Una ‘Arabia verde’ fue ruta de los humanos en su viaje a Asia hace 400.000 años


Tormenta de arena durante los trabajos de excavación. @Palaeodeserts Project (Klint Janulis).

ROSA M. TRISTÁN

Siempre se dice que es importante saber lo que ocurrió en el pasado y que la experiencia que debería servir para acumular conocimiento de lo que, inevitablemente, se repite. Durante años, escuché hablar sobre una ruta de migración humana de salida de África más allá de la hoy conocida de Oriente Próximo, un camino que estaba en buena parte oculto bajo el mar por la costa arábiga, y por tanto difícil de estudiar. Pero si algo tiene la ciencia es que rompe fronteras (al menos del conocimiento) y ahora un estudio fascinante, publicado en Nature, nos habla de cómo el interior de esa península de emires y beduinos hoy desértica -si acaso habitada en su interiro por altas torres petrolíferas que exprimen CO2 de la Tierra -, fue también un corredor de migrantes humanos primitivos que se movían al albur del clima, es decir, no de forma muy distinta a como ocurre hoy en muchas zonas del planeta.

La evidencia de que hubo especies de Homo en esas tierras desde hace 400.000 años es una pieza del rompecabezas del viaje de la evolución que nos faltaba para entender cómo nuestra especie y nuestros antepasados se movieron por el mundo hasta habitar casi todos los rincones (y el casi es la Antártida). También lo es haber descubierto que en todo ese largo tiempo hubo periodos de aumento de las lluvias que hacían que la Península Arábiga fuera un buen camino para salir de África hacia el suroeste asiático, pese al aspecto inhóspito que hoy presenta. En lugares del desierto del Nefud, sin agua ni alimentos en miles de kilómetros, hubo lagos y ríos que transformaban la región en pastizales, atrayendo a unos seres que, curiosamente, llevaban culturas diferentes con ellos, como revelan ahora los científicos del Instituto Max Planck de Alemania, en colaboración con la Comisión del Patrimonio del Ministerio de Cultura de Arabia Saudita y muchos otros investigadores saudíes e internacionales, incluidos los Centro Nacional de Investigación en Evolución Humana (CENIEH) de España.

Para el Dr. Huw Groucutt, autor principal de este trabajo, del Max Planck , no hay duda de que las dunas de arena escondían un gran secreto de nuestra Prehistoria. En concreto, en un lugar ya conocido como Khall Amayshan 4 (KAM 4) del Nefud, donde han constatado que hubo hasta seis fases en el pasado en las que se formó un lago de agua dulce y que en cinco de ellas, entre los sedimentos, quedaron atrapadas herramientas de piedra hechas por primitivos humanos hace 400.000, 300.000, 200.000, 100.000 y 55.000 años. Todo un botín que va desde un hacha de mano achelense propia del Paleolítico Inferior, hasta lascas típicas del Paleolítico Medio, en Eurasia neandertal y también otras hechas por los ‘sapiens’. No lejos, en un oasis situado a 150 kms de estas dunas el Oasis de Jubbah, había utensilios de factura humana con 200.000 y 75.000 años.

Stone axe. The Palaeodeserts Project

Llama la atención cómo fue posible encontrar algo en ese mundo infinito, casi uniforme, cambiante al albur del viento. Mathieu Duval, un investigador del programa Ramón y Cajal en el CENIEH que colabora en este trabajo, me cuenta que hace tiempo alguien dió una pista sobre alguna pieza lítica por esa zona del Nefud y hace 10 años, un equipo del Max Planck se lanzó a la búsqueda. «Nadie había buscado ahí antes. Se hacía en la costa, y por eso se encontraban restos allí . Pero la realidad es que si se busca en el desierto también aparecen, sea el Kalahari, el sur de Argelia o el norte de África. Eso nos habla de la cantidad de piezas que aún están por descubrirse sobre el pasado de nuestro género» , comenta Duval.

En este desierto, empezaron haciendo una prospección con fotos satélite buscando depósitos con potencial. Luego se pasó a la fase de hacer sondeos y luego comenzaron las excavaciones, que son muy complejas porque lo que ves un año, desaparece al siguiente. No hay hallazgo que resista la fuerza de una tormenta como la que ilustra la foto superior. «Hace un par de años descubrimos huellas fósilizadas de ‘sapiens’ y otros animales de hace 120.000 años en lo que había sido un lago y hubo que hacer todo el estudio en pocos días en una campaña porque sabíamos que a la siguiente habrían desaparecido», señala el joven científico, que participó en su datación. Un par de años antes también habían encontrado el hueso de un dedo de esas mismas fechas en el yacimiento de Al Wusta.

