La exposición inmersiva de Frida Kahlo en Madrid, una experiencia para acercarse a la artista mexicana.

ROSA M. TRISTÁN
Hay vidas que están marcadas por la mala suerte y a la vez rodeadas de un haz de una luz que se hace más fuerte con el paso del tiempo. Ahora en Madrid, en el Teatro Instante (calle Palos de la Frontera, 20), tenemos la ocasión de sumergirnos en el baño de luces y color que es la exposición “Vida y obra de Frida Kahlo”, la artista mexicana que triunfó en vida en la primera mitad del siglo pasado pese a la alargada sombra del hombre que tenía al lado.
Ese baño de arte y emociones, no es una muestra al uso. Es ‘inmersiva’, esa aún novedosa tecnología que nos permite, no ya ver, sino ‘entrar’ en cuadros que están y no están, que son un reflejo a lo grande de su realidad, cuadros que no ocupan espacio, sino tiempo… En total, unos 45 minutos de viaje a 130 obras de esta mujer de Coyoacán que hoy es un icono en México y más allá, mucho más allá, hasta encontrar su rostro, uno de los muchos autoretratos que se hizo, en las ‘chapitas’ feministas, en camisetas de marcas comerciales, en tazas y pegatinas.
No fue fácil conseguir los derechos de emisión audiovisual de tanta obra. Lo sabe bien Carla Prat, coordinadora de la muestra promovida y organizada por la empresa Acciona Ingeniería Cultural. “Recurrimos al Banco de México, que tiene el fideicomiso de las obras y su legado, tal como lo dejó su viudo, el también pintor Diego Rivera, y rastreamos instituciones, museos, particulares… Desde Buenos Aires a Paris, el Centro Pompidou”, nos cuenta Carla. Así se enteró de que entre los grandes coleccionistas de la mexicana están Madonna o Salma Hayek (que la interpretó en su biografía en el cine).
Traducir todo aquello a imágenes en las que las obras toman vida propia, y el espectador se siente hormiga paseando por el universo Kahlo, es el trabajo que ha hecho el equipo de TrigreLab. Muros y suelo desaparecen al paso de esa Frida de la que salen las raíces como si fuera la tierra, metidos en una de sus frutas tropicales, acompañándola por los bosques, en sus amores y en su sufrimiento, aunque sin poner en ello el foco.

“Casi siempre se la ha presentado desde el dolor de los dos accidentes que, según ella misma, sufrió: el físico del autobús y el emocional con Rivera, que dice que fue el peor. O como acompañante de Diego. Aquí, queremos contar el triunfo de una artista internacional, creativa, única. Una mujer que se relaciona con gentes como André Bretón, Marcel Duchamp, Kandisnski o Leon Trostky”, explica Carla. Y es que Frida fue reconocida en todo el mundo, de las pocas artistas por entonces a las que el Louvre compró un cuadro antes de muerta.
En ese paseo que nos lleva de un lado a otro de una sala en continuo movimiento, está también su vida privada, la herencia de esa familia medio europea y sobre todo medio indígena en la que se sentía tan a gusto; y, cómo no, los inconmensurables accidentes que marcaron su complejidad vital para siempre. Con Diego, del amor al odio, pasando por el odio-amor y el amor-odio. Y, cómo no, nos lleva también a La Casa Azul familiar, con sus animales, sus plantas y sus frutales.
Carla Prat reconoce que había muchos retos por delante cuando en el otoño de 2020 se plantearon sacar adelante el proyecto: “Uno, conseguir el permiso de reproducción de las obras “porque en este caso están en muchas manos , no como el caso de Van Gogh que ya son dominio público; otro, romper estereotipos sobre Frida, un personaje con muchas caras: feminista, artista, icono del pop, extraña surrealista (“Yo no soy surrealista porque no retrato mis sueños sino mi realidad”, dijo), hija o amante.

¿Por qué Frida? “En Acciona hemos hecho muchos trabajos expositivos para otros pero queríamos hacer un producto inmersivo nuestro y Frida Kahlo es un personaje muy atractivo y complejo”, reconoce la coordinadora de la muestra. Encontrar el espacio adecuado fue otro de los desafíos y al final fue ese Teatro del Instante, en lo que fueron las cocheras de compañía de transportes de viajeros, La Sepulvedana, un lugar muy especial para la autora de este artículo porque allí pasó muchas horas de su infancia, entrando y saliendo, fascinada con tantos autobuses que recorrían los pueblos de toda España, todos juntos cuando iba a visitar a los familiares que vivían y trabajaban en ese lugar.
Y luego está la música, que acompaña con sus palabras a la paleta de sus colores, que evoca sus viajes a Europa o el organillo en las calles de Ciudad de México. Emociones a flor de piel.
La experiencia es tan intensa que una se pregunta si con tanta inmersión los museos tradicionales tendrán sus horas contadas, en una humanidad que cada vez busca más las pantallas. “No, no lo creo. Es una tendencia global, indudablemente, pero es complementaria. Los libros no se han acabado porque haya e-books. Además, hubiera sido imposible reunir físicamente 130 obras de Frida. Recientemente un cuadro suyo se vendió por 39 millones de dólares, imagina lo que costaría en seguros. Así mucha más gente podrá conocer su obra y luego si va a un museo donde la haya, la buscará [no en España, donde no hay ninguna obra suya expuesta].
Aún así, da un poco de miedo esa forma de sentir que te absorbe un cuadro…
La exposición de Acciona, que coincide con otra de fotografías de la artista, estará abierta en Madrid hasta abril y luego tiene previsto viajar por el mundo. Primero a Barcelona, y luego a Bangkok, Tokio, Estocolmo… De hecho, que sepa Carla Prat es la única del mundo inmersiva sobre la Kahlo, a excepción de la que se inauguró hace unos meses en Ciudad de México.
Web para entradas: https://www.accionaexhibitions.com/