¿Lágrimas de sirena? No, pélets de plástico fuera de control


Foto del impacto en Sri Lanka del accidente de un portacontenedores hace unas semanas. Eso son pélets. FIRMA: S. KODIKARA AFP

ROSA M. TRISTÁN

Hay quien las llama ‘lágrimas de sirena’ pero el poético nombre oculta una de las contaminaciones plásticas marinas más desconocida: la invasión de pélets, esas bolitas blancas procedentes del petróleo que son la materia prima de infinidad de objetos de plástico y que se mueven por millones de toneladas por el mundo, con estratosféricas previsiones de consumo para la próxima década. En el caso del Mediterráneo, su presencia es visible en infinidad de playas y ahora una expedición oceanográfica trata de determinar algunas de las ‘rutas’ que siguen desde costas españolas.

El volumen de pélets en movimiento es exorbitado. Un reciente informe, realizado por UNCTAD (Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo), señala que el 5% del comercio mundial son hoy objetos de plástico (cifras que no incluyen el que contienen incorporado coches, ordenadores, etcétera)  y que suponen ya UN TRILLÓN de dólares al año, un 40% más de lo que decían estimaciones previas. Pues bien, en su exhaustivo documento, UNCTAD señala que el material primario (es decir, pellets y fibras para fabricarlos) suponen hasta el 56% de ese volumen comercial, seguido de formas intermedias (11%),  bienes manufacturados intermedios (5%), productos finales (21%) y, finalmente, los residuos plásticos, que al final del ciclo viajan de nuevo de un país a otro (el 2% de ese comercio). A destacar que sólo entre los textiles sintéticos y los neumáticos ya suponen el 60% de la producción mundial plástica que se comercializa fuera de las fronteras nacionales.

La economista de UNCTAD y coautora del informe, Diana Barrowclough, destaca que era importante estudiar el comercio de todo el ciclo del plástico para tener un retrato más fiel de la realidad y “promover el cambio hacia una producción, un consumo y un comercio más sostenibles » que reconoce que “excede con mucho la capacidad de gestión de los residuos”.

Pélets en playa La Pineda . Foto de Vila Nova Comú

Si nos centramos en el pélet, sólo en la UE, según datos de la Comisión, al año se pierden en el medio ambiente unas 160.000 toneladas de estas bolitas, un buen pellizco de las 250.000 toneladas desaparecidas a nivel global. ¿Y dónde van? A los mares, en un alto porcentaje, hasta acabar en el estómago de la fauna oceánica, incorporarse en los músculos de las tortugas y sardinas. Es más, hoy su posible impacto en la salud humana es una de las mayores preocupaciones de los europeos y australianos, como ha determinado un estudio de la Universidad de Exeter, pero sigue siendo un asunto pendiente. “Si bien ya conocemos bastante de los impactos ambientales se sabe poco de cómo afecta a nuestra salud humana y es algo que preocupa y se debería investigarse más”, reconoce la científica Sophie Davison, cuyo trabajo ha sido publicado este mes en la revista Global Environmental Change.

La realidad es que es raro visitar una playa sin tropezarse con plásticos. Y, si nos fijamos más, lo es también no ver estas bolitas blancas que para la mayoría son ‘objetos no identificados’ y están en la base de la fabricación de bolsas, envases o zapatos. En algunos casos son auténticas ‘granizadas’, eso si, no se deshacen, como reflejan las imágenes que días pasados han llegado de las playas de Sri Lanka, tras el incendio en un buque portacontenedores que llevaba más de 1.800 apilados, 80 de ellos con sustancias peligrosas como los pélets. Todo ha acabado en el océano en lo que, según la ONU, ha sido un accidente de impacto planetario, con escaso impacto mediático a este lado del mundo.

Mucho más cerca, en la costa catalana, estas pandemias plásticas flotantes son recurrentes, al albur de las corrientes y el viento, en lugares como la playa de La Pineda, de Vila-seca (Tarragona), según denuncia la ONG Good Karma Projects . La organización catalana señala que, con toda probabilidad, estas ‘no lágrimas’ provienen del Polígono Industrial tarraconense, dado que las han visto en el río Francolí y en barrancos a más de 20 kilómetros tierra adentro. También el Seprona apunta a este lugar en una investigación iniciada tras una gran fuga de pélets plásticos, por más que la  Associación Empresarial Química de Tarragona (AEQT) asegura que todas las empresas están adheridas a un compromiso de control de los microplásticos. La realidad refleja poco de ese compromiso. “Es el complejo petroquímico más grande de Europa, con el 0,7% de la producción mundial de pélets, dos millones de toneladas al año. A las dos semanas de la tormenta Filomena, la playa de La Pineda estaba llena de bolitas. Con el viento mistral, que sopla hacia el Mediterráneo, la mayoría van mar adentro, en dirección a Mallorca y Menorca, donde ya se han visto en cuatro calas”, señalaba Jordi Oliva, cofundador de Good Karma Projects.

El compromiso al que se refiere la asociación empresarial es el certificado de Operation Clean Swepp, una iniciativa mundial que deja en manos de las empresas fabricantes tanto la prevención como la solución a escapes de microplásticos . Para Surfrider Foundation Europe, que colabora con Good Karma Projects, el problema es la falta de una normativa sobre el asunto y un control muy sui géneris.

En todo caso, como no se ha podido constatar fehacientemente que el pélet que inunda el Mediterráneo tenga origen en Tarragona, ambas organizaciones se han unido en una expedición oceanográfica bautizada como #ChasingPellets, para buscar las pruebas. Con un velero de 9,5 metros de eslora, y durante diez días, recogerán los pélets de las aguas entre Tarragona y Baleares, utilizando una manta trawl.  “Surfrider estamos en 12 países de la UE y en otros continentes para la defensa de los océanos y hemos hecho numerosas campañas Cost Defenders desde 2008, de las que 14 están en activo, y esta expedición forma parte de ello”, recordaba Simon Witt, responsable del programa Coastal Defenders de Surfrider Europe, y uno de los miembros de la tripulación.

Según el estudio de la UNCTAD, Estados Unidos, la Unión Europea, Arabia Saudí y Corea del Sur son los mayores exportadores de estas formas primarias de plástico mientras que China figura como el principal exportador de productos manufacturados, intermedios y finales. Para ello, el país asiático necesita importar muchos pélets y fibras, que viajan de acá para allá cruzando océanos. También hay países -como los de la UE, Alemania y Estados Unidos- que a la vez importan y exportan, en un ir y venir sin tregua. «Otros países destacan sólo en ciertas partes del ciclo de vida de los plásticos o en sectores específicos», señala Julien Christen, investigador asociado del Graduate Institute y otro coautor del trabajo.

Al mismo tiempo, se reconoce que algunos de los países más afectados por la contaminación del plástico son los que menos contribuyen a su producción, consumo y comercio, especialmente los pequeños estados insulares en desarrollo donde hasta las sirenas lloran.. pero lágrimas de agua salada.

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