Pero ahora hablan de episodios muy anteriores y para conseguir estas fechas han utilizado una técnica llamada datación por luminiscencia que se aplica sobre los sedimentos, es decir, registra el tiempo transcurrido desde que los pequeños granos de arena fueron expuestos por última vez a la luz solar, mostrando así las breves fases en las que el desierto se convertía casi en sabana, con miles de lagos, humedales y ríos en los huecos entre las dunas, momentos aprovechados para migraciones tanto humanas como de otros animales – los hipopótamos, por ejemplo- pues la realidad, como tantas veces he escuchado al paleontólogo español Bienvenido Martínez, nunca viajamos solos y lo hicimos siempre que hubo oportunidad, sin más fronteras, vallas ni concertinas que las impuestas por la geografía y el clima. El trabajo de Mathieu desde el CENIEH ha consistido, precisamente, en datar un diente de bóvido mediante otra técnica, denominada de uranio-torio, para comprobar que concordaban las fechas.

La investigación, publicada el 1 de septiembre de 2021, nos descubre, además, una gran variedad de grupos humanos a lo largo del tiempo, poblaciones que podían llegar de diferentes sitios, a tenor de las diferentes formas en las que hacían sus objetos durante los cortos periodos de tiempo que estaban en Arabia. Esto indica, según los arqueólogos, que provenían de lugares diferentes y por tanto certificaría la existencia de grupos muy divididos incluso de especies humanas distintas que eran contemporáneas. Es más ¿Y si Arabia fue otra zona de cruce para homínidos originarios de África y Eurasia? Son muchas las preguntas que surgen al hilo de esta nueva ‘pieza’ enterradas en el desierto. Lo que si parece es que las herramientas halladas son del mismo tipo de las que permanecieron más tiempo en uso en África. También los fósiles de animales que han encontrado muestran características más africanas que provenientes de Oriente Medio, apuntando más a una salida africana hacia Asia del sur que otras opciones.

Falange de ‘sapiens’ @Nature 2018

Y más preguntas ¿Quiénes eran esas especies que pasaron por allí? Ese es el gran misterio, todavía, porque hasta ahora en toda Arabia sólo se había encontrado el mencionado dedo humano de hace unos 85.000 años y las huellas de hace 102.000 y 130.000 que son claramente de Homo sapiens.

«Arabia ha sido vista durante mucho tiempo como un lugar vacío en el pasado», ha señalado el doctor Groucutt en un comunicado. «Nuestro trabajo muestra que todavía sabemos muy poco sobre la evolución humana en vastas áreas del mundo y destaca el hecho de que aún hay muchas sorpresas». «Este mapa coloca a Arabia en el mapa mundial de la Prehistoria humana», agrega su colega, Michael Petraglia, también del Instituto Max Planck. Y es que, como explica el arqueólogo Robin Dennell (Universidad de Exeter), en un articulo paralelo en Nature, resulta que ahora sabemos que hubo más de una ruta de salida de África: una por la pequeña puerta que hoy es Israel, para los ‘sapiens’ abierta desde hace casi 200.000 años; y otra mucho más grande, pero inconstante, que fue la Península de Arabia, más al albur de los monzones y los periodos interglaciares que abrían el camino. Y dado que éste también fue lugar de paso, bien pudo ser que los neandertales que andaban por Oriente Próximo se cruzaran en Arabia con nosotros ‘sapiens’ en ese viaje. Dennell apunta que si hace entre 50.000 y 65.000 años ya estábamos en Australia, está claro que nuestra colonización de la Tierra tuvo que comenzar mucho antes.

Mathieu Duval

También concuerda ese vía árabe con las herramientas de hace entre 172.000 años (Paleolítico Medio) que se encontraron en India y otras , de hace 385.000, en el sudeste asiático. Algunas, como demuestran algunos estudios, probarían que los humanos ya estábamos por aquellas lejanas tierras antes de la gran erupción del volcán Toba en Indonesia (hace 74.000 años) e incluso hay dientes humanos en Sumatra que han sido datados por esas fechas.

El consorcio internacional de científicos que han trabajado en en Nefud incluye miembros de organizaciones y universidades e instituciones de Arabia Saudita, Alemania, Australia, Pakistán, el Reino Unido y España. En nuestro caso, Mathieu Duval, un investigador del programa Ramón y Cajal que trabaja en el CENIEH, que está especializado en geocronología y lleva años vinculado a este proyecto. «Estamos hablando de cientos de miles de años de presencia esporádica en ese desierto. No sabemos cuánto duraba cada fase de estancia, igual unos pocos años o unos pocos miles de años. En los sedimentos no podemos ver periodos tan pequeños, pero se han identificado decenas de yacimientos en el Nefud y hay trabajo para mucho tiempo», asegura.

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