Un paseo de luz y arte por el mundo de Frida Kahlo 


La exposición inmersiva de Frida Kahlo en Madrid, una experiencia para acercarse a la artista mexicana.

ROSA M. TRISTÁN

Hay vidas que están marcadas por la mala suerte y a la vez rodeadas de un haz de una luz que se hace más fuerte con el paso del tiempo. Ahora en Madrid, en el Teatro Instante (calle Palos de la Frontera, 20), tenemos la ocasión de sumergirnos en el baño de luces y color que es la exposición “Vida y obra de Frida Kahlo”, la artista mexicana que triunfó en vida en la primera mitad del siglo pasado pese a la alargada sombra del hombre que tenía al lado.

Ese baño de arte y emociones, no es una muestra al uso. Es ‘inmersiva’, esa aún novedosa tecnología que nos permite, no ya ver, sino ‘entrar’ en cuadros que están y no están, que son un reflejo a lo grande de su realidad, cuadros que no ocupan espacio, sino tiempo… En total, unos 45 minutos de viaje a 130 obras de esta mujer de Coyoacán que hoy es un icono en México y más allá, mucho más allá, hasta encontrar su rostro, uno de los muchos autoretratos que se hizo, en las ‘chapitas’ feministas, en camisetas de marcas comerciales, en tazas y pegatinas.

No fue fácil conseguir los derechos de emisión audiovisual de tanta obra. Lo sabe bien Carla Prat, coordinadora de la muestra promovida y organizada por la empresa Acciona Ingeniería Cultural. “Recurrimos al Banco de México, que tiene el fideicomiso de las obras y su legado, tal como lo dejó su viudo, el también pintor Diego Rivera, y rastreamos instituciones, museos, particulares… Desde Buenos Aires a Paris, el Centro Pompidou”, nos cuenta Carla. Así se enteró de que entre los grandes coleccionistas de la mexicana están Madonna o Salma Hayek (que la interpretó en su biografía en el cine).

Traducir todo aquello a imágenes en las que las obras toman vida propia, y el espectador se siente hormiga paseando por el universo Kahlo, es el trabajo que ha hecho el equipo de TrigreLab. Muros y suelo desaparecen al paso de esa Frida de la que salen las raíces como si fuera la tierra, metidos en una de sus frutas tropicales, acompañándola por los bosques, en sus amores y en su sufrimiento, aunque sin poner en ello el foco.

“Casi siempre se la ha presentado desde el dolor de los dos accidentes que, según ella misma, sufrió: el físico del autobús y el emocional con Rivera, que dice que fue el peor. O como acompañante de Diego. Aquí, queremos contar el triunfo de una artista internacional, creativa, única. Una mujer que se relaciona con gentes como André Bretón, Marcel Duchamp, Kandisnski o Leon Trostky”, explica Carla.  Y es que Frida fue reconocida en todo el mundo, de las pocas artistas por entonces a las que el Louvre compró un cuadro antes de muerta.

En ese paseo que nos lleva de un lado a otro de una sala en continuo movimiento, está también su vida privada, la herencia de esa familia medio europea y sobre todo medio indígena en la que se sentía tan a gusto; y, cómo no, los inconmensurables accidentes que marcaron su complejidad vital para siempre. Con Diego, del amor al odio, pasando por el odio-amor y el amor-odio. Y, cómo no, nos lleva también a La Casa Azul familiar, con sus animales, sus plantas y sus frutales.

Carla Prat reconoce que había muchos retos por delante cuando en el otoño de 2020 se plantearon sacar adelante el proyecto: “Uno, conseguir el permiso de reproducción de las obras “porque en este caso están en muchas manos , no como el caso de Van Gogh que ya son dominio público; otro, romper estereotipos sobre Frida, un personaje con muchas caras: feminista, artista, icono del pop, extraña surrealista (“Yo no soy surrealista porque no retrato mis sueños sino mi realidad”, dijo), hija o amante.

¿Por qué Frida? “En Acciona hemos hecho muchos trabajos expositivos para otros pero queríamos hacer un producto inmersivo nuestro y Frida Kahlo es un personaje muy atractivo y complejo”, reconoce la coordinadora de la muestra. Encontrar el espacio adecuado fue otro de los desafíos y al final fue ese Teatro del Instante, en lo que fueron las cocheras de compañía de transportes de viajeros, La Sepulvedana, un lugar muy especial para la autora de este artículo porque allí pasó muchas horas de su infancia, entrando y saliendo, fascinada con tantos autobuses que recorrían los pueblos de toda España, todos juntos cuando iba a visitar a los familiares que vivían y trabajaban en ese lugar.

Y luego está la música, que acompaña con sus palabras a la paleta de sus colores, que evoca sus viajes a Europa o el organillo en las calles de Ciudad de México. Emociones a flor de piel.

La experiencia es tan intensa que una se pregunta si con tanta inmersión los museos tradicionales tendrán sus horas contadas, en una humanidad que cada vez busca más las pantallas. “No, no lo creo. Es una tendencia global, indudablemente, pero es complementaria. Los libros no se han acabado porque haya e-books. Además, hubiera sido imposible reunir físicamente 130 obras de Frida. Recientemente un cuadro suyo se vendió por 39 millones de dólares, imagina lo que costaría en seguros. Así mucha más gente podrá conocer su obra y luego si va a un museo donde la haya, la buscará [no en España, donde no hay ninguna obra suya expuesta]. 

