El meñique de los neandertales de Atapuerca


@JavierTrueba

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ROSA M. TRISTÁN

La certeza de que los neandertales pasaron por la sierra de Atapuerca se tenía desde hacía muchos años. No sólo habían dejado sus campamentos de caza en los alrededores, abandonando sus herramientas en lugares como Fuente Mudarra, Hotel California… como bien saben Marta Navazo y Juan Carlos Díez (que dedicaron a su estudio mucho tiempo), sino que también las dejaron dentro en la Galería de las Estatuas. Pero durante mucho tiempo sus fósiles se resistieron.

Esto cambio cuando en 2017 se encontró una falange de un dedo meñique del pie de un  neandertal en este último lugar, al que también se sumó durante esa campaña un fragmento de cráneo en la cueva Fantasma, si bien en ese caso fuera de contexto, lo que dificultará su estudio.

El trozo de dedo, sin embargo, acaba de publicarse en la revista American Journal of Physical Anthropology , bajo la dirección de  Adrián Pablos, del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH) y ya no quedan dudas de que se corresponde con esa especie que habitó la cueva, según el estudio de datación, hace unos 100.000 años. Serían, así, los restos neandertales más antiguos de toda la Península Ibérica, donde, por cierto, también vivieron los últimos antes de su extinción: en el Peñón de Gibraltar, como señala el equipo de Clive Finlayson.

Volviendo al neandertal de Atapuerca, poco se puede saber con un hueso de un dedo (si fuera un diente habría muchas más pistas) pero los investigadores han logrado averiguar que se trata de la falange de un dedo meñique del pie derecho de un individuo adulto. Comenta la nota del CENIEH que no ha sido fácil el análisis antropológico, pues en el registro no hay muchos meñiques con el que compararlo dado que son huesos pequeños y su conservación es difícil. Afortunadamente, se encontró en un yacimiento que lleva años de excavación sistemática (desde 2008) y en el que, como señalaba, ya habían aparecido las típicas herramientas musterienses.

“El hecho de que solamente se hayan recuperado falanges distales del dedo meñique del pie en yacimientos con enterramientos o grandes acumulaciones de fósiles deja abierta la puerta a la esperanza de encontrar más restos humanos neandertales en futuras campañas de excavación en este y en otros yacimientos d Atapuerca”, ha señalado Adrián Pablos, en cuyo estudio .han participado también investigadores del Centro Mixto UCM-ISCIII de Evolución y Comportamiento Humanos y de la Universidad del País Vasco.

Tras este hallazgo y el comienzo de las excavaciones  en Cueva Fantasma y, este mismo año, en el yacimiento de La Paredeja, también ya con pruebas de su presencia, todo parede indicar que la Sierra burgalesa fue un lugar muy atractivo para aquellos humanos conlos que llegamos a compartir tiempo y espacio hace decenas de miles de años y que podrían haberla habitado en diferentes momentos, como lo hicieron otras cuatro especies humanas. Han sido necesarios 40 años de excavaciones, que os recuerdo que podéis conocer en el libro «Atapuerca, 40 años inmersos en el pasado» , publicado por National Geographic (RBA), para que los neandertales salieran a la luz en este lugar. Si estuvieron sus ancestros (los pre-neandertales ), no debían andar lejos…

Europa camino de Mercurio: el planeta misterioso


@ESA/ATG medialab; Mercury: NASA/JPL

ROSA M. TRISTÁN

Viajara a Mercurio, el planeta más pequeño de nuestro Sistema Solar, el más caliente y de gélidas noches  (más de 450ºC de día y -180ºC de noche), el astro que sufrió auténticos bombardeos de meteoritos y donde es posible ver amaneceres dobles. Ese es el objetivo de la misión BepiColombo que la Agencia Espacial Europea (ESA) y la japonesa (JAXA) inician este mes de octubre en la Guayana Francesa con el lanzamiento de unas naves espaciales que quiere conseguir respuestas donde ahora hay preguntas. «Es la misión más compleja a nivel científico de la ESA, con 83 empresas participando de 12 países, incluida España», explicaba hace unos días en la sede de la ESAC Mauro Casale, responsable del segmento de tierra de BepiColombo.

f=»https://rosamtristan.com/?attachment_id=5203″ rel=»attachment wp-att-5203″> El Mercury Magnetospheric Orbiter (MMO) @ESA-JAXA[/capt

