Un Starmus Festival «marciano», marcado por la crisis climática en la Tierra


ROSA M. TRISTÁN

Entrega de la Medalla Stephen Hawking de las artes a Brian May

Cuando el músico Rick Wakeman, que marcó la historia de la música con el grupo Yes, anunció la concesión de la Medalla Stephen Hawking de las Artes a Brian May, guitarrista de Queen, el auditorio del Sport and Concert Center en Yerevan (Armenia) explotó en aplausos mientras el músico subía al escenario. Poco después, fueron premiadas la primatóloga Jane Goodall, que se llevó la medalla a la  trayectoria científica -no pudo estar presente pero si envió un vídeo-, la escritora americana Diana Ackerman y la NASA TV, en la categoría de cine. La entrega de estos galardones era uno de los momentos más esperados de un evento que, hasta el día 10, ha logrado reunir en la ciudad a un espectacular grupo de científicos, entre ellos casi una decena de premios Nobel, astronautas y músicos. Es la sexta edición del Starmus Festival, nacido en España y ahora repetido por todo el mundo.

El festival, que este año se dedica a conmemorar los 50 años del envío de una primera nave a Marte, en realidad ha comenzado con el foco más puesto en la Tierra que en otros planetas. Prácticamente todos los participantes, hasta el momento de esta crónica, han hecho referencia a la situación a la que los seres humanos estamos llevando a nuestra ‘casa’ debido al cambio climático que hemos provocado con nuestra actividad en el último siglo. Con diferentes enfoques, desde microbiólogos a físicos, pasando por climatólogos y artistas, tienen muy presente la urgencia que tenemos en actuar para solucionar este problema.

Para empezar, el propio Brian May, gran apoyo del astrofísico Garik Israelian para la organización  del Starmus Festival desde 2011. “El mundo camina en la dirección equivocada y debemos llamar la atención sobre ello porque estamos dejando un terrible impacto y si dejáramos de pensar tanto en nosotros y pensáramos en la humanidad tendríamos un mundo mucho mejor”,  declaraba en una rueda de prensa.

En la misma línea han intervenido los primeros científicos que se han podido escuchar en unas sesiones a las que están acudiendo miles de personas, muchas de ellas jóvenes, que no han querido perderse la ocasión de ver a sus ídolos musicales y acercarse a escuchar a astronautas como Charlie Duke, de la misiones Apolo a la Luna, Chris Hadfiel , que fue comandante de la Estación Espacial Internacional, o Garrett Reisman, que viajó en tres transbordadores distintos (el Discovery, el Atlantis y el Endeavour) y ahora se ha unido a la compañía privada de Elon Musk, SpaceX, y ya sueña con millones de humanos viajando por el espacio.

Uno de los más incisivos respecto a la crisis climática ha sido el científico y divulgador británico Chris Rapley, que fue responsable del Programa Antártico Británico durante nueve años y presidente del comité científico antártico SCAR. Rapley  recordaba a la audiencia los riesgos a los que nos enfrentamos en la Tierra porque, señalaba, “el cerebro humano es muy complejo pero ha evolucionado para vivir el instante y eso es una barrera que debemos romper, pues tenemos la creatividad suficiente como para poner en marcha soluciones”. “Estamos atascados y los medios de comunicación tienen que hacer más para ayudar a salir de ese atasco”, señalaba en una declaraciones antes de su conferencia.

También la microbióloga y Nobel francesa Emmanuelle Chanpertier, Nobel de Química en 2020, se ha referido al reto que suponen las bacterias en un mundo que se calienta y en el que, por un lado, pueden surgir nuevas infecciones y, por otro, hay que adaptarse. En este sentido, explicó cómo el mecanismo que descubrió para editar genomas de seres vivos –lo hizo con una bacteria, pero es extrapolable a otros organismos- puede ayudar, acelerando un proceso que ya se da en la naturaleza, a adaptarse a un planeta con unas condiciones climáticas distintas, que es a lo que nos enfrentamos.

Y aunque la primatóloga Jane Goodall no ha podido estar en Yerevan, si que envió un emotivo mensaje en el que, además de agradecer la medalla, hizo hincapié en la importancia de recordar que no estamos solos en la Tierra, sino que nos acompañan otras especies a las que debemos proteger, algo que no estamos haciendo.

La exploración astronómica, como no puede ser menos, es otro eje fundamental del encuentro. Como me contaba  la astrofísica y directora del Centro Carl Sagan Lisa Kaltenegger, “conocer otros mundos nos ayuda también a conocer el nuestro, sobre todo, a saber cómo va a evolucionar la Tierra en el futuro” . Poco después o se anunciaba a nivel internacional que había sido encontrado otro exoplaneta –ya van más de 5.000 desde que Michel Mayor y Didier Queroz encontraron el primero-, en cuya búsqueda ha participado Kaltenegger, un astro que está en una lejana estrella a unos 100 años luz  -bautizado como Speeculoos 2- y que podría tener respuestas que nos ayuden a saber cómo una ‘ Tierra’ se va convirtiendo en un planeta ‘Venus’ . Por cierto, Mayor también está en Yerevan.

Imposible no mencionar que todo ello tiene lugar entre conciertos de música en los que miles de personas disfrutan de actuaciones de Brian May, Rick Wakeman, el armenio Trigran Hamasian o el grupo Sons of Apollo con el guitarrista Ron «Bumblefoot” (en el pasado en Gun’s and Roses).

