Atapuerca ‘estrena’ cueva: ‘La Paredeja’ neandertal


Yacimiento neandertal «Cueva de La Paredeja» @RosaTristán

ROSA M. TRISTÁN

Cuando los andamios de la Trinchera del Ferrocarril de la Sierra de Atapuerca se ven en el horizonte, intuyo que una jornada especial va a comenzar. Y así fue este año una vez más, porque ponerme el casco (que se me caía, por cierto) y comenzar un paseo hacia nuestros orígenes del que creía saber mucho, después de escribir «Atapuerca: 40 años inmersos en el pasado», con Eudald Carbonell (National Geographic, RBA), para descubrir que cada campaña hay una gran novedad este año tiene un extraño nombre: ‘La Paredeja’, un nuevo yacimiento en una cueva por la que anduvieron los neandertales.

Eudald Carbonell, desde lo alto de La Paredeja @RosaTristán

La Paredeja, que en la zona significa ‘pared pequeña’, aunque no lo es tanto, se encuentra en el mismo complejo que la cueva de El Mirador. Hace tiempo que estaba identificado este lugar, pero fue hace unos cinco años cuando Carbonell, arqueólogo y codirector de Atapuerca, paseando por el lugar, encontró algunas herramientas de piedra. Este año, por fin, bajo la coordinación de Marta Navazo -que antes trabajaba en los yacimiento neandertales al aire libre de los alrededores- se decidió a ‘atacar’ la pared, o ‘paredeja’ y apenas dos semanas después ya han encontrado unas fantásticas  lascas musterienses, es decir, pruebas de que allí estuvieron  los ‘Homo neanderthalensis‘, así como fósiles de algún animal y hasta un pequeño carbón, éste último minutos antes de que yo  llegara y aún por estudiar para saber su origen.

«Era una antigua cantera y queríamos ver si tiene un gran potencial porque hay 10 metros de sedimentos en la pared, que hemos escalonado en cinco niveles; y en los cinco hay herramientas, como lascas.  Así que estamos limpiando  y al año que viene se excavará», me explicaba Marta a pie de obra. «Hemos hecho también un sondeo estatigráfico con un camión y tenemos hasta 20 metros más de potencial; intuyo que hemos encontrado otro complejo tan importante como la Trinchera de Ferrocarril en el complejo 3, que se completa con El Mirador y Cueva Ciega, que están cerca. Los neandertales igual estuvieron por aquí hace entre 70.000 y 200.000 años, una antigüedad de la que no los hemos encontrado en otro sitio de la sierra. La Paredeja es una cueva enorme, en total con 30 metros de estatigrafía, como la Gran Dolina, así que tenemos trabajo para décadas», añadía Eudald mientras me mostraba desde arriba la inmensa tarea:

Eudald Carbonell: «Nuestros nietos científicos aún excavaran aquí».

Antes de que conocer esta novedad de la campaña, visité la Trinchera del Ferrocarril («El Portalón» estaba cerrado, una pena) que me pareció demasiado silenciosa.  El jueves fue un día de cambio de turno de los excavadores ‘temporales’ y estaba solamente el ‘núcleo duro’. A pocos metros de la entrada, la Sima del Elefante, que cada año me parece un agujero más insondable… Pero no. Rosa Huguet me dijo que están a punto de llegar a la ‘roca madre’, vamos al fondo, y desde luego que han bajado metros desde la primera vez que estuve, tantos que han dejado sin suelo a la propia Trinchera, instalándose una pasarela metálica sobre las cabezas de los que excavan abajo..»Aún podemos encontrar más restos del ‘Homo sp» porque todo entraba de fuera y sería fantástico porque ya estamos en 1,3 millones de años», decía la coordinadora de la Sima.

Isabel Cáceres, una de las dos coordinadoras del yacimiento La Galería, andaba recortando plásticos para clasificar fósiles cuando llegué al yacimiento de La Galería. Este año, un inmenso agujero a la izquierda, justo donde estaba la Covacha de los Zarpazos, me ha llamado la atención. «Han vaciado esta zona para ver la estatigrafía porque no había fósiles», me explicó. Ante su cuadrícula, desde luego que los hay. Llevan más de 500 en esta campaña en lo que fue un agujero desde la sierra, sobre todo de ciervos y caballos, como el dueño de la excelente dentadura que me muestra,  pero también de bisontes o bóvidos. «Estamos empezando unos niveles de sedimento de cuando la trampa para animales era más efectiva porque era más profunda, hace unos 300.000 años.  Y no sabemos cuanto tiempo estaremos. Aquí el que manda es el yacimiento. Siempre mandan las cuevas». (Sigue)

