Los ríos andaluces, ‘invadidos’: adiós a su biodiversidad


Más de 200 especies introducidas de flora y fauna están acabando con la biodiversidad natural de los cauces fluviales en una comunidad cada vez más cálida, mientras los recortes impiden disponer de los medios suficientes  para investigar cómo conseguirlo y acabar con las exóticas

Captura de peces invasores con pesca elétrica en Andalucía. Una gota de agua en el desastre. |Junta de Andalucía.

Captura de peces invasores con pesca elétrica en Andalucía. Una gota de agua en el desastre. |Junta de Andalucía.

ROSA M. TRISTÁN

(Publicado en ESTRATOS). AQUÍ EL PDF

La biodiversidad fluvial andaluza está en la cuerda floja.  Entre 200 y 300 especies exóticas se hacen fuertes en los cauces de los ríos de una comunidad con un clima benigno que juega en su contra, según expertos de la Junta de Andalucía. El catálogo completo de ‘invasores’ de fauna y flora no se conoce, pero tanto desde la Junta, como investigadores y grupos ecologistas alertan de que los seres vivos autóctonos, fruto de millones de años de evolución y en muchas ocasiones únicos en el mundo, están en grave riesgo de sucumbir ante estos indeseables extranjeros. El estudio ‘Distribución y estado de conservación de los peces dulceacuícolas del río Guadalquivir‘, elaborado por el Grupo Aphanius de la Universidad de Córdoba (UCO), y presentado recientemente por la consejera andaluza de Medio Ambiente, María Jesús Serrano, constata que en este río ya hay más especies exóticas que autóctonas.

Una de las últimas en ‘aterrizar’ a lo grande ha sido una almeja asiática (Corbicula fluminea), que está asentada en el Guadalquivir y ya ha sido vista en la cuenca Guadalete-Barbate (Cádiz). Se trata de molusco que se detectó por primera vez en 2007, que tapiza los fondos y que puede acabar con la almeja local. Pero erradicarla, como ocurre también con el temible mejillón-cebra (Dreissena polymorpha) del Mar Negro, que afecta gravemente los embalses de Iznájar (Córdoba) y Bermejales (Granada), es un reto nada fácil.

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Almejas asiáticas como éstas, que ya colonizan el Ebro, ya se dejan ver en Barbate.. @IsmaelSanz

 

Como en el resto del país, en Andalucía las confederaciones hidrográficas tienen las competencias sobre el control en sus cuencas. En septiembre de 2014, la del Guadalquivir y la Diputación de Córdoba firmaron un convenio destinado a acabar con el mencionado mejillón-cebra, del que cada ejemplar tiene hasta un millón de larvas al año y destruye los sistemas de riego en tiempo récord. Dos meses después, la Confederación anunciaba la puesta en marcha de un grupo de trabajo para diseñar un plan de erradicación de esta especie y la almeja asiática en todo el cauce, en el que invertirá seis millones de euros en dos años.

Fernando Ortega, responsable de Biodiversidad en la Consejería de Medio Ambiente en la Junta de Andalucía, es consciente de que los recortes de los últimos años no ayudan. Aún sí, mantiene un equipo, mínimo eso sí, en una guerra donde la lucha contra cada enemigo requiere de un arma distinta y que a menudo sólo da la cara cuando ya está bien instalado. “Es el caso de la almeja china, detectada hace unos meses en Cádiz; las únicas soluciones posibles son sacar a la autóctona y llevarla a otro sitio o repoblar el río con bosques tupidos que no gustan a las foráneas y frenar así su expansión”, explica el responsable andaluz.

También hace unos meses, investigadores del mencionado grupo Aphanius de la Universidad de Córdoda alertaron de la presencia de otro peligroso enemigo en los ríos gaditanos Hozgarganta y Guadiaro: la Pseurasbora parva. Se trata de un pequeño pez, también originario de Asia, que se nutre de otras especies y es un foco de parásitos; se introdujo, según Aphanius, como cebo (o pez-pasto) para alimentar a otros peces que son atractivos para la pesca.

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Aphanius lleva 20 años investigando sobre esta lenta e implacable destrucción de los ecosistemas fluviales. “Se podría hacer más, sobre todo en las primeras fases de colonización, cuando es más fácil erradicar a las invasoras. Con la Pseurasbora, deberían haber comenzado en abril del año pasado; ahora es cuestión de tiempo que esté en todas las partes, como el mejillón-cebra, si no se actúa”, alerta su responsable, el zoólogo Carlos Fernández-Delgado.

image-0001 (2)Pero ¿a qué se debe este trasiego de vida de una punta a otra del planeta? La primera palabra que a los expertos les viene a la cabeza es la de “globalización”. Hasta el 80% de las intrusas llegan en barcos o en aparejos y redes de pesca, a los que se adhieren con gran éxito. Es así como se cree que ‘inmigró’ otro gran enemigo: el cangrejo chino (Eriocheir sinensis), uno más de los que traen de cabeza a Medio Ambiente. “Estuvimos cuatro años erradicándolo porque es muy peligroso. Tan grande como un centollo, hace unas cavernas que socaban hasta los puertos. Llegó al Guadalquivir con el agua de lastre que sueltan los barcos que vienen de China. Es algo que no se ha logrado prohibir a nivel internacional, pese a que ya hemos detectado hasta 50 especies exóticas en este río por culpa de esos desagües”, señala el responsable de Biodiversidad de la Junta.

No menos culpables son los ciudadanos que, en tiendas o en internet, compran especies extrañas en la Península -peces como el carpín rojo (Carassius auratus) o la tortugas de Florida (Trachemys scripta elegans)- que acaban soltando en un cauce o un embalse. Para capturar 575 ejemplares de estas últimas en la Laguna del Portil (Huelva), hubo que idear un sistema de piedras artificiales y redes que, de momento, parece haberlas controlado. Pero ahora han aparecido en las orillas de los ríos andaluces mapaches, capaces de competir con el precario lince, y hasta se han visto serpientes pitón.

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Más si difícil es pillar ‘in fraganti’ este tipo de sueltas ilegales, tampoco son fáciles de probar los escapes de industrias y piscifactorías, como el que se sospecha que hubo en un río granadino con el indeseable cangrejo señal (Pacifastacus leniusculus). “Esta especie acaba con nuestro cangrejo porque trae un hongo contra el que el nuestro no tiene defensa. En ese caso, logramos quitar los grandes con redes, pero los pequeños se quedaron. Y no se pudo probar el escape”, reconoce Garrido.