La complejidad es lógica si se tiene en cuenta que el artefacto deberá viajar durante siete años y dos meses (llegará el 5 de diciembre de 2025) para llegar a su destino con dos orbitadores diferentes abordo del módulo de transferencia, vamos su vehículo: el MPO (Orbitador Planetario de Mercurio, de la ESA) y el MMO (Orbitador Magnetosférico de Mercurio, de Japón). Su objetivo es recoger datos durante todo un año (quizás prorrogable otro más). Si el MPO europeo observará el planeta desde su órbita para recabar datos de su  composición, su topografía y la morfología de su superficie y su interior, el MMO nipón (más alejado) se centrará en el estudio del entorno del planeta y su magnetosfera. Será la primera vez que dos orbitadores realicen observaciones coordinadas y simultáneas desde puntos diferentes, pero para ello deberán dar un rodeo de 9.000 millones de kilómetros hasta situarse en las órbitas adecuadas del pequeño Mercurio.

¿Y por qué ese interés en el astro abrasador, apenas a 58 millones de kilómetros de nuestra estrella? Pues porque, como explicaba Casale, las dos misiones anteriores a este planeta (Mariner en los años 70 y Messenguer entre 2011 y 2015, ambas de la NASA) han generado más preguntas que respuestas. Tampoco se acercaron tanto: Messenger estaba a 15.000 kilómetros de la superficie pero BepiColombo estará a 1.500 y hará órbitas cada dos horas, pasando todos los días por los polos. «Tenemos muchas dudas sobre su pasado: si se formó más alejado del Sol, donde está Marte, y luego se acercó; o cuestiones por resolver sobre la Teoría General de la Relatividad de Einstein (que igual no cuadra con sus órbitas). Es el planeta más desconocido de nuestro sistema», señalaba el científico para justificar la importancia de una misión que costará 1.430 millones a la ESA y JAXA.

En total, los dos orbitadores  llevan a bordo 11 instrumentos científicos, entre los que hay tres cámaras para captar imágenes, espectómetros de infrarrojos, altímetros láser, un acelerómetro, detectores de partículas de polvo solar… «Messenger nos dijo que hay hielo y quizás materia orgánica en su Polo Norte. Hay que confirmar si ese hielo es de agua y si su origen está en las cometas. También queremos aclarar por qué su campo magnético es asimétrico en 400 kilómetros y si se movió o no o si su núcleo es más grande que en otros «, explicaba también Santa Martínez, coordinadora del procesamiento científico en la ESAC.

La función de la ESAC en España será fundamental para su seguimiento, pues es aquí donde se situará el centro de operaciones científicas, se programarán esas acciones y se procesarán datos recogidos antes de distribuirse a la comunidad científica. De hecho, BepiColombo no será una sonda durmiente hasta que llegue, sino que mientras viaje hacia Mercurio, y gracias a grandes paneles solares (sólo el que utilizará cuando llegue no se orientará de forma que no sufra desgaste), estará activo y cada seis meses se chequearán desde la Tierra sus instrumentos, a la vez que se reciben datos de su paso por la Luna, por Venus…

Habrá que espera al 5 de diciembre de 2015 para comprobar si el plan funciona. Entonces, se separa primero el orbitador japonés y entrará en su órbita y luego el módulo europeo, que como orbitará cerca de la superficie ‘mercuriana’ ha tenido que diseñarse con nuevos materiales especiales capaces de soportar 450ºC . «Sólo el 15% de la tecnología de BepiColombo es previa, el resto es toda novedosa», señalaban los expertos de la ESA.

 

 

CAMBIO CLIMÁTICO: LA ÚLTIMA LLAMADA. ¿ALGUIEN AHÍ?


Islas de Kiribati, que desaparecerán del todo cuando suba un más el nivel del mar

ROSA M. TRISTÁN

El nuevo informe del IPCC (Panel Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático de la ONU ) sobre el cambio climático es desesperanzador. Pareciera que se ha tirado la toalla respecto a la posibilidad de reducir la contaminación atmosférica que está calentando nuestro planeta a un ritmo inusitado. Pasados 26 años desde la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro, cuando se lanzó la primera alerta, no hemos hecho sino empeorar, por más que algunos traten (tratemos) de poner la lupa en lo positivo. Pero el clima se ha calentado un grado desde la era preindustrial. Y ese dato no nos hace reaccionar. Como si no fuera con nosotros…

Teresa Ribera y Pedro Duque en la presentación del VI informe del IPCC.

Dicen los expertos que el nuevo informe es «una llamada a la acción urgente», pero sabemos que llueve sobre mojado, que nos hemos instalado en la miopía, salvo pequeños círculos concéntricos de humanos que se cansan de ‘vocear’ un SOS de escaso eco, y siempre que no se toque el empleo, la comodidad e incluso nuestra capacidad de derroche y crecimiento sin fin…  «Ya hay mucha gente trabajando para solucionarlo», se oye decir con esa confianza ciega en la magia (que no la ciencia) que recuerda mucho a la que tenían nuestros antepasados.

