De Armenia a Marte, un viaje para 2021 con Starmus


ROSA M. TRISTÁN

Cuando el festival Starmus nació en Canarias en 2011, su promotor, el astrónomo Garik Israelian, no imaginaba que se convertiría en un evento de fama mundial y vocación itinerante. Diez años después, la próxima parada de Starmus, nacido para aunar ciencia y cultura, será Armenia, lugar de origen de su fundador y punto de partida de un viaje que nos trasladará a los misterios y los retos que supone para la Humanidad conocer nuestro planeta vecino: Marte. La exploración de ese mundo, situado a 54 millones de kilómetros de la Tierra, cuando se encuentra más cerca, forma del imaginario humano desde que Galileo Galilei lo descubriera allá por 1610 con su rudimentario telescopio y ahora más que nunca parece estar de moda.

El Starmus VI Festival fue anunciado oficialmente hace escasos días, con pocas horas de diferencia del lanzamiento de la nave espacial china ‘Tianwen-1’ hacia el planeta rojo. Llegará en febrero de 2021 si nada falla antes.  Mientras la sonda, con un orbitador, un módulo de aterrizaje y un rover, iniciaba su aventura, a miles de kilómetros se presentaba lo que pretende ser un homenaje a quienes desde hace cinco décadas han puesto su mirada en ese mundo gélido y árido. La primera misión desde la Tierra que tocó su superficie sin estrellarse fue la Mars 3 de la URSS, en 1971, que nos envió los primeros datos e imágenes desde tan inhóspito lugar que soñabamos lleno de ‘hombrecillos verdes’. Apenas dos semanas antes, en plena carrera espacial, alentada por la Guerra Fría, se había lanzado la misión Mariner 9 de la NASA (Estados Unidos), que se convertiría en el primer satélite marciano. En realidad, desde entonces sólo 26 de las 56 misiones enviadas a Marte han sido un éxito, entre ellas las cuatro americanas que llevaban rovers a bordo (Sojourner, Spirit, Opportunity y Curiosity).

“Estoy muy contento de que el próximo año Starmus se celebre en Yerevan, gracias al total apoyo de las autoridades de mi país, muy comprometidas para que sea un éxito y dedicarlo a los 50 años de exploración de Marte será un imán para quienes quieren mirar más allá de la Tierra”, explica Israelian, que ya está en marcha para ofrecer muchas sorpresas entre el 6 y el 11 de septiembre del próximo año. Para entonces, si se cumplen las previsiones, se da por seguro que las vacunas contra la COVID-19 nos habrán alejado la amenaza de la pandemia con la que el mundo brega desde comienzos de este año y viajar a Marte, con escala en Armenia, será una oportunidad de acercarnos a ese mundo.

Entre los que ya han confirmado su asistencia al próximo Starmus VI están varios premios Nobel, como el noruego Edvard Moser (quien descubrió con May Britt Moser las células que componen el sistema de posicionamiento en el cerebro humano) y el  astrónomo suizo Michel Mayor, que reveló que en el Cosmos había planetas más allá de nuestro Sistema Solar. Además, están convocados muchos de los que más saben de este planeta, de cómo se podría vivir allí, de las misiones pasadas y de las que están en marcha. Y es que, además de la nave China, el pasado 20 de Julio despegó hacia la atmósfera marciana la misión Hope Mars de los Emiratos Árabes Unidos y este 30 de Julio ha salido la misión Mars 2020 de la NASA, en la que participan varios proyectos punteros españoles destinados a encontrar vestigios de vida marciana, si la hubo. De todo ello se hablará en Armenia, y de otros proyectos tan ambiciosos como el de SpaceX, que trabaja ya en preparar una misión tripulada a este planeta rojizo. Es más, como las tres misiones llegarán a su destino en febrero de 2021, para septiembre es más que posible que ya nos cuenten novedades de todas ellas.

