El ébola, ese virus que paraliza a los gobiernos


ROSA M. TRISTÁN

COLABORA CON STOP EBOLA DE MSF

Desesperados, colapsados, muy muy preocupados. Los trabajadores de Médicos Sin Fronteras (MSF) ya son saben cómo gritarlo más alto para que les oigan. Para que los gobiernos (empezando por el de España) actúen de una vez por todas para frenar el ébola en África, porque diríase que a ellos no les mata, pero les paraliza. Para que las palabras huecas en los grandes foros (nacionales e internacionales) den paso a medidas urgentes y concretas. Los virus son agentes infecciosos con millones de años de existencia, con un largo historial de mutaciones genéticas. Y no saben de plazos, ni de programas electorales, ni de corruptelas, pero sí de insolidaridad, discriminación, de violencia. Son el caldo de cultivo en el que se hacen fuertes.

En MSF lo saben y ayer dieron una rueda de prensa en Madrid de la que salí con la sensación de que virus como el ébola son culpables de grandes dramas, pero que la sordera es mucho más grave. La ONG tiene en Monrovia (Sierra Leona) el centro más grande de tratamiento que existe , entre otros, y por sus profesionales pasan el 60% de los afectados en el mundo por la enfermedad. Allí se ocupan de su cuidado, porque tratamiento no existe; lo único que pueden hacer allí por los enfermos es alimentarles bien, mantenerles hidratados y cuidar que no fallezcan de malaria, diarrea, anemia o tuberculosis.

¿Qué pasará con los huérfanos que se han curado? El rechazo social, otro virus. Foto en Guéckedou

¿Qué pasará con los huérfanos que se han curado? El rechazo social, otro virus. Foto en Guéckedou

José Antonio Bastos, el presidente de MSF España, tiene bien grabada el día que lanzaron la primera llamada de socorro al mundo. Fue en marzo de este año. La experiencia de 17 epidemias de ébola previas, les hizo ver enseguida que lo que pasaba en Guinea Conakry era distinto, y grave. «Alarmistas», les llamaron todos, incluida la Organización Mundial de la Salud. Pero el virus siguió su camino y en mayo ya había 350 infectados, que eran 1.400 en julio y a finales de octubre son 10.141 y más de 5.000 muertos.  «El ébola tardó siete meses en infectar a 3.000 y sólo tres semanas a otros 3.000. La epidemia está en fase de aceleración», decía ayer Bastos. Son muchos, pero no son todos. La misma OMS sabe ahora que pueden ser el doble, o el triple, porque puede haber miles de casos en Guinea, en Liberia, en Sierra Leona o en República Democrática del Congo que están sin identificar ¿Unas fiebres? ¿Dolores musculares? ¿Una hemorragia? ¿Cuántas enfermedades pueden tener los mismos síntomas?

En Donka, cada noche se quema todo el material que no puede ser desinfectado. |MSF

En Donka, cada noche se quema todo el material que no puede ser desinfectado. |MSF

Así que igual son 30.000. No, no tampoco. Porque hay que sumar a todos aquellos que fallecen y enferman de gravedad porque los sistemas sanitarios de Liberia, Sierra Leona o Guinea Conakry andan bajo mínimos, con el personal sanitario enfermo o en fuga,  y hasta la ONG ha tenido que cerrar un hospital generalista por seguridad. «Ahora mismo, nadie se atreve a hacer una cesárea, una apendicitis o una operación por accidente. Y no sabemos los miles que están muriendo por ello», reconocía Bastos.

Sin embargo, hasta el 6 de agosto (cinco meses después de la alerta), la OMS no declaró la emergencia por «epidemia mundial» y hasta el 18 de septiembre, el Consejo de Seguridad de la ONU no consideró el ébola una «amenaza a la paz y estabilidad mundial», lo que hizo que algunos países (Estados Unidos, por ejemplo), por fin, decidieran hacer algo. Algo pero poco. Porque si la OMS dice que se necesitan 1.000 millones de euros para frenar la sangría de muertes (recordemos que 250 millones son estafados en la Operación Púnica contra la corrupción, por tener una referencia) de momento en el terreno se ve muy poco. En la Unión Europea, de momento, sólo hay promesas.

También en España hay promesas: el Gobierno ‘estudia destinar’ 7 millones de euros a esta epidemia, dijo hace unos días el ministro de Exteriores. Pero desde MSF exigen mucho más, y con urgencia, porque las mismas unidades militares, o de bomberos, que tan preparadas están para repatriar misioneros o acudir a terremotos, bien podrían enviarse a África Occidental; porque de momento este Gobierno ha destinado unos 500.000 euros al fondo mundial de ayuda humanitaria (que es la mitad que Bolivia); porque se ha pedido un puente aéreo desde Canarias para llevar material médico y alimentos a la zona (más necesario ahora que muchas compañías aéreas han suspendido sus vuelos) y sólo hay silencio en el Gabinete de Rajoy.

Un  fallecido, trasladado a incinerar por si estaba contagiado. |MSF

Un fallecido, trasladado a incinerar por si estaba contagiado. |MSF

«Nosotros no podemos más». Así de claros son en MSF. «Es urgente actuar y es de muy corta inteligencia no verlo», asegura Bastos. 