Peligrosos son también los pescadores interesados en introducir peces grandes para pescar donde les viene bien y lo que quieren , lo que históricamente ha causado estragos en la fauna fluvial. Es el caso de los siluros (Silurus glanis,) un pez de Centroeuropa muy voraz y ahora muy común en Iznájar (Córdoba), o el black bass (Micropterus salmoides). Ante la falta de control, estos depredadores que acaban con los peces locales en poco tiempo, así que luego, según señalan los expertos consultados, introducen otros exóticos que actúan de cebo, como el alburno (Alburnus alburnu). “El problema es que los pescadores presionan a las Administraciones para que no los eliminen. De hecho el black bass, originario de Norteamérica, lograron sacarlo del catálogo de especies invasoras”, denuncia Miguel Clavero, de la Estación Biológica de Doñana (ETB-CSIC), que durante muchos años investigó sobre este problema.

Si el clima favorece que una vez en Andalucía los foráneos se adapten, no menos ventaja encuentran en el cambio que los embalses han generado en el ecosistema fluvial mediterráneo. Para Fernández Delgado es un factor fundamental: “En el Mediterráneo, en verano hay menos agua en los ríos y en primavera y otoño más; en ese medio evolucionaron nuestras especies, pero con los embalses hemos cambiado ese flujo, y eso también favorece a las exóticas, así que cada dos o tres años prolifera una”.

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Desde Aphanius logró un gran éxito hace unos años en la Laguna natural de Zóñar, al sur de Córdoba, donde se había introducido la carpa para la pesca. Muy voraces, en poco tiempo acabaron con todos los peces de la laguna y las algas, y con ellos desaparecieron los macro-invertebrados y los patos que se alimentaban de ellos. “Dieron la vuelta al ecosistema. Como era una laguna cerrada, usamos veneno, matamos a todas y en unos meses volvió a su ser, pero no siempre es posible recurrir a ese sistema”, reconoce el biólogo. De hecho, en la Laguna de Medina también lo intentaron, pero a la larga no funcionó porque las carpas volvieron por un arroyo.

Prueba de que en estas guerras es más fácil prevenir que curar es el caso de la gambusia o pez mosquito (Gambusia affinis), que se introdujo en Andalucía desde Estados Unidos hacia 1920 porque se comía las larvas de los mosquitos que transmiten la malaria. Paludismo ya no hay, pero la gambusia está por todas las partes un siglo después. Fernando Ortega reconoce que la única forma de luchar contra ella es desecando tramos de los ríos y llenándolos de nuevo. Una tarea ímproba que, reconoce, no logra su extinción total.

Gambusia dibujada por @Joseph Tomelleri

Gambusia dibujada por @Joseph Tomelleri

Estos trabajos, como otros de control y erradicación de invasoras, se enmarcan dentro del Plan que en 2012 aprobó la Junta para impulsar medidas de recuperación y conservación de peces e invertebrados de medios acuáticos andaluces, que  incluye ocho especies en peligro de extinción y seis vulnerables y que trata de mejorar los hábitats degradados. Además, cuenta con dos centros de crías de especies autóctonas, dedicados a las que tienen interés comercial: la anguila plateada y la trucha común, esta última catalogada en peligro de extinción.

En cuanto a la flora fluvial, la situación también es preocupante. Especies como el jacinto de agua (Eichhornia crassipes) procedente de América del Sur, o la lechuga de agua (Pistia stratiotes), introducidas para la jardinería, crean auténticas alfombras sobre el agua que impiden el paso del sol y provocan la muerte bajo ellas. El río Bolonia (Cádiz) y el Vélez (Málaga) han sufridos sus estragos, explica Ortega.

Tramo del Guadiana a su paso por Extremadura. |Greenpeace

Tramo del Guadiana a su paso por Extremadura. |Greenpeace

No somos conscientes de que la Península, aislada de Europa, tiene muchas especies únicas, que no se podrán repoblar nunca; incluso hay diferencias genéticas de un río a otro, y eso es una gran riqueza que estamos perdiendo para siempre. Lo mejor es la prevención, y ser conscientes de que el coste económico es muy elevado después”, comenta Alejandro Ramos, de Ecologistas en Acción de Andalucía.

Con este fin preventivo y divulgativo, desde el gobierno andaluz se ha puesto en marcha un correo (exóticas.invasoras.cmaot@juntadedanlaucia.es) para que cualquier ciudadano pueda denunciar la presencia de una especie extraña, o de introducciones ilegales. Además, acaban de estrenar una aplicación informática que permite evaluar el impacto que tendrá cada especie exótica que una empresa quiere traer a la comunidad. “Sabemos que el futuro está complicado porque hoy en cuatro días tienes en casa una especie del otro lado del mundo y Andalucía tiene un clima muy parecido al tropical. Pero no podemos renunciar a la biodiversidad original de nuestros ríos”, concluye Ortega.

Por su parte, el investigador del CSIC, Miguel Clavero, augura un futuro mucho más uniforme a nivel global: “Como consecuencia de la expansión de estas especies alóctonas en ríos como el Guadalquivir, que eran únicos, un día todos los cauces serán iguales, estén en China o aquí. Especies como el jarabugo o la pardilla, que son endémicas de Andalucía, se extinguirán si no ponemos remedio”.

 ENTREVISTA AL CATEDRÁTICO  CARLOS FERNANDEZ DELGADO

Catedrático de la Universidad de Córdoba, el biólogo Carlos Fernández Delgado es uno de los grandes expertos en el estudio de la ecología de los peces continentales andaluces y en el desarrollo de programas de recuperación de especies amenazadas y erradicación de las invasoras. En su haber figuran más de 100 artículos científicos publicados en revistas de impacto y la creación del grupo de investigación Aphanius, en 1992, con el que ha desarrollado hasta ahora 40 proyectos científicos sobre este tema.

 

EN POCO TIEMPO NO QUEDARÁN ESPECIES DE PECES AUTÓCTONAS SI NO SE TOMAN MEDIDAS PREVENTIVAS”

foto_carlos_web¿En qué situación dejan los ríos andaluces las especies exóticas?

Muy mal. Las autóctonas se extinguen porque las nuevas traen parásitos, les quitan el alimento, se las comen…En los cauces, sólo por encima del último embalse se podrán mantener algunas, porque hasta allí es más difícil que lleguen las de fuera y  porque no hemos alterado su ecosistema mediterráneo. Pero en todo lo demás, los ríos se degradan a pasos agigantados y dentro de poco tiempo no quedarán especies de peces autóctonas.

¿Y  hay solución?

Una vez asentada una especie es más complicado erradicarla, aunque se pueden tomar medidas para evitarlo, como controlar el trasiego actual con normativas más expeditivas o aumentar la concienciación ciudadana. En algunos casos, se puede intervenir con veneno que afecte a esas especies invasoras, como hicimos en la laguna  de Zóñar, que ya se ha recuperado. Pero lo más importante es intentar erradicarlas cuando aún no son un problema. Si lo hacemos así, sí que habrá solución.

¿Somos conscientes de la importancia de la biodiversidad autóctona fluvial?

No lo suficiente, pese a que es un problema que aumenta con la globalización. Nuestro equipo llegó a estar formado por 15 personas y ahora somos cinco. Esperemos que cuando se apruebe la nueva normativa europea de control de exóticas, mejore la situación porque se obligue a tomarlo en serio.