Y no sólo habrá mucho debate científico, sino que investigadores de las más diversas áreas del conocimiento compartirán espacio con músicos como Brian May, del grupo Queen, astronautas como Charles Duke, que viajó en el Apollo 16 y se paseó por la Luna, creadores como el padre del iPod y fundador de NEST, Tone Fadell.  El resto de ponentes, artistas y músicos invitados los dará a conocer el Consejo Consultor de Starmus en los próximos meses. 

La invitación para su celebración en Armenia surgió el pasado año durante el Starmus V, celebrado en Zürich. Fue realizada por el propio presidente del país, Armen Sarkissian, y de hecho la organización será bajo su Alto Patronazgo, con el apoyo del Ministerio Educación, Ciencia, Cultura y Deporte y del Ministerio de Altas Tecnologías armenios.

Para terminar, la autora con Alexei Leonov. Fue  la segunda foto con él. Y la última..

Haciendo historia, conviene recordar que Starmus Festival nació en Tenerife (Canarias), con la intención de convertirse en un evento español de referencia científica y cultural mundial. Lo segundo lo consiguió, y logró hitos como que Neil Armstrong, Alexei Leonov  o Stephen Hawking (hoy los tres fallecidos) visitaran nuestro país, en el caso del último logrando ilusionar tanto al famoso astrofísico que pasó a formar parte de su comité. Hoy la Medalla Hawking a la divulgación científica recuerda ese compromiso. Pero Israelian no consiguió lo primero, que Starmus se quedara en España, ante una falta de apoyo institucional y empresarial a nivel nacional y autonómico que dice mucho de lo que se ha valorado la divulgación de la ciencia en este país. Finalmente, después de tres festivales canarios, y ante las invitaciones para llevarlo a otros países, Israelian y su equipo optaron por celebrarlo en 2017 en Noruega, en concreto a Trondheim, donde contó con la presencia de los príncipes herederos y las autoridades del país. Sirva de prueba del compromiso con el festival.

El último Starmus V tampoco regresó a España. Fue en 2019 y conmemoraba un momento único en la historia de la Humanidad: los 50 años de la llegada a la Luna.  Se convocó en Zürich (Suiza), ciudad donde logró reunir a casi todos los astronautas vivos que participaron en las misiones Apollo de la NASA. Ahora, el siguiente será en Armenia… y surge la pregunta inevitable: ¿Regresará algún día al país que lo vio nacer? De momento, todo indica que mucho tiene que cambiar el panorama.

Respecto a la Medalla de Hawking, recordar que ya ha sido recibida por Elon Musk, Jean-Michel Jarre, Neil deGrasse Tyson, Brian Eno, Hans Zimmer y el documental Loco por las partículas (The Particle Fever), dirigido por Mark Levinson.

Os animo a seguir de cerca las futuras incorporaciones a un plantel que, sin duda, de nuevo será estelar y muy marciano.

El «comienzo del futuro» en los yacimientos de Atapuerca


 

ROSA M. TRISTÁN

Antes de aparcar en la entrada de la Trinchera del Ferrocarril ya se nota que es un año raro. Apenas hay dos coches aparcados. Es 12 de Julio de 2020, casi en la mitad de la actual campaña de excavaciones en la paleo-sierra burgalesa, Atapuerca, a cuyos pies los trigales aún están a medio segar y las amapolas visten de color los campos. Este año, no hay visitas en julio en los yacimientos, ni de turistas ni de invitados especiales. Tampoco hay estudiantes. «Sólo han venido doctores, investigadores que llevan 20 o 30 años aquí trabajando y la productividad está siendo altísima para los pocos que somos», me cuenta el codirector del proyecto, Eudald Carbonell.

