolución de los Claveles en Portugal o como en Argentina… Aquí se pasó de la noche al día sin depurar a nadie. Los policías que me torturaron siguen ahí, jubilados. Y no es que quiera que se mueran de hambre, pero ahí están. Y si un juez como Jorge Garzón trata de escarbar en el pasado y de encontrar situaciones que eran punitivas, acaba siendo procesado. Eso nos demuestra que la izquierda en este país no tiene fuerza y que necesitamos de la unidad para avanzar. Por ello, creo que los partidos requieren una renovación. De vez en cuando, si que hacen un esfuerzo por implicar a los jóvenes, intentan que se sientan responsables, pero no es suficiente.

¿Hemos estado en algún momento en el buen camino?

En el camino hacia el Estado de Bienestar no hemos llegado a estar. Tenemos libertad, pero la libertad sin Justicia no sirve de mucho. Elegir entre morir de hambre y morir por ser perseguido. Lo que hay que conseguir es que la libertad vaya de manos de la Justicia y sirvan ambas para cambiar las cosas. Hay muchos abuelos que han perdido las pensiones por ser de izquierdas, por haber estado represaliados… Y, sin embargo, también hay muchas familias que hoy viven de esas pensiones porque no hay trabajo para los hijos. En este país, ha habido una Guerra Civil y eso marca, deja buenos y malos. Pero hay que seguir luchando  poco a poco. No vale decir que ganan los de siempre. Es cierto que los ricos son más ricos, aún con la crisis económica, y los pobres también son más pobres, pero eso es un acicate para la acción.

Marcos Ana.

De la situación actual en España ¿qué le preocupa más?

Que aumente la indiferencia de la gente, que se conformen con un mínimo bienestar personal, porque eso es lo que fomenta el sistema capitalista para alejarnos de la unión de fuerzas. Por ello la educación es importante, aunque las escuelas se están vaciando de contenido. A los alumnos no se les enseña lo que es la injusticia, la igualdad de oportunidades, la libertad. En definitiva, a ser ciudadanos. Ahora con la Reforma educativa de Wert incluso han quitado la asignatura donde podían tratarse esos temas, que son los que permiten a los jóvenes aprender a no ser manipulados. Es muy triste.

A estas alturas del siglo XXI, ¿imaginaba un recorte en derechos como el que se está llevando a cabo desde el Gobierno?

A estas alturas ya nos conocemos todos, pero es cierto que hemos perdido mucho de lo que ganamos en el pasado, por lo que pelearon nuestros compañeros. Es un retroceso brutal de lo público para beneficiar a lo privado. El capitalismo tiene poder para mover conciencias a su antojo. Y por ello parece que ahora tener un trabajo es lo único que nos mueve, e incluso nos incomoda la lucha de quienes pelean por lo suyo, como ha ocurrido con la huelga de la basura en Madrid. Nos venden la idea de que pensar genera poco beneficio y luchar no es rentable. Pero los ciudadanos no somos mercancía y debemos organizarnos para combatir.

Comentaba  antes que crearon una universidad en la cárcel, bajo vigilancia. Era un entorno difícil para organizar algo así ¿cómo lo hicieron?

Allí dedicábamos mucho tiempo a la educación. Depende de la prisión que fuera, lo hacíamos de una u otra forma. En la de Ocaña eran celdas de cuatro o cinco personas; sólo nos veíamos en el patio, y aprovechábamos para tener clases ambulantes. Los carceleros intentaron boicotearnos y nos prohibieron estar en grupos de más de tres personas, lo que complicaba las clases. Aun así, intentábamos pasarnos los temas. Pero la cárcel de Porlier, en Madrid, estaba en un colegio sin celdas, mucho más grande. En cada galería éramos 600 juntos y siempre estábamos estudiando. Había muchos catedráticos y maestros que enseñaban a los campesinos. Lo hacíamos para formarnos, pero también para tener la cabeza ocupada y no pensar en la familia, en las penurias de los hijos que estaban fuera. Pero eso era durante el día, por la noche esas tristezas aparecían bajo la manta cada noche.

¿Cuándo empezó a escribir?

En la cárcel escribía porque me salía de dentro. Ponía mucha pasión. Allí les enseñaba mis cosas a algunos poetas y escritores ya consagrados y les gustaba. Eso me animaba a seguir aprendiendo. Me decían que sólo me faltaba conocer la arquitectura de los poemas, pero que el contenido era bueno. Allí monté una tertulia que se llamaba La Aldaba, que llegó a editar libros clandestinos, como uno dedicado a Miguel Hernández que aún conservo. También hicimos obras de teatro, como el llamado el ‘Homenaje a voz ahogada’, también a Miguel Hernández. Le pusimos así  porque era emocionante, pero también porque lo hacíamos muy bajo para que no se enteraran los guardias. Cuando montábamos el escenario, con mantas y sábanas, siempre había un preso vigilando; si venía un guardia, nos avisaba diciendo: ‘¡Acércame el botijo!”. Y lo desmontábamos todo rápidamente. Hacíamos muchas actividades culturales a escondidas. Luego me trasladaron a Ocaña, y había menos posibilidades. Aún así, los guardias tenían la ‘filosofía de los haraganes’ y acabábamos ganándoles la partida.

Usted entró en la cárcel con 19 años y salió con 41. Después de tanto tiempo ¿Qué sentimiento le provoca el haber pasado toda su juventud encerrado?