Aún así, da un poco de miedo esa forma de sentir que te absorbe un cuadro…

La exposición de Acciona, que coincide con otra de fotografías de la artista, estará abierta en Madrid hasta abril y luego tiene previsto viajar por el mundo. Primero a Barcelona, y luego a Bangkok, Tokio, Estocolmo… De hecho, que sepa Carla Prat es la única del mundo inmersiva sobre la Kahlo, a excepción de la que se inauguró hace unos meses en Ciudad de México.

Web para entradas: https://www.accionaexhibitions.com/

Starmus: de Davos a la Luna con las misiones Apolo


Michel Mayer, Jean-Michel Jarre y Garik Israelian, presentando Starmus en Davos.

ROSA M. TRISTÁN

Entre líderes políticos (este años con sonadas ausencias), empresarios de postín y financieros de primera línea, el World Economic Forum que un año más se celebra en esa ciudad perdida en los Alpes suizos llamada Davos, este año se han visto a algunos científicos astrofísicos y a músicos de los que figuran entre las estrellas. Ocurrió durante una presentación especial del Festival Starmus, esa cita bianual que reúne a grandes de la investigación con grandes de la cultura para atraer a los jóvenes, hoy tan esquivos, en general, de lo que es la ciencia.

Durante una mesa redonda, los grandes líderes económicos, así como medios de todo el mundo, pudieron escuchar al Dr. Brian May (guitarrista de Queen y astrofísico), al músico y compositor francés  Jean-Michel Jarre y al científico del Instituto de Astrofísica de Canarias, y director y fundador del Starmus, Garik Israelian, hablar de la especial conexión que existe entre entre la ciencia y la música.

Flanqueado por un panel de científicos de renombre, de astronautas de la Agencia Espacial Europea y de premios Nobel, Jean-Michel Jarre presentó su innovador homenaje a las misiones Apolo de la NASA, que este año celebran su 50 aniversario. Entre los participantes estaban el astronauta suizo Claude Nicollier, Israelian, Jean-Michel Jarre, Brian May y el también astrofísico Michel Mayor, quien nos descubrió hace ya muchos años que no habitábamos en la única estrella con planetas, sino que había otros muchos más allá, ampliando infinitamente las posibilidades de encontrar vida fuera de nuestra pequeña Tierra.

El evento atrajo a muchos de los máximos responsables de empresas presentes en Davos y también a  fanáticos de la música que querían conocer el nuevo tributo musical al 50 aniversario de las misiones Apollo de Jean-Michel Jarre, en el que ha incorporado investigaciones del propio Israelian. «Por primera vez, la biblioteca de ‘sonidos de estrellas’ desarrollada por Garik Israelian se incorporará a una composición musical. Si bien es un fenómeno relativamente desconocido, es real y estoy emocionado de incluir los sonidos reales de los planetas y las estrellas en esta innovadora oda a las misiones de Apolo «, señaló Jean-Michel Jarre, según la nota de prensa envida por Starmus.

Este año, el festival STARMUS V se traslada a  Zurich  Suiza, donde tendrá lugar entre el 24 al 29 de junio de 2019 con uno de los programas más potentes de su historia, si bien cada dos años es una auténtica sorpresa. En esta ocasión, coincidiendo con el 50 aniversario de los aterrizajes lunares, contará con siete miembros del equipo original de las misiones Apolo de la NASA, entre los que se encontrará el esquivo Michael Collins, dos astronautas de la ESA (Tim Peake y Samantha Cristoforetti), la leyenda de la divulgación científica en Estados Unidos Bill Nye, junto con las estrellas de rock Brian May, Brian Eno, Steve Vai y Rick Wakeman. Además, como homenaje especial a las misiones a la Luna, Hans Zimmer (compositor de bandas sonoras como la de ‘El Rey León’, ‘Thelma y Louise’ o ‘Batman’) tocará un concierto muy especial:  “Once Upon a Time on The Moon”.

Pero STARMUS V no sólo es música. También es la ocasión para escuchar en directo a científicos de diversas disciplinas, entre los que este año habrá 12 premios Nobel que participarán en debates y mesas redondas de diversos temas, desde microbiología y bioquímica hasta astrofísica y neurociencia.  Entre los oradores, también estarán El programa 2019 reunirá a algunas de las personas más inteligentes, creativas y artísticas del planeta, entre los que estarán  Sir Martin Rees (astrónomo y presidente de la Real Sociedad de Londres), la bioquímica Emmanuelle Charpentier y la ex astronauta británica Helen Sharman. Además, estarán los miembros de la Junta de Starmus, de la que formó parte Stephen Hawking con May-Brit Moser, Elizabeth Blackburn, Linda Buck, Brian May, Peter Gabriel Richard Dawkins, Alexei Leonov, Jill Tarter, Robert Williams, David Eicher, Emmanuelle Charpentier y su fundador, Israelian. De hecho, un momento especial es la ceremonia en la que se entregará la Medalla Stephen Hawking 2019 destinada a  la Comunicación de la Ciencia, un premico que cuenta con el apoyo de Omega y Kaspersky Labs.

Las entradas ya están a la venta en www.starmus.com.

Un día en el taller de restauración del Museo del Prado


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Una docena de profesionales de la restauración de pintura revelan los secretos del trabajo que permite “resucitar” obras que forman parte del patrimonio cultural universal y están en los fondos de la pinacoteca. Es uno de los talleres más pretigiosos del mundo.

