3.000 años transformando cada rincón de la Tierra


 

ROSA M. TRISTÁN

¿Cuándo el ser humano comenzó a transformar el planeta que habita de forma global? La respuesta, según arqueólogos de todo el mundo, se remonta a hace unos 3.000 años, inicio de la expansión de una forma de vida, basada en la agricultura y la ganadería, base desde entonces de la alimentación de la especie, que sigue detrás de los grandes destrozos de la naturaleza, como son los incendios, la deforestación, la pérdida de biodiversidad, el cambio de curso de los ríos o la contaminación de las aguas de los mares.

Han pasado, dicen los investigadores, tres milenios para que todos los continentes y territorios, salvo la Antártida, hayan sido entendidos como un recurso a explotar, dejando al margen tan sólo algunos reductos, los espacios protegidos, de la voracidad de la especie. Así lo certifica el mayor estudio arqueológico jamás realizado a nivel mundial, un intento de globalizar la información conseguida en excavaciones en todos los continentes que llega a la conclusión de que nuestro impacto general en la vida planetaria es anterior a lo que se pensaba. A más tiempo pasado, menos tiempo para reaccionar y dar la vuelta a la situación.

No deja de ser curioso cómo se ha pergeñado el estudio. Los líderes del proyecto ArcheoGlobe (Universidad de Maryland), Lucas Stephens y Erle Ellis, dividieron la Tierra en 146 regiones y contactaron con 1.000 arqueólogos de los cinco continentes ara implicarles en el trabajo. Entre ellos, los españoles Ferrán Borrell y José Antonio López-Saéz (CSIC). Al final, les llegaron respuestas de 255 y un total de 711 cuestionarios.

Todos los interesados debían rellenar unos extensos formularios de las zonas que investigan proporcionando datos que luego se cruzaron para elaborar diferentes ‘mapas-mundi’. En ellos se refleja la evolución del uso del planeta en los últimos 10.000 años, ateniéndose a los ‘restos arqueológicos’ que fuimos dejando. “Es interesante porque hasta ahora los estudios de ciencias ambientales no han incorporado la información arqueológica. Este estudio demuestra que hay que tenerla en cuenta”, señala Borrell, de la Institución Milá y Fontanals (IMF-CSIC) y experto en Próximo Oriente. Esta zona es precisamente desde la que se expandió la agricultura. Borrell, hasta que estalló la guerra en Siria, dirigía excavaciones en Qarassa, la zona neolítica en este país hoy prácticamente destruido.

Borrell explica que las categorías de los formularios que le enviaron eran muy genéricas y que puede haber algunas distorsiones porque hay grandes zonas de Rusia, África Central y Occidental o del Sudeste Asiático que no cuentan con suficientes datos por falta de excavaciones, pero defiende que pese a ello es un primer retrato en movimiento que nos dice cómo hicimos una transformación que se inició desde el primer gran impacto agrícola en Oriente Próximo hasta extenderse también en remotos lugares de Asia, Sudamérica o Australia.

Fue un proceso en el que agricultura y ganadería fueron de la mano. Y no sólo mediante la selección de semillas o animales que fueron transformando las especies de cereales o de la fauna en función de sus características más apreciadas, sino además por el transporte de un lugar a otro cuando ya existían grandes concentraciones humanas.

“No cabe duda de que como especie tuvimos y tenemos un gran impacto que pone en juego nuestra supervivencia misma. Y vemos que es algo que viene de lejos, si bien ahora se acelera la velocidad de la destrucción. Es algo que nos aboca a un estallido final si no cambiamos, pero es un cambio que debe hacerse a nivel planetario, no puede ser la decisión de un Estado”, apunta el científico del IMF.

Y es que en esos inicios, en el 82% de la Tierra los humanos vivíamos de la caza y la recolección, pero para la época del Imperio del Antiguo Egipto (III dinastía) esas cifras habían caído un 63%. De hecho, desde mil años antes cuatro de cada 10 regiones de la Tierra ya tenían implantadas algo de agricultura extensiva. El pastoreo se había ido extendiendo a su vez por zonas cercanas a ecosistemas más áridos, que eran más propicios para esta actividad que para cultivos ante la falta de lluvias.