Exvacación en TD10 de la Gran Dolina. @RosaTristán

Siguiendo por la Trinchera llegué a la Gran Dolina y por el andamio subí hasta TD4, donde Jordi Rosell y María Martinón-Torres me pusieron al tanto de lo que está sacando su equipo en esta  ‘casa’ de humanos de hace un millón de años (más antiguos que los ‘Homo antecessor’, de TD6). Y parece que compartían el espacio con los grandes osos ‘Ursus dolinensis’. «Eran los abuelos del ‘oso de las cavernas’, que se pelearían más tarde con los neandertales», me cuenta Jordi. La directora del CENIEH añade que precisamente este yacimiento nos dice que allí hubo humanos (dejaron herramientas) pero también «nos ayudará a saber cómo eran, si eran los mismos que hay en tiempos más recientes de TD6, más antiguos (Homo sp) o si llegaron por oleadas quizás debido a cambios climáticos».

Encima de sus cabezas, en TD10, tras 22 años de trabajo y más de 500.000 restos fósiles encontrados, que se dice pronto, Palmira Saladié dejó sus buriles de trabajo para explicarme que les quedaban cuatro días para llegar a TD9, los sedimentos de hace 500.000 años, un momento en el que se dice que Europa estaba despoblada (entre 500.000 y 800.000). «Estamos excavando 85 metros cuadrados, en el nivel que coincide con la Sima de los Huesos, pero ya no vamos para atrás, a ver que encontramos», me explica desde un lugar que nunca me cansa: desde Gran Dolina la vista de la Trinchera es espectacular.

Cueva Fantasma ¿o del Fantasma?

Un poco más arriba hay una buena salida para Cueva Fantasma, o ‘del Fantasma’, como algunos prefieren llamarla. Fantasma fue la noticia del año pasado y nos obligó a modificar un capítulo del libro cuando casi estaba ‘en máquinas’. No podíamos no incluirlo. Este años,  Ana Isabel Ortega y su equipo han  cambiado totalmente el aspecto que ví en 2017. Hay andamios y este año hacen un sondeo en un recoveco de la  hundida cueva. A pocos metros de conde se encontró el  fósil de neandertal que tanto se esperaba. Se estima que Fantasma tiene una secuencia de entre 100.000 y 40.000 años, que no aparece en otro lugar. «En el sondeo sacamos restos de caballos y otra fauna de hace 40.000 años, pero son apenas 15 días de trabajo. ¡Estamos empezando!», me recordaba una entusiasta Ana Isabel.

Josep Mª Vergès muestra los sondeos en Cueva El Compresor. @RosaTristán

Como colofón, de vuelta a la Trinchera, Josep María Verguès me mostró lo que ocultan en la Cueva del Compresor, un espacio oscuro y frío. Ahí es donde guardan, al fresco, «las entrañas de todo el sistema de cuevas», según sus palabras. «Son testigos de sondeos que realizamos para corroborar a qué distancia están los suelos y techos de las cuevas. Unos son sedimentos finos, otros más gruesos, y es importante para acceder al relleno de las cuevas. Luego hacemos muestras, estudiamos minerales y cronología, a veces incluso en un testigo han salido fósiles».

Hay decenas de cajas azules que se acumulan pendientes de la infinidad de análisis que Vergés y sus colaboradores tienen pendientes de realizar. Aquí todo son ‘contenedores de historias’.

«Atapuerca: 40 años inmersos en el pasado»

Para terminar la visita, Eudald Carbonell me lleva por el camino, lleno de baches y charcos debido a las últimas tormentas, por el que iban hace ya muchos años hacia los yacimientos, cuando eran los jóvenes que retrata, junto a José María Bermúdez de Castro, en «Perdidos en la colina». Desde que todo esto se inició han pasado cuatro décadas, que este año conmemorarán con numerosas actividades. Entre otras, una exposición en el Museo de la Evolución Humana de Burgos que se inaugura a finales de julio y que os animo a visitar.

Y, aprovecho, si queréis conocer la historia al completo de este proyecto, sus anécdotas y hallazgos, os recomiendo:

«Atapuerca, 40 años inmersos en el pasado» (National Geographic, RBA Libros).

 

 

 

 

 

 

Miguelón, protagonista inesperado del estreno del libro #Atapuerca40años


Inesperado invitado en la presentación de «Atapuerca, 40 años inmersos en el pasado». @Miguel Angel Nieto

ROSA M. TRISTÁN

No estaba previsto. De repente, entre el público alguien sacó un cráneo de una bolsa. «A ver si Eudald Carbonell nos puede decir de quién es», desafiaron al arqueólogo. Ambos, nos quedamos de piedra. Según me contó después Eudald, no es la primera vez que alguien va a una conferencia o presentación suya con un resto humano, pero un cráneo era demasiado. Ocurrió hace unos días, mientras ‘estrenábamos’ oficialmente el libro «Atapuerca, 40 años inmersos en el pasado» (National Geographic, RBA), que hemos escribo a cuatro manos, en la Librería Lé de Madrid.