ROSA M. TRISTÁN

Una luz suave, nada estridente, que va adquiriendo los matices del atardecer, se cuela por los grandes ventanales del taller de restauración de pintura del Museo del Prado. Situado sobre el antiguo claustro del Monasterio de los Jerónimos, integrado en la pinacoteca, el gran espacio transpira la tranquilidad que el equipo de restauradores precisa para trabajar sobre obras que forman parte del imaginario cultural universal. A simple vista, nadie diría que han pasado los siglos. Los mismos pinceles, los mismos botes con pinturas, los mismos lienzos, idénticas posturas al enfrentarse a las obras…Pero, hasta cierto punto, es engañoso.

Cuando se explora se descubre que la tarea que trata de remendar el paso del tiempo  también ha experimentado transformaciones en las últimas décadas, al albur de las nuevas tecnologías, si bien su esencia sigue siendo la misma: un trabajo delicado en el que son necesarios profesionales capaces de “resucitar” aquellas obras humanas que, por avatares de todo tipo, están llenas de achaques.

Radiografía de las obras, utilizadas por los restauradores. @RosaTristán

Radiografía de las obras, utilizadas por los restauradores. @RosaTristán

Enrique Quintana, jefe del taller de restauración, tiene claro cómo debe ser la intervención: “La forma de aproximarnos a las pinturas en el Prado siempre busca  devolver la vida a la pintura, que es la que nos dice lo que necesita. El objetivo es que siga comunicándose con el espectador y para ello hay que romper las barreras que se instalan entre ellos. Si el problema es que amarillea el barniz, porque se oxida, lo vamos eliminando para que recuperen profundidad; y lo mismo si es una grieta, o si se ha perdido pintura. Nosotros restablecemos vida interior obra hasta donde es posible”, explica a ESTRATOS.

En taller, durante la visita, reina una de las grandes obras del museo: “La Inmaculada Concepción” de Francisco de Zurbarán. Está en manos de Rafael Alonso, Premio Nacional de Restauración y Conservación de Bienes Culturales del año 2010. Junto al lienzo, que va para 400 años de historia, una pequeña mesa llena de pinceles, buriles, gafas-anteojos… Y también una radiografía y una espectrografía  infrarroja, realizadas por el Laboratorio de Análisis, que le permiten ver exactamente donde están las lagunas. “Es algo con lo que no contaban los restauradores anteriores. Esta obra, por ejemplo, ha sufrido muchas restauraciones y ahora, gracias a estas tecnologías, vemos mejor dónde nos metemos. El infrarrojo nos ha mostrado, por ejemplo, que esta pintura tiene un daño causado en el pasado por una vela, de la que debía estar cerca y que degradó el color en una zona”, explica la restauradora Lucía Martínez Valverde.

Instrumental de los restauradores. @RosaTristán

Instrumental de los restauradores. @RosaTristán

Ella es una de los 12 profesionales que tiene la pinacoteca para trabajar en las 8.200 obras pictóricas que acumula en paredes y sótanos. A ellos se suman otros tres especializados en escultura, tres para obra gráfica y papel (grabados, fotografías…), tres destinados en exclusiva a los marcos y un experto en los soportes. Es uno de los pocos museos del mundo con un equipo tan amplio, comparable al Hermitage de Moscú que cuenta con 18, y duplicando al Metropolitan de Nueva York. “Somos un gran equipo. Por ejemplo, tener un especialista en soportes, como José de la Fuente, es fundamental; pocos lo tienen, pese a que hasta el siglo XVI se pintaba en tabla, que es un material vivo y sufre alteraciones con la humedad que requieren un trabajo muy concreto. De hecho, le reclaman de fuera cuando precisan de sus servicios”, explica Quintana.

El responsable de restauración reconoce que cada institución tiene su propia forma de acercarse a las obras, su ‘escuela’, y la del Museo del Prado es muy conservadora. “Para nosotros lo más importante es aquello que dejamos, no lo que quitamos, como ocurre en otros enfoques. Para nosotros una pintura es como una persona. Sólo actuamos si podemos mejorar sus condiciones de vida, si es posible que un espectador se adentre gracias a nuestra actividad en ese espacio mágico y real que es el arte. El problema al que nos enfrentamos puede ser físico o debido a que ha perdido su capacidad de diálogo con el observador, porque no hay que olvidar que son piezas con una gran carga didáctica y emocional”, argumenta.

Materiales utilizados en el pasado en el taller de restauración del Museo del Prado. @RosaTristán

Materiales utilizados en el pasado en el taller de restauración del Museo del Prado. @RosaTristán

Tomar estas decisiones requieren un proceso que se inicia en el momento que un conservador detecta ese daño o esa incomunicación.  A continuación, la obra en cuestión pasa al  Laboratorio de Análisis del museo, donde se realizan pruebas con rayos x, las espectografías con infrarrojos, microscopías ópticas con luz ultravioleta y cromatografías que permiten analizar sus componentes orgánicos (aglutinantes, adhesivos, consolidantes, colorantes, etcétera). Es un lugar con un ambiente muy distinto al taller, más aséptico. Trabajan otras cuatro personas (dos en análisis de imagen y dos en los de química), encargadas del diagnóstico técnico del “paciente”.

Eso sí, siguiendo el símil médico, los suyos no son análisis definitivos. “Es la obra la que nos dice: ‘Si me tocas aquí, me duele’; la analítica es fría, y nos dice si hay una falta en un punto, pero a veces no lo que pasa en toda la superficie; evidentemente, ayuda, pero hace falta ponerse delante del cuadro para saber por dónde tirar, que puede ser lo difícil. A veces requiere un debate entre todos”, apunta el restaurador jefe.

