ROSA M. TRISTÁN
España va abriéndose hueco en el Ártico, ese espacio repartido entre Rusia, Estados Unidos (Alaska), Canadá, Dinamarca (Groenlandia), Islandia, Suecia, Noruega y Finlandia que, a medida que se deshiela, preocupando a buena parte del mundo, se convierte a la vez en el deseado por las riquezas que puede generar a sus propietarios. Si bien hay científicos españoles que visitan asiduamente algunas regiones de este norte gélido con sus proyectos, lo cierto es que eran acciones individuales, a las que ahora se quiere dar cobertura con acuerdos desde el Comité Polar Español.
Uno de los primeros pasos en este sentido es el acuerdo firmado esta misma semana entre España y Japón, con una base científica en las islas Svalbard (Noruega), que permitirá a investigadores españoles potenciar su trabajo en esta zona del mundo, dado que nuestro país no tiene ninguna infraestructura similar. El convenio, firmado por el ministro en funciones Pedro Duque y el director del Instituto Nacional de Investigación Polar de Japón (NIPR, por sus siglas en inglés), Takuji Nakamura, incluye también la Antártida, dado que Japón tiene una base activa, y otras tres bajo mínimos, en una costa muy alejada de la que están las dos bases españolas, la Juan Carlos I y la Gabriel de Castilla. Entre las bajo mínimos está la base del Domo Fuji , a cuyas cercanías llegó el invierno pasado el Trineo de Viento de Ramón Larramendi.
Antonio Quesada, secretario general del Comité Polar, además de reconocido científico ártico y antártico, señala que «estos convenios permiten realizar programas conjuntos de investigación porque, además, tenemos proyectos en áreas que son similares». Si bien científicos japoneses ya han visitado en el pasado las bases antárticas españolas, en este caso no se trata tanto de hacer intercambios (quizás algún doctorado si podría ir a la base japonesa Syowa, abierta todo el año), sino de intercambiar datos y recursos muy complejos de conseguir de otro modo.
Sin embargo, en el Ártico es donde las ventajas son más evidentes dado que, además, allí se realizan investigaciones de alta y baja atmósfera, de contaminantes, de geología… que tienen mucho interés para que los científicos polares españoles ya tengan un marco de referencia a la hora de realizar sus proyectos. Acuerdos similares ya existen con otros países, varios de Latinoamérica, pero Quesada comenta que éste es el primero de otros que vendrán con países que tienen presencia ártica, como Chequia o Canadá…