El fundador y promotor del Starmus, sin embargo, destacaba de todo el programa las actividades paralelas que se desarrollan en las universidades armenias y en las calles de la capital . “Esta es la gran novedad del Starmus en Armenia, un país al que hace tiempo soñaba con traer el festival  y gracias al apoyo oficial conseguido ha sido posible. Que más de 100.000 personas, al final, participen en alguna parte del programa de Starmus va a ser un gran éxito que nos anima a seguir ya preparando nuevas ediciones”, nos comentaba.

De Armenia a Marte, un viaje para 2021 con Starmus


ROSA M. TRISTÁN

Cuando el festival Starmus nació en Canarias en 2011, su promotor, el astrónomo Garik Israelian, no imaginaba que se convertiría en un evento de fama mundial y vocación itinerante. Diez años después, la próxima parada de Starmus, nacido para aunar ciencia y cultura, será Armenia, lugar de origen de su fundador y punto de partida de un viaje que nos trasladará a los misterios y los retos que supone para la Humanidad conocer nuestro planeta vecino: Marte. La exploración de ese mundo, situado a 54 millones de kilómetros de la Tierra, cuando se encuentra más cerca, forma del imaginario humano desde que Galileo Galilei lo descubriera allá por 1610 con su rudimentario telescopio y ahora más que nunca parece estar de moda.

El Starmus VI Festival fue anunciado oficialmente hace escasos días, con pocas horas de diferencia del lanzamiento de la nave espacial china ‘Tianwen-1’ hacia el planeta rojo. Llegará en febrero de 2021 si nada falla antes.  Mientras la sonda, con un orbitador, un módulo de aterrizaje y un rover, iniciaba su aventura, a miles de kilómetros se presentaba lo que pretende ser un homenaje a quienes desde hace cinco décadas han puesto su mirada en ese mundo gélido y árido. La primera misión desde la Tierra que tocó su superficie sin estrellarse fue la Mars 3 de la URSS, en 1971, que nos envió los primeros datos e imágenes desde tan inhóspito lugar que soñabamos lleno de ‘hombrecillos verdes’. Apenas dos semanas antes, en plena carrera espacial, alentada por la Guerra Fría, se había lanzado la misión Mariner 9 de la NASA (Estados Unidos), que se convertiría en el primer satélite marciano. En realidad, desde entonces sólo 26 de las 56 misiones enviadas a Marte han sido un éxito, entre ellas las cuatro americanas que llevaban rovers a bordo (Sojourner, Spirit, Opportunity y Curiosity).

“Estoy muy contento de que el próximo año Starmus se celebre en Yerevan, gracias al total apoyo de las autoridades de mi país, muy comprometidas para que sea un éxito y dedicarlo a los 50 años de exploración de Marte será un imán para quienes quieren mirar más allá de la Tierra”, explica Israelian, que ya está en marcha para ofrecer muchas sorpresas entre el 6 y el 11 de septiembre del próximo año. Para entonces, si se cumplen las previsiones, se da por seguro que las vacunas contra la COVID-19 nos habrán alejado la amenaza de la pandemia con la que el mundo brega desde comienzos de este año y viajar a Marte, con escala en Armenia, será una oportunidad de acercarnos a ese mundo.

Entre los que ya han confirmado su asistencia al próximo Starmus VI están varios premios Nobel, como el noruego Edvard Moser (quien descubrió con May Britt Moser las células que componen el sistema de posicionamiento en el cerebro humano) y el  astrónomo suizo Michel Mayor, que reveló que en el Cosmos había planetas más allá de nuestro Sistema Solar. Además, están convocados muchos de los que más saben de este planeta, de cómo se podría vivir allí, de las misiones pasadas y de las que están en marcha. Y es que, además de la nave China, el pasado 20 de Julio despegó hacia la atmósfera marciana la misión Hope Mars de los Emiratos Árabes Unidos y este 30 de Julio ha salido la misión Mars 2020 de la NASA, en la que participan varios proyectos punteros españoles destinados a encontrar vestigios de vida marciana, si la hubo. De todo ello se hablará en Armenia, y de otros proyectos tan ambiciosos como el de SpaceX, que trabaja ya en preparar una misión tripulada a este planeta rojizo. Es más, como las tres misiones llegarán a su destino en febrero de 2021, para septiembre es más que posible que ya nos cuenten novedades de todas ellas.

Y no sólo habrá mucho debate científico, sino que investigadores de las más diversas áreas del conocimiento compartirán espacio con músicos como Brian May, del grupo Queen, astronautas como Charles Duke, que viajó en el Apollo 16 y se paseó por la Luna, creadores como el padre del iPod y fundador de NEST, Tone Fadell.  El resto de ponentes, artistas y músicos invitados los dará a conocer el Consejo Consultor de Starmus en los próximos meses. 

La invitación para su celebración en Armenia surgió el pasado año durante el Starmus V, celebrado en Zürich. Fue realizada por el propio presidente del país, Armen Sarkissian, y de hecho la organización será bajo su Alto Patronazgo, con el apoyo del Ministerio Educación, Ciencia, Cultura y Deporte y del Ministerio de Altas Tecnologías armenios.

Para terminar, la autora con Alexei Leonov. Fue  la segunda foto con él. Y la última..

Haciendo historia, conviene recordar que Starmus Festival nació en Tenerife (Canarias), con la intención de convertirse en un evento español de referencia científica y cultural mundial. Lo segundo lo consiguió, y logró hitos como que Neil Armstrong, Alexei Leonov  o Stephen Hawking (hoy los tres fallecidos) visitaran nuestro país, en el caso del último logrando ilusionar tanto al famoso astrofísico que pasó a formar parte de su comité. Hoy la Medalla Hawking a la divulgación científica recuerda ese compromiso. Pero Israelian no consiguió lo primero, que Starmus se quedara en España, ante una falta de apoyo institucional y empresarial a nivel nacional y autonómico que dice mucho de lo que se ha valorado la divulgación de la ciencia en este país. Finalmente, después de tres festivales canarios, y ante las invitaciones para llevarlo a otros países, Israelian y su equipo optaron por celebrarlo en 2017 en Noruega, en concreto a Trondheim, donde contó con la presencia de los príncipes herederos y las autoridades del país. Sirva de prueba del compromiso con el festival.

