
ROSA M. TRISTÁN
Tras los últimos eventos climáticos en la Antártida y los colapsos del hielo que les han acompañado, incluso en la zona más fría de la Tierra, algunos científicos polares apuntaban a corrientes de aire tropicales, húmedas, que están llegando hasta el continente del sur, provocando olas de calor que acaban acelerando el deshielo y con él los cambios en el nivel del mar y en las corrientes oceánicas a nivel global.
Faltaba poner datos a estos fenómenos, especialmente numerosos en la Península Antártica, la zona del continente de hielo que se calienta a doble velocidad que el resto, y ahora es que han hecho los investigadores de Francia, Portugal, Bélgica, Alemania y Noruega en el trabajo que acaban de publicar en la revista “Communications Earth and Environment”.
Los datos que han recopilado indican que el 60% de los eventos de desprendimientos de hielo alrededor de las plataformas de hielo Larsen de la Península Antártica entre los años 2000 y 2020, fueron provocados por condiciones atmosféricas extremas, olas de calor polares que, si se cumplen las proyecciones –y todo indica que así va a ser si no se frenan las emisiones contaminantes globales- pueden poner en riesgo de colapso a la plataforma marina Larsen C. Al tratarse de hielo marino podría pensarse que ello no tiene que afectar al aumento del nivel del mar a nivel planetario, pero resulta que el 80% del hielo interior antártico se ‘evacúa’ por los glaciares y éstos son contenidos, como si de un contrafuerte se tratara, por estas plataformas heladas. Sin ese contrafuerte, el hielo interior sale “como el vino espumoso se vierte tras la expulsión del corcho”, señalan los científicos en un comunicado. Y la Larsen C es el ‘tapón’ más grande que contiene el hielo interior en la zona del Mar de Weddell.
Estas olas de calor -entre las que destaca la que tuvo lugar en febrero de 2020, cuando se alcanzaron más de 18,3º C en una base polar argentina- se producen, según explican, porque llegan hasta la Antártida ríos atmosféricos de aire cargados de humedad que se originan en zonas subtropicales o latitudes medias y que aumentan las temperaturas bruscamente. La última de estas corrientes de aire llegó en marzo de este año a la Antártida Oriental, donde si bien no se llegaron a rebasar los cero grados en el interior, si subió la temperatura 40º respecto a lo normal y se provocó el colapso de la plataforma de hielo frente al Glaciar Conger.
Irina Gorodetskaya, una de las autoras de este trabajo y gran experta en este tema, nos deja claro que estos ríos atmosféricos están relacionados con el cambio climático global, que aumenta su frecuencia y su intensidad, pero especifica que su causa última son eventos en los que se superan umbrales de temperatura máxima. “Las proyecciones climáticas futuras nos muestran la extensión de la temporada de deshielo y su migración hacia el sur de la plataforma Larsen C, pero también una mayor frecuencia e intensidad de ríos atmosféricos que llegarán a tierra en la Antártida, en concreto a la Península”. Todo ello, afirma, “conlleva el riesgo de tener un impacto perjudicial en la estabilidad de la Larsen C”.

No conviene olvidar que esta plataforma de hielo marino es la más grande que queda en torno a la Península Antártica y que, como se explicaba, funciona como un ‘tapón’ de un hielo interior que es suficiente para aumentar 60 metros el nivel del mar global si de derrite en su totalidad. Esos 60 metros más de agua supondría la inundación de grandes extensiones de la tierra, hoy habitadas por miles de millones de seres humanos que no estaban cuando hace decenas de millones de años la Antártida era verde.
En realidad, lo que puede pasar con el hielo marino de la Larsen C no es muy distinto de lo que ya ocurrió con las Larsen A y Larsen B en la misma zona: la primera colapsó en 1995 y la segunda en 2002. En su momento, ambos eventos se relacionaron con el derretimiento superficial de su hielo, que las debilitó, y con el fuerte oleaje oceánico provocado por las tormentas. Ahora, Jonathan Wille y sus colegas han añadido el factor «vientos cálidos» que provocan ‘olas de calor’ puntuales.
En las dos primeras décadas de este siglo han identificado un total de 21 eventos de desprendimiento y colapso de plataformas marinas y en 13 detectaron que antes hubo una llegada de fuertes ríos atmosféricos, con una diferencia de unos días con el colapso. Como en marzo pasado. Estos corredores en la atmósfera por los que viaja vapor de agua tropical, elevan las temperaturas y generan charcos de agua que se acumula en lagos o rellena grietas y que acaba fracturando las plataformas y desestabilizándolas. A ello se añade que sus bordes se desintegran, permitiendo que entren corrientes desde el océano.
Gorodetskaya nos cuenta que estos ríos atmosféricos cálidos también están llegando al Ártico si bien allí no existen plataformas del tamaño de las antárticas. “En el Ártico, los ríos atmosféricos y las olas de calor se han relacionado con fuertes impactos en la reducción del hielo marino y el extenso derretimiento de la superficie sobre la capa de hielo de Groenlandia”, responde. Precisamente, Irina acaba de regresar este 16 de abril de participar en la campaña ártica del avión HALO que estudia estas corrientes de viento árticas.