ROSA M. TRISTÁN (Publicado en ‘El Huffington Post’)
A bordo del Arctic Sunrise de Greenpeace
En una manifestación en el mar las pancartas son bien grandes y los gritos son sustituidos por las sirenas de los barcos. En una protesta marinera, el manifiesto se lee a través de la radio que une a los participantes en un todos a una. Así ha sido la que se vivió el lunes en el límite de la ría de Muros con el Océano Atlántico, un encuentro entre los pescadores gallegos y la organización ecologista Greenpeace muy diferente del que tuvo lugar hace unos años, cuando los del mar tiraban huevos a los del arco iris.
Hoy, los pequeños barcos pesqueros de las rías ya no ven a los ecologistas como un peligro para su forma de vida. Sus mensajes conservacionistas son ahora compartidos porque cada día vuelven a casa con las redes más vacías, y los bolsillos de sus pantalones con agujeros más grandes, que son las deudas. «Mire, un pulpo es lo que llevamos hoy, y poco más», me contaba uno de los patrones desde su barco, de no más de cinco metros de eslora. A través de su cerrado acento gallego se dejaba entrever la desolación de otro día perdido.