El último Starmus V tampoco regresó a España. Fue en 2019 y conmemoraba un momento único en la historia de la Humanidad: los 50 años de la llegada a la Luna.  Se convocó en Zürich (Suiza), ciudad donde logró reunir a casi todos los astronautas vivos que participaron en las misiones Apollo de la NASA. Ahora, el siguiente será en Armenia… y surge la pregunta inevitable: ¿Regresará algún día al país que lo vio nacer? De momento, todo indica que mucho tiene que cambiar el panorama.

Respecto a la Medalla de Hawking, recordar que ya ha sido recibida por Elon Musk, Jean-Michel Jarre, Neil deGrasse Tyson, Brian Eno, Hans Zimmer y el documental Loco por las partículas (The Particle Fever), dirigido por Mark Levinson.

Os animo a seguir de cerca las futuras incorporaciones a un plantel que, sin duda, de nuevo será estelar y muy marciano.

2019: 50 años desde que pisamos la Luna en Starmus


Los miembros del Apolo 11, 50 años antes. @NASA

ROSA M. TRISTÁN

Hay fechas de la historia humana que han quedado para siempre en la memoria de sucesivas generaciones. Una de ellas es, sin duda, el 20 de julio de 1969. Me recuerdo, con apenas siete años, junto a mis padres y mi abuela viendo en una televisión en blanco y negro aquellos primeros pasos fuera de nuestro planeta. Recuerdo sobre todo a mi abuela mirando hacia el cielo, tan incrédula como todos. Quien me iba a decir entonces que un día conocería a los protagonistas.. En 2019 se cumplen 50 años de aquel casi mítico momento y por primera vez en mucho tiempo se van a reunir siete de los astronautas que protagonizaron la aventura de las misiones Apolo de la NASA, un acontecimiento mundial que tendrá lugar en el marco de Starmus

Este año que viene, Starmus, que nació en Canarias por iniciativa del astrónomo Garik Israelian y que celebrará su quinta edición, se traslada al corazón de Europea,  Zurich (Suiza), donde tendrá lugar entre el 24 y el 29 de junio con la presencia de grandes personajes de la música, la ciencia y la cultura universal, pero sobre todo con las pocas personas aún vivas que vieron la bola azul que es la Tierra desde la pequeña bola blanca que vemos en las noches. A Israelian le hace especial ilusión la presencia de Michael Collins (Apolo 11): «Ha sido todo un éxito convencerle de que venga a Starmus porque es una persona que nunca acude a conferencias, pero en Zurich quienes vengan tendrán esa oportunidad», señalaba el director de Starmus a este Laboratorio para Sapiens. A mí también, pues es el tercero de los tres que aún no ha escuchado en persona.

Con Charlie Duke en Starmus.

Y con Collins estarán Charlie Duke (Apolo 16), Harrison Schmitt (Apolo 17), Jame McDivitt (Apolo 9 ), Russel Schweickart (Apolo 9) , Walter Cunningham (Apolo 7), Alfred Worden (Apolo 15) . A ellos se sumará la presencia del cosmonauta ruso Alexei Leonov (Soyuz 19), que a sus 84 años es un veterano apoyo de este festival y de otros muchos viajeros espaciales (Claude Nicollier, Yuri Baturin, Tim Peak, Gennady Padalka, Sandra Magnus, Nicole Stott, Helen Sharmann, Garrett Reisman, Samantha Chrisforetti y Chris Hadfield, de momento). Todo un homenaje a quienes iniciaron el camino. 

Pero además de una ocasión para escuchar y disfrutar de la presencia de tantos astronautas, Starmus aunará una vez más la ciencia, con la presencia de al menos 12 premios Nobel, con la música y la cultura, porque es el camino que han escogido sus promotores para ‘atrapar’ a los jóvenes hacia unos temas que no suelen estar en la agenda juvenil pero que van a necesitar de su presencia. Garik Israelian lo tiene claro: «Para nosotros es fundamental que los jóvenes vengan a Starmus y por ello mantenemos precios muy asequibles para ellos, 400 euros todo el festival, con la posibilidad de ver a artistas de la talla de Brian May (Queen), Peter Gabriel, Brian Eno, Steve Vai o Rick Wakeman. Son todos grandes músicos que han sabido entender lo importante que es la ciencia para tener un futuro mejor».

Este año será el primero sin Stephen Hawking,  un gran inspirador y gran promotor de Starmus, en el que estuvo presente dede su segunda edición y que ya en 2017 no pudo acudir a Trondheim (Noruega) por problemas de salud, aunque si que estuvo conectado con el festival. En su honor se ha creado la Medalla Stephen Hawking a la Comunicación Científica, con el apoyo de Omega, que se entregará en un gran acto en el mayor auditorio de Zurich, con capacidad para 3.000 personas.