María Martinón-Torres, con mascarilla, excavando en el Yacimiento Exterior Estatuas (Atapuerca). @Rosa M. Tristán

Al Eudald ‘enmascarado’ se le distingue bien por su altura y por el ‘salacot’ que forma parte de su identidad desde hace tantos años, pero no resulta tan fácil con otras personas, todas ocultas tras los ‘tapabocas’ siguiendo el estricto protocolo de seguridad que este año se ha impuesto en la campaña. Por un año, adiós al ‘almuerzo’ de las 11, cuando los grupos de los distintos yacimientos se reunían en torno a un bocadillo para compartir hallazgos. Estas semanas, cada grupo evita el contacto a toda costa. Por otro lado, la productividad aumenta y por donde el año pasado paseaba entre encinas y carrascos ha surgido, en unas pocas jornadas, un nuevo yacimiento de este inagotable laberinto de historias que es Atapuerca. Se llama ‘Estatuas Exterior’, porque en el fondo no es sino la continuación del que hay en la Galería de las Estatuas, dentro de la Cueva Mayor, un lugar donde ya se sabe que estuvieron los neandertales.

En medio del bosquecillo, Nacho Martínez-Mendizábal, que comparte trabajo este año mano a mano con María Martinón-Torres, me cuenta lo que se sabe de este lugar: «Aquí estaba la entrada de la cueva que se derrumbó y cayó a la Galería de las Estatuas. Abajo hemos encontrado un resto fósil de neandertal y algunas de sus herramientas, pero la cueva estaba aquí arriba y esperamos encontrar ocupaciones neandertales importantes. Es el comienzo del futuro porque aquí habrá para muchas generaciones de científicos», asegura el investigador.

En realidad, ya saben que hay hasta 16 metros de sedimentos de relleno de cueva a sacar de este enclave. «Es como la Gran Dolina para que te hagas idea. Forma parte de una nueva generación de yacimientos, junto con la Cueva Fantasma. Como no está cortada como en La Trinchera, no tenemos la estratigrafía a la vista, pero esto será enorme y todo indica que hemos dado con la entrada», explica junto a Carbonell.

Cueva Fantasma está muy cerca de este lugar. Tampoco existe porque en su día se derrumbó y porque después una cantera de cal cambió la fisonomía del lugar. Como en Estatuas, allí estuvieron los neandertales que tanto cuesta encontrar en Atapuerca, pero que van dando la cara poco a poco. En lo primero que pienso al llegar es lo que ha cambiado este lugar en sólo tres años. Ahora, un techado para evitar que la lluvia lo deteriore y que se ‘deterioren’ los excavadores a pleno sol. La responsable del yacimiento, Ana Isabel Ortega, me recuerda que en el lugar donde el primer año la ayudaba a recoger escombros, ahora ha aparecido un nivel con una gran concentración de fósiles de caballos, bóvidos, hienas… en lo que podría ser un cubil de hienas. Como además hay herramientas, pequeñas lascas de sílex, se sabe que en la cueva también se refugiaban puntualmente los neandertales, de los que ya se encontró un fragmento de un cráneo. Todo de hace entre 90.000 y 50.000 años aproximadamente, aunque también hay una zona que podría tener hasta 200.000 años. «Es la cavidad más grande. La cantera nos quitó el techo y no tocó los sedimentos. Tenemos toda la planta.

@Rosa M. Tristán

La Trinchera está bajo mínimos. Veo poca gente en la Gran Dolina, para lo grande que es, aunque distingo entre las mascarillas a la arqueóloga Palmira Saladié, nadie en el yacimiento de La Galería, cerrado totalmente, y ya de salida, me asomo al foso de la Sima del Elefante y ahí están Rosa Huguet e Isabel Cáceres, ésta última dándole a una pared con un pequeño pico. Me cuentan que tampoco hay nadie cribando sedimentos en el río Arlanzón. Todo se guardará para próximas campañas. «Es raro trabajar tan pocos, pero nos está cundiendo», asegura Huguet.