Con la lupa en lo positivo, destacaría que la presentación en España del informe hace unos días ha tenido esta vez mucho más empaque que en el pasado. La protagonizaron dos ministros: la responsable de Transición Ecológica, Teresa Ribera, y el titular de Ciencia, Innovación y Universidades, Pedro Duque. La sala estaba a rebosar, entre periodistas y científicos, lo que contrasta con la desangelada imagen que me envíaban de la sede de la Organización Meteorológica Mundial (Ginebra), casi vacía. Vía telemática, también tuvimos a Thelma Krug, vicepresidenta del IPCC. Por desgracia, pese a ello no fue noticia de primera plana en casi ningún medio, ni de TV, ni escrito, ni de radio..

Pero el documento, basado en 6.000 publicaciones científicas y 42.000 comentarios de expertos, es muy clarito. Nos dice que no vamos nada bien si no queremos llegar a  los 2ºC de aumento de temperaturas globales antes de final de siglo y que vamos camino de sobrepasar el 1,5ºC fijado en el Acuerdo de Paris (2016 ) antes de 2030: ¡en 11 años! Ese medio grado, que apenas notamos en la piel, un suspiro, sin embargo es fundamental para proteger a infinidad de especies amenazadas, mantener la producción de cereales que nos alimentan o evitar un estrés hídrico mortal en África y América Central. Si no actuamos ahora, nos dice, la civilización está en juego: «Hay cientos de millones de vidas en juego y las acciones que se requieren para garantizar una transición justa hacia un mundo libre de combustibles fósiles se superponen con las acciones que serían necesarias para reducir la pobreza mundial».

Para que no queden dudas, el IPCC pone como ejemplo lo que ese medio grado insignificante supondría: para 2100 el mar se elevará 10 centímetros menos que con 2ºC; el Ártico sólo se quedaría sin hielo en verano una vez por siglo, en lugar de cada 10 años; y los arrecifes de coral disminuirían entre un 70% y un 90%, pero no desaparecerían del todo. El problema es que lograrlo requiere  transiciones «rápidas y de gran alcance», sin precedentes en lo referente a la tierra, la energía, la industria, los edificios, el transporte o las ciudades. Y de TODA la sociedad. Es la única forma de lograr, dice el IPCC, que las emisiones netas globales de dióxido de carbono (CO2) disminuyan en 2030 un 45% respecto de los niveles de 2010 para no pasarnos ese medio grado. Luego deberían seguir  disminuyendo hasta alcanzar el «cero neto» en 2050. Es decir: desde ese momento toda contaminación generada debería ser compensada.

Y como ven un poco ‘negro’  que los políticos actúen (son presos de votos cada poco años), los expertos del IPCC proponen varias vías para reducir los peligros del CO2 y el metano en la atmósfera, entre las que Thelma Krug destacaba tres: captura de CO2, reforestar y la bioenergía. Eso si, reconocía que no se conoce bien el impacto que pudieran tener a gran escala. «A más reducción de emisiones con energías renovables, menos deforestación y mejor manejo de la tierra, menos necesario será recurrir a estas técnicas que nos generan incertidumbres», reconocía Krug.

«Debemos hacer la acción política con los datos que nos presenta la ciencia, porque estos datos son medidas calibradas por mucha gente, no se trata de opiniones. Y entre los que los recogen hay muchos científicos españoles e instalaciones científicas que participan», añadía después el ministro Pedro Duque. Teresa Ribera, por su parte, dejó claro que el escenario de 1,5º no es fácil de garantizar porque ya hemos perdido mucho tiempo, en concreto ¡26 años!. «Y no hay soluciones mágicas», dijo con crudeza y realismo: «O nos lo tomamos en serio, o no es viable, pero no olvidemos que el cambio climático afecta más a los más vulnerables», un grupo en el que nosotros estamos situados: «En España, 2017 fue al año más cálido desde que se tienen registros, en 1965, y siete de los 10 años más cálidos son de este siglo. A ello se suma este año la anomalía de septiembre, las temperaturas de 30ºC en el Mediterráneo… Europa debe tomarse en serio papel de liderazgo», argumentaba. «Formamos parte de la generación que tiene toda la información y la historia será implacable con aquellos que conociendo el alcance de la amenaza climática no fueron capaces de enfrentar el mayor reto de nuestro era».