El festival, que también cuenta este año con el patrocinio de Kaspersky Lab y ETH Zurich, ha cambiado la sede anunciada en un principio en Berna por Zurich precisamente para poder contar con un espacio que tuviera las dimensiones adecuadas para el evento. Entre los presentes estarán personalidades como Richard Dawkins, Jill Tarter, Robert Williams, David Eicher, Emmanuelle Charpentier o el propio fundador, Garik Israelian.  “En un momento en que el mundo se retira hacia el  aislacionismo, se necesita la colaboración para presentar estratégicamente las ideas, las pruebas y los desafíos que enfrentamos colectivamente. Creemos que los mayores y mejores logros de la raza humana son el resultado de esa colaboración científica», ha declarado.

Las entradas para Starmus V se ponen a  la venta a partir del 23 de enero de 2019 y se pueden comprar en http://www.starmus.com. Para más información visite http://www.starmus.com.

Europa camino de Mercurio: el planeta misterioso


@ESA/ATG medialab; Mercury: NASA/JPL

ROSA M. TRISTÁN

Viajara a Mercurio, el planeta más pequeño de nuestro Sistema Solar, el más caliente y de gélidas noches  (más de 450ºC de día y -180ºC de noche), el astro que sufrió auténticos bombardeos de meteoritos y donde es posible ver amaneceres dobles. Ese es el objetivo de la misión BepiColombo que la Agencia Espacial Europea (ESA) y la japonesa (JAXA) inician este mes de octubre en la Guayana Francesa con el lanzamiento de unas naves espaciales que quiere conseguir respuestas donde ahora hay preguntas. «Es la misión más compleja a nivel científico de la ESA, con 83 empresas participando de 12 países, incluida España», explicaba hace unos días en la sede de la ESAC Mauro Casale, responsable del segmento de tierra de BepiColombo.

f=»https://rosamtristan.com/?attachment_id=5203″ rel=»attachment wp-att-5203″> El Mercury Magnetospheric Orbiter (MMO) @ESA-JAXA[/capt

La complejidad es lógica si se tiene en cuenta que el artefacto deberá viajar durante siete años y dos meses (llegará el 5 de diciembre de 2025) para llegar a su destino con dos orbitadores diferentes abordo del módulo de transferencia, vamos su vehículo: el MPO (Orbitador Planetario de Mercurio, de la ESA) y el MMO (Orbitador Magnetosférico de Mercurio, de Japón). Su objetivo es recoger datos durante todo un año (quizás prorrogable otro más). Si el MPO europeo observará el planeta desde su órbita para recabar datos de su  composición, su topografía y la morfología de su superficie y su interior, el MMO nipón (más alejado) se centrará en el estudio del entorno del planeta y su magnetosfera. Será la primera vez que dos orbitadores realicen observaciones coordinadas y simultáneas desde puntos diferentes, pero para ello deberán dar un rodeo de 9.000 millones de kilómetros hasta situarse en las órbitas adecuadas del pequeño Mercurio.

¿Y por qué ese interés en el astro abrasador, apenas a 58 millones de kilómetros de nuestra estrella? Pues porque, como explicaba Casale, las dos misiones anteriores a este planeta (Mariner en los años 70 y Messenguer entre 2011 y 2015, ambas de la NASA) han generado más preguntas que respuestas. Tampoco se acercaron tanto: Messenger estaba a 15.000 kilómetros de la superficie pero BepiColombo estará a 1.500 y hará órbitas cada dos horas, pasando todos los días por los polos. «Tenemos muchas dudas sobre su pasado: si se formó más alejado del Sol, donde está Marte, y luego se acercó; o cuestiones por resolver sobre la Teoría General de la Relatividad de Einstein (que igual no cuadra con sus órbitas). Es el planeta más desconocido de nuestro sistema», señalaba el científico para justificar la importancia de una misión que costará 1.430 millones a la ESA y JAXA.

En total, los dos orbitadores  llevan a bordo 11 instrumentos científicos, entre los que hay tres cámaras para captar imágenes, espectómetros de infrarrojos, altímetros láser, un acelerómetro, detectores de partículas de polvo solar… «Messenger nos dijo que hay hielo y quizás materia orgánica en su Polo Norte. Hay que confirmar si ese hielo es de agua y si su origen está en las cometas. También queremos aclarar por qué su campo magnético es asimétrico en 400 kilómetros y si se movió o no o si su núcleo es más grande que en otros «, explicaba también Santa Martínez, coordinadora del procesamiento científico en la ESAC.

La función de la ESAC en España será fundamental para su seguimiento, pues es aquí donde se situará el centro de operaciones científicas, se programarán esas acciones y se procesarán datos recogidos antes de distribuirse a la comunidad científica. De hecho, BepiColombo no será una sonda durmiente hasta que llegue, sino que mientras viaje hacia Mercurio, y gracias a grandes paneles solares (sólo el que utilizará cuando llegue no se orientará de forma que no sufra desgaste), estará activo y cada seis meses se chequearán desde la Tierra sus instrumentos, a la vez que se reciben datos de su paso por la Luna, por Venus…

Habrá que espera al 5 de diciembre de 2015 para comprobar si el plan funciona. Entonces, se separa primero el orbitador japonés y entrará en su órbita y luego el módulo europeo, que como orbitará cerca de la superficie ‘mercuriana’ ha tenido que diseñarse con nuevos materiales especiales capaces de soportar 450ºC . «Sólo el 15% de la tecnología de BepiColombo es previa, el resto es toda novedosa», señalaban los expertos de la ESA.