El esfuerzo por haber mantenido abierto el trabajo, sorteando las dificultades, es evidente. «Esta es la campaña que ha llevado más tiempo preparar para tenerlo todo controlado, en total tres meses entre cambios de andamios, protocolos, etcétera. Pero no podíamos parar totalmente la máquina y al final está siendo muy productiva porque están solos los doctores, investigadores con una larga trayectoria que no paran de trabajar», comenta Carbonell, preocupado por la cantidad de personas cuyos empleos dependen de Atapuerca y sus hallazgos en el Museo de la Evolución Humana (que justo el día de mi visita cumple 10 años), el Parque Arqueológicos, las visitas, los centros de interpretación…

Mientras hablamos, casi debajo de nuestros pies, está la Sima de los Huesos, donde este año el equipo de Juan Luis Arsuaga también excava. Al lado, una tapa recuerda la ‘Operación Mariscal», allá por 1987. Para detalles como éste y otros más, os recomiendo leer ‘Atapuerca, 40 años inmersos en el pasado«, de RBA, que sigue en el ‘top’ de las ventas sobre este fascinante lugar….

 

Objetivo: Crear el ‘Santuario de las Abejas’


Alvaro Marcos Martín con sus colmenas.

ROSA M. TRISTÁN

Cuenta la historia que en excavaciones egipcias con más de 2.000 años han sido encontradas muestras de miel perfectamente conservadas en vasijas. Incluso hay pinturas rupestres de hace más de 5.000 años en las que quedó registrada la utilización de la miel, tal como la siguen consumiendo numerosos pueblos indígenas en la Tierra. Los mursi de Etiopía, por ejemplo, la recolectan de panales hechos de troncos que cuelgan de las acacias espinosas de las tierras del sur por las que descansan los leones. Es una escena del presente que nos lleva al pasado, y eso es lo que quiere hacer el joven apicultor Alvaro Marcos Martín, que busca recuperar esa práctica ancestral y aún viva para ayudar a unos inteligentes y hacendosos insectos que están en crisis.

La contaminación, la proliferación de plagas y patógenos, como la varroa, la llegada del ‘avispón asiático’, los insecticidas… Las pequeñas abejas, polinizadoras ‘estrella’ del planeta, tienen demasiados enemigos y detrás casi todos se oculta el ser humano. Hace tiempo ya que la ciencia viene alertando de que casi el 10% están desaparecidas y también de que no podremos vivir en un planeta sin ellas. Alvaro, que lleva ya ocho años de apicultor ecológico y tiene unas 200 colmenas, las ha visto morir muchas veces. Por ello, ha decidido crear ‘un santuario’ en el que estén plenamente integradas en su entorno natural. Será un espacio en la Sierra Norte de Madrid desde donde investigar y hacer educación ambiental sobre tan pequeño y necesario ser vivo. «Con el tiempo he aprendido que las colmenas cuadradas de madera y metal les generan estrés. Además, no se les deja suficiente miel para tener una vida tranquila en invierno, les faltan nutrientes y todo ello les afecta. En este ‘santuario’ se trata de volver a la apicultura artesanal y natural para mejorar su bienestar y poder comparar su estado con las colmenas habituales. Determinar qué es lo mejor para ellas», explica Alvaro.

Para conseguir los fondos que necesita, como mínimo 9.780 euros (pero lo óptimo son 13.780 euros) , acaba de lanzar una campaña de crowdfunding en la plataforma Goteo.org, gracias a la cual espera poder ver cumplido el sueño de su santuario con al menos 60 colmenas-tronco, o ‘dujos’, que es como se llaman en el norte de España. Esos fondos también servirán para alquilar la finca en Rascafría (Sierra de Madrid), en un lugar a resguardo de productos químicos y otras interferencias, para ponerles un techado que proteja los ‘dujos’ durante el invierno y, por supuesto, para comprar los 60 enjambres. «Se que la producción, totalmente ecológica, será mínima y tardará, porque al menos les llevará un año construir ‘su casa’ en el tronco, pero mi objetivo no es sacar producción, sino ver qué pasa cuando están en colmenas naturales como antes, tranquilas. En un intento experimental con troncos, ya comprobó que las abejas tienen más fuerza para matar a los ácaros y se protegen mejor de la varroa», explica.

