
ROSA M. TRISTÁN
Mientras se escribe este artículo decenas de miles de kilos de plástico en todo el planeta están vertiéndose al océano en algún punto. Seguramente, en 2022 superaremos la producción de 461 millones de toneladas de plásticos de todo tipo a nivel global y sólo un 9% será reciclado de algún modo. Si bien no es nada fácil calcular qué cantidad acaba en los mares y las cifras son muy dispares según la fuente, un nuevo equipo de la Universidad de Kyushu, en Japón, acaba de publicar una investigación que podría acercarse a la realidad: pueden ser más de 25 millones de toneladas (25,3 millones de toneladas exactamente) y dos tercios de ellos ni siquiera se pueden monitorear.

El trabajo está dirigido por uno de los más importantes expertos en la materia a nivel internacional, el japonés Atsuhiko Isobe, que ha liderado numerosas expediciones por el Pacífico y el Indico para visibilizar lo que no vemos bajo las olas. Se ha publicado en la revista Science of Total Environment, donde se asegura que pese a ser cifras alarmantes, son la punta del iceberg, dado que hay al menos otros 540 millones de toneladas de basura plástica mal gestionada en el mundo, casi el 10% de la producción global, que aún están atrapadas en la tierra y no se sabe dónde. Además, aunque tanto Isobe como muchos científicos inspeccionan fundamentalmente las superficies y playas, hay grandes cantidades de plásticos oceánicos muy por debajo de la superficie o en el lecho marino, ocultos del alcance de la observación científica más habitual.
“Para evaluar la cantidad y el paradero de los desechos plásticos en los océanos de la Tierra, debemos considerar todo el proceso desde su nacimiento hasta su enterramiento, comenzando con la emisión desde los ríos al océano y continuando con su transporte y fragmentación en pedazos”, dice Isobe en un comunicado de su Universidad.

Para hacer los modelos que nos permiten aproximarnos a esta realidad, los japoneses se basaron en estudios previos que describen cómo se descomponen y envejecen los plásticos y los cruzaron con datos del viento obtenidos por satélite, que permiten saber hacia dónde y cómo se mueven. Para conocer las fuentes de estos desechos, ajustaron las estimaciones más recientes sobre este tipo de basura en los ríos en función del PIB de los países y las predicciones sobre lo que no se está reciclando adecuadamente desde 2010 (por cierto, que en Japón más que reciclar se incinera y hay incineradoras hasta en el centro de Tokio). Además, tuvieron en cuenta el dato de que el 20% del plástico oceánico proviene de la industria pesquera mundial.

SÓLO UN 3% DE LOS PLÁSTICOS FLOTA
Según sus resultados, los plásticos grandes y los microplásticos que flotan en la superficie del océano suponen sólo el 3% de todos los plásticos oceánicos. Si bien hay en torno a otro 3% de microplásticos en las playas, el 23% de los plásticos del océano son más grandes y están cerca de las costas. Pero sus simulaciones sugieren que los otros dos tercios restantes pueden estar ocultos (66.7%). Más de la mitad, estarían en el lecho marino porque pesan y son más densos que el agua de mar, como es el caso de aquellos que incluyen tereftalato de polietileno (PET) y cloruro de polivinilo (PVC), que son muchos.
El resto son microplásticos viejos que llevan muchos años almacenándose en el fondo y en otros lugares de los océanos del mundo.
Con todo, señalan que lo más preocupante -y ya lo es que nos comamos el pescado con plástico o forme parte de los músculos de las tortugas, como han relevado trabajos españoles en el IDAEA- es la cantidad de residuos de este material que están siendo mal gestionados en la tierra y que podrían llegar a los ecosistemas y al océano en el futuro, multiplicando por 20 la cantidad actual. Para concluir que son esa décima parte de los 5.700 millones de toneladas producidas hasta la fecha, combinaron las estimaciones sobre lo que llega anualmente al océano con datos disponibles sobre lo que realmente se recicla o incinera. Y alertan de que más de medio billón de toneladas, al no descomponerse en la naturaleza , «sobrevivirán a los humanos en este planeta». De hecho, se han encontrado del Ártico a la Antártida.

«Pudimos estimar el presupuesto de los plásticos oceánicos, pero son solo la punta del iceberg», asegura Isobe, al que tuve la oportunidad de conocer en Tokio durante la cumbre climática del G-20 en 2019, cita en la que la basura plástica fue tema prioritario, junto con el hidrógeno.
Ahora, anuncia que su próxima tarea es investigar y evaluar el paradero de esos más de 500 millones de toneladas que aún no ha llegado al océano, pero podrán hacerlo: “Esa va a ser una tarea hercúlea. Se han logrado pocos avances hasta ahora en el campo de los ‘plásticos terrestres‘ debido a la falta de métodos de observación”, reconoce.
Isobe lanzó hace unos años un programa de ciencia ciudadana en su país utilizando fotos de colaboración colectiva e Inteligencia Artificial para evaluar la masa de desechos plásticos vertidos en ciudades y playas.
En esta investigación, de impacto mundial, se recuerda que de los 32 millones de toneladas de plástico que cada año tiramos al medio ambiente, entre 1,8 y dos millones acaban, como mínimo, en los océanos a través de los ríos, plásticos que duran de cientos a miles de años, aunque ese período puede acortarse debido a la remineralización por bacterias. De hecho, hay estudios que dicen que están mutando bacterias para convertirse en ‘come-plásticos’ .
ARTICULO COMPLETO: https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0048969722010270?via%3Dihub