ROSA M. TRISTÁN
La periodista y escritora Naomi Klein ha vuelto a poner el dedo en llaga: el cambio climático está poniendo en riesgo a la Humanidad y al planeta que ésta habita. Lo ha hecho en un libro, gordo y exhaustivo, que titula «Esto lo cambia todo. El capitalismo contra el clima» (Paidós), 702 páginas que no dejan indiferentes porque no sólo retrata una situación, sobre la que hace tiempo que alertan ecologistas, científicos y algunos, pocos, políticos, sino porque plantea soluciones que nos atañen a todos.
Klein, que rompió records con «La teoría del shock», donde nos contaba como los poderes económicos utilizan el miedo que generan las crisis para ‘recortar’ derechos, y así ocurrió tras el 11-S -así ha vuelto a ocurrir ahora- vuelve a la carga con una obra que considera su respuesta. «Este libro es la respuesta progresista a la crisis, porque no podemos aceptar que el clima es un lujo», dijo al recordar que tras otras crisis graves hubo movimientos progresistas que lograron éxitos que no se han dado en la financiera de 2008. «Hoy tenemos graves daños a los ecosistemas, pero a la vez recortes en Europa del sur a las energías renovables, a la vez que potencia el fracking. Hemos esperado demasiado y las soluciones que se plantean son ridículas».
La Sala de Columnas del Círculo de Bellas Artes de Madrid estaba a rebosar. Gentes de todas las edades atraídas por un discurso que no cala en las altas esferas, porque va contra los cimientos que las sustentan.
«Los efectos del calentamiento brutal ya los vemos. Ahora en California, con el huracán Katrina en Nueva Orleáns.. y la conclusión de la Cumbre de Copenhague en 2009 fue decir que el peligro llegará cuando la media mundial suba 2ºC, lo que para África es un genocidio. Pero nos acercamos a los 4ºC, según la Agencia Internacional de la Energía, cuando los modelos climáticos que tenemos se quedan en los dos, y auguran desastres; si seguimos así acabará todo. Ya no existen opciones intermedias. Es necesario un cambio radical del sistema político y económico. Tenemos que reducir las emisiones de carbono entre un 8% y un 10% al año, y es algo que desafía la lógica del crecimiento que está en el corazón del sistema».
Un silencio absoluto reinaba en toda la sala. Algunos se removían en los asientos.
Pero Naomi Klein siguió con su análisis, recordando que la gente está dispuesta a sacrificarse mucho por cuestiones más abstractas, como el rescate de las instituciones financieras. Recordó como ya en 1988, hace 27 años, se puso sobre la mesa mundial el problema del CO2, pero aquella primera toma de conciencia coincidió con el hundimiento del Bloque del Este, «y al final triunfó el neoliberalismo».
Ahora, continuó, «si queremos frenar el cambio climático hay que transformar el sistema energético, tener un transporte público gratuito, democratizar el acceso a las energías renovables, pero lo que es lo contrario: privatizar la energía, poner más trenes y más aviones en marcha. En España, por ejemplo, es privado y no permite cambios que reduzcan sus beneficios, se impide poner placas solares en casa. Por contra, Alemania, que presiona con la austeridad fuera de sus fronteras, dentro si está en transición energética, fomentando cooperativas a nivel local de energías renovables».
Junto a esta solución, propuso otra que también duele al sistema: la regulación de las transnacionales para controlar sus emisiones y para que las reservas de carbono que aún quedan sigan en el subsuelo. Y también ahí, recordó, acuerdos como el TTIP (Tratado Trasatlántico para el Comercio y la Inversión, entre EEUU y la UE) van en la dirección contraria.
«Las élites quieren que los ciudadanos piensen que el clima es un lujo, que hay otros problemas más urgentes. Pero es la gran crisis de la civilización. La historia del uso industrial del carbono es la historia de cómo el Homo sapiens cree dominar la Naturaleza. Permite viajar sin viento, levantar industrias en cualquier sitio. Nos hizo creer que éramos libres del medio ambiente, pero nunca lo fuimos. Ahora, el cambio climático es quien maneja la naturaleza».
Pero.. ¿Es realista cambiar el sistema capitalista de forma rápida? Klein recuerda que hay movimientos que han logrado frenar el fracking en muchos sitios, que hay nuevas formas de hacer política (Syriza, Podemos…) y que la próxima Cumbre del Cambio Climático, en Paris en octubre, «es una invitación a crear una transición justa a un sistema de democracia energética, para lograr que la energía se gestione en las comunidades, que genere empleo».
Mencionó que la idea de que el asunto del clima cosa de los ricos surgió a raíz del movimiento verde, cuando la producción ecológica encontró su hueco entre la clase media alta, porque es más cara. Con ese enfoque, llegó la crisis económica y se vino abajo. Recordó también que el movimiento generado por el ex presidente de EEUU, Al Gore, y su » verdad incómoda», muy de Hollywood, comentaba, apenas duró dos años. «El problema es que se abordó al público como consumidor, queriendo cambiar el sistema con bienes de consumo. Ahora, hay mucho trabajo por hacer para construir la conexión entre la crisis económica, la salud, el trabajo, la pobreza.. y el clima.
En su opinión, la izquierda política no ha sabido dar respuesta a este problema. Afirmó que desde esta ideología se sigue pensando que la naturaleza es ilimitada en sus recursos, que se puede seguir creciendo. «Y no es verdad. Es algo que vemos en América Latina, donde hay confictos entre gobiernos de izquierdas (Ecuador, Venezuela…) y los movimientos indígenas, que no son extractivistas».
Poco tiempo hubo para preguntas del público. Apenas 15 minutos que la moderadora, la ecologista Yayo Herrero, tuvo que gestionar con mano dura. Al parecer, Klein no quería muchas preguntas, después de que en otras presentaciones por Europa tuviera que lidiar con unos cuántos frikis.
Apenas terminó, se formó una larga cola, que duró casi una hora, para que firmara el libro.