¿Hay en la provincia de Córdoba alguna ‘invasora’ especialmente preocupante?

Las especies no saben de límites provinciales y se expanden con rapidez por los cauces. Pero ahora en Córdoba es un gran problema el mejillón-cebra, en la cuenca baja del Genil. Hace 10 años que se sabía que estaba en la cuenca alta, pero ahora está en toda ella. Es una especie muy dañina que causa graves pérdidas biológicas y económicas.

 

 

La realidad, bajo la lupa del cambio climático de Naomi Klein


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ROSA M. TRISTÁN

La periodista y escritora Naomi Klein ha vuelto a poner el dedo en llaga: el cambio climático está poniendo en riesgo a la Humanidad y al planeta que ésta habita. Lo ha hecho en un libro, gordo y exhaustivo, que titula «Esto lo cambia todo. El capitalismo contra el clima» (Paidós), 702 páginas que no dejan indiferentes porque no sólo retrata una situación, sobre la que hace tiempo que alertan ecologistas, científicos y algunos, pocos, políticos, sino porque plantea soluciones que nos atañen a todos.

Klein, que rompió records con «La teoría del shock», donde nos contaba como los poderes económicos utilizan el miedo que generan las crisis para ‘recortar’ derechos, y así ocurrió tras el 11-S -así ha vuelto a ocurrir ahora- vuelve a la carga con una obra que considera su respuesta. «Este libro es la respuesta progresista a la crisis, porque no podemos aceptar que el clima es un lujo», dijo al recordar que tras otras crisis graves hubo movimientos progresistas que lograron éxitos que no se han dado en la financiera de 2008. «Hoy tenemos graves daños a los ecosistemas, pero a la vez recortes en Europa del sur a las energías renovables, a la vez que potencia el fracking. Hemos esperado demasiado y las soluciones que se plantean son ridículas».
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La Sala de Columnas del Círculo de Bellas Artes de Madrid estaba a rebosar. Gentes de todas las edades atraídas por un discurso que no cala en las altas esferas, porque va contra los cimientos que las sustentan.

«Los efectos del calentamiento brutal ya los vemos. Ahora en California, con el huracán Katrina en Nueva Orleáns.. y la conclusión de la Cumbre de Copenhague en 2009 fue decir que el peligro llegará cuando la media mundial suba 2ºC, lo que para África es un genocidio. Pero nos acercamos a los 4ºC, según la Agencia Internacional de la Energía, cuando los modelos climáticos que tenemos se quedan en los dos, y auguran desastres; si seguimos así acabará todo. Ya  no existen opciones intermedias. Es necesario un cambio radical del sistema político y económico. Tenemos que reducir las emisiones de carbono entre un 8% y un 10% al año, y es algo que desafía la lógica del crecimiento que está en el corazón del sistema».

Un silencio absoluto reinaba en toda la sala. Algunos se removían en los asientos.
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Pero Naomi Klein siguió con su análisis, recordando que la gente está dispuesta a sacrificarse mucho por cuestiones más abstractas, como el rescate de las instituciones financieras. Recordó como ya en 1988, hace 27 años, se puso sobre la mesa mundial el problema del CO2, pero aquella primera toma de conciencia coincidió con el hundimiento del Bloque del Este, «y al final triunfó el neoliberalismo».

Ahora, continuó, «si queremos frenar el cambio climático hay que transformar el sistema energético, tener un transporte público gratuito, democratizar el acceso a las energías renovables, pero lo que es lo contrario: privatizar la energía, poner más trenes y más aviones en marcha. En España, por ejemplo, es privado y no permite cambios que reduzcan sus beneficios, se impide poner placas solares en casa. Por contra, Alemania, que presiona con la austeridad fuera de sus fronteras, dentro si está en transición energética, fomentando cooperativas a nivel local de energías renovables».
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Junto a esta solución, propuso otra que también duele al sistema: la regulación de las transnacionales para controlar sus emisiones y para que las reservas de carbono que aún quedan sigan en el subsuelo. Y también ahí, recordó, acuerdos como el TTIP (Tratado Trasatlántico para el Comercio y la Inversión, entre EEUU y la UE) van en la dirección contraria.

«Las élites quieren que los ciudadanos piensen que el clima es un lujo, que hay otros problemas más urgentes. Pero es la gran crisis de la civilización. La historia del uso industrial del carbono es la historia de cómo el Homo sapiens cree dominar la Naturaleza. Permite viajar sin viento, levantar industrias en cualquier sitio. Nos hizo creer que éramos libres del medio ambiente, pero nunca lo fuimos. Ahora, el cambio climático es quien maneja la naturaleza».

Pero.. ¿Es realista cambiar el sistema capitalista de forma rápida? Klein recuerda que hay movimientos que han logrado frenar el fracking en muchos sitios, que hay nuevas formas de hacer política (Syriza, Podemos…) y que la próxima Cumbre del Cambio Climático, en Paris en octubre, «es una invitación a crear una transición justa a un sistema de democracia energética, para lograr que la energía se gestione en las comunidades, que genere empleo».

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Mencionó que la idea de que el asunto del clima cosa de los ricos surgió a raíz del movimiento verde, cuando la producción ecológica encontró su hueco entre la clase media alta, porque es más cara. Con ese enfoque, llegó la crisis económica y se vino abajo. Recordó también que el movimiento generado por el ex presidente de EEUU, Al Gore, y su » verdad incómoda», muy de Hollywood, comentaba, apenas duró dos años. «El problema es que se abordó al público como consumidor, queriendo cambiar el sistema con bienes de consumo. Ahora, hay mucho trabajo por hacer para construir la conexión entre la crisis económica, la salud, el trabajo, la pobreza.. y el clima.

En su opinión, la izquierda política no ha sabido dar respuesta a este problema. Afirmó que desde esta ideología se sigue pensando que la naturaleza es ilimitada en sus recursos, que se puede seguir creciendo. «Y no es verdad. Es algo que vemos en América Latina, donde hay confictos entre gobiernos de izquierdas (Ecuador, Venezuela…) y los movimientos indígenas, que no son extractivistas».

Poco tiempo hubo para preguntas del público. Apenas 15 minutos que la moderadora, la ecologista Yayo Herrero, tuvo que gestionar con mano dura. Al parecer, Klein no quería muchas preguntas, después de que en otras presentaciones por Europa tuviera que lidiar con unos cuántos frikis.
Apenas terminó, se formó una larga cola, que duró casi una hora, para que firmara el libro.