Con toda la información disponible, incluida la histórica, sólo queda ponerse manos a la obra. Prácticamente con los mismos productos que se utilizaban hace más de 100 años, porque, aseguran, ya están muy testados y se sabe que son poco dañinos. Martínez Valverde abre el armario en el que guardan los ingredientes con los que aún hacen artesanalmente muchos de los productos. “Se han mejorado las gelatinas de los animales, que suelen ser de pescado o de conejo, pero en el fondo son lo mismo desde que los restauradores del XIX descubrieron que había que desengrasar los pigmentos para se pudieran eliminar fácilmente. También nos hacemos los barnices, en proporciones que sabemos que se podrán disolver en el futuro, y por supuesto disolventes. Dicen que cada restaurador tiene su receta secreta que no comparte, pero en el Prado no es así.”, asegura.

Un cambio importante de las últimas décadas ha sido la eliminación de los reentelados, es decir, añadidos de tela por el reverso de los lienzos, algo que era habitual hace unas décadas, pero que ya no se practica, salvo excepciones, porque altera los colores.

En general, la postura reacia a las novedades, que caracteriza al Taller de Restauración del Museo del Prado, afirman que les ha evitado cometer errores importantes. Por ejemplo, hace unos años se puso de moda el uso de unos filtros que evitaban los daños de la luz ultravioleta de las bombillas incandescentes. “Ahora usamos la tecnología LED, que no emite calor. Si hubiéramos utilizado esos filtros en la restauración no servirían de nada”, comenta la restauradora.

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Pero además de ser alquimistas, ¿qué más es preciso para ser un buen restaurador? Martínez Valderde lo explica en pocas palabras: “Esencialmente tener una formación histórica, estética y sobre todo visual. Es importante tener capacidad técnica para reproducir los colores y dibujar; somos como los arqueros que tensan la cuerda para disparar una flecha en la diana, pero sin margen de error. Por ello, percibir los colores en su justa gradación es fundamental, y en ello hay una parte innata, aunque también se puede practicar”. Otra ‘virtud’ importante es la prudencia “pues es mejor perder la oportunidad de acercarnos lo más posible a lo que era el original de la obra que cometer errores, como los que vemos en cuadros que fueron restaurados en el pasado”.

Entre las anécdotas, lo ocurrido con una copia del ‘Felipe IV Cazador’ de Diego de Velázquez. “Aquel cuadro tenía una veladura amarilla y parecía que se debía a que el barniz se había oxidado, pero no era así. El autor lo había pintado con ese tono porque lo copio del original cuando ya estaba amarillento: era lo que él veía. Por ello hay que tener cuidado.  Y es importante no llegar al fondo de todos los colores; se trata de dejar los cuadros lo mejor posible para que los restauradores del futuro lo encuentren en buenas condiciones”.

En Prado, casi todo el equipo pasó por la Escuela Superior de Conservación y Restauración de Madrid, que lleva casi 40 años formando profesionales. “Es un centro en el que casi toda la formación que recibí fue práctica. Ahora se han diversificado las enseñanzas, que se imparten también en las facultades de Bellas Artes, para introducir otra materias importantes, como la informática, aunque se ha eliminado tiempo para esas prácticas”, explica Martínez Valverde.

Para los  más avezados, el Taller del Prado es ahora también una escuela a la que acuden desde muchos rincones del mundo a aprender, un impulso que se ha dado desde la dirección y de la que se sienten especialmente orgullosos. Actualmente, la Fundación Iberdrola aporta tres becas al año para estudiantes, a las que se suman las del Ministerio de Cultura. Además reciben a profesionales de otros países que quieren conocer de cerca cómo se trabaja en esta pinacoteca. “Es una gran satisfacción para nosotros que vengan a conocer nuestro trabajo”, apunta Quintana.

Difícil les resulta elegir entre las restauraciones realizadas en los últimos tiempos, pero sin duda una de las más complicadas ha sido la de “La Anunciación” de Rogier van der Weyden, el autor flamenco al que el Prado dedica hasta junio una exposición y sobre el que en mayo se celebra un simposio internacional. En 2012 comenzó la preparación de esta obra, que ha tardado tres años en ser expuesta al público, a finales de marzo.

Formada por 13 tablas horizontales, y realizada hace más de 500 años, a lo largo de su larga historia ha sufrido percances que le provocaron grietas, deformaciones, fracturas, desconches…y una desastrosa restauración antigua, en la que la adosaron una estructura de madera atornillada por detrás que acabó por deformarla. Estaba en tal mal estado que, pese a ser la última pintura de Van der Weyden era difícil considerarla como “obra maestra”, reconocen en el museo. Tras pasar por el taller, hoy luce con esplendor.

En este caso, el estudio con luz ultravioleta sacó a la luz todos los repintes anteriores, la radiografía permitió ver todos los injertos que tenía y la fotografía infrarroja ayudó a conocer el diseño previo sobre el que trabajó el autor.

Con todo ello, llegó la restauración propiamente dicha: comenzaron eliminando los añadidos entre las juntas de los paneles, lo que puso en evidencia que había más pérdida de pintura de la que se creía. A continuación, De la Puente restauró el soporte, para lo que hubo que retirar la estructura de madera, separar cada una de las tablas y volver a pegarlas después siguiendo la curvatura que tenía la obra original y cerrando las grietas con cuñas de madera. Como complemento, se creó otro soporte posterior con siete bastidores de una madera flexible que sujeta la tabla. La tarea incluyó el injerto de más de 500 piezas en los cantos del cuadro para ayudar a rectificar las faltas.