Desde el hospital de campaña de Monrovia, por videoconferencia, pudimos ver a la doctora Carolina López conectaba con el encuentro informativo. Ella es una de las 3.200 personas que la ONG tiene implicadas en esta batalla:

«Tenemos 250 camas, 27 trabajadores internacionales y 800 locales, de los que la mitad trabajan en el saneamiento. Cada día cloramos 18.000 litros de agua. Ahora tenemos 77 pacientes positivos de ébola y no nos podemos relajar». Esta organización ya ha atendido a 1.425 pacientes, de los que 1.184 estaban infectados y 324 lograron sobrevivir».

Muchos son los problemas sobre el terreno que fue enumerando, en una conversación entrecortada por la distancia, pero se resumían en dos: la falta de recursos y el miedo. Por ejemplo, que en los pocos hospitales abiertos en Sierra Leona no atienden a los enfermos si no presentan un test negativo del ébola, y MSF no pueden hacerlos a todo el mundo; o que muchos enfermos acaban yendo por sus medios al centro porque no hay ambulancias suficientes que les lleven (aumentando el riesgo de contagio a terceros); o que no hay personal para hacer el seguimiento de todos los contactos que ha tenido cada infectado; o que los que superan el virus, en torno al 50%, no pueden volver a sus comunidades porque les rechazan, aunque sean niños huérfanos.

» También hay muchos afectados que nunca pisan un centro porque saben que si mueren tenemos que incinerarlos y culturalmente es inaceptable para ellos. Hubo un caso así, que lo enterró la familia y al final murieron 12 personas. Hacerles cambiar de opinión requiere que haya personal que vaya a las comunidades a informar, a sensibilizar, a acabar con la estigmatización», apuntaba Carolina.

Carolina López, en videoconferencia desde Sierra Leona, ayer en la sede de Médicos sin Fronteras. En la mesa, el presidente José Antonio Bastos y la experta en ébola Fernanánda Méndez.| R.M.T.

Carolina López, en videoconferencia desde Sierra Leona, ayer en la sede de Médicos sin Fronteras. En la mesa, el presidente José Antonio Bastos y la experta en ébola Fernanánda Méndez.| R.M.T.

Pero quizás lo mejor del encuentro, dentro de todo lo malo, fue el mensaje de que es posible atajar la epidemia, que es menos complicado que acabar con el sida o la guerra de Siria según Bastos. Es factible si hay recursos para aislar y tratar los casos, si lo hay para el seguimiento de los contactos (en Nigeria se logró controlar el brote con ayuda de la Fundació Bill y Belinda Gates), si se gestionan bien los enterramientos y si hay medios para ir comunidad por comunidad informando.  Sus previsiones son gastar uno s52 millones de euros en esta guerra,  y eso es mucho.

Por ello, porque necesitan dinero para seguir adelante, han lanzando la campaña STOP/EBOLA, por la que, gracias a SMS al número 28033, esperan recoger unos 11 millones de euros. De momento, llevan 750.000 euros: la sociedad civil ya ha puesto más que el Gobierno.  «Con 20 SMS tenemos para un traje de aislamiento, que tenemos que cambiar cada tres días. Pero si alguien puede donar más, también puede hacerlo en la web. Y si hay personal sanitario que quiera trabajar con nosotros, serán bienvenidos. Tenemos cursos de formación específicos para quienes van al terreno. Cuba ya ha mandado 160 profesionales sanitarios y aquí seguimos sin tener siquiera el puente aéreo desde Las Palmas», se quejaba el presidente de la ONG, que no ha tenido noticias del Gobierno desde el 9 de septiembre, cuando les envió una carta con las peticiones.

Una mujer guineana, que acude a ser examinada en Gueckedou.

Una mujer guineana, que acude a ser examinada en Gueckedou.

Eso sí, les han llamado como asesores en el comité de expertos del ébola que preside la vicepresidenta Soraya Sáez de Santamaría. Y tampoco deben hcerles mucho caso, porque ayer reconocían que no saben por qué Teresa Romero sigue aislada: «Es cierto que el virus tarda en salir de la orina o la saliva, pero en otros países, y así lo hacemos en África, cuando el test del ébola da negativo el paciente se va a su casa con unas recomendaciones. Me parece extremo que Teresa siga aislada», reconocía Bastos.

Hace unos días, un directivo de una gran empresa española comentaba, en un encuentro con periodistas, que «menos mal que la epidemia del ébola en España se ha frenado». Muchos, como él, respiran porque Teresa se ha curado y los aislados en este país ya están en sus casas. Pues no, no señores. Ni en España, ni en Europa, hay ni ha habido epidemia alguna (salvo el virus de la corrupción galopante). Pero si la hay, y sin freno, en África y si queremos que deje de ser una amenaza (para los africanos los primeros, y después para el resto) no basta con poner las vallas más altas, las leyes más duras, los agentes de seguridad más brutos y violentos. El único camino es actuar ya. Lo dicen quienes se juegan cada hora la vida en ello. «Todo nuestro respeto y consideración hacia ellos», dicen en MSF. Lo comparto plenamente.

 

 

 

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