Reabrir o no la cueva de Altamira, una historia para no dormir…


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ROSA M. TRISTÁN

Leo estupefacta una nota de prensa del Ministerio de Educación, CULTURA y Deportes de este país, el departamento en manos de José Ignacio Wert. En este PDF adjunto en mi correo se indica que las investigaciones realizadas por el equipo del ingeniero suizo Gäel de Guichen, desde agosto
de 2012, y que han costado UN MILLÓN DE EUROS, trataban de «garantizar su conservación sostenible» y que aunque se ha estudiado la influencia de la presencia humana en la cueva, cerrada desde 2002, «por ello no se puede deducir que el estudio estuviera dirigido a abrir la cueva al público».

Lo leo y no doy crédito, pues hete aquí que en su misma página web publica lo contrario (Programa de Investigación para la Conservación Preventiva y Régimen de Acceso de la Cueva de Altamira) y porque ya es escandaloso la forma que tiene este Ministerio de tomar el pelo a los ciudadanos, aunque éstos sean prestigiosos investigadores, como los que han  enviado una carta a la Unesco esta semana, o como los que se reunieron en un Workshop sobre Arqueología en abril del año pasado en Sevilla, que ya se quejaban de la posible apertura.

Gäel de Guichen, durante la presentación de los resultados en el Museo Arqueologico Nacional.|ROSA M. TRISTÁN

Gäel de Guichen, en la presentación de  resultados en el Museo Arqueologico Nacional.|ROSA M. TRISTÁN

Es más, ¿a cuenta de qué dejaron entrar en la cueva a cinco personas todas las semanas, desde febrero de 2014 hasta febrero de 2015, si no se quería abrir? Ya entonces publicaba en este blog mi extrañeza ante esa medida, cuando poco antes se me aseguraba desde el Museo de Altamira que no se podía entrar a grabar una película en 3D, una propuesta que se lanzó también en este Laboratorio,  porque con la copia era más que suficiente… Y aumentaba mi extrañeza el hecho de que se contratara a un científico extranjero como director del equipo de investigación, cuando investigadores españoles, del CSIC para más señas, llevaban 10 años dentro de la cueva investigando. Eso sí,  ellos eran firmes defensores de que no se abriera. Había que quitárselos de encima…

Con aquellas primeras visitas experimentales hice la cuenta: a cinco a la semana, para que el 10% de los españoles pudieran entrar en la cueva se necesitarían 800.000 semanas (14.000 años), ni más ni menos. ¡Gran medida para fomentar el turismo a Cantabria! Sin sonrojo alguno, la futura apertura se vendió a «bombo y platillo» en la Feria FITUR 2014, cuando aún faltaba para tener las conclusiones. Es lo que se llama vender la piel del oso antes de cazarlo. A no ser que lo dieran por hecho…

Y llegó la primavera pasada y en una jornada en el Museo Arqueológico Nacional, De Guichen por fin presentó, casi dos años después del inicio de su trabajo, los primeros resultados, que hasta entonces eran un misterio. Allí fuí a ver qué nos contaba. Y allí pude escuchar al  director general de Bellas Artes del Ministerio, Jesús Prieto, asegurar literalmente: “Hay una tensión social grande reclamando la apertura de Altamira«. No hay más que salir a la calle para verlo, es lo que más pide la sociedad española Y añadía que «el Patrimonio debe favorecer el enriquecimiento», como podéis leer en esa crónica.

Por cierto, ese día el investigador suizo ya adelantaba que el mal de las cuevas, cerradas en 2002 porque las visitas las perjudicaban, se debía a factores naturales, pero a la vez reconocía que faltaban datos para probar el impacto de las visitas.

EL PLAN DE REAPERTURA, ENTREGADO

El caso es que la UNESCO recibió en noviembre pasado el plan del Gobierno de España de reabrir ‘controladamente’ las cuevas, que por cierto son Patrimonio de la Humanidad. Y lo hizo aunque apenas un mes antes la institución de la ONU había avisado que reabrir Altamira era un riesgo  para su conservación. Es la misma razón por la que están cerradas las de Chauvet o Laxcaux (Francia), y curiosamente en la última trabajó De Gäel.

Hace unos días, y temiéndose que las elecciones autonómicas podían acelerar el proceso de apertura, un grupo de prehistoriadores de la Universidad Complutense publicaba una carta dirigida a la UNESCO, que en buena parte recoge todo lo anterior y que abunda en el escaso prestigio científico del suizo, conocido por promover siempre aperturas públicas de monumentos. Esa misiva era la expresión de una indignación monumental, larvada pero real, que desde 2012 he podido captar en cuantos arqueólogos e historiadores he preguntado… Salvo entre los de Cantabria, debo reconocer.

DONDE DIJE DIGO….

Tras la carta, el presidente cántabro no ha tardado en señalar que los científicos españoles son irrespetuosos con sus colegas. Qué patético que trate de conseguir votos jugándose el futuro de algo que no le pertenece…  Y , en todo caso ¿no fue irrespetuoso el Ministerio de Cultura con los investigadores del CSIC que estuvieron 10 años trabajando en la cueva, cuyo informe no ha querido hacerse público, y que fueron desplazados por otros, más proclives a hacer lo que los políticos quieren? ¿Y no lo fue su gobierno cuando en FITUR vendía en el stand de Cantabria la apertura de Altamira a todo trapo, aún antes de tener las conclusiones?

Por eso, cuando leo la nota de prensa con la «Postura Ministerio sobre Altamira«, no doy crédito a tanta desfachatez. Porque ahora resulta, dicen, que los trabajos últimos que, repito, han costado un millón de euros, no se destinaban para abrirlas sino para conocerlas mejor. Y es curioso que con el equipo de Gäel de Guichen igual las conocemos mejor, pero ha sido en el que ha realizado recientemente otro grupo de investigadores españoles donde se ha revelado que Altamira es un 20% más grande de lo que se pensaba, y eso sin llevarse ese dineral.

 

El litoral de España, plagado de tesoros naufragados por descubrir


 

Sólo cuatro instituciones públicas trabajan en la recuperación, protección y divulgación de los restos arqueológicos subacuáticos en España, primera potencia mundial en pecios hundidos. La falta de recursos para investigar impide que salgan a la luz, mientras otros países se aprovechan

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ROSA M. TRISTÁN

(publicado en ESTRATOS, PDF patrimonio Subacuático Estratos)

Nadie lo duda. España es el país con más patrimonio arqueológico subacuático en todo el mundo. Se calcula que varios miles de buques de Estado, de todos los periodos de la Historia, andan sumergidos en los oceános a lo largo y ancho del planeta, en los lugares adonde temporales, batallas y piratas los enviaron cargados de vidas e historias. Solo en nuestras costas, con un litoral de 7.876 kilómetros, se esconden objetos de culturas que van desde la Prehistoria hasta nuestros días, pero ese imperio bajo las aguas se extiende también a las costas americanas. Rescatarlo del olvido es la tarea en la que se hallan inmersas las pocas instituciones que sacan ‘a flote’ sus misterios.