Alvaro aprendió la técnica hace años de un apicultor ecológico que lleva muchos años en el negocio en Palencia, Aurelio González. Especializado ahora en la producción de jalea real, tiene su propio negocio, especializado en la jalea real, el alimento de la abeja reina. Se llama  EntreAbejas. Como no le falta experiencia, sabe bien que la paciencia es clave apicultura.  «La realidad es que la falta de conocimiento sobre un animal tan sensible como la abeja y la lógica ansiedad por aumentar la producción en un mundo consumista, nos ha llevado a generar mucho  estrés a las abejas y eso está detrás también de su alta mortandad», asegura. En realidad ¿cómo no estresarse si por un kilo de miel una abeja debe hacer  200.000 vuelos?

Según su experiencia, ese ‘estrés’ en un insecto con un millón de neuronas no es natural:  «Para empezar, la poca ventilación de las colmenas cuadradas, hace que dentro lleguen a sufrir un intenso calor; tampoco les favorece que se les suministre azúcares para estimular la producción porque empeoran su alimentación y acortan su vida; además, hay una manipulación excesiva que rompe el equilibrio de las colmenas y a menudo se recolecta la miel en otoño, dejándolas con pocas reservas para el frío. Si además les orientan los panales y la cera, cuando ellas lo hacen muy bien, y no les dejan seleccionar a su reina, aumenta su debilidad», argumenta. En su ‘santuario’, asegura, serán totalmente libres.

En el crowdfunding se puede participar desde 10 euros, pero con 20 euros ya tienes derecho a recibir más de un kilo de esa miel, que tardará en llegar pero será muy especial. También se puede participar en la reforestación de la finca con árboles melíferos autóctonos que suministren alimento a las abejas, en  jornadas de divulgación que tiene previsto organizar, visitas guiadas para familias y colegios o disfrutando de cursos y talleres sobre apicultura ecológica y artesanal, de la que sabe mucho. «Se trata de difundir la situación de las abejas y lograr que si esta técnica funciona, pueda recuperarse y con ellas tengamos abejas más fuertes frente a las amenazas a las que se enfrentan», asegura.

Lo dicho, para ayudar a crear este Santuario de las Abejas, puedes hacer una aportación en GOTEO.ORG.

 

El ‘link’ de los genes neandertales y la COVID-19 más grave


Una investigación preliminar revelaría que genes de estos humanos extintos que tenemos en el ADN agravan la infección por el coronavirus

ROSA M. TRISTÁN

Desde que en 2010 (Science), el equipo de Svante Pääbo, en el instituto Max Planck de Alemania, revelara el genoma de los neandertales, y descubriera que los euroasiáticos compartimos con ellos entre un 1% y un 3% de nuestro ADN (quizás más), son muchos los trabajos que han ido relevando cómo los genes que heredamos (los no africanos) de esta especie humana extinta tiene relación con el impacto de algunas enfermedades, como la depresión, la diabetes de tipo 2, el mal de Crohn o la cirrosis biliar, incluso la esquizofrenia. Ahora resulta que también podrían tener que ver con la infección por el SARS-Covid-19, según acaba de publicar The New York Times.

Sin embargo, es una información a coger ‘con pinzas‘ porque si bien el meticuloso Pääbo es uno de los firmantes, junto a Hugo Zeberg (del Instituto Karolinska), se trata de una investigación que aún no ha sido publicada en ninguna revista, y por tanto no ha sido revisada por otros científicos, que deberán dar su visto bueno. De momento, sólo ha sido publicada en un repositorio on line de artículos científicos ‘prepublicados‘, en este caso sobre biología. Es un sistema que, por un lado, permite que otros colegas tengan acceso libre a hacer comentarios a los artículos antes de ser publicados oficialmente, pero que tiene el riesgo de que se den por ciertos resultados que pueden tener cambios.