 

 

Un peligroso ángulo ‘ciego’ frente a un asteoride destructor


ROSA M. TRISTÁN

«Tenemos un ángulo de unos 50º o 60º en el que, debido a la luz solar, no podemos ver el cielo, así que  se nos escapan los asteroides que puedan estar en esa zona, no sabemos si son peligrosos», asegura el físico Josep María Trigo Rodríguez, del Instituto de Ciencias del Espacio (IEEC-CSIC). «Sería necesario tener telescopios de infrarrojo enfocando esa zona, pero no los hay y los científicos no sabemos cuándo puede haber un gran impacto en la Tierra como el de Tunguska, en 1908, o el de Cheliábinsk, en 2013, o  incluso más destructor». Trigo-Rodríguez es uno de los firmantes de una investigación, publicada en la revista Astrophysical Journal, en el que se ha dado un gran avance en un asunto tan recurrente de la ciencia-ficción como es el desvió premeditado de un asteroide que amenace la vida en la Tierra.  Sin embargo, sería la única opción real.

16/Enero/2017 Barcelona. Josep María Trigo estudiando meteoritos en el Instituto de Ciencia Espacial, ICE del CSIC en Barcelona. © JOAN COSTA/CSIC

Josep Mª Trigo estudiando meteoritos en el Instituto de Ciencia Espacial. © JOAN COSTA/CSIC

Desde el año 2010, Josep María Trigo lidera el  grupo de Meteoritos, Cuerpos Menores y Ciencias Planetarias en el IEEC  y estudia la formación de cometas y asteroides y la composición de los fragmentos (meteoritos) que llegan a nuestro planeta. Además, acaba de publicar un libro («Assessment and mitigation of asteroid impact hazards», con Springer, Nueva York) con las últimas novedades científicas en la materia.

En este trabajo, en el que también colaboran otros científicos españoles, como Carles Moyano, han analizado precisamente la composición del meteorito Cheliabinsk, esa bola de fuego que sorprendió a los rusos hace casi cuatro años y de cuyos restos se han recuperado 1.000 kilos. Hoy se sabe que aquella roca espacial medía unos 18 metros de diámetro, muy lejos de los 1.ooo metros que pueden causar una destrucción masiva, y aún así causó heridas a más de 1.500 personas al desintegrarse en fragmentos sus 11.000 toneladas de peso.

Josep María Trigo, en la rueda de prensa @ROSA M. TRISTÁN

Josep María Trigo, en la rueda de prensa @ROSA M. TRISTÁN

Pero ¿en qué ayuda saber su composición para desviarlos? Esto es lo que han descubierto los científicos españoles, junto con otros colegas europeos. Ahora ya sabemos que la composición de las rocas del Cinturón Principal de Asteroides, esos restos que vagan por el Sistema Solar (entre Marte y Júpiter) desde que se formó, no es invariable. Han descubierto que se va modificando a medida que colisionan con otros cuerpos estelares. Carles Moyano, también el IEEC y cofirmante del trabajo, comentaba en la rueda de prensa dónde se presentó, cómo gracias a nanoimplantaciones en una muestra del Cheliábinsk y a estudios con microscopio, se ha sabido que las zonas más claras de los meteoritos son las mejores para recibir un impacto y poder desviarlo de su trayectoria, dado que las oscuras son demasiado duras. Es un factor fundamental para tener en cuenta, como indicó Trigo, en un supuesto lanzamiento de un misil misil cinético, es decir, una sonda que hubiera que lanzar para estrellarse contra  un supuesto y amenazante asteroide .

La cuestión es que de todos los objetos próximos a la Tierra (NEO, por sus siglas en inglés), se conocen 15.573, y de ellos unos 1.000 son «potencialmente peligrosos», pero hay un «ángulo ciego» en el espacio del que no sabemos lo que hay porque el Sol nos impide ver con telescopios ópticos y en estos momentos no hay ni un solo telescopio infrarrojo inspeccionando  en todas las direcciones del espacio en busca de asteroides. «El problema  es que debemos descubrir los asteroides peligrosos con suficiente antelación como para poder desviarlos. Imaginen si un objeto como Tunguska, que en 1908 destruyó en la taiga siberiana en más de de 2.000 km2, cae en una cuidad. Y es algo que puede ocurrir en cualquier momento, lo sabemos porque la Tierra ya ha sido golpeada en el pasado. Pero para poder lanzar una misión y desviarlos de su trayectoria se requiere saberlo con meses de antelación».  «Hay poca sensibilidad para apostar por este tema, somos incapaces de entender que no es ciencia-ficción», argumentaba el científico.

Sus palabras me recuerdaron a las que escuché al astronauta Neil Armstrong en el primer Starmus Festival (2012) al que acudí: “La Tierra es preciosa, está en la situación perfecta; pero yo la he visto de lejos, y he visto  meteoritos cayendo bien cerca como una lluvia, he visto tormentas nocturnas iluminadas por rayos y he visto huracanes gigantes y ‘tsunamis’. Si viniera de un planeta de la estrella Vega diría que es un lugar muy peligroso“. Esa esa la imagen con las que nos encogió en el asiento a los presentes.

Neil Armstrong y Alexei Leonov, en Starmus 2012. @ROSA M. TRISTÁN

Neil Armstrong y Alexei Leonov, en Starmus 2012. @ROSA M. TRISTÁN

Sin embargo, la mejor prueba de esa insensibilidad de la que habla el científico español es el finiquito de la Agencia Espacial Europea al programa AIMS  (Mision de Impacto en Asteroide) conocido en diciembre pasado. Entonces el consejo ministerial de la ESA, que precisamente presidía Luis de Guindos, decidió no invertir más en un proyecto para estudiar cómo afectaba a dos asteroides  (uno de 800 metros y otro de 150 metros) un impacto recibido desde nuestro planeta, enviado por la NASA.  Se prefirió apostar por seguir explorando Marte, con la misión ExoMars, cuya primera sonda se estrelló sobre la superficie del planeta rojo. De nada sirvió que más de 100 científicos europeos lanzaran una campaña para intentar que AIMS no fuera enterrado, al menos de momento.