Pero todos los responsables de la arqueología subacuática hacen hincapié en la necesidad de aumentar la divulgación y las inversiones en un área de la investigación y la conservación del Patrimonio que alcanzó su mayor protagonismo por un gran expolio. Fue en el año 2007, cuando la empresa ‘cazatesoros’ norteamericana Odyssey anunció al mundo que había sacado medio millón de monedas de oro y plata de un lugar, en aguas internacionales, cercano a la costa sur portuguesa.

“Trataron de ocultarlo, pero se supo que era la fragata Mercedes; al final, la empresa tuvo que devolver todo a España, tras un juicio en el que fue condenada, pero el destrozo en el yacimiento fue brutal. Aquello sentó un precedente y las instituciones españolas se pusieron en marcha para que aquello, que no era el primer expolio, no volviera a ocurrir”, recuerda el arqueólogo submarino Carlos León Amores, director creativo de la exposición inaugurada en 2014 sobre La Mercedes en el Museo Arqueológico Nacional.

UN PLAN FRUTO DE UN EXPOLIO

El primer resultado de aquel suceso fue el Plan Nacional para la Protección del Patrimonio Nacional Subacuático, un auténtico ‘Libro Verde’ elaborado en 2009 y pendiente aún de llevar a la legislación, pero que ya ha ayudado a cambiar el panorama. A nivel internacional, la Convención de la UNESCO de 2001 ya indicaba que los países propietarios de los buques mantienen su “inmunidad soberana” sobre los mismos, estén donde estén hundidos, pero los buscadores de tesoros no tienen remilgos para saltárselo.

En el caso de España, sólo la Armada ha documentado 1.580 naufragios españoles, aunque nadie sabe la cifra exacta, que fácilmente se multiplica por dos o tres. Pese a mantener esa propiedad legal sobre ellos, expertos como Carlos León reconocen que para excavar un pecio en aguas de otros países es preciso el permiso de esos gobiernos, lo que conlleva alcanzar acuerdos para su protección e investigación en los que los materiales acaban repartidos, y más habitualmente en los museos de ultramar.

Son acuerdos similares al que se firmó en junio de 2014 entre el Ministerio de Cultura español y los responsables del Gobierno de México, en este caso para localizar y rescatar dos galeones de la Flota de la Nueva España de 1630-1631: el Santa Teresa y Nuestra Señora del Juncal, que iba cargado con un millón de monedas de plata y reales. Los términos del acuerdo sobre qué pasará con el material rescatado no se han hecho públicos. Y en todo caso, son sólo dos de los de los más de 300 barcos españoles que se calcula que hay en aguas mexicanas.

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“Somos un país inmensamente rico bajo el mar. El Juncal es uno de los miles que hay hundidos porque fueron más de 200 años de monopolio comercial entre Europa y América; muchos naufragaron en el Caribe por temporales o por ataques de los piratas y muchos iban cargados de materiales valiosos. Tras un arduo trabajo de investigación en los Archivos de Indias, tengo documentados unos 100 barcos fuera de nuestro país que diría que son muy buenos para excavarse”, afirma León Amores.

UN MUSEO DE ESPAÑA, FUERA DE ESPAÑA

Un escaparate de esa riqueza se exhibirá en unos meses en el futuro museo marítimo de  Santo Domingo (República Dominicana), impulsado por el Banco Interamericano y en el que el arqueólogo trabaja como asesor. Allí se podrán ver más de 1.000 piezas de 15 barcos españoles de la época del Imperio, la mayoría excavados por buscadores de tesoros entre los años 70 y 80. Uno de ellos, el Concepción, llevaba a bordo una espectacular colección de cerámica Ming  y una curiosa caja llena de esperma de ballena, usada en el siglo XVIII para cosmética. En otros, como el Guadalupe y el Conde de Tolosa,  se encontraron piezas tan valiosas como una Cruz de Santiago, de oro y  diamantes. Incluso se ha documentado un pecio que fue cargado de osos. ¿Su destino? Un misterio que la investigación debe resolver.

Pese a las normas nacionales e internacionales, basta echar un vistazo en internet para comprobar que aún hoy los ‘cazatesoros’ siguen haciendo ‘caja, si bien ahora suelen incluir un arqueólogo y hacen cuadrículas en los yacimientos. En definitiva, intentan dar un halo científico a su trabajo, pero continúan con la venta de piezas del patrimonio subacuático español y de otros países en el mercado negro.

LAS RICAS AGUAS PENÍNSULARES

Más si los pecios españoles en aguas ajenas son muchos, no menos hay en las propias, quizás con objetos menos deseados por los modernos ‘piratas’, pero con un valor para el conocimiento del pasado que no se puede cuantificar en metales preciosos.

En la actualidad, con las competencias en la materia transferidas a las comunidades autónomas, en toda la Península existen´únicamente tres centros específicos dedicados a la investigación de este Patrimonio: el andaluz, en la Playa de la Caleta de Cádiz, se creó en 1997; el de la Comunidad Valenciana comenzó en Alicante en 1986 y ahora tiene su sede en el Puerto de Burriana (Castellón), y el catalán, en Girona, se fundó1992, aunque ya existía un servicio a nivel provincial desde 1981; hoy, esta institución es la única del país que que tiene un barco propio: el Tethis. Todos están bajo mínimos.

Museo Arqua de Cartagena.A nivel estatal, España cuenta con el Museo Nacional Arqua, creado en 1980 en Cartagena (Murcia), que depende del Ministerio de Cultura, si bien desde 2008 no cuenta con un centro de investigación, cuando fue cerrado. Su director, Iván Negueruela, que retomó su puesto hace un año tras una sentencia judicial, quiere recuperarlo a toda costa. “Estos últimos años Arqua se ha dedicado únicamente a ser sede de exposiciones, pero debemos volver a investigar, a excavar bajo el agua y a hacer prospecciones micro y macro espaciales para tener una radiografía de lo que hay en nuestro litoral”, afirma Negueruela a ‘ESTRATOS’.

Entre los grandes hallazgos que se hicieron desde allí hace una década, el director de Arqua recuerda las prospecciones de 72.000 metros cuadrados en la bahía de Mazarrón, donde se encontró un valioso barco de finales de la Edad de Bronce. También en el Bajo de la Campana (La Manga) localizaron pecios fenicios, romanos y púnicos.

Asimismo, considera fundamental recuperar la revista del Museo, única que existía a nivel nacional, dado que, según afirma, “es importante tener una publicación para mantener nuestra presencia en instituciones internacionales y también porque muchos jóvenes arqueólogos hoy no tienen donde publicar sus investigaciones”.

Su tercer gran reto es promover la colaboración con las comunidades autónomas del norte e isleñas, que carecen de un departamento específico para la arqueología subacuática.  De hecho, allí no se hace nada . “No sabemos cuántos pecios hay hundidos ni por ahí fuera ni en nuestras costas. Las rías gallegas, por ejemplo, son muy ricas en Patrimonio Subacuático, y Baleares, y Canarias, pero no tienen centros de investigación. Desde Arqua podemos prospectar y buscar barcos con apoyo del Instituto Nacional de Oceanografía y de la Armada. Y en el Museo tenemos laboratorios para estudiar el material. Creo que el Gobierno central debe excavar al menos un galeón. Es caro, pero cada día es más necesario porque, en otro caso, lo harán los buscadores de tesoros”, afirma.