No es que la caza y la recolección fueran inocuas. Antes de la agricultura ya quemábamos bosques para cazar más fácilmente , cambiando ya los ciclos del agua, pero entonces se conocía profundamente el ecosistema, se sabían los ciclos de vida de todas las plantas y animales; también hubo un periodo en el que el forrajeo y la agricultura convivieron fusionados. A medida que la población creció, se redujeron las posibilidades de ser flexibles en nuestras estrategias de subsistencia, se comenzó a olvidar recurrir a la caza y la recolección en momentos necesario. Y se inició el “proceso que parece en gran medida irracional e irreversible a largo plazo”, en palabras de los autores del trabajo.

Miguelón, protagonista inesperado del estreno del libro #Atapuerca40años


Inesperado invitado en la presentación de «Atapuerca, 40 años inmersos en el pasado». @Miguel Angel Nieto

ROSA M. TRISTÁN

No estaba previsto. De repente, entre el público alguien sacó un cráneo de una bolsa. «A ver si Eudald Carbonell nos puede decir de quién es», desafiaron al arqueólogo. Ambos, nos quedamos de piedra. Según me contó después Eudald, no es la primera vez que alguien va a una conferencia o presentación suya con un resto humano, pero un cráneo era demasiado. Ocurrió hace unos días, mientras ‘estrenábamos’ oficialmente el libro «Atapuerca, 40 años inmersos en el pasado» (National Geographic, RBA), que hemos escribo a cuatro manos, en la Librería Lé de Madrid.

Fue una tarde especial, cargada de emociones, en la que no faltaron ni la familia ni los amigos. No tengo palabras para describir la sensación que tuve al entrar en el espacio destinado a la presentación y ver tanta gente. Entre la incredulidad y la satisfacción plena, entre el gusanillo de los nervios y el bloqueo por no saber a quien saludar primero. Como el espacio no era muy grande, muchos estaban de pie, entre las columnas, por las escaleras o sentados en el suelo. Había una cámara de televisión y un micrófono de RNE. También algunos colegas tomando notas. ¿Qué más se puede pedir?

Habíamos pensado que aquello fuera como un diálogo entre los dos, que no hablaríamos tanto de lo que es Atapuerca como del libro y que procuraríamos no alargarnos para que hubiera espacio para preguntas del público, que las hubo. Creo que seguimos el plan sin desviarnos, y que algunas de las anécdotas con las que Eudald jalonó su intervención, que recogemos en el libro, pusieron la nota divertida en algo que no queríamos que resultara ‘muy académico’. Entre otras cosas porque, aunque hemos intentado ser rigurosos en el contenido, queríamos que esta obra resultara entretenida para cualquier persona ajena a la materia, que sirviera de resumen de una historia no sólo de los hallazgos, sino también de las personas que han pasado por allí en estas cuatro décadas dejando su huella, algunas ya desaparecidas, otras convirtiéndose en los y las grandes especialistas que hoy son.

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Se me pasó el tiempo volando, así que fue Eudald quien, más consciente del tiempo, puso el colofón: «Somos más de 7.000 millones de individuos en el planeta y en nuestras  manos está el futuro. En otro caso caminamos hacia el colapso de la especie», dijo.

@Miguel Angel Nieto

Y luego, las firmas… Creo que a cada persona le gusta llevarse algo distinto, una dedicatoria que tenga algo que ver con ella, con el por qué compró ese libro y no otro de los cientos que había alrededor. Así, sin darnos cuenta, entre conversación y conversación, la cola se alargó y hubo gente a la que no puede saludar como hubiera querido.

Ahora, a esperar las opiniones de los lectores y lectoras. Eso es lo importante. Tras cuatro años de trabajo conjunto, mi deseo -y puedo decir que seguramente el de Eudald Carbonell también- es que cada uno de ellos se sienta más cerca de este gran proyecto de la ciencia española, que se acerquen así al fascinante mundo de la investigación, sus dificultades, sus preocupaciones y sus éxitos. A lo mejor así un día tenemos gobernantes en este país que visiten lugares como éste a menudo (por cierto, Rajoy no se ha pasado por Atapuerca, pero creo recordar que un día visitó un laboratorio…), que entiendan que sin ciencia no hay futuro y sin presupuestos no hay ciencia.

Los medios, en la presentación. @Miguel Angel Nieto.

 

Con la editora de RBA, Anna Periago. @Miguel Angel Nieto.

@Miguel Angel Nieto.