Más importancia se le da en Naciones Unidas, donde consideran que no es un tema baladí y, aunque nada pueden hacer al respecto, si que han decidido declarar el 30 de junio como Día de los Asteroides, coincidiendo con aquel día de 1908 en el que Tunguska arrasó parte de nuestro pequeño planeta.

Ciertamente,  son habituales las noticias en medios especializados de nuevos hallazgos de meteoritos, y que hasta ahora ninguno que cause la alarma que podría generar escenas del tipo de la película «Deep Impact«.

Ahora bien, ¿y en ese ángulo muerto? ¿quién sabe lo que esconde?

Canfranc: en busca del silencio «cósmico»


canfranc2

ROSA M. TRISTÁN

Estratos_Nº 115. PDF 

Sólo hay una docena de lugares en la Tierra comparables al Laboratorio Subterráneo de Canfranc, un puñado de recónditos espacios en los que es posible conseguir el ‘silencio cósmico’. Es la condición necesaria para llevar cabo sofisticados experimentos de la denominada física de Astropartículas. En otras palabras, para tratar de resolver algunas de las grandes preguntas que traen de cabeza a los investigadores de medio mundo: ¿qué es la materia oscura que compone un cuarto del Cosmos y que no vemos? ¿cómo son esas partículas llamadas neutrinos que nos atraviesan y somos incapaces de atrapar?

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STARMUS y los compromisos incumplidos de los políticos


 

stamus2016

ROSA M. TRISTÁN

Hace unos días estuve en la presentación del Starmus Festival (27 de junio-2 de julio), que vuelve este año a celebrarse en Tenerife por el empeño personal del astrofísico Garik Israelian, del Instituto de Astrofísica de Canarias. Debo reconocer que tengo debilidad por ese evento que aúna astronomía, música,  cine, literatura… porque hay pocos eventos similares en el mundo y porque se que organizarlo, cada dos años, y superar al Starmus anterior es un reto comparable a la búsqueda de un exoplaneta con una lupa. Lo es porque a las puertas de su tercera convocatoria, este evento único en el mundo, que traerá a España a 11 Premios Nobel, que rendirá tributo a Stephen Hawking, que juntará al astronauta Miguel López Alegría con el astrofísico Roger Penrose y el cosmonauta Alexei Leonov, se convierte un año más en el espejo de lo que importa la ciencia en este país: NADA o CASI NADA.

Y es que, a un mes del comienzo del festival, con las reservas de sus prestigiosos participantes, incluida la de Hawking y sus asistentes, ya hechas, resulta que ni instituciones públicas ni empresas privadas muestran interés suficiente en tamaño evento, aunque por otro lado no tardan en ponerse en la foto para figurar junto a los científicos o cantantes más famosos cuando la ocasión se presta. Y si es Hawking, miel sobre hojuelas. Ahora bien, ¿cumplir los compromisos financieros? ¿interesarse por patrocinar el encuentro, aún a costa de unas carreras de coches o un torneo de golf? No, no. ¡Dónde vamos a parar!

Recomiendo ver en el programa de Starmus 2016 lo que por 700 euros (350€ para canarios y estudiantes) se puede disfrutar durante cuatro días (y eran 500 para quienes reservaron con antelación). Por sólo mencionar algunos: el físico Premio Putlizer Brian Green, el divulgador de la BBC Brian Cox, el Nobel David Gross, el experto en virus informáticos Eugene Kaspersky, Roger Penrose, Jill Tarter del SETI, el cantante Brian Eno (que estrena una composición dedicada de Hawking), el Premio Mundial Albert Eisnstein Martin Rees, Joseph Stiglitz , Brian May, Rick Wakeman, Kip Thorne… Por cierto, para quienes les puede parecer caro: una entrada para la final Atlético-Real Madrid costó unos 400 euros, hora y media de partido, sin incluir viaje a Milán.

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Algunos se preguntarán como se paga todo esto. Pues bien, hagamos memoria. El primer Starmus, que congregó en España al mayor número de astrónomos y astronautas jamás reunidos, se financió en un 90% gracias a un premio recibido por el propio Israelian y ayudas de conocidos suyos, incluido algún préstamo. Para el segundo, recibió apoyo público y privado por 400.000 euros (del Gobierno central ni un duro, por cierto) para un presupuesto de 700.000, que pagó con las entradas. Y para este año, con un evento aún más grandioso, el primer tributo a Hawking, el astrofísico consiguió el compromiso del Cabildo de Tenerife y del Gobierno de Canarias de poner 330.000 euros cada uno (660.000, suma la cuenta), además de que le buscarían patrocinios por otros 330.000. Así lo explicó en la rueda de prensa.

Pues bien, tanto el presidente del Cabildo, Carlos Alonso, como el viceconsejero del Gobierno, Cristóbal de la Rosa, reconocieron en ese mismo encuentro informativo que iban a poner unos 400.000€ entre las dos instituciones, por cierto que el Cabildo aún no ha desembolsado. Y que el resto, se abonaría en servicios, pero ¿qué servicios? es una pregunta sin respuesta. Alonso incluso mencionó que «no sólo se trata de dinero, sino de creatividad», como si con creatividad se pagaran billetes de avión y hoteles. A menos de un mes del Starmus 2016, ¿el compromiso firmado se cumplirá? ¿Han logrado los patrocinios prometidos? Todo indica que no. Curiosamente, los mismos políticos reconocían que la repercusión mundial de Starmus 2014 generó 171 millones de euros de retorno a las Islas Canarias, un dinero en publicidad que seguro que dará pingües beneficios a muchos empresarios de los que construyen hoteles en zonas protegidas.