CATALUÑA, LA ÚNICA CON UN BARCO

El litoral levantino está mejor cubierto. En Girona, Gustau Vivar es el responsable del Centro de Arqueología Subacuática de Cataluña, donde con el Thetis acaba de terminar una campaña de excavación. Vivar tiene localizados en su ‘carta’ arqueológica ni más ni menos que 820 yacimientos, desde estructuras neolíticas con 7.000 años, como el poblado sumergido de La Draga; a barcos romanos como el Culip IV o el Cap de Volt, que iba cargado de vino para los legionarios; o buques militares del siglo XIX, como el Deltebre I, hallado en el Delta del Ebro por unos pescadores y que ha revelado una gran obra de ingeniería. Estos meses, este barco es objeto de una exhaustiva exposición en el Museo Arqueológico de Alicante.

“Tenemos que ser conscientes de que cada pieza nos da una información histórica. La cala de Aiguablava, por ejemplo, se usó durante 23 siglos como fondeadero natural y hay al menos cinco barcos hundidos. Tenemos tanto patrimonio que no damos abasto. De hecho, todo el Mediterráneo está lleno de pecios y muchos serían fundamentales para reconstruir nuestra historia. Bajo el mar, los arqueólogos hallamos objetos muy cercanos a las personas que los perdieron, porque un naufragio es algo que pasa muy rápido y, por ello, podemos reconstruir los últimos momentos antes del hundimiento, algo que es mucho más difícil en tierra”, explica Vivar.

Como León Amores, Vivar pasa muchas horas bajo el agua. Gracias a su trabajo, la excavación en el Cap de Volt, que ya en los años 60 fue saqueado por buceadores belgas, ha servido para conocer la red de distribución y exportación del vino local entre el siglo I y el siglo II a. de C., y para documentar que los íberos eran capaces de diseñar barcos que navegaban por las marismas, gracias a una quilla menos pronunciada y con menor calado.

UN PAÍS DE MAR, DE ESPALDAS AL MAR

“Yo creo que España dio la espalda al mar tras el desastre de Trafalgar, que aún no lo hemos superado. Quizá por ello no hay ninguna especialidad de arqueología subacuática en ninguna universidad española. Los interesados o somos autodidactas, o nos vamos al extranjero, no tenemos cultura marítima, pese a nuestro extenso litoral. Sin embargo, no podemos entender nuestra historia sin saber lo que pasó en los mares. Afortunadamente, en el Mediterráneo hay pocos ‘cazatesoros’ porque el oro está en las Indias, no aquí, pero sí que hay expoliador de fin de semana, que se llevan unas ánforas y hacen mucho daño. Por ello hay que aumentar la vigilancia”, apunta el investigador catalán.

Siguiendo el litoral hacia el sur, en una casa cercana al mar del Puerto de Burriana (Castellón), se encuentra el Centro de Investigación Subacuática de la Comunidad Valenciana (CASCV). Dirigido por Asunción Fernández, la arqueóloga del centro, desde allí se gestiona el Patrimonio sumergido en 400 kilómetros de costa.  No ha sido posible hablar con ella. Desde la Generalitat  remiten a otra persona:“Necesitaríamos más recursos, pero con lo que hay seguimos con los proyectos en marcha e intentamos divulgar todo lo posible”, apunta Consuelo Matamoros, jefa de servicio de Patrimonio Cultural de la Generalitat. Una declaración que mal esconde la situación del CASCV.

En CASCV tienen hasta 136 fichas con localizaciones de restos arqueológicos y de 20 pecios hundidos, pero el mapa lo mantienen secreto para evitar expolios. En la actualidad, tienen cuatro proyectos en marcha. Por un lado, realizan un inventario documental de los barcos hundidos durante la Primera Guerra Mundial en la costa valenciana. Por otro, documentan una carta arqueológica de la Bahía de Alicante, después de que estudios previos concluyeran que allí pudo estar el puerto romano de Lucentum, el más importante que existió en Alicante desde el siglo II antes de Cristo hasta el final del Imperio Romano y por el que pasaron todas las rutas comerciales de la antigüedad. El tercer proyecto sería la carta arqueológica subacuática de Dénia.

Y por último, desde CASCV continúan excavando en el pecio romano Bou Ferrer, que con sus 20 metros de eslora es el más grande en el Mediterráneo de su época. Su excavación ha proporcionado datos fascinantes sobre la comida de aquella época, pues se han encontrado más de 200 ánforas, cada una de las cuales contenía unos 40 litros de salsas de pescado a base de boquerón, caballa y jurel. Incluso llevaban el famoso garum y otras salazones de pescado, que eran una de las mercancías más caras de la época, pero imprescindibles en la gastronomía romana.

Situado a 25 metros de profundidad, el Bou Ferrer ha sido declarado este año Bien de Interés Cultural y es el único bajo el agua con visitas guiadas, explica Matamoros: “Comenzamos hace dos años y está teniendo un gran éxito. Es una forma de divulgar y poner en valor este Patrimonio escondido bajo el agua, puesto que Unesco recomienda no sacar los barcos del fondo. Así, los visitantes pueden conocerlo, seguimos con la excavación”, señala.

ANDALUCÍA: 1.100 NAUFRÁGIOS DOCUMENTADOS

Tras dar un salto en Murcia, en cuyo litoral se encuentra el Museo Nacional Arqua, hay que navegar hasta Cádiz para encontrar la cuarta institución dedicada a ‘bucear’, literalmente, en el pasado. El Balneario Nuestra Señora de La Palma, en Cádiz, es la sede del Centro de Arqueología Subacuática andaluz. Al frente, Carmen García Rivero, que tiene más de 1.100 kilómetros bajo ‘su dominio’ científico.  Pero poca ayuda tiene para ello. “Siempre he pensado que es una disciplina muy atractiva para el público, pues está ligada a las aventuras, a los piratas. Pero habría que explotarla más. En Andalucía tenemos 1.100 naufragios documentados, gracias a los Archivos de Indias de Sevilla, y un total de 86 yacimientos que van desde los púnicos hasta épocas recientes. Es impresionante”.

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Tanto hay donde escoger y tanto por descubrir aún que la Ley de Patrimonio de la Junta de Andalucía optó por diferenciar entre las zonas arqueológicas (de las que hay 56) de las zonas de servidumbre (42), en las que podría haber pecios sin localizar. “Es una forma de protegerlos contra expolios y contra obras que se realizan en el medio marino. Con esta Ley, a los que las quieren hacer se les obliga a hacer un informe previo del lugar.