Teresa Ribera

Convendría tener muy en cuenta que, además, vivimos en un país donde 93.000 personas mueren prematuramente cada año debido a la contaminación atmosférica, como se recoge en el informe «El aire que respiras: la contaminación atmosférica en las ciudades«, presentado por Ecodes y DKV Seguros. Y también por ello, porque ya hay muertos a la puerta de casa, resulta espeluznante que la industria automovilística siga anquilosada en un pasado que condena el futuro: al día siguiente de conocerse el informe del IPCC aseguraban sus portavoces en Bruselas que limitar solamente un 20% las emisiones de CO2 «es irrealista» por el cambio que debería hacer el sector. ¡Si el IPCC habla del 45%! Y, además,  ¿por qué no empezaron a cambiar hace un cuarto de siglo? Ahora, el sector ‘del coche’, apoyado por gobiernos miopes (la que se avecina en Brasil es de órdago, sumada a la era Trump), se escuda en el posible desempleo que puede causar esta reconversión. ¿Y qué? ¿No había antes hechiceros y se reconvirtieron? ¿No había antes lanceros y se reconvirtieron? ¿No había herreros y se reconvirtieron?

Fue en Bruselas, precisamente, donde al día siguiente de la presentación del IPCC, se puso de manifiesto que la idea del ministro/científico Pedro Duque  de contar con la ciencia es una quimera en política. Se habló de limitaciones a las emisiones  contaminantes del 30% (Alemania), del 35% (Austria, España), del 40% (Francia…) pero ninguno se atrevió con el 45% que recomiendan los científicos. Al final, ganó el 35% en un regate que hace preguntarse para qué se hacen informes si luego no se les hace ni caso. Y encima se considera un éxito porque la perspectiva era aún peor.

Planta White Rose antes de su cierre. FOTO BBC

Algunos dirán: «Bien, pues si contaminamos y nos pasamos ese medio maldito grado, luego capturamos el CO2 y lo enterramos». ¡Pero si ni el propio IPCC lo ve claro! Javier Andaluz, de Ecologistas en Acción, recuerda al hilo de ello que la central británica de White Ros tuvo que cerrarse tras gastarse 100 millones de euros en ella porque no compensaba. Salía carísima. Y es que esta tecnología (CCS) consiste en capturar el dióxido de carbono que sale de las chimeneas industriales, comprimirlo y llevarlo a un estado semi-líquido para inyectarlo bajo tierra en yacimientos de entre 1.000 y 1.300 metros. «Sus impactos se desconocen y además es imposible para las emisiones del transporte, a lo que suma el riesgo de convertirse en una excusa para prorrogar las plantas de carbón»,  señala Andaluz. Sin embargo, al Gobierno de Donald Trump le ha venido muy bien para seguir su carrera ‘pro’ petróleo: ofrece incentivos fiscales a quienes  promueven CCS, mientras su país sigue sumando emisiones. Actualmente ya hay 17 instalaciones de CCS operando: Estados Unidos (9), Canadá (3), Noruega (29 y Brasil (1), Arabia Saudí (1) y Emiratos Árabes Unidos (1).  Otra cosa es que los ciudadanos quieran tener esos almacenes de CO2 cerca, que parece ser que no es así.

Otra alternativa que plantea el IPCC es la reforestación y una mejor gestión de los bosques para que capturen CO2, pero tampoco parece una panacea. Un estudio publicado esta semana en ‘Nature‘ dice que el impacto real global sería mínimo tanto si se opta por coníferas como si se opta por caducifolias, si bien se reconoce que el impacto local si sería importante. O sea, no descartable pero no es la solución global, y menos si seguimos deforestando..

Curiosamente, otra investigación de esta semana, en este caso en el PNAS, en la que ha participado el Centro Nacional de Investigación en Evolución Humana (CENIEH), ha determinado que hace entre medio millón y 320.000 años hubo un gran cambio climático que trajo un clima más seco e impredecible (como ahora) y que aquello favoreció nuestra evolución, al estimular la habilidad para sobrevivir con nuevas herramientas. La diferencia es que aquel cambio fue muy lento (hablamos de cientos de miles de años, no de 100 o 200 años) y que había pocos humanos con los que competir. Hoy somos 7.500 millones. Habitamos cada rincón de tierra habitable y aún no hemos encontrado otro lugar al que ir.

Quisiera ser optimista y decir que  la Peste Negra del siglo XXI no llegará a epidemia. Pero visto lo visto me resulta difícil.

 

SOS, SOS, SOS, SOS, SOS, SOS, SOS …………………………..

Si queremos se puede, pero no queremos.