Garik Israelian, que en algún momento antes del anterior acuerdo pensó en llevarse el festival a otros lares,  recordó que «un festival como Starmus, aunque muchos de los ponentes vienen sin cobrar, es costoso, si bien compensa porque tiene eco en todo el mundo, como demuestra esa reciente página en The New York Times». «Tampoco tenemos empresas de alto nivel que nos apoyen. Debemos estar en otro planeta y no nos ven, porque ninguna ha querido patrocinar el evento», señaló a modo de metáfora. Y tiene razón, porque es patético que entre  los patrocinadores no haya ninguna gran empresa del IBEX, aunque me consta que las han visitado todas en busca de apoyo. Ni Telefónica, ni la Fundación BBVA, ni La Caixa, ni Iberdrola…. Es más, incluso alguna de las que ya tienen su logo en los paneles no han puesto nada, pero ya se llevan la publicidad.

Debo reconocer que en 2014 hubo errores de organización, y que algunos colegas  se cebaron en ellos sin parar a preguntarse cómo era posible que Starmus Festival fuera posible en este país de mentecatos políticos y empresarios (en lo que se refiere a la ciencia) , donde escasean los eventos para atraer al público hacia la investigación. Por mi parte, considero un privilegio que traigan a «mi casa» a tanto cerebro de primera, porque igual con tanto conocimiento algo se queda pegado en este territorio de fiesta de Toros de la Vega y tomatinas.

Pero igual que Garik es consciente de que no se puede encontrar un exoplaneta con una lupa, presiento que en la España de los que manejan los dineros (públicos y privados) hay una superficie en la que resbala todo lo que huele a ciencia.

Starmus 2016, el primer homenaje a Stephen Hawking


Stephen Hawking, y su ordenador... en Starmus 2014. @RosaTristán

Stephen Hawking, y su ordenador… en Starmus 2014. @RosaTristán

ROSA M. TRISTÁN

Cuando el astrónomo de origen armenio Garik Israelian, en 2011, organizó el primer festival ‘Starmus’ en Tenerife no pensó que aquello pudiera generar tanta adicción entre algunas de las más prominentes mentes pensantes de las últimas décadas. Pero así es. Recientemente, el científico del Instituto de Astrofísica de Canarias volvió a sorprender con una nueva edición, la tercera, de un evento que volverá a marcar un hito en la historia de este país, y del mundo. Y si son muchos los que repiten en el programa respecto a las anteriores, y es la mejor prueba de que Starmus ‘engancha’, tampoco son pocos los que van aumentando la ‘nómina’ de notables de la ciencia que no quieren perderse la celebración.

Entre los primeros, ni más ni menos que el físico británico Stephen Hawking, al que rendirá homenaje el festival Starmus 2016 y que pese a sus problemas de movilidad no ha dudado en ir a la presentación oficial del mismo, por cierto, el primer homenaje que se le hace a nivel internacional por increíble que parezca. Y entre los segundos, ni más ni menos que 12 premios nobel que han confirmado su asistencia del 27 de junio al 2 de julio en la isla canaria. Otros, como Neil Armstrong, lo hicieron una vez, dejando su primera y única huella en este país.

Garik Israelian, fundador del Festival Starmus. @RosaTristán

Garik Israelian, fundador del Festival Starmus. @RosaTristán

Hace unos días, Israelian habló con este Laboratorio para Sapiens, que ha estado en las dos ediciones anteriores,  sobre Starmus 2016 y sobre esa necesaria «divulgación científica» que quiere conseguir aunándola con el arte, pues ambas, ciencia y arte, son facetas intrínsecas de nuestra especie desde sus orígenes más tempranos. En su visita, la primera pregunta sale sola:

¿Y por qué un homenaje a Stephen Hawking, cuando en 2014 ya fue, indiscutiblemente, la figura central del festival?

«Conocerle fue una gran experiencia vital. Es un símbolo de lucha por la vida, el ejemplo de un ser positivo. A todos nos emocionó en 2014 y me sorprendió que nunca antes hubiera tenido un homenaje. Soy de los que piensan que deben hacerse cuando las personas están vivas, y así se lo dije a Alexei Leonov (el cosmonauta ruso) y a Brian May (guitarrista de Queen), que forman parte del consejo asesor, que les pareció una idea excelente. Cuando se lo contamos a Hawking, también le emocionó. Él es científico, pero también un fenómeno social y homenajearle es hacerlo al cerebro humano, a la voluntad, al sentido del humor. No se mueve, pero lo analiza todo, no deja sin terminar una sola frase. Una vez decidido, pensé en que era una gran responsabilidad, que tenía que tener un gran nivel.

Así es la pantalla que Hawking utiliza para comunicarse con el mundo. @RosaTristán

Así es la pantalla que Hawking utiliza para comunicarse con el mundo. @RosaTristán

¿Cómo ha conseguido reunir a 12 premios Nobel, y algunos de los últimos años?

Algunos los elegí yo y otros fueron sugerencias, incluso del propio Hawking. Y dijeron que sí, lo que es un gran satisfacción. Tendremos a Francois Englert, nobel con el Peter Higgs por el estudio de la masa de las partículas elementales;l matrimonio noruego formado por May Britt Moser y Edvard I. Moser; a Adam Riess, que probó la aceleración de la expansión del Universo, y a muchos otros, como Robert Wilson, a la bióloga Carol Greider, etcétera. Pero no será un serio congreso científico, sino dinámico, rápido, con humor. Con charlas de no más de 30 minutos, y entre ellas vídeos, música… Porque también vendrán artístas, cantantes, directores de cine. 