Fue una tarde especial, cargada de emociones, en la que no faltaron ni la familia ni los amigos. No tengo palabras para describir la sensación que tuve al entrar en el espacio destinado a la presentación y ver tanta gente. Entre la incredulidad y la satisfacción plena, entre el gusanillo de los nervios y el bloqueo por no saber a quien saludar primero. Como el espacio no era muy grande, muchos estaban de pie, entre las columnas, por las escaleras o sentados en el suelo. Había una cámara de televisión y un micrófono de RNE. También algunos colegas tomando notas. ¿Qué más se puede pedir?

Habíamos pensado que aquello fuera como un diálogo entre los dos, que no hablaríamos tanto de lo que es Atapuerca como del libro y que procuraríamos no alargarnos para que hubiera espacio para preguntas del público, que las hubo. Creo que seguimos el plan sin desviarnos, y que algunas de las anécdotas con las que Eudald jalonó su intervención, que recogemos en el libro, pusieron la nota divertida en algo que no queríamos que resultara ‘muy académico’. Entre otras cosas porque, aunque hemos intentado ser rigurosos en el contenido, queríamos que esta obra resultara entretenida para cualquier persona ajena a la materia, que sirviera de resumen de una historia no sólo de los hallazgos, sino también de las personas que han pasado por allí en estas cuatro décadas dejando su huella, algunas ya desaparecidas, otras convirtiéndose en los y las grandes especialistas que hoy son.

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Se me pasó el tiempo volando, así que fue Eudald quien, más consciente del tiempo, puso el colofón: «Somos más de 7.000 millones de individuos en el planeta y en nuestras  manos está el futuro. En otro caso caminamos hacia el colapso de la especie», dijo.

@Miguel Angel Nieto

Y luego, las firmas… Creo que a cada persona le gusta llevarse algo distinto, una dedicatoria que tenga algo que ver con ella, con el por qué compró ese libro y no otro de los cientos que había alrededor. Así, sin darnos cuenta, entre conversación y conversación, la cola se alargó y hubo gente a la que no puede saludar como hubiera querido.

Ahora, a esperar las opiniones de los lectores y lectoras. Eso es lo importante. Tras cuatro años de trabajo conjunto, mi deseo -y puedo decir que seguramente el de Eudald Carbonell también- es que cada uno de ellos se sienta más cerca de este gran proyecto de la ciencia española, que se acerquen así al fascinante mundo de la investigación, sus dificultades, sus preocupaciones y sus éxitos. A lo mejor así un día tenemos gobernantes en este país que visiten lugares como éste a menudo (por cierto, Rajoy no se ha pasado por Atapuerca, pero creo recordar que un día visitó un laboratorio…), que entiendan que sin ciencia no hay futuro y sin presupuestos no hay ciencia.

Los medios, en la presentación. @Miguel Angel Nieto.

 

Con la editora de RBA, Anna Periago. @Miguel Angel Nieto.

@Miguel Angel Nieto.

 

Eudald Carbonell: «Dejamos una herencia nefasta a nuestros hijos»


Eudald Carbonell, camino de la Sima de los Huesos, en Atapuerca. |ROSA M. TIRSTÁN

Eudald Carbonell, camino de la Sima de los Huesos, en Atapuerca. |ROSA M. TIRSTÁN

PUBLICADO EN ESCUELA

EUDALD CARBONELL, codirector del Proyecto Atapuerca y director del Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES)

“Espero que en el futuro gobierne gente que ha vivido la libertad como pensamiento social”

“Escribir pensando en mi  hijo pequeño para trasmitirle mi visión del mundo y que la lea cuando sea adolescente porque es necesario que tenga una visión global de lo que pasa en la Tierra”. Este es, en sus propias palabras, el objetivo que busca el arqueólogo y director de la Fundación Atapuerca, Eudald Carbonell con su último libro ‘El arqueólogo y el futuro” (Ed. Now). Carbonell, codirector del Proyecto Atapuerca, en el que lleva implicado 41 años, dedica su obra más personal a su hijo Olopte, de poco más de tres años, consciente de que es un padre tardío. Son páginas en las que le plantea cuestiones como la pobreza, la energía, la política o el sexo. En definitiva, un resumen personal de cómo entiende el mundo, y de la tremenda tarea que nuestra generación deja a la siguiente.

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