No guardo ningún rencor, no sirve para nada. Ni la venganza. Si quiero ver triunfantes los ideales por los que he luchado y por los que tanta gente perdió su vida, pero no me mueve un sentimiento vengativo. Yo he vivido la vida que elegí, la de un revolucionario. Y eso tiene que pagar su peaje. La consecuencia natural en aquel momento era acabar ahí. Aún hay gente que está dispuesta a acabar en la cárcel por sus ideas, pero ahora no es como en la época de Franco, afortunadamente. La situación respecto a la juventud sí es la misma. Siguen con ganas de acción, y los culpables de que no la haya somos los que tenemos cierto poder de reunirles; eso sí, siempre sin que tengan la sensación de que les están manipulando, porque son muy independientes y deben serlo. Otro problema es que muchos se están yendo del país, porque el capitalismo que ha generado esta crisis les impide trabajar.

¿Tiene alternativa este sistema?

No, no la tienen. Su única ley es la del máximo beneficio, y los partidos, los movimientos sociales, etcétera, son sus herramientas, aún sin ser conscientes de ello. Les dan un poco y ya se consideran con poder, cuando no lo tienen. Pero el comunismo no es alternativa, hoy es una solución utópica para el ser humano, un sistema para una sociedad más igualitaria de la que hemos conocido. El  socialismo si puede serlo; lo que pasa es que está viciado porque lo que ha ocurrido en los países socialistas has sido muy negativo. La primera vez que viajé a la URSS hubiera pisado el suelo, pero luego me di cuenta de que había maleza en los engranajes del Estado y del partido, que habían dejado de ser socialistas. Perdí la pasión por ese país, no era verdadero comunismo. Luego, queriendo limpiar lo que había, acabaron tirando el cubo del agua sucia a la calle con el niño dentro. Así pasó con Gorbachov. Y mire lo que es ahora la Rusia de Putin.

¿No quiso dedicarse a la política nunca?

No, yo tengo mis espacios personales. Ahora doy muchas conferencias para hablar de mi vida, para presentar mis libros. Viajo también mucho al extranjero. Y me gusta, no me canso de ir de un lado a otro porque son encuentros muy vivos. Es mi forma de seguir en la lucha, sin necesidad de tener un cargo determinado en un partido. Los cargos te atan demasiado. Si me llaman de colegios, también iré.

¿Qué les pediría a los docentes?

Que sin convertir las aulas en una atalaya política,  colaboren para que los niños de hoy se conviertan en ciudadanos en el futuro. Les diría que deben enseñarles contenidos que ayuden a desarrollar su conciencia de denuncia de las desigualdades sociales, que sean conscientes de  lo que supone el dejar tu país para poder vivir por tus ideas o por una necesidad económica. Y que lo hagan con cuidado, para que no le acusen de ideologizar las clases, pero sin olvidar que transmitiendo esos valores les están encaminando a conseguir un mundo más justo e igualitario.

Inmersión en la ‘discrepancia de datos’


ROSA M. TRISTÁN

La ‘discrepancia de datos’ se está haciendo fuerte. En pleno siglo XXI, capaces de poner una nave en Marte, de clonar células embrionarias humanas, de localizar exoplanetas en galaxias a miles de años luz, hay apabullantes ‘discrepancias de datos’ que se convierten en auténticos ‘agujeros negros’ por los que escapa la capacidad de raciocinio humana, que nos ha costado dos millones de años de evolución alcanzar.

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José Esquinas: «El hambre no es contagiosa, pero sí peligrosa»


ROSA M. TRISTÁN

Hace años que conocí a  José Esquinas. Entonces estaba en la Organización Mundial de la Alimentación y la Agricultura (FAO), tratando de evitar que el mundo perdiera biodiversidad alimentaria. Seguimos en ello desgraciadamente, pero mucho menos gracias a su trabajo. José Esquinas es ahora el único catedrático de Estudios contra el Hambre y la Pobreza que hay un España, un puesto que ocupa en la Universidad de Córdoba.

José Esquinas, catedrático de Estudios contra el Hambre.| Teresa Rodríguez

José Esquinas, catedrático de Estudios contra el Hambre.| Teresa Rodríguez

Es lo que hasta, antes de ayer, llamábamos primer mundo, frente a los que vivían al sur y llegaban a nuestras fronteras en busca de un futuro. Exactamente lo mismo que buscan hoy miles de españoles en el extranjero, los mejor formados, los más listos, los dispuestos a cambiar para mejorar. Y eso es todo lo contrario que bueno, pese a lo que hemos tenido que oír a una política, de esas que salieron un día elegidas para dirigir este país. 

Esquinas no ha sido elegido por nadie con votos democráticos, ni lo será nunca porque no es político, pero mantiene intacta su conexión con quienes peor lo están pasando. Por eso sabe que no hay futuro si seguimos consumiendo sin sentido, si no nos importa que nuestra ropa huela a muertos de Bangladesh, ni que nuestra comida viaje 10.000 kilómetros para acabar en el cubo de la basura. Y sobre todo si no cambiamos a una clase política que es incapaz de asomarse al balcón de su despacho para ver que pasa por ahí fuera, no sea que un hambriento le pida limosna.

De todo ello y mucho más me habló en la reciente entrevista que le hice para el periódico ESCUELA, que aquí comparto con vosotros…. «El hambre no es contagiosa, pero si peligrosa», asegura. El mensaje de un sabio que no debiera caer en saco roto.

AQUÍ VAN LOS LINKS. ABAJO LA ENTREVISTA ENTERA, PRIMERO, Y EL TEXTO DESPUÉS

Entrevista José Esquinas 1  

Entrevista José Esquinas 2

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