¿Dónde se celebrará este Starmus? La edición pasada, el auditorio Magma de Tenerife se quedó pequeño…

Esta vez queremos que venga más gente, así que será en la Pirámide de Arona, que tiene 1.700 asientos. Está en Playa de las Américas,  y allí se desarrollará todo el programa. En anteriores ediciones se realizaban actividades en un hotel costoso y alejado; organizar la logística era complicado. En la próxima edición el público tendrá más fácil acudir, pues la oferta de alojamiento en Playa de las Américas es más variada. 

Además del homenaje a Hawking, hay un lema: «Más allá del horizonte» ¿A qué se refiere? ¿Cuál será el tema?

No habrá un solo tema. Por ello contaremos con químicos, biólogos, físicos, astronautas [entre ellos, Michael López Alegría] y hasta economistas. Al nobel Joseph Stiglitz (2001) le he pedido que nos traiga a todos del cielo a la Tierra, que hable de los problemas en este planeta, de las dificultades que tenemos y hacia dónde vamos. Todo en la ciencia tiene relación, y a la vez lo tiene con la música y las artes. De hecho, además de May, contamos con el apoyo de Peter Gabriel. 

Brian May en concierto en Starmus 2014. @RosaTristán

Buzz Aldrin, Alexei Leonov y Brian May, en el Starmus 2011@RosaTristán

Buzz Aldrin, Alexei Leonov y Brian May, en el Starmus 2011@RosaTristán

Comenzó el primer festival casi sin apoyo, financiándolo con el Premio Ambartsumian que recibió en 201o. En 2011, hubo más ayuda del Gobierno canario, que no del central…¿Con qué presupuesto cuenta para esta ocasión?

En principio, el presupuesto es de un millón de euros, pero no lo se con exactitud. Cuando se organiza algo así, es difícil saberlo, pues los ponentes son de primera y aunque no cobran, sí que piden cuestiones que no se les puede negar. Es preciso mantener un nivel adecuado. Eso no quiere decir que sea caro para el público. Para los estudiantes y los canarios, la inscripción a todo el programa serán 250 euros y para el público en general 500 euros por los cinco días, incluidos los conciertos. Por mil euros, puede venirse a todo el festival desde la Península y muchos lugares de Europa. Creo que más de 1.800 personas pueden permitirse venir a escuchar a Hawking, a Richard Dawkins, a David Gross o Jill Tarter… 

¿Cree que, en esta ocasión y por primera vez, recibirá apoyo del Gobierno central, al ser un evento único en el mundo que se celebra en España?

De momento no hemos contactado, pero sí que espero su apoyo, pues como dices es un evento internacional, el primer homenaje al personaje del siglo XXI que es Stephen Hawking. De manera informal saben que se va a realizar y creo que si lo apoyarán, aunque de momento hay elecciones en el horizonte y no creo que se pronuncien.

Ahora que va por la organización de la tercera edición, ¿Qué ha supuesto Starmus en su vida?

Estoy feliz de que cada vez sea más famoso. También es cierto que ha aumentado las complicaciones en mi vida, pero cada vez veo más claro que es necesario, que los científicos debemos llegar a la población que no llegábamos antes y Starmus lo consigue. Así lo ha visto el Cabildo de Tenerife, que lo apoya porque ha visto que además de vender playas se puede vender la ciencia que se hace en las islas con las estrellas. Y con la ventaja de que el control de la organización es mío, con total libertad de elegir el programa y los ponentes. 

 

 

Desde la Tierra, viajando enganchados a un cometa



El aragonés Miguel Angel Pérez de Ayúcar está con el alma en vilo. Es el líder de operaciones científicas, en la Agencia Espacial Europea (ESA), para la sonda Rosetta, que este martes día 12 de noviembre depositará un sofisticado módulo espacial sobre un cometa. De pequeña me contaron cómo  El Principito de Antoine de Saint-Exupéry logró atrapar un cometa con una red para cazar mariposas y así viajaba de un planeta a otro desde su asteroide B612. Siempre me gustó esa historia. Ahora, los científicos de la ESA también viajarán por el espacio, virtualmente, a lomos de otro cometa, el 67P/Churyumov-Gerasimenko, gracias a una pequeña caja-máquina-robot que lleva viajando por el espacio más de 10 años y que se convertirá, una vez en su superficie, en sus ojos, sus manos, su nariz…

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STARMUS (4): Ciencia de cinco estrellas… y el Gobierno ‘ausente’


Stephen Hawking escucha a Alexei Leonov, el primer días de Starmus Festival. |ROSA M. TRISTÁN

Stephen Hawking escucha a Alexei Leonov, el primer días de Starmus Festival. |ROSA M. TRISTÁN

ROSA M. TRISTÁN

Link al programa en Reserva Natural: AQUÍ

Acabó el Festival Starmus 2014.  Confío en que tenga una tercera edición, aunque cuando me despedí de su organizador, y alma mater, el astrónomo Garik Israelian, en su rostro ví dibujado el agotamiento vital absoluto.  Andaba en el hall del hotel Abama, en Tenerife, con la mirada perdida, casi sin energía ni para decir adiós a algunos de sus ilustres invitados: astronautas, científicos, artistas… y también a los pocos periodistas que quedábamos por allí. Era el día del desinfle del globo con el que todos flotamos en una intensa semana de ‘estrellas y música’, siete días en los que el científico empeñó todo lo que estaba a su alcance. Y lo logró: ni un solo fallo en el ‘cartel’, que era lo importante. De los otros, algunos que no pasarán a la historia.

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