ROSA M. TRISTÁN
Varios miembros de la Fundación Española de Ciencia y Tecnología (FECyT) han publicado un artículo en la revista Science&Diplomacy hace unos días que ha tenido una contundente respuesta en otra revista, Nature, por parte de una científica española en el exilio, que considera el contenido del primero «hechos alternativos», al estilo Trump, dado que señala que los investigadores en el extranjero son diplomáticos españoles de la ciencia, cuando en realidad, asegura, la inmensa mayoría han tenido que dejar este país por falta de oportunidades. Por contra, una de las asociaciones aludidas en Science@Diplomacy, ECUSA, considera «muy positivo que los agentes políticos en España muestren interés por nuestras actividades». En definitiva, la polémica está servida. ECUSA es la asociación de investigadores en EEUU. Y en similares términos se ha manifestado CERFA (su equivalente en Alemania), si bien con matices.
Los siete autores del primer artículo, todos ellos personal de FECYT, afirman que el Gobierno de España se esfuerza en «autorizar un sistema de jugadores en este juego internacional: asociaciones de investigadores españoles al exterior», de forma que los científicos españoles que trabajan en instituciones extranjeras y proyectos extranjeros, sean la «diplomacia de la ciencia» ya que muchos mantienen contactos con investigadores en nuestro país. «Con la ayuda de estas redes preexistentes de científicos, España ha podido consolidar su diplomacia de la ciencia en el país y en el extranjero, reforzar su presencia científica en países estratégicos y fomentar las oportunidades de la carrera para los investigadores españoles», señalan los autores.
Añaden que «con la reciente turbulencia económica en España, se requerían perspectivas alternativas para implementar y aprovechar un enfoque centrado en la «circulación de cerebros»….Esta red de diplomáticos-científicos permitiría a España relacionarse con los países de acogida de los científicos españoles y ampliaría la presencia de la ciencia en la agenda de la política exterior española». «Este enfoque combinado también contribuiría a mantener a los investigadores españoles en el extranjero involucrados en el ecosistema nacional español de ciencia e innovación, asegurando a los científicos en el extranjero un papel continuo en el desarrollo de la ciencia dentro de su país de origen» .
El artículo recuerda que existen al menos 13 asociaciones de investigadores españoles en el extranjero. Pero se aboga por mejorar los canales que tienen con las instituciones, así que por ello se ha llamado a los científicos exiliados en Estados Unidos, Reino Unido y Alemania para, ya que conocen sus países anfitriones y España, asesoren a las partes interesadas.
Una de ellas es ECUSA, que reúne a 60 investigadores españoles en Estados Unidos y que se define como totalmente apolítica y apartidista. Entre sus principales sponsors (como en CEFA) figura el Gobierno, la FECYT y la Fundación Ramón Areces. ECUSA, en un comunicado, explica que entre sus miembros hay científicos y otros profesionales de la ciencia y la tecnología emigrados por la imposibilidad de encontrar un puesto de trabajo de calidad en España. Para ECUSA es «muy válido» el reconocimiento mencionado en el artículo en Science&Diplomacy sobre el papel jugado por esta asociación en la escena científica actual porque «los científicos españoles en el extranjero debemos ser tenidos muy en cuenta a la hora de fijar las políticas científicas en España, las cuales deben, entre otras cosas, facilitar el retorno de aquellos que deseen volver y fomentar el desarrollo de colaboraciones con otros países». De ahí que feliciten a FECYT por la iniciativa. «Es el momento de aunar esfuerzos si queremos hacer de la ciencia un elemento fundamental para el desarrollo de las sociedades española y estadounidense», concluyen. El comunicado de CERFA es similar.
Pero no todos opinan igual y el mismo artículo de FECYT ha sido respondido en Nature por la astrofísica española Amaya Moro Martín, que trabaja en el Instituto Científico del Telescopio Espacial de la NASA desde que se vio obligada a dejar España: «Nunca me consideré una diplomática, así que es una sorpresa ser etiquetada como tal por el Gobierno español. Oficialmente, los científicos emigrantes españoles como yo, obligados a abandonar España debido a las terribles circunstancias que rodean la investigación en nuestro país, no existían previamente.Nos dijeron que éramos una «leyenda urbana.Ahora, resulta que no sólo soy real, sino que también soy parte de una estrategia política deliberada y astuta del Gobierno español para enviar a científicos extranjeros para sembrar la colaboración internacional y para fortalecer, no debilitar, la ciencia española», afirma en su respuesta.
Moro-Martín, que tuvo un contrato Ramón y Cajal y luego fue despedida, considera que es otra forma de generar «hechos alternativos», al estilo del nuevo presidente de EEUU: «El Gobierno español es un líder mundial en incorporarlos en el tejido de su política científica, ya que recorta los fondos y el apoyo…Por lo tanto, los científicos de todo el mundo deben estar en guardia y deben desafiar declaraciones engañosas que intentan ocultar la degradación política de la ciencia». La investigadora denuncia que «España se jacta de cómo los investigadores que han sido forzados a irse son ahora parte de su esfuerzo por reforzar su presencia científica en países estratégicos».
También considera inadmisible que los políticos españoles quieran hacer creer que la ciencia que se hace fuera de España es Made in Spain y que se les quiera usar de asesores científicos en las embajadas, a miles de kilómetros de los puntos de decisión sobre la ciencia en su país de origen: «La realidad es que el ambiente para la investigación en España es preocupante.En este mes (febrero), vimos el desmantelamiento de Abengoa Researc, el buque insignia del sector privado español de I + D, el mayor laboratorio de investigación básica en el país para las energías renovables y un líder mundial en el campo.Su cierre es sintomático: la inversión pública en I + D atrae la inversión privada y ésta no puede prosperar si la primera se arruina».
Para Martín-Moro «el tiempo para ser diplomático ha desaparecido hace tiempo», como deja claro en su respuesta.
¿Los científicos españoles en el extranjero quiere ser embajadores de la ciencia española? División de opiniones.