Ya con una nueva estructura posterior, se inició el trabajo con la pintura. Primero, limpiando el barniz oxidado y la suciedad superficial; luego, quitando repintes añadidos a lo largo de los siglos; y más tarde, rellenado de estuco las faltas de material, para dejar la superficie enrasada. Los vacíos de pintura fueron desapareciendo con acuarelas, tras lo cual se le dio una capa de resina natural que ayuda a separar el original de la intervención posterior que, como colofón, consistió en matizar las faltas persistentes con pigmentos.

“Desde luego,”- explica Martínez Valverde- “es un trabajo que no podría hacer un robot, una tarea que requiere un cuidado exquisito y la colaboración de todo el equipo. A veces tenemos que parar para saber por dónde seguir, o porque el proceso así lo exige; y por ello no es extraño que el mismo restaurador trabaje sobre dos o tres obras al mismo tiempo. Unas pueden llevar semanas y otras muchos meses. Casi todas las obras antiguas a las que nos enfrentamos ya fueron restauradas en el pasado. Salvo las del siglo XIX o comienzos del XX, que son como una partitura en blanco”

Mientras enseña la gigantesca obra de Simonete Lombardo en la que trabaja, Flevit super illam, reconoce que no entiende cómo se pueden hacer las cosas tan mal en la restauración. “No me refiero a casos tan conocidos como el del “Ecce Homo” de Borja, aquel que repintó una señora del municipio, sino a otros en los me pregunto qué habrán hecho para llegar a ese resultado tan nefasto, de algunos que tenían los ojos torcidos”.

Su colega, la también restauradora y profesora Carmen Cueto, que lleva 17 años dedicada a la restauración, en su caso fuera del Museo del Prado, apunta al “intrusismo” que hay en la profesión. “Trabajar en ese taller, con arte clásico o antiguo, debe ser fascinante, muy distinto al arte contemporáneo donde hoy hay muchos más problemas porque los materiales se han diversificado mucho, se han mezclado o ya no tienen repuesto, y no se pueden hacer artesanalmente. Y también hay mucho arte efímero, cuya conservación es un gran dilema”, apunta Cueto.

En un histórico armario de madera del Taller del Prado, los restauradores guardan algunos tesoros que nunca lucirán en las paredes: pinceles, buriles y pigmentos con los que sus antepasados en el puesto hicieron posible que miles de obras llegaran a nuestros días. A escasos metros, en otro de cristal y metal, los tarros, los calentadores de agua y las planchas que forman o han formado parte de su reciente menaje laboral. “Si en el fondo no hemos cambiado tanto”, insisten.

Un viaje sin fronteras por los Pirineos Sur…


Mark Knopfler, en el Festival Pirineos Sur, con una de las 6 guitarras que utiliza en sus conciertos...@RosaTristán

Mark Knopfler, en el Festival Pirineos Sur, con una de las 6 guitarras que utiliza en sus conciertos…@RosaTristán

ROSA M. TRISTÁN

Decenas de cajas se acumulan en el escenario. No han pasado más de 15 minutos desde que Mark Knopfler hizo el último punteo con su guitarra y ya todo está empaquetado para seguir ruta, mientras las 5.500 personas concentradas en el escenario de Lanuza, del Festival Pirineos Sur, van saliendo tareando las notas de Local Hero, la última de las míticas canciones con las que encandiló a una audiencia, talludita, que estaba rendida antes de la primera nota.

Los alrededores del festival, naturaleza en estado puro.

Los alrededores del festival, naturaleza en estado puro.

Desde luego, uno de los conciertos del verano. “Mire, me he traído todos sus discos, a ver si me los firma…”. “Pues yo traigo un libro”. Ilusiones infantiles en adultos que llevan meses con la entrada en el bolsillo. La luna, las montañas, el escenario sobre el embalse, las estrellas, ese ligero frío tan de agradecer en este julio abrasador… Pirineos Sur camina ya hacia el cuarto de siglo sobreviviendo a las granizadas inesperadas, las crisis económicas, los IVA desproporcionados, los recortes y las previsiones meteorológicas que parecen jugar en contra, pues rara vez se cumplen. Y lo hace porque quienes lo idearon sabían que tenían dos ases en la manga: un lugar de belleza excepcional y una identidad, ligada a las músicas de raíz, las ajenas a las circuitos más comerciales y más ligadas a la tierra, al agua, a los pueblos y a las culturas que lo han ido forjando.

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Este año, en el Festival Pirineos Sur, en el recoleto Valle del Tena, y a pocos kilómetros de Francia, las fronteras se han difuminado, un año más, poniendo en evidencia que el arte no sabe de mapas ni de aduanas. Un arte que este año ha arrastrado a un 40% de público que la pasada edición, hasta la fecha de escribir estas líneas, gracias a un cartel en el que brillaba desde antes de su comienzo Knopfler, pero también Calle 13 y, desde luego, Noa y Lila Downs.

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Ante Knopfler, como no podía ser menos, el público se rindió sin reservas, tanto cuando interpretó sus canciones más conocidas con Dire Straits, como cuando presentó dos de las composiciones de su último disco, Tracker (2015). Pero a la noche siguiente también lo hizo, eso sí con menos audiencia, ante la fiestera Amparo Sánchez , luchadora y feminista, y con la mexicana Lila Downs, que traspasó el límite fronterizo natural que son los Pirineos para llevarnos a México cargados de “Balas y Chocolate”, como se titula su más reciente trabajo.

