ROSA M. TRISTÁN
En un profundo pueblo castellano recordaban un grupo de ancianos «lo ricos» que estaban los «pajaritos fritos». Mientras les escuchaba, no podía por menos de pensar que, afortunadamente, ese gusto gastronómico, por ley, entró en desuso. Si embargo, y aunque hoy es una anomalía que alguien dispare a un gorrión o un jilgero, y aún menos a un quebrantahuesos o un águila perdicera, unos días después de esta conversación me cuentan que cada año cientos de miles de aves mueren «fritas» en este país, achicharradas por tendidos eléctricos que están cómo y dónde no debieran.
Lo cuentan los miembros de la nueva Plataforma SOS Tendidos Eléctricos, la unión de nueve organizaciones ambientales que cansadas de esperar que las leyes se cumplan y se desarrollen, han decidido lanzar una campaña conjunta para que nos enteremos de que las compañías eléctricas, además de inflarnos la factura mensual, del misterioso déficit tarifario y de ser refugio de ex políticos en paro, se pasan las leyes de protección por alto, tan alto como cada uno de los 25.000 postes peligrosos que tienen repartidos por el territorio español, y tan de largo como los 3.500 kilómetros de cable que son una trampa mortal para nuestras aves.
La Plataforma no pudo dar una cifra de víctimas, si bien dijo que en Francia se habla de un millón, y aquí tenemos muchas más aves migratorias, así que esa cifra es más que conservadora. El Real Decreto de 2008, donde se habla de medidas de protección para insralar en los tendidos, habla de decenas de miles, que bien pueden ser cientos. Y es esa normativa, precisamente, la que no se cumple porque resulta que las comunidades autónomas, salvo excepciones honrosas y escasas (y la de Madrid no está entre ellas) no la han desarrollado. «Se ha abandonado la solución al problema», comentaban los ecologistas en la presentación de la Plataforma.
Sólo al centro de recuperación de Grefa llegan un millar de ejemplares heridos al año, pero como precisaban son una minoría los que son localizados, pues casi todos los cadáveres desaparecen en muy poco tiempo entre las fauces de algún depredador, o sencillamente nadie los encuentra. «En Madrid, en un solo tendido ya han muerto 12 cigüeñas blancas y algún milano real. Es escandaloso y por eso queremos movilizar a la población», señalaba Iván Rodríguez, representante de los Agentes Forestales. Y otro dato: en Jaén, el grupo SIECE puso en marcha una campaña de sensibilización (‘PON UN TENDIDO EN TU PUNTO DE MIRA’) que permitió localizar 1.850 años en lo que va de 2016.
Precisamente, esta es una campaña que ahora la Plataforma extiende a todo el territorio nacional, así que si encuentra algún animal con claros signos de haber muerto electrocutado o colisionado junto a un tendido eléctrico, puede colaborar enviando a sostendidos@gmail.com las coordenadas de la ubicación del tendido o animal y algunas fotos.
Pero ¿por qué las eléctricas no se ponen manos a la obra? ¿acaso es demasiada inversión lo que se pide? Según las estimaciones de la Plataforma, arreglar cada apoyo para evitar estas muertes, o minimizarlas en lo posible, cuesta entre 900 y 1.200 euros, que multiplicado por los puntos que están mal dan como resultado 30 millones de euros (las grandes compañías eléctricas rondan los 1.000 millones de beneficios al año).
De hecho, cuando se les presiona lo hacen: en Baleares una compañía ha corregido ya la mitad de los apoyos por mandato del gobierno balear ante el riesgo que suponían para las águilas pescadoras y en Mallorca, desde 20o2, todos los nuevos tendidos son soterrados o de cable trenzado, también por una normativa. «No tiene sentido que por un lado estemos protegiendo y reintroduciendo especies y por otro mueran electrocutadas o por impactos que son evitables debido a la desidia de las empresas. Si las eléctricas causan las muertes, también deben poner el dinero para solucionarlo», argumentó Theo Oberhuber, de Ecologistas en Acción en la presentación de la campaña. Y en similares términos se expresaron los representantes de SEO Birdlife, WWF España, AMUS, la Fundación para la Conservación de los Quebrantahuesos y el resto de las ongs, a las que se suma la revista Quercus.
Las peticiones para poner fin a esta desidia con nuestras aves son cinco e «inaplazables» para la Plataforma. La primera, mejorar la normativa que protege las aves, porque parece ser que la actual las protege poco; la segunda, que sean las compañías quienes paguen los costes de adecuar sus instalaciones; la tercera, que las administraciones se impliquen y presionen para que se solucione el problema; la cuarta, evitar que se instalen postes en lugares de paso de aves, porque aunque no se posen pueden colisionar; y por último, que no se coloque ni una nueva línea sin tener en cuenta a la avifauna, como por ejemplo las 300 torres de 50 metros de alto que se proyectan instalar en Fuerteventura, de momento parado pero no olvidado, una isla donde hubaras y guirres son potenciales víctimas, o no tan potenciales.
En definitiva, mejor volando o revoloteando (como en el vídeo) que fritas….
Reblogueó esto en jagabaldondominguez.
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