ROSA M. TRISTÁN
Por su interés para concienciar sobre el valor del patrimonio paleontológico y el necesario rigor científico, recojo la carta enviada a al Departamento de Promociones de Unidad Editorial por uno de los investigadores de esté área más reconocidos a nivel nacional e internacional. Juan
Carlos Gutiérrez-Marco, investigador del Instituto de Geociencias (CSIC-UM) muestra en ella su disconformidad con la oferta que ha lanzado para EL MUNDO desde este domingo: regala una colección de fósiles originales y una caja expositora para ellos. El investigador denuncia que hay «falta de veracidad» en la información científica que se ofrece y denuncia que muchas de las piezas vienen del mercado profesional de Marruecos y Madagascar, consentido en la práctica, pero no del todo legal, y no de la minería convencional como se afirma.
Esta promoción no tiene nada que ver con el excelente equipo de periodistas de la sección de Ciencia de El Mundo, que no fueron consultados sobre su contenido, como deberían. La colección es obra de una productora audiovisual llamada
Producciones JRB, sin que figure quienes son los asesores científicos del asunto.
Se incluye PDF del folleto:
AQUÍ

Gutiérrez-Marcos también la ha remitido a la comisión de Patrimonio Geológico de la Sociedad Geológica de España, y a la lista IBERPAL de distribución de informaciones paleontológicas en el ámbito iberoamericano, pues asegura a este Laboratorio que «no se trata de que no se puedan vender fósiles, sino que se vende «información pseudocientífica» y se engaña sobre el origen de la piezas.
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CARTA ENVIADA POR EL PALEONTÓLOGO JUAN CARLOS GUTIÉRREZ-MARCO A EL MUNDO
«Estimados sres,
En relación con el coleccionable de fósiles auténticos, a la venta en puestos de prensa a partir de mañana y hasta el 21 de julio, y como paleontólogo profesional con más de 30 años de experiencia, quiero manifestarles mi sorpresa por la falta de veracidad de muchas afirmaciones vertidas en el folleto promocional y la mala calidad general de todo el producto, que evidentemente no ha contado con el asesoramiento de ningún paleontólogo cualificado.

Leer recuadro en rosa, sobre origen fósiles.
Con respecto al origen de los ejemplares, se indica que «la mayor parte de ese material es subproducto de la actividad minera convencional, de modo que se trata de un producto respetuoso con el medio ambiente«. Esto sólo es cierto en el caso de los dientes de tiburón, que en un principio se separaban en los tamices vibratorios de las explotaciones de fosfatos de Marruecos y el Sáhara Occidental, para su posterior trituración y mezcla con el resto del mineral. El proceso pronto se abortó por la mayor rentabilidad para la venta (ilegal) de los fósiles separados en el proceso de cribado.
Salvo en este caso, el resto de los fósiles de la colección son fruto de la explotación profesional de yacimientos paleontológicos (en su mayoría marroquíes o malgaches) que en parte conozco y he visitado personalmente, por cuya razón el calificativo de «respetuoso con el medio ambiente» -o incluso con respecto a la legislación de alguno de los países implicados- lo veo como un claro fraude al consumidor.

El coleccionable parece ir dirigido a padres de familia, tan bienintencionados como incautos, a los que se ofrece un producto de deleznable calidad plagado de equívocos y de desinformación. Además de los errores conceptuales y pseudocientíficos propios de autores no versados en la materia (mezclar la Prehistoria con la Paleontología), la obra parece escrita en lenguaje «coleguil» y con un sensacionalismo impropio de cualquier esfuerzo de divulgación científica.
Como ejemplo de ello, y tan sólo con referencia al folleto promocional de la pasada semana, puedo citarles (por orden de aparición) los siguientes ejemplos:
– Al ampliar bajo la lupa la ficha del Tiranosaurio titulada «La furia de la prehistoria», el texto es sonrojante y está tan mal montado que resulta incomprensible.
– La ficha del «Primer depredador marino» presenta a los anomalocáridos como asesinos terroríficos de la prehistoria y las profundidades oceánicas, «parientes lejanos de los insectos y crustáceos marinos» (la primera interpretación cambió posteriormente y de grandes depredadores pasaron a ser pacíficos filtradores, habitantes de la plataforma continental).
– Las líneas de tiempo que delimitan los sistemas geológicos están tan desactualizadas, que las edades parecen fijadas arbitrariamente. Entre otros detalles, el «Terciario» y el Precámbrico figuran equiparados a sistemas/periodos, cuando el primer término se ha refundido en los sistemas Paleógeno y Neógeno y el segundo es un Eón que incluye siete eras geológicas.