 

Lyn Wadley y la evolución cerebral de los humanos


La antropóloga sudafrica Lyn Wadley. |ROSA M. TRISTÁN

La antropóloga sudafrica Lyn Wadley. |ROSA M. TRISTÁN

ROSA M. TRISTÁN

(Publicado en ESCUELA)

Si hay alguien que sabe sobre los primeros pasos de la inteligencia humana en este planeta es la catedrática emérita de Arqueología Lyn Wadley, en la Universidad de Witwatersrad (Johannesburgo). Sudafricana de origen, durante más de 20 años fue la responsable de dirigir dos de los más importantes yacimientos del mundo relacionados con los primeros ‘sapiens’ de ese continente. Se trata de las cuevas de Sidubu y de Rose Cottage, con cronologías que van desde los 120.000 a los 70.000 años.  Sus trabajos han sido publicados en las mejores revistas científicas internacionales.

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Camilo José Cela Conde: “La percepción de la belleza nos ayuda a integrarnos socialmente»


(Publicado en ESCUELA)

PALMA DE MALLORCA.-La cita es en la cafetería de una facultad. Camilo José Cela Conde recibe a ESCUELA en su centro de trabajo. Nada hace pensar que ese hombre sencillo, extremadamente afable, ostenta el título de Marqués de Iria Flavia, un nombramiento que Juan Carlos I creó para su padre, como reconocimiento por su dedicación a la Lengua. Ese lustre nobiliario no le ha separado de las aulas, ni de los laboratorios donde investiga los misterios del cerebro humano. Profesor en la Universidad de Baleares, y miembro de la Asociación Americana para el Cultivo de la Ciencia, Cela-Conde está empeñado en descubrir las raíces de nuestra Humanidad en las redes neuronales. Hace unos días salió de imprenta su última obra, una colaboración más con el biólogo Francisco Ayala, “Evolución Humana”.

@ROSA M. TRISTÁN

@ROSA M. TRISTÁN

La entrevista tiene lugar en un despacho de su facultad, a través de cuyas ventanas se disfruta del espectacular paisaje mallorquín. Los árboles, las montañas, los campos labrados…

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Las voces de nuestros ancianos sabios


La abuela Margarita, entrevistada por Elena García Quevedo.|@CARLOS PÉREZ MORALES

La abuela Margarita, entrevistada por Elena García Quevedo.|@CARLOS PÉREZ MORALES

ROSA M. TRISTÁN

Pertenezco a esa generación que creció en una gran ciudad, pero cuyas las raíces están bien ancladas en el mundo rural. Una pareja, la de mis padres, nacida y crecida en un pueblo castellano, Fuentenebro (Burgos), que en los años 60 inició la aventura de la migración. Pertenezco pues a esa generación acabó desligándose de la tierra, a veces ocultando ese pasado campesino y pobre tan alejado de la modernidad. No es mi caso. Cuando era cría siempre que tenía ocasión contestaba que era ‘de Fuentenebro’ porque ser de Madrid me resultaba insulso,aburrido, porque donde realmente disfrutaba era en ese pequeño pueblo de la Ribera del Duero en el que pasaba los veranos con mi abuela. Ese lugar donde se iba a por agua a la fuente con un botijo y se montaba en burro.

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Los misterios de Atapuerca


Desde que comencé a escribir a divulgar ciencia, hace ya muchos años, la Paleoantropología se convirtió en una de mis pasiones y mucho tuvo que ver en ello conocer los yacimientos de la Sierra de Atapuerca de la mano de sus protagonistas, los más conocidos y los que lo son menos.

Yacimiento de la Gran Dolina.|Rosa M. Tristán

Yacimiento de la Gran Dolina.|Rosa M. Tristán

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Carbonell y Agustí: La crisis de ‘una evolución sin sentido’


Eudald Carbonell y Jordi Agustí, los autores. |IPHES

Eudald Carbonell y Jordi Agustí, los autores. |IPHES


Cuentan los investigadores catalanes Eudald Carbonell y Jordi Agustí que estamos en un momento de crisis estructural, de un sistema, el capitalista, que está al borde del colapso. Pero a diferencia con las crisis del pasado, ahora nuestra especie tiene la responsabilidad y, sobre todo, la capacidad para que el resultado sea distinto al que se avecina. Este es el tema central de ocho apasionantes conversaciones entre ambos recogidas en el libro que comparten ambos científicos: «La evolución sin sentido» (Ed. Península), que acaban de presentar. Las mantuvieron en 2009, pero son de plena actualidad. Como si hubieran tenido acceso a una máquina del tiempo…

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El reto de excavar en Olduvai sin dinero, o cómo pelear por un proyecto


Vista de los yacimientos de la Garganta de Olduvai, por la mañaña.|ROSA M. TRISTÁN