Con tres barcos en el Puerto de Cádiz reconocidos como Bien de Interés Cultural, que forman parte de los contendientes en la famosa Batalla de Trafalgar, para García Rivero la seguridad es uno de los asuntos a los que dedica parte de sus esfuerzos. De hecho, en 2005, antes de que saltara el caso ‘Odyssey’, la Guardia Civil desarticuló una extensa red de tráfico de material arqueológico que había sido extraído ilegalmente del Golfo de Cádiz. Fue la ‘Operación Bahía’. “Ahora hay en marcha una campaña con los clubs de buceo y arqueólogos para que avisen si ven barcos con un comportamiento extraño en zonas sensibles. Ahora, además, dentro del Sistema Integrado de Vigilancia Exterior (SIVE) de la Guardia Civil, además de vigilar el narcotráfico, también protegen estos yacimientos de los ‘cazatesoros’, que no ven los barcos como un contenedor de hisotiera, sino solo como un lugar del que sacar oro”.

En la actualidad, desde esta institución andaluza se investigan los barcos localizados a comienzos de este año en la obras de ampliación en el Puerto de Cádiz: el Delta-1, como se ha denominado provisionalmente, era del siglo XVIII y llevaba a bordo lingotes de plata; y el Delta-2, del siglo XVI, iba cargado de ánforas con aceitunas, semillas y cochinilla (muy utilizada para tintes), por lo que se cree que era un barco de redistribución de productos por la costa. “La arqueología subacuática nos cuenta grandes acontecimientos y otros cotidianos del pasado. Ponerla en valor es una función gratificante”, concluye García Rivero.

 

 

 

 

 

 

12.000 manuscritos del Fondo Kati siguen en la estacada


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ROSA M. TRISTÁN

Cuando Ismael Diadié Haidara se empeño en que España fuera quien disfrutara del tesoro heredado de sus antepasados no podía imaginarse que se las veía con un Estado, unos responsables políticos, unas empresas y una sociedad que no iban a saber valorar lo que se le ofrecía: 12.714 manuscritos con 550 años de historia, los mismos que salieron de Toledo en 1467 y que Ismael quería que fueran digitalizados para su estudio en el mismo país donde comenzó su andadura. Pero, por sorprendente que parezca, la realidad es que en este país no se ha valorado su oferta. Quince años después, Diadié aún no tiene salida clara para el FONDO KATI y algunas fuentes señalan que ya hay importantes instituciones extranjeras (en Francia, en Suiza…) que están tanteando cómo hacerse con la versión electrónica para que «sus» investigadores y «sus» expertos tengan acceso a lo que aquí tan alegremente se rechaza.

Hace un par de años  dediqué un artículo a este Fondo. Entonces, un grupo de personas, con más ánimo que capacidad financiera, nos constituimos en Círculo de Amigos del Fondo Kati. Entonces, aún coleaba el conflicto islamista en el norte de Mali, en Tombuctú, la ciudad donde los antepasados de Ismael recalaron tras ser expulsados de España, como recordaba él mismo el otro día en el centro cultural Conde Duque, en el ciclo «El viaje y sus culturas» organizado por Pilar Rubio Remiro.

Ismael  Diadié, durante la conferecia en el Centro Cultural Conde Duque. |R.M.T.

Ismael Diadié, durante la conferecia en el Centro Cultural Conde Duque. |R.M.T.

Ante una embelesada audiencia, Ismael fue relatando cómo un 2 de julio de 1467, tras una cruenta reyertas entre  cristianos,judías y musulmanes, el joven jurista Ali Ben Ziyad al-Quti,  de origen visigodo y una familia islamizada, salió de Toledo con su biblioteca a cuestas. El camino del exilio le llevó a Granada, Sevilla, al sur de Argelia, Siria, Bagdag, Jerusalén, Mauritania… para acabar en Malí, donde se casó con la sobrina del rey. Fue su hijo, Mohamed Kuti, el verdadero artífice de la biblioteca, comprando manuscritos en sus largos viajes, para acabar instalándose en Tombuctú. Casualidades de la Historia, estando en Fez se encontró con León el Africano (Hasan bin Muhammed al-Wazzan al-Fasi), cuya familia también había sido expulsada de Granada por los Reyes Católicos. Kuti, el primer historiador, y León, el primer geógrafo, cruzaron sus pasos…

Desde entonces, la biblioteca, de siglo en siglo, fue sufriendo bandazos, como la propia familia Kuti, que iba escribiendo en los márgenes de los manuscritos sus avatares. Siglos en los que turcos, ingleses y españoles se disputaron aquellos legajos, siglos en los que se dispersaron para volver a reunirse y de nuevo perderse en un espacio que iba del Sáhara a El Escorial. Hasta que el padre de Ismael, en los años 80 del siglo pasado, comenzó a trabajar para que volviera a ser el gran tesoro bibliográfico con el que soñó Mohame Kuti. «Lamento profundamente que al final no llegara a ver su tarea totalmente terminada», afirma Ismael.

 

Manuscritos del Fon.do Kati

Manuscritos del Fon.do Kati

Fue a finales de los 90, cuando el heredero comenzó a moverse para que aquel legado único fuera protegido, para que, ya en el siglo XXI, encontrara acomodo en el que asentarse para ser investigada. Se habló de llevar el Fondo, Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, a la Biblioteca de Alejandría, traerlo a España… Pero un grupo de intelectuales (Jose Ángel Valente, José Saramago, Juan Goitisolo, etcétera) firmaron un manifiesto defendiendo que su lugar Tombuctú. Y el guante lo recogió la Junta de Andalucía, que financió en la ciudad del desierto un edificio para albergarla. Aquel convenio (firmado en el año 2002) preveía, además, la microfilmación de los manuscritos para su consulta por los investigadores.

El edificio, por cierto una construcción bastante deficiente, se hizo. La microfilmación nunca existió.

Diez años más tarde, Tombuctú había cambiado su mito medieval de «ciudad de oro» por el de «ciudad de la tinta», en palabras de  Diadié Haidara. A la Bilioteca Nacional se unía la del Fondo Kati  y sus 12.714 manuscritos, con más de 7.000 textos marginales, todo un imán turístico. Antologías poéticas, actas de compra-venta de judíos, cartas a reyes… John Hunwick, de la Northwestern University de Chicago, llegó a asegurar que su contenido, aún por desvelar, «puede cambiar la historia de África».

Sin embargo, la Humanidad no aprende y la religión se cruzó de nuevo en el camino de los Kati, y en abril de ese año, 2012, los islamistas entraron en Tombuctú. A Ismael no le quedó más remedio que volver a dispersar la biblioteca para que no fuera quemada por los fanáticos. «Es triste que, 545 años más tarde, el mismo fanatismo religioso que la obligó a dejar Toledo, la alejara de Tombuctú», afirma.