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Rueda de prensa con el grupo Perotá Chingó, junto a Luis Calvo, director del Festival, y la diputada Berta Fernández. /@RosaTristán

Rueda de prensa con el grupo Perotá Chingó, junto a Luis Calvo, director del Festival, y la diputada Berta Fernández. /@RosaTristán

Pero Pirineos Sur no es solo una programación de conciertos con grupos más o menos conocidos. Es una cita cultural en la que venir a descubrir grupos que pueden resultar nuevos a nuestros oídos, como los argentinos Perotá Chingó, cuatro jóvenes que hacen gira europea en su autocaravana y que nacieron en internet hace apenas tres años… Decenas de jóvenes a mi alrededor cantando con ellos todas sus letras fue la mejor prueba de que hoy alcanzar el éxito tiene otras autopistas globales que se escapan de las grandes discográficas. “¿Qué es Perota Chingó? Nuestro Hakuna Matata, nuestra sonoridad”, señalaban en la rueda de prensa de presentación de su concierto en Sallent de Gállego.

El río Gállego, a su paso por Sallent, otra de las sedes del Festival Pirineos Sur.@RosaTristán

El río Gállego, a su paso por Sallent, otra de las sedes del Festival Pirineos Sur.@RosaTristán

Y en los días siguientes, continúan los nuevos descubrimientos, que culminan el próximo fin de semana con la música de otras fronteras que llega de los Balcanes con el compositor Goran Bregovic (día 31 de julio) y su banda, y desde el Magreb con la marroquí Nabyla Maan y la aragonesa universal Carmen Paris (día 1 de agosto), un proyecto, llamado ‘Dos Medinas Blancas, que se estrena en Lanuza y que, a tenor de los ensayos previos, tendrá recorrido…

A la vez, el Festival Pirineos Sur es un espacio para tomar conciencia, como se pudo ver en días pasados en la Pantalla del Sur con Territorios Inexplorados, una muestra de vídeo-arte palestino, con la que artistas de este país inexistente retratan, desde su particular mirada, la vida de su pueblo en medio de un conflicto que no acaba. “Quizás el arte es la única manera de cambiar las cosas”, señala su comisario, Iuri Lench, responsable del festival Madatac de vídeo-arte.

Esta semana, la programación en esta pantalla corre a cargo de Guadalupe Arensburg, con una muestra de “Cortos Fronterizos” que no dejan indiferente. Como no lo hace esta cita anual que, año tras año, queda fijada en la agenda de las citas que no se pueden perder: porque la cultura no necesita pasaportes.

Fronteras en Pirineos Sur: ¿Tránsito social entre dos culturas?


El grupo Zebda, en el Pirineos Sur 2014, un festival para repetir, y repetir... @ROSA M. TRISTÁN

El grupo Zebda, en el Pirineos Sur 2014, un festival para repetir, y repetir… @ROSA M. TRISTÁN

ROSA M. TRISTÁN

«La frontera es un tránsito social entre dos culturas». Así define Wikipedia esa palabra que en el imaginario colectivo ha acabado por convertirse, en muchas zonas del planeta y entre muchos pueblos, en un muro que poco tiene que ver con el tránsito. Precisamente por ello, el Festival Pirineos Sur anuncia que este año dedicará a ellas su programación, poniendo así su arma cultural para arramblar con esa división cada vez más visible y menos imaginaria entre culturas vecinas que ha devenido en guerras, vallas de acero y naufragios masivos.

Fronteras ¿mezcla o barrera?, es el lema bajo el que se reunirán, un año más, en el espectacular escenario de Lanuza, a HH artistas dispuestos a tirar abajo la barrera porque, como recordaba el director del festival, Luis Calvo, remedando a Eduardo Galeano «los mapas del alma no tienen fronteras, y yo soy patriota de varias patrias».

Pirineos Sur 2014 me regaló la vista y el vuelo de este alimoche... Naturaleza y cultura, mezcladas, fusionadas. @Rosa M. Tristán

Pirineos Sur 2014 me regaló la vista y el vuelo de este alimoche… Naturaleza y cultura, mezcladas, fusionadas. @Rosa M. Tristán

No me extiendo en el programa general del Festival (del 17 de julio al 2 de agosto), que está disponible en su web, con nombres tan atractivos como el rockero Mark Knopfler (día 24 de julio), Goran Bregovic (31 de julio), Calle 13 (día 18),   el guitarrista tuareg Bombino (día 20) oToumani Diabaté (27 de julio). Son ni más ni menos que 80 propuestas diferentes que llenarán las noches en el embalse y los «Días del Sur» bajo el sol en Sallént de Gállego… Difícil elegir entre tanta oferta.

Prefiero contaros sobre esos conciertos en los que, bajo la sombra de las montañas, reunirán a gentes que sí transitan por esas culturas, logrando mezclas que en el fondo no son más que esa apuesta por compartir e hibridarse, como lleva haciendo nuestra especie desde sus orígenes, sin que por ello se pierda la identidad. Es el caso de la noche en la noche dedicada a «Dos medinas blancas» (1 de agosto), con la aragonesa Carmen París y la marroquí Nabyla Maam. «Es el hermanamiento de dos medinas, Zaragoza (Medina Albaida, la ciudad blanca en árabe) y Fez, de donde es Nabyla, con un espectáculo en el que cantamos poemas de  Avempace, sabio, poeta, músico y astrónomo, que precisamente nació en Zaragoza y murión en Fez», nos explica París, entusiasmada con la propuesta.

