ROSA M. TRISTÁN
Coinciden en el tiempo la historia de dos hallazgos que, por ser en la misma comunidad autónoma, Castilla y León, resulta cuando menos contradictoria: en uno pareciera que se tiene en gran aprecio un patrimonio paleontológico que en el segundo caso se destruye sin mayor miramiento. Se trata del caso de un trilobites encontrado en la Rinconada de la Sierra (Salamanca), que con 520 millones de años podría ser el más antiguo descubierto hasta ahora, y del yacimiento del Silúrico de Salas de la Ribera (León), que con 400 millones de años acaba de ser sepultado en cemento, pese a ser un referente mundial.
El hallazgo del trilobites, un artrópodo del Paleozoico, fue dado a conocer a finales de junio por la agencia Efe, a raíz de lo cual fue publicado en varios medios. Un grupo de paleontólogos, entre los que se encontraba el geólogo de Zaragoza Eladio Griñán, lo habían descubierto hace ya 20 años mientras realizaban una prospección en la Sierra de Francia, en concreto en el municipio de la Rinconada de la Sierra (Salamanca). Se lo llevaron a Zaragoza para su estudio y sólo ahora su datación se publicó en la Revista Científica de Cambridge, descubriendo su valor real. Todo este tiempo ha estado bien conservado en el Museo de la Universidad aragonesa.
Y ahí ha comenzado el problema, pues resulta que en el Ayuntamiento de la Rinconada, que nunca se ha ocupado de este lugar, fue enterarse de su existencia e iniciar una reclamación del fósil, a la que vez que denunciaba a los científicos por haberse llevado el trilobites, que quiere recuperar a toda costa, lo cual es bastante ridículo, porque se trata de una cabeza lisa de poco más de un centímetro cuadrado que sólo es apreciable por expertos y dentro de un contexto geológico, y el Ayuntamiento no parece la institución más adecuada para asegurar la conservación futura de una muestra de esta naturaleza, tarea para la que están los museos e instituciones científicas acreditadas internacionalmente.
Frente a este inusitado interés por el deseado artrópodo fósil, en la misma Castilla y León, a unos 350 kilómetros de distancia, ha tenido lugar una situación muy distinta. El paleontólogo Juan Carlos Gutiérrez-Marco, sin disimular su indignación, denuncia que las obras de la N-536, en Salas de la Ribera (León) han encementado uno de los más importantes yacimientos del Silúrico en el mundo, un lugar para el que llevaba años reclamando protección, con nulo éxito. Y es que este lugar, con 400 millones de años, era un enclave único para el estudio de las colonias de sinrabdosomas, es decir agrupaciones de graptolitos (invertebrados marinos) que ayudaron a explicar cómo estos seres vivos sobrevivían en zonas profundas de los océanos cuando escaseaban los nutrientes en niveles superiores. El yacimiento fue descubierto por este investigador del Instituto de Geociencias (CSIC-UCM) en los años 90 y confiaba en que pudiera seguirse trabajando en él en el futuro.
De hecho, más de 150 científicos de 23 países apoyaron la petición de protección como Bien de Interés Cultural, que realizó en 2007 el Ayuntamiento de Puente de Domingo Flórez, animado por el científico. Pero el expediente debió quedar olvidado en algún cajón de un despacho en la Junta, y también en la memoria del alcalde actual, porque este verano unas máquinas de obras públicas han enterrado el yacimiento en cemento con el pretexto de que era necesario para arreglar una curva de la vía, dejando sin posibilidad de investigar un yacimiento que tiene el 90% del registro mundial de estos sinrabdosomas. A Gutiérrez-Marco sólo le quedó rescatar algunas piezas entre los escombros.
Ahora la oposición en la Cortes castellano-leonesas y algunas entidades científicas están pidiendo explicaciones sobre lo sucedido, pero, como suele ocurrir en estos casos, ya no tiene solución.
Son dos historias que retratan una realidad que con demasiada frecuencia tiene lugar en este país: que no me toquen lo mío, que ya estoy yo solo para destruirlo.
estruveaspis completo de la rinconada tb tengo yo y no lloro tanto jiji.
como payengo me llena de orgullo y satisfacción trabajar con una colección completa de trilobites del cámbrico inferior de todo el mundo para el museo nacional noruego.
un abrazo.
Me gustaMe gusta