
Hielo procedente de la Antártida en el Mar de Weddell, visto desde el Buque Hespérides. @ARMADA ESPAÑOLA
ROSA M. TRISTÁN
Si hay asuntos controvertidos en torno al cambio climático es su impacto en los hielos de los polos y a qué velocidad desaparecen sus glaciares y, en consecuencia, aumenta el nivel de los mares. La conclusión fundamental es que hay que seguir investigando estos lugares, y sobre el terreno, porque de lo que allí pase depende la vida de millones de personas que habitan zonas inundables…
Un reciente estudio del Panel Intergubernamental del Clima (IPCC), presentado en septiembre, concluía que entre 2007 y 2015, la pérdida de hielo en la Antártida por el aumento de la temperatura se ha triplicado respecto a la década anterior, mientras que en Groenlandia se duplicó. Estos días, un nuevo trabajo científico, realizado por un equipo internacional, entre los que está el glaciólogo español Francisco Navarro (Universidad Politécnica de Madrid) nos recuerda que aún queda mucho por saber al respecto. Navarro estudia desde hace años el balance de masas de los glaciares Johnson y Hurd en la Isla Livingston de la Antártida. En estos momentos, está con su equipo en la base Juan Carlos I, recabando nuevos datos que analizará a su regreso.
Con trabajos como el suyo, se hacen estimaciones de masa de hielo ganan o pierden los glaciares a lo largo de un cierto periodo de tiempo. Dado que las nevadas aumentan la masa de los glaciares y la fusión y la liberación de icebergs hacen que el glaciar la pierda, ese balance entre ganancias y pérdidas es crucial para conocer el “estado de salud” de los glaciares. Y lo que se sabe no es suficiente, según el artículo publicado en Earth Science Reviews, por lo que no sabemos tampoco la respuesta necesaria para mitigar los impactos potenciales del cambio climático. Es una tarea nada fácil.
Dado que los glaciares tienen grandes grietas, sobre todo en las zonas más cercanas al mar, durante campañas pasadas tuvieron que colgar el georradar de un helicóptero para tomar mediciones. Lo activaban por control remoto desde la cabina. De momento, la situación en la Antártida genera muchas dudas: “El enfriamiento detectado durante los primeros 15 años de este siglo en la Península Antártica, sumado al aumento de precipitaciones por la intensificación en esta zona de los ciclones, ha llevado a que el balance de masas en la superficie sea positivo durante este periodo”, explica Navarro. En otras palabras, tenían más hielo pese a que mantenían su pérdida en forma de icebergs y por la fusión submarina del hielo de su frente en el océano. Sin embargo, en los dos últimos años parece que se ha vuelto a una situación de calentamiento y pérdida de masa en superficie, según los investigadores.
Edward Hanna, profesor de Ciencias del Clima y Meteorología de la Universidad de Lincoln, en Reino Unido, ha coordinado esta investigación realizada por un grupo de expertos internacionales en glaciología del que forma parte Francisco Navarro, Catedrático de la Universidad Politécnica de Madrid.
Según el profesor Hanna: “Los glaciares y mantos de hielo son indicadores muy sensibles de los cambios de clima, pero, a pesar de mejoras recientes en disponibilidad de datos y conocimiento, todavía no comprendemos suficientemente bien la rapidez con la que perderán hielo durante el siglo actual y los venideros. Se necesita mejorar las observaciones, especialmente desde satélite, para refinar las predicciones de aumento futuro del nivel del mar resultantes del cambio climático sostenido. Estas estimaciones mejoradas se requieren con urgencia para conocer con mejor precisión los impactos esperados del cambio climático en todo el mundo y poder planificar adecuadamente las medidas concretas de adaptación al mismo.”
Tal y como señala el profesor Francisco Navarro: “En la última década, los grandes mantos de hielo de la Antártida y Groenlandia han sobrepasado la contribución a la subida del nivel del mar producida por la fusión de los más de doscientos mil pequeños glaciares distribuidos a lo largo del planeta, que hasta hace poco eran las masas de hielo dominantes en la contribución al aumento del nivel de los océanos. Sin embargo, mientras ciertas estimaciones proyectan para finales del siglo XXI una contribución de hasta un metro y medio por parte del manto de hielo Antártico, otras sugieren tan sólo unas pocas decenas de centímetros”.
Los investigadores indican que hay una necesidad acuciante de estudios adicionales que lleven consigo observaciones de satélite mejoradas, calibradas y validadas con observaciones sobre el terreno, así como modelos de ordenador más sofisticados, que combinen las masas de hielo y la atmósfera, los océanos y los sistemas terrestres en un auténtico modelo del sistema Tierra.
El trabajo ahora publicado analiza las estimaciones recientes del balance de masa de glaciares y mantos de hielo, detectando las limitaciones que tienen las simulaciones con modelos de ordenador. Prueba de su importecia es que ha sido cofinanciada por el Programa Mundial de Investigación del Clima (World Climate Research Programme, WCRP), el Comité Internacional de Investigación en la Antártida (Scientific Committee on Antarctic Research, SCAR) y el Comité Internacional de Ciencia Ártica (International Arctic Science Committee, IASC), junto con los programas de investigación de los países participantes y las universidades e instituciones de investigación de los científicos involucrados.
Los estudios que los investigadores de la UPM realizan en el marco de la XXXIIII campaña antártica contribuirán a mejorar el conocimiento de la respuesta de los glaciares al cambio climático y ayudarán a estimar la contribución de la pérdida de masa de estos glaciares al aumento del nivel del mar.
El monitoreo continuo es vital para resolver estas preguntas abiertas. Además de garantizar la continuidad de los datos satelitales clave proporcionados por misiones como GRACE Follow On (gravimetría) e ICESat2 (altimetría), y llevar a cabo evaluaciones integrales de comparación más frecuentes (anuales) del balance de masas de la capa de hielo, la ciencia criosférica y climática las comunidades necesitan mejorar las colaboraciones existentes para mejorar el modelo climático regional y las simulaciones SMB de la Antártida y Groenlandia (SMB_MIP es un ejemplo clave), y también realizar mejoras significativas adicionales a los modelos GIA, ya que estas son algunas de las fuentes clave de incertidumbre residual subyacente estimaciones actuales del equilibrio de masas de la capa de hielo.