El pre-artículo en cuestión, titulado «El mayor factor de riesgo genético para la COVID-19 severo, heredado de los neandertales«, viene a decirnos que desde que nuestra especie ‘sapiens‘ salió de África y se hibridó con nuestros parientes prehistóricos euroasiáticos (hace entre 40.000 y 60.000 años), han permanecido en nuestro ADN seis genes en el Cromosoma 3 que coinciden con los que se relacionan con los enfermos más graves por el SARS-CoV-2 . En la investigación de  Ellinghaus y sus colegas también asociaban esa gravedad con una región del Cromosoma 9, que es la que determina el grupo sanguíneo ABO, y que también la tenemos heredada de los neandertales, si bien investigaciones posteriores ha restado protagonismo al grupo sanguíneo. Lo que si parece confirmarse, de momento, es que quien lleva esas variantes genéticas del Cromosoma 3 tiene hasta tres veces más riesgo de enfermar de gravedad.

Ellinghaus hizo su estudio -éste si publicado-, con datos de 3.199 pacientes hospitalizados por coronavirus en Italia y España para averiguar si había componentes genéticos en el hecho de que algunas personas contagiadas sean asintomáticas mientras otras llegan a fallecer o estar muy graves, sobre todo hombres y personas ancianas. Es un asunto en el que muchos grupos de todo el mundo se han puesto a trabajar y que llamó la atención de Zeberg y, a través de él, de Svante Pääbo.  «Demostramos -señalan en el texto- que el riesgo es conferido por un segmento genómico de unos 50 kb que se hereda de los neandertales y que ocurre con una frecuencia de un 30% en el sur de Asia y un 8% en Europa».

Distribución geográfica de los genes de neandertal que podrían provocar el COVID-19 más grave.

Este fragmento del genoma implicado, consideran improbable que sea fruto de la selección natural y habría permanecido en el ADN porque, especulan, a lo largo de decenas de miles de años nos habrían protegido de virus, pero de virus europeos de hace 60.000 años no de un coronavirus del siglo XXI. Los investigadores alemanes explican que es una variante muy común en Bangladesh, donde la tiene el 63% de la población, y en sur de Asia (en torno al 30%), mientras que en el este de Asia la tiene sólo un 4% y casi no existe en África, dado que el cruce entre las dos especies humanas se produjo a la salida de ese continente de los ‘Homo sapiens‘ y pocos africanos tienen genes neandertales. También, indican, es posible que el segmento genético mejorara la salud de los surasiáticos, quizás favoreciendo una respuesta inmune a los virus en la región. Eso  puede explicar en parte por qué las personas de ascendencia bangladesí están muriendo a una alta tasa de Covid-19 en el Reino Unido», según una declaración de Pääbo en el diario norteamericano.

Svante Päävo, del Max Planck Institute, en el UISPP en Burgos. @Rosa M. Tristán

Los autores reconocen en The New York Times  que sus conclusiones son ‘pura especulación’, pero como se lee en el ‘preprint‘, han comprobado que 12 de los 14 nucleótidos identificados por Ellinghaus como factores de riesgo están también en los 33 fragmentos de ADN de esta posición en el fósil neandertal de Vindija (Croacia), usado para descifrar el genoma de la especie. Curiosamente, son muchos menos en el ADN de neandertales de Siberia (en los de Altai o de la cueva Chagyrskaya, también secuenciados) y no existen en el de los denisovanos. También los buscaron en el ADN de ancestros comunes a todos estos humanos, de hace unos 500.000 años, pero sin resultado: los genes están más presentes en el fósil croata que en cualquier otro; por otro lado, esa es la población neandertal que más se ha extendido entre nuestra especie.

«Actualmente no se sabe qué característica en la región derivada de neandertal confiere riesgo de graves con COVID-19 y si los efectos de cualquiera de estas características son específicos de los coronavirus actuales o, de hecho, de cualquier otro patógeno. Una vez que se aclare esto, es posible especular sobre la susceptibilidad de los neandertales a patógenos relevantes. Sin embargo, en la pandemia actual, está claro que el flujo de genes de los neandertales tienen consecuencias trágicas», concluyen.