ROSA M. TRISTÁN
La activista hindú Vandana Shiva anunció hace unos días que entre los días 15 y 16 de octubre de 2016 su organización (que forma parte de la International Monsanto Tribunal) llevará a esta compañía estadounidense ante la Corte Penal Internacional (el Tribunal de La Haya), apenas unas semanas después de que esta institución señalara que a partir de ahora tomará en consideración los delitos socio-ambientales como delitos de «lesa humanidad».
Shiva lo anunció hace unos días, en un acto de la Fundación Mujeres por África, que trajo a Madrid una de las activistas más conocidas del movimiento ecologista mundial, promotora del ‘ecofeminismo’ y látigo contra las grandes corporaciones agro-industriales del momento. Su conferencia, en la Fundación Ramón Areces, com0 el resto del ciclo de conferencias, tenía como eje la desigualdad en el mundo, una ocasión que la líder ecologista aprovechó para ‘tirar a dar’, con la palabra, a quienes defienden que la solución a la alimentación mundial pasa únicamente por el desarrollo tecnológico.
«La ciencia es explorar, y he estudiado física, así que algo se de ello. Pero hubo un momento en el que parte de la ciencia se hizo jerárquica y patriarcal y se convirtió en el método para explotar la Tierra, para extraer sus recursos naturales de forma lineal, cuando los ciclos de vida siempre son circulares. La Naturaleza no genera residuos, como el CO2 o como el nitrógeno [generado por fertilizantes químicos en un alto porcentaje] que se acumulan en la atmósfera y generan el cambio climático. Hoy, los ríos están contaminados o secos y las mujeres, que antes tenían un pozo cerca, ahora caminan 10 millas al día para coger agua. Son 10.000 millones de días de vida de las mujeres del mundo», señaló a los oyentes. «Y las mujeres si que saben del ciclo de la vida, no son ‘pobres mujeres’ a empoderar, deben ser las tutoras del cambio hacia una igualdad feminista que no es sólo suya, sino de toda la sociedad», comentó en su versión más feminista.
Shiva, que nació de la unión de un guardabosques y una granjera en una aldea del norte de la India, recordó que muchos conflictos actuales, y quizás futuros, tienen su origen en un medio ambiente en crisis. Y puso algunos ejemplos: «Hasta 2009, Siria era un país estable, pero se sucedieron las sequías y un millón de agricultores tuvieron que dejar el campo y llegaron a las ciudades; la inestabilidad creció y estalló la violencia, que se tornó política y religiosa. En Chad, hoy el 80% del gran lago se utiliza para regadío y se instalan agroindustrias, aunque nueve millones de personas dependen de su agua ¿Qué pasará cuando se seque? Habrá conflicto, y no se considerará ambiental, sino religioso. Pero es la excusa», denunció.
No todo fue denuncia en su conferencia. La activista hindú también ve alternativas: «En África, las mujeres que cultivan pequeñas tierras generan más alimentos que las grandes fincas. Los poderes económicos sólo piensan en los alimentos como materia prima, el trigo el maíz, la soja, el arroz, el algodón, el mijo, la cebaba y la avena. Pero luego, el 90% del maíz o la soja es para biocombustibles o piensos para el ganado. En consecuencia, se está abandonando el campo, cuando la pequeña agricultura ayuda a fijar nitrógeno al suelo y da de comer».
Como no podía ser de otro modo, también criticó a los cultivos bajo patente de las granas compañías. «Nos venden productos transgénicos con más propiedades. Ahora en la India quieren meternos plátanos transgénicos con más hierro. Pero ¿por qué, si ya sus propiedades son excelentes y tenemos verduras, y cúrmuma otros alimentos con mucho hierro? Por negocio. Y lo mismo con el caso del ‘arroz dorado’, diseñado con más vitamina A. En junio, 109 premios Nobel han firmado a favor de los beneficios de este cultivo, pero sólo dos son biólogos. ¿No deberían reclamar que la alimentación sea equilibrada cuando hay tantos cultivos que proporcionan vitamina A sin necesidad de crear otros?», se preguntaba.
Shiva anunció entonces una denuncia contra el gigante Monsanto: «Hoy cuatro compañías transnacionales quieren patentarlo todo. Monsanto actúa contra los gobiernos de Argentina o la India porque quiere que las plantas se consideren inventos. Aquí en la UE, ustedes cuentan con leyes restrictivas que impiden que los OGM inunden el mercado, pero con el Tratado TTIP se promoverá también una agricultura como fuente de materias primas. Y no puede ser. Nosotros, mi organización, este mes de octubre llevaremos a Monsanto al tribunal de La Haya (Corte Penal Internacional) por ecocidio y vulnerar los derechos Humanos». Y añadió: «La globalización corporativa es la que ha dado origen al fundamentalismo religioso, que crea nuevas reglas, la mayoría contra las mujeres. En Bangladesh hace 15 años se vestía como en la India y ahora van con burka. Sin embargo, se evitaría con una agricultura ecológica, que es capaz de alimentar a dos Indias, porque produce el doble de alimentos que la industrial, que consume 10 veces menos energía y no daña el clima. Y luego está el coste: 1.300 millones de dólares en daño ambiental y otros 1.000 millones a la salud en mi país».
«Debemos dejar de pensar que el planeta es una mina porque es vida circular y las mujeres tenemos mucho que decir para cuidar su salud», concluyó.
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