La autora don la nigeriana Wunmi en 2014. En Pirineos Sur, compartir con grandes  artistas es uno de los privilegios que ofrece el festival. @ALICIA LUNA

La autora don la nigeriana Wunmi en 2014. En Pirineos Sur, compartir con grandes artistas es uno de los privilegios que ofrece el festival. @ALICIA LUNA

Otra noche a favor de ese tránsito será la que reunirá a la israelí Noa y la palestina Mira Awad, una firme opositora al muro que hoy separa ambos pueblos (17 de julio). No será la primera vez que unan sus voces por la paz en un conflicto que lleva décadas causando sufrimiento. Awad, además, siempre ha sido una activista ecologista, convencida de que es posible la  coexistencia entre la raza humana y el resto de organismos vivos del planeta. Qué mejor lugar para expresarlo que entre unas montañas en las que la frontera se diluye entre las notas musicales (sigue abajo).

Países y culturas que son frontera, pero que generan fusión y mezcla, como en el caso de España (frontera con el sur africano) representa el mestizaje musical de Amparo Sánchez y en el caso de México (frontera con el norte estadonidense) Lila Downs, (25 de julio), que hace bandera de la música de su país.

Y, además, de la música, una muestra de vídeo-arte palestino llamada Territorios Inexplorados, de Iuri Lench (24 de julio), presentaciones de libros, exposiciones, talleres de percusión y danza…

Y qué decir del lugar... Ese escenario flotante, mágico. @Rosa M. Tristán

Y qué decir del lugar… Ese escenario flotante, mágico. @Rosa M. Tristán

El año pasado fueron las mujeres…Este nos hacen una pregunta: Fronteras ¿Barreras o mezcla? La cultura que nos ofrece el Festival Pirineos Sur desde hace ya 24 años tiene clara la respuesta.

 

 

“Reciclar con la música es una buena fórmula para aprender a cuidar la Tierra”


ROSA M. TRISTÁN

(publicada en ESCUELA)

Hurgando en la basura, aquí y allá, para convertir un desperdicio en arte sonoro, en un espectáculo en el que los objetos ‘resucitan’ y que fascina por igual a niños y adultos. Hace ya algún tiempo que los cinco miembros del grupo de percusión Toom-Pak se pasean por el mundo con su ReciclART 2.0, una vuelta de tuerca de su anterior show que acompañan con un proyecto que triunfa en las aulas: ReciclART SCHOOL. Si algo tiene claro Gorka González, su director, es que el mensaje medioambiental que transmiten debe calar en los pequeños cerebros infantiles “¿Qué mejor que hacerlo divirtiéndose con lo que tienen más a mano?”, se pregunta.

¿Cómo surgió la idea de este proyecto?

Gracias a un profesor de percusión del Conservatorio, el rumano Rares Hotescu. Quería montar un grupo y nos encandiló a un grupo de alumnos. En mi caso, estudiaba Filología árabe, y acabé dejando la carrera. Rares no sólo nos enseñó sino que, además, no implicó en el proyecto, en su diseño. Eso hizo que nos volcáramos de lleno en hacer algo diferente. En menos de un mes ya salíamos en el Telediario. Como sólo teníamos dinero para pagar un local de ensayo, tuvimos que buscarnos la vida para conseguir los instrumentos: bidones, latas, maderas… En cualquier contenedor encontramos con qué hacerlos. Y vimos que a la gente le gustaba el espectáculo, y que percibían que lo hacíamos sin gastar un duro. Ya se reutilizaban materiales en la pintura, la escultura, la moda, pues también en la música se puede reciclar y aprender a cuidar la Tierra. En Toom-Pak queremos divertir, pero aportar a la sociedad la idea de que hay que reducir el consumo. Qué mejor ejemplo que una compañía de percusión sin instrumentos de percusión.

Gorka González, en un parque de Lavapiés. |ROSA M. TRISTÁN

Gorka González, en un parque de Lavapiés. |ROSA M. TRISTÁN

¿Cómo es el proceso creativo?

Muy variado. A veces las ideas provienen de un amigo, de un encargo, incluso de un sueño. Pero lo que nos marca es el instrumento. Algunos los utilizamos tal cual los encontramos, pero otros hay que transformarlos. Los melódicos hay que afinarlos, o ponerles caja de resonancia. Luego, en el montaje del espectáculo participamos todos. Yo soy el director solamente de cara a la galería, no en la composición, donde los cinco aportamos, discutimos. Las ideas evolucionan entre todos. Queremos que sean espectáculos visuales porque vivimos del directo. Por ejemplo, en ReciclART 2.0  somos rebuscadores de residuos que damos vida a la basura en un mundo un tanto siniestro que se transforma.

El espectáculo actual lleva ya varios años  ¿Tenéis pensado alguno nuevo?

El primero que hicimos se llamaba Toom-Pak y sirvió para forjar la compañía; luego creamos el primer ReciclART, que ahora se ha renovado en ReiclART 2.0. Y, efectivamente, ya tenemos en mente el siguiente, y tiene que ver con la misma esencia del grupo. Queremos que el espectáculo se cree a partir de objetos que traiga el público, así que cada día será diferente. Es un reto complicado porque se basa en la improvisación y en nuestro trabajo es fundamental la sincronía y la coordinación. Será un gran reto porque el público y los materiales que aporten serán heterogéneos, pero tengo mucha ilusión en su puesta en escena. Vamos a mostrar sobre el escenario cómo creamos a partir de sus materiales. Aún así, seguiremos manteniendo vivo ReciclART 2.0 porque ahora mismo es un show compacto.