Absurdo el fanatismo, pero no lo es menos que a estas alturas el Fondo siga guardado en cajas de metal (unas en el desierto, otras en Bamako y algunas en Andalucía), sin investigar y sin digitalizar. Y ya van para tres años que la situación no ha cambiado, pese a que la empresa de seguros DKV, desde finales de 2012,  asegura que trabaja para que puedan ser consultados. «A día de hoy, digitalizado no está», afirma  el bibliógrafo y escritor maliense.

DKV ha anunciado la organización exposiciones en varias ciudades con los manuscritos, eventos que pueden costar un millón de euros, como ha salido publicado,  en Toledo, Jerez de la Frontera o Tarifa, con motivo del 550 aniversario de la salida del Fondo Kati de su lugar de origen. Ahora bien, con ello no se avanzará en lo importante, que es agrupar el material para que pueda ser restaurado y puesto a disposición de la investigación, una vez que sea accesible digitalmente. Y a todo esto: ¿ dónde está el Ministerio de Cultura, y dónde  la Biblioteca Nacional? Es muy triste que a final tengan más recursos en Malí, donde hay manuscritos de su bibilioteca ya accesibles en la red, que en España.

Por cierto,  la Sociedad Geográfica Española otorga este año su premio Iniciativa/ Empresa precisamente a DKV por «digitalizar» el Fondo Kati. Un premio que, de momento, se adelanta a la realidad.

Ismael Diadié acaba de publicar un hermoso libro titulado «ZIMMA», de la editorial Vaso Roto.

Luis Siret, el belga que descubrió dos culturas en España


Luis Siret,, en un yacimiento a finales del siglo XIX.

Luis Siret,, en un yacimiento a finales del siglo XIX.

El belga Luis Siret se pasó la vida entre picos y palas sacando huesos. Lo hizo en el sur de la Península Ibérica, en Almería, ciudad donde hoy un colegio público lleva su nombre como póstumo homenaje a un hombre que ha pasado desapercibido para los no iniciados en el mundo de la Arqueología. Siret (1860-1934), quien sacó a la luz una decena de yacimientos  paleolíticos, neolíticos, calcolíticos y, sobre todo, de la Edad de Bronce, en Andalucía, le tocó vivir  una época en la que hacer agujeros por el mundo para encontrar vestigios del pasado, ya fuera en Egipto, Mesopotamia o Mojácar, tenía un atractivo irresistible.

Ahora, 81 años después de su muerte, el Museo Arqueológico Nacional, saca a la luz el archivo personal del arqueólogo, y lo hace en su versión digital tras ocho años de trabajo. Más de 31.000 documentos en los que Siret nos habla de todo aquello que encontró, junto a su hermano Henry y el capataz Pedro Flores. Más de 150 cuadernos de excavación, con anotaciones, dibujos, fotos e informes que desde el lunes 2 de marzo de 2015 están disponibles en la página web del Museo para aquellos que quieran investigar sobre sus trabajos, si es que logran apoyo financiero para ello, claro. Y material hay de sobra, desde las cartas que envió a otros científicos de prestigio en aquel momento, a recortes de prensa, informes sobre su participación en congresos y un largo etcétera de documentos.

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En la nota de prensa que envía el Museo, llama la atención que se tardara tanto tiempo en hacer inventario y organizar, pues Siret le donó sus colecciones en 1928 y  ese trabajo con las piezas se realizó entre los años 50 y 90, ni más ni menos que 40 años!

Siret había nacido en Saint Nicolas Waes (Bélgica) en una familia acomodada y culta que le inculcó, como a su hermano, interés por el pasado. Ambos se decantaron por la ingeniería y fue Henri el primero en venir a España a trabajar en la Sierra Almagrera, en Almería, pasos que poco después, con 21 años recién cumplidos, seguiría Luis. Hay que recordar que por entonces en España necesitaba de esa mano de obra cualificada, así que pronto crearon su propia compañía minera en Parazuelos (Murcia).
Juntos, durante unos años, compaginaron su profesión con su pasión, que fue buscar y excavar yacimientos arqueológicos tanto en Murcia como en Granada o Almería, y encontraron un buen número de ellos y, aunque no puede decirse que fueran muy exhaustivos en las excavaciones, lo cierto es que encontraron restos de una cultura de la Edad de Bronce que hoy se conoce como argárica, que se extendió por esas tierras desde hace 5.000 años hasta el siglo II de nuestra era. Hasta entonces, era desconocida.
Fruto de ese trabajo es su obra ‘Les premiers âges du métal dans le Sud-Est de l’Espagne’, publicada en Amberes en 1887, poco después de que Henri se volviera a su país de origen. Pero Luis se quedó, con su capataz Pedro Flores, y poco años después descubría la necrópolis de Villaricos (Almería) que excavaría hasta 1910. Se trataba de la antigua ciudad fenicia y romana de Baria, fundada por los navegantes tirios a finales del siglo VII a.C. para la explotación de las cercanas minas de plata y plomo. Siret excavó allí más de 2.000 tumbas de varios siglos, así como un área en la que se preparaban salazones y restos de un templo. Es penoso que sólo una pequeña parte de ello esté acondicionado para visitas del público, aunque no hay noticias de que ni siquiera se realicen más que de forma esporádica.
Paralelamente, mientras construía una vía férrea, encontró otro yacimiento en la Sierra de Gádor, que resultó ser un poblado fortificado de otra cultura desconocida, Los Millares, uno de los asentamientos más importantes de Europa del Calcolítico (también de hace unos 5.000 años), que se encuentra en  el municipio de Santa Fe de Mondújar. Allí, desenterró tumbas megalíticas con corredores y recintos circulares de falsa cúpula.
Hasta el final de sus días, Siret siguió trabajando como arqueólogo. Fue enterrado en Águilas (Murcia).

Los genios españoles se reúnen en la nueva mansión de la ciencia


ROSA M. TRISTÁN 

(Publicado en ESCUELA).

La sede madrileña del Museo Nacional de Ciencia y Tecnología ha abierto recientemente sus puertas en Alcobendas (Madrid). En el mismo espacio que antes ocupó CosmoCaixa, que sucumbió a la crisis económica. Hasta entonces, el Museo Nacional se ‘escondía’ en los aledaños de una antigua estación de tren en el centro de la capital. Era un museo desconocido, obsoleto, más un almacén de piezas de nuestra historia científica que otra cosa. Fuimos de los últimos países del entorno en tener una institución dedicada a nuestros investigadores, pero fue abrirlo y prácticamente abandonarlo… Ahora ha cambiado de sede en Madrid (tiene otra en La Coruña) y aunque se ha alejado, de la ciudad, lo que evidentemente no facilita las cosas, al menos se ha puesto al día.

Recientemente publiqué este reportaje sobre las nuevas instalaciones en ESCUELA, que comparto con vosotros sobre ese espacio donde los genios del pasado y el presente de este país se encuentran. Abajo, los links a los PDF.

Ahora si merece la pena una visita!

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