– La ficha «Trilobites» ilustra una forma cámbrica (Conocoryphe) bajo el nombre científico «Dicalymene» (recto Diacalymene) y de la «familia artrópodos» (que son un filo, no una familia zoológica), con un texto para el grupo que es un puro delirio.
– La ficha «Cómo convertirse en una roca» es un alegato a la transmutación alquimista.
– Las identificaciones y calificativos de los ejemplares que componen la colección son propias de mercadillo callejero, y en ninguna muestra se indica su procedencia o edad geológica.

– De acuerdo con mis conocimientos y experiencia, doy fe de que
los ejemplares de las fotografías números 1, 2, 3, 4, 5?, 8?, 9, 13, 15, 17 y 18 provienen de yacimientos marroquíes (con un valor en origen de entre 10 y 60 céntimos/unidad comprados por lote), los ejemplares
6 y 10 son seguro de Madagascar, y los demás ya lo iremos determinando….
– Las identificaciones taxonómicas son, con total certeza, las suministradas por los vendedores, plagadas de errores y de nula fiabilidad al no haber sido supervisadas por especialistas. Así, el coprolito de dinosaurio (nº 7) es un cololito (contenido intestinal no excretado, en un resto cadavérico) probablemente de un pequeño mamífero, con preservación tipo «palomita de maíz» y origen malgache; a la «Rhynchonella» jurásica (nº 11, tal vez de yacimiento español y presunto origen ilegal) se le atribuyen 400 millones de años (el Jurásico comenzó hace 201,3 millones de años); el trilobites «Phacops» (nº 17), es presentado como «uno de los más antiguos animales que han existido jamás» (pero el de la ilustración no es un Phacop, ni siquiera un facópido…); la presunta pieza de ámbar (nº 16, «sabia -sic- de árboles prehistóricos» ) como mucho será un copal de anteayer… bueno, y así todo… (El ámbar es una resina que ha completado su proceso de fosilización).

Lo curioso es que para cerciorarse de si la información acerca de los fósiles de la colección era fiable o dudosa, bastaba con haber pasado unos cuantos nombres científicos por el Google…..
En fin, compraré el primer fascículo mañana para divertirme un rato ante tanto descalabro.
Aunque soy paleontólogo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, le aclaro que el presente mensaje lo envío a título personal. En ningún modo actúo en nombre de mi institución ni tampoco me considero como un «talibán proteccionista», que lucha contra el comercio nacional o internacional del patrimonio natural, pese a no simpatizar con ello. Es más: en el plano paleontológico nunca me he opuesto al comercio de ciertos fósiles bajo determinados parámetros, pero de ahí al «todo vale» de su colección, dista un largo trecho.
Un saludo
Juan Carlos Gutiérrez-Marco
Investigador del Instituto de Geociencias (CSIC-UCM)
El investigador, asimismo, considera sensacionalista el artículo publicado en el diario para su promoción, elaborado por la misma productora, al definir definir a los fósiles como «piezas enigmáticas, auténticos cofres donde se conserva la vida de hace miles de años» (¿la vida en conserva?), niega que la fosilización sea un proceso de sustitución «casi» molécula a molécula (en otras palabras, la transmutación práctica) de la materia orgánica por minerales (y no la conservación de restos ya de por sí mineralizados, como conchas, caparazones o huesos); y afirma que se da a entender que el diente de tiburón fosilizado que ofrecen el primer domingo corresponde al megalodón («del que se podrá conseguir mañana uno de sus temibles dientes originales» ) cuando el de la foto no lo es.
Y todo ello, reitero, sin pasar por la manos de los profesionales que hay en el medio.
En definitiva, animan a coleccionar estos fósiles como «un valioso trofeo», cuando se trata de importantes piezas para la investigación científica sobre el pasado de la vida en la Tierra.
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Nosotros hicimos la colección y es realmente interesante, con piezas muy buenas y muy ameno e instructivo para los niños. Yo si creo que sea un buen trabajo de divulgación científica (soy científico y hago divulgación también) y lamento que no aparezcan mas a menudo, colecciones de este tipo. Animo a ello.
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Hola estoy haciendo la colección y ya la he terminado, pero no consigo que me traigan el N° 10 Erizo Pygurus. La pedí en el quiosco y confunden el n° 10 con el n° 11.
Me gustaría saber como conseguirla ya que el quiosco no puede,gracias.
Un Saludo
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Excelente reflexión sobre las colecciones de fósiles por fascículos. Seguramente muchos paleontólogos, tanto amateur como profesionales, han comenzado su afición con este tipo de colecciones. Sin embargo, en este caso parece que los contenidos de la colección resultan engañosos y poco precisos. Eso no contribuye precisamente a fomentar la afición… una pena.
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