De ahí surgió ReciclART SCHOOL. ¿Cuál es su esencia?

Surgió a raíz del un encargo de la Comunidad de Madrid de hacer un taller para niños. Y disfrutamos tanto que quisimos montar algo específico con ellos. En realidad, nuestro espectáculo lo ve todo el mundo. De hecho, recientemente en México lo han visto 34.000 personas y casi la mitad eran niños. Es gratificante ver cómo lo disfrutan. Pero queríamos ir un paso más allá. Enseñarles lo que hacemos escogiendo lo más didáctico, transmitiendo el mensaje del reciclaje y de que hay que consumir menos y reutilizar más. Así que hicimos un texto con una historia y creamos un personaje, que vamos adaptando según el lugar. A través del humor, la percusión y la música captamos su atención de forma lúdica, utilizando más de 100 instrumentos y objetos reciclados con los que participan. Tanto nos gusta el proyecto que lo gestionamos directamente para abaratar los costes.

Y además tiene un componte de solidaridad social ¿en qué consiste?

Las entradas son baratas, sólo 6 euros, pero 50 céntimos de cada una los donamos a la ONG Educación Sin Fronteras. También tenemos un proyecto de recogida de tapones de plástico en los mismos colegios porque colaboramos con la asociación AEFAT de afectados por una enfermedad degenerativa y rara llamada ataxia telangiectasia. Los niños llevan tapones de plástico a su colegio y nosotros los recogemos y cuando hemos reunidos dos toneladas, la planta de reciclaje viene a buscarlos a nuestro local.

¿Os supera la demanda de colegios?

Rara vez hemos tenido que aplazar una función escolar por un compromiso artístico. Además, el grupo fundador somos cinco personas, pero Toom-Pak lo forman ahora 15 personas, que nos distribuimos el trabajo.  Además, hasta ahora en todos los colegios ha habido una instalación adecuada para hacer ReciclART SCHOOL. En algunos centros hemos hecho hasta tres funciones porque el salón de actos era pequeño, y así abaratamos costes. De hecho, hemos preferido ir nosotros a los centros educativos, y no que ellos vengan a nuestro espectáculo, porque así no tienen que gastar en transporte y es menos contaminante que nos movamos nosotros que cientos de niños. Tampoco debe preocupar que algún alumno no pueda pagar la entrada. Somos conscientes de la situación económica actual de muchas familias y no les vamos a dejar fuera. Con nosotros, los niños no se dan cuenta de que aprenden, solo disfrutan. Y cuando tienes la sensación de disfrutar es cuando más se aprende.

¿Ya no hacéis más talleres de reciclar instrumentos?

No, pero tenemos en proyecto crear una escuela con todas las vertientes de la compañía: la creación instrumentos, la coreografía, la música… Ya hay profesores dispuestos a colaborar. Y sí nos gustaría montar actos en los que participen 200 niños tocando instrumentos. Queremos contar con una cantera de Toom-Pak para que otros sigan nuestro camino.

¿Cuál es el último instrumento que habéis recli-inventado?

La Tacitarra. Es una tapa de la taza del váter que se me rompió en casa y llevé al local. A las dos semanas un compañero estaba haciendo una guitarra. Justo al terminarla, murió Paco de Lucía, así que la usamos como homenaje. Estoy seguro de que la percusión ha sido el primer instrumento del ser humano. Es más, creo que ha debido utilizarse siempre como un medio de comunicación previo al lenguaje, ancestral.

La cueva de Altamira aumenta de tamaño un 20%


Ortoimagen de la Sala de Polícromos de la Cueva de Altamira. |ASFIMAGEN

Ortoimagen de la Sala de Polícromos de la Cueva de Altamira. |ASFIMAGEN

ROSA M. TRISTÁN

PUBLICADO EN EL HUFFINGTON POST

La cueva de Altamira es más grande de lo que se pensaba y su Sala de Polícromos, donde se encuentran las pinturas rupestres, más pequeña.  Así lo concluyen las nuevas técnicas de imagen aplicadas en su interior por el equipo SIGAREP, unos resultados que ayudarán a comprender con más precisión lo que ocurre en la caverna. En concreto, la famosa cueva cántabra tiene un 19% más de superficie de lo que se había topografiado hasta ahora, lo que son 723 metros cuadrados más. Por contra, el espacio en el que está el famoso techo, cuenta con un volumen total de 286 metros cúbicos,  un 15% menos que la cifra utilizada hasta ahora.

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Pirineos Sur: de músicas, montes y mujeres


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ROSA M. TRISTÁN

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El actor Alberto San Juan nunca se ha caracterizado por las medias tintas. Con grandes éxitos en el teatro, la televisión y el cine, ahora se dedica de lleno a un proyecto que va de lo social a lo personal, de una sala cultura abierta a la gestión ciudadana  a un monólogo en que cuenta, con ese humor ácido que ya vimos en el grupo Animalario, su visión de nuestra historia. Es el “Autorretrato de un joven capitalista español”, con el que recorre España es una historia sobre la Historia de este país. Y no deja indiferente. Recibe a ESCUELA en el Teatro de Barrio, en el centro de Madrid, una cooperativa cultural de reciente puesta en marcha de la que forma parte.

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Julio Llamazares, en su casa. |Rosa M. Tristán

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Publicado en ESCUELA

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ROSA M. TRISTÁN

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