Carlos Gutiérrez-Marco, investigador del Instituto de Geociencias (CSIC-UM) muestra en ella su disconformidad con la oferta que ha lanzado para EL MUNDO desde este domingo: regala una colección de fósiles originales y una caja expositora para ellos. El investigador denuncia que hay «falta de veracidad» en la información científica que se ofrece y denuncia que muchas de las piezas vienen del mercado profesional de Marruecos y Madagascar, consentido en la práctica, pero no del todo legal, y no de la minería convencional como se afirma.

– La ficha del «Primer depredador marino» presenta a los anomalocáridos como asesinos terroríficos de la prehistoria y las profundidades oceánicas, «parientes lejanos de los insectos y crustáceos marinos» (la primera interpretación cambió posteriormente y de grandes depredadores pasaron a ser pacíficos filtradores, habitantes de la plataforma continental).
– Las líneas de tiempo que delimitan los sistemas geológicos están tan desactualizadas, que las edades parecen fijadas arbitrariamente. Entre otros detalles, el «Terciario» y el Precámbrico figuran equiparados a sistemas/periodos, cuando el primer término se ha refundido en los sistemas Paleógeno y Neógeno y el segundo es un Eón que incluye siete eras geológicas.
– La ficha «Trilobites» ilustra una forma cámbrica (Conocoryphe) bajo el nombre científico «Dicalymene» (recto Diacalymene) y de la «familia artrópodos» (que son un filo, no una familia zoológica), con un texto para el grupo que es un puro delirio.
– La ficha «Cómo convertirse en una roca» es un alegato a la transmutación alquimista.
– Las identificaciones y calificativos de los ejemplares que componen la colección son propias de mercadillo callejero, y en ninguna muestra se indica su procedencia o edad geológica.

– De acuerdo con mis conocimientos y experiencia, doy fe de que los ejemplares de las fotografías números 1, 2, 3, 4, 5?, 8?, 9, 13, 15, 17 y 18 provienen de yacimientos marroquíes (con un valor en origen de entre 10 y 60 céntimos/unidad comprados por lote), los ejemplares 6 y 10 son seguro de Madagascar, y los demás ya lo iremos determinando….
– Las identificaciones taxonómicas son, con total certeza, las suministradas por los vendedores, plagadas de errores y de nula fiabilidad al no haber sido supervisadas por especialistas. Así, el coprolito de dinosaurio (nº 7) es un cololito (contenido intestinal no excretado, en un resto cadavérico) probablemente de un pequeño mamífero, con preservación tipo «palomita de maíz» y origen malgache; a la «Rhynchonella» jurásica (nº 11, tal vez de yacimiento español y presunto origen ilegal) se le atribuyen 400 millones de años (el Jurásico comenzó hace 201,3 millones de años); el trilobites «Phacops» (nº 17), es presentado como «uno de los más antiguos animales que han existido jamás» (pero el de la ilustración no es un Phacop, ni siquiera un facópido…); la presunta pieza de ámbar (nº 16, «sabia -sic- de árboles prehistóricos» ) como mucho será un copal de anteayer… bueno, y así todo… (El ámbar es una resina que ha completado su proceso de fosilización).
Un saludo
Juan Carlos Gutiérrez-Marco
Investigador del Instituto de Geociencias (CSIC-UCM)
El investigador, asimismo, considera sensacionalista el artículo publicado en el diario para su promoción, elaborado por la misma productora, al definir definir a los fósiles como «piezas enigmáticas, auténticos cofres donde se conserva la vida de hace miles de años» (¿la vida en conserva?), niega que la fosilización sea un proceso de sustitución «casi» molécula a molécula (en otras palabras, la transmutación práctica) de la materia orgánica por minerales (y no la conservación de restos ya de por sí mineralizados, como conchas, caparazones o huesos); y afirma que se da a entender que el diente de tiburón fosilizado que ofrecen el primer domingo corresponde al megalodón («del que se podrá conseguir mañana uno de sus temibles dientes originales» ) cuando el de la foto no lo es.
Y todo ello, reitero, sin pasar por la manos de los profesionales que hay en el medio.
En definitiva, animan a coleccionar estos fósiles como «un valioso trofeo», cuando se trata de importantes piezas para la investigación científica sobre el pasado de la vida en la Tierra.