Vista de los yacimientos de la Garganta de Olduvai, por la mañaña.|ROSA M. TRISTÁN

Por más que lo intente, no logro acostumbrarme a ver cómo este país se va al garete. Es algo que en el caso de la investigación raya el absurdo. No sólo no hay fondos para investigar en España, no sólo nos permitimos rechazar fondos europeos, no sólo dejamos que los mejores investigadores se vayan, sino que desaprovechamos aquello que ya está funcionando y tiene un futuro prometedor y brillante. Es lo que está pasando con el Proyecto Olduvai, codirigido por dos arqueólogos españoles: Manuel Domínguez-Rodrigo (profesor en la Universidad Complutense) y Enrique Baquedano (director del Museo Arqueológico de Madrid).

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Historia de dos aventuras científicas, de genes y piedras.


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Tengo entre manos dos libros sobre neandertales. Recién sacados del horno. Dos historias de científicos españoles que en estos tiempos turbulentos para la ciencia han decidido recapitular, contar su aventura vital y dejar constancia de lo mucho que todavía queda por saber del su paso por el mundo, si es que la ciencia básica, sigue teniendo hueco.

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Involución en España ¿volveremos a ser neandertales?


Neandertal con plumas

Neandertal con plumas

La cultura es intrínseca a la especie humana. No sólo al moderno ‘Homo sapiens’, sino a otros parientes evolutivos desde hace dos millones de años. La más primitiva, la Olduvayense, tiene dos millones de años y se considera la primera: en el centro de África unos arcaicos ‘Homo habilis’ decidieron crear algo nuevo,  herramientas talladas en piedra, sencillas, pero eficaces.

Luego, otras humanos más desarrollados siguieron innovando, creando, para lo cual tenían que perder un poco el tiempo: mientras pensaban como mejorar sus hachas de mano, sus raederas, las lanzas… no podían ir a cazar, ni recolectar, ni vigilar a los depredadores… Alguno podría pensar que estaban ‘entretenidos’ manoseando piedras. Tardaron su tiempo, pero al final ahí estaba la cultura Achelense, bifaces de doble filo mucho más sofisticados que las pobres piedras de los ‘Homo habilis’.

Acabo de regresar de la cueva de El Sidrón, en Piloña (Asturias). Allí han encontrado fantásticos utensilios de la ‘cultura’ musteriense, la que caracterizó a los neandertales euroasiáticos: el musteriense es el conjunto de conocimientos propios de estos cercanos parientes hoy extinguidos que consiguieron sobrevivir 200.000 años en condiciones gélidas, muy adversas. ¿Y para qué se ponían plumas, como se ha descubierto hace poco? Pues seguramente era un símbolo artístico que no sabemos descifrar, un adorno con mensaje, como el de los indios americanos.

Para muchos, sin embargo, la auténtica CULTURA, con mayúsculas, sólo apareció con nosotros, el ‘Homo sapiens’, que marcamos la diferencia dejando hermosas pinturas rupestres en las cuevas, creando símbolos que expresan ideas, transmitiéndolas enriquecidas a las generaciones posteriores, lo que viene en llamarse EDUCACIÓN.

Aquello más propio de la especie, sin embargo, ha entrado en crisis en este país. Un 30% menos de presupuesto para CULTURA, con mayúsculas, y recortes en Educación, sobre todo en personal, que es lo peor. Un ministro de Cultura, Educación y Deporte, José Ignacio Wert, que considera la creatividad un ‘entretenimiento’, y por tanto algo prescindible en tiempos de crisis.

Cultura, según la definición de la Real Academia Española es el «conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico y el conjunto de modos de vida y costumbres, y el grado de desarrollo artístico, científico e industrial den una época y grupo social». Habida cuenta de que la poca industria que hubo anda desmantelada desde hace décadas (nunca fuimos un país industrial) y que el desarrollo científico está a la deriva (los recortes en ciencias han sido brutales), nos quedaban las artes, que ahora han sido tocadas, tanto en su expresión más alta (léase museos, cine, teatro, ópera…) como en la más sencilla: en los colegios y otros centros de enseñanza.

No volveremos a ser neandertales, porque nunca lo fuimos. Compartimos un escaso 4% con ellos. Pero, de seguir así, la involución, si no biológica si intelectual, está en marcha en España. Algunos que podrían haber sido artistas, acabarán no tallando, sino picando piedras. Y la definición de la RAE tendrá que cambiar: no habrá ese conjunto de conocimientos que permite desarrollar el juicio crítico. Objetivo cumplido.