ROSA M. TRISTÁN
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Acabó el Festival Starmus 2014. Confío en que tenga una tercera edición, aunque cuando me despedí de su organizador, y alma mater, el astrónomo Garik Israelian, en su rostro ví dibujado el agotamiento vital absoluto. Andaba en el hall del hotel Abama, en Tenerife, con la mirada perdida, casi sin energía ni para decir adiós a algunos de sus ilustres invitados: astronautas, científicos, artistas… y también a los pocos periodistas que quedábamos por allí. Era el día del desinfle del globo con el que todos flotamos en una intensa semana de ‘estrellas y música’, siete días en los que el científico empeñó todo lo que estaba a su alcance. Y lo logró: ni un solo fallo en el ‘cartel’, que era lo importante. De los otros, algunos que no pasarán a la historia.

Garik Israelian, junto a David Eicher, Robert Wilson, Katerina Harvati y Richard Dawkins. |ROSA M. TRISTÁN
Y es que, cuando aún no se había recuperado financieramente del primer Starmus, que trajo a España a Neil Armstrong, Israelian decidió hacer una segunda edición azuzado por algunos de sus asesores; entre ellos, el guitarrista y astrónomo Brian May, que fue quien habló de Starmus a su amigo el físico Stephen Hawking y quien ayudó a Israelian a convencerle para embarcarse en un crucero hasta Tenerife. Hawking, cuyo estado físico empeora cada día, y lleva consigo una corte de asistentes, enfermeros y médicos que le miman, ya no puede volar. Qué lejos queda aquel vuelo en ingravidez de 2007. Ahora, paralizado en su silla de ruedas, sólo es capaz de mover un músculo de su mejilla. El ‘bip-bip’ que se escucha cuando lo hace, se traduce minutos después en una frase metálica, inhumana, sin sentimiento ni entonación algunos. Pronto, probablemente, ya no se oirá ni ese ‘bip bip’.
En Starmus, ha estado con una compañía de tan alto nivel como el suyo. A la llamada de Israelian, han acudido, sin faltar, algunos de los mejores cerebros del planeta, de esos que buscan respuestas a las preguntas que todos nos hacemos: ¿Cómo surgió la vida en la Tierra? ¿Cómo se originó el Universo? ¿Estaremos solos?… Cuestiones para las que ya no valen las religiones y que reunieron a 800 personas venidas de todo el mundo; curiosamente (¿o no?) a muchos más extranjeros que españoles, a los que hubiera salido mucho más barato.
Y es que ese es el problema. Que el Festival Starmus ha vuelto estar casi solo en España; menos que en 2011, pero también. En esta ocasión, el astrofísico del IAC si consiguió más apoyo económico del Gobierno de Canarias y el Cabildo de Tenerife (en 2011 fue prácticamente nulo), pero los menos de 400.000 euros con los que ha contado (entre patrocinios y ayudas públicas) no bastaban ni de lejos para organizar un evento de estas características, que además se llenó en menos de dos meses (en verano). Así que Israelian tuvo que recurrir a voluntarios , técnicos, estudiantes y doctorados del IAC o la Universidad de La Laguna, que fueron aprendiendo sobre la marcha lo que es organizar la vida de tantos sabios y sus seguidores durante siete días. Que trabajaron gratis a destajo por amor a la ciencia.
Casi sin descanso, fueron ellos quienes movieron al ‘elefante Starmus’ hasta los observatorios del Teide para una fiesta nocturna de estrellas; y los que organizaron los traslados a La Palma para quienes quisieron conocer el Gran Telescopio Canario; ellos quienes iban topándose continuamente con los problemas inesperados. Un reto titánico, un globo que tuvo pérdidas de aire (metafóricas), pero que logró salir adelante y llegar al destino.
Eso si, con un gran ‘agujero negro’… Y una se pregunta si realmente el Gobierno de España no tiene dinero (ni un euro) para colaborar en un evento de estas características, para apoyar a un científico que por si solo es capaz de arrastrar hasta nuestro territorio a quienes están buscando esas respuestas que marcan el destino de la Humanidad. Y también que si una sola comunidad, la de Madrid, puede pagar 8.500 euros mensuales a un individuo que se fue por hacerlo mal, ¿no podría el Estado haber ‘subvencionado’ la cita con el sobrante del viaje de algún ministro?
Lo cierto es que al rebufo de lo que salía en los medios, el viernes mismo, justo un día antes del final de Starmus, la secretaria de Estado de Investigación, Carmen Vela, decidió venir a la clausura, que era al día siguiente, porque queda muy bien la foto con tanto sapiens sapiens. Incluso hubo algún otro político (casi tengo la certeza de que fue Pedro Sánchez, del PSOE, pero no me lo confirmaron al 100%) que también pensó en acercarse… Que después de ver con mis ojos cómo algunos gastos se pagaban de los fondos privados de los organizadores, Vela hablara del «compromiso con esta iniciativa» me parece cuando menos irritante.
Personalmente me quedo con lo bueno. Con poder escuchar en vivo y en directo a Hawking y sus teorías sobre los agujeros negros y el origen del Universo, donde desde luego no ve en ningún Creador; con conocer las teorías del biólogo Richard Dawkins sobre la vida extraterrestre, de cuya existencia no duda; con entender las explicaciones de Wilson sobre el eco del Big Bang que descubrió por azar; y las de Harold Kroto, ese químico Nobel tan divertido, que nos habló de las moléculas en el Cosmos; o la conferencia del también Nobel John Mather, que nos anunció un próximo y más lejano viaje en el tiempo gracias al Telescopio Espacial James Webb.
Y por supuesto me quedo con el inolvidable concierto que dieron Rick Wakeman y Brian May en el Magma de Tenerife…
Pero si la música me fascinó, perpleja me quedé ese día de la entrada triunfal de Hawking al auditorio. Todo el mundo en pie, aplaudiendo, ovacionando a un físico inmovilizado pero que mueve a la masas. Cientos de personas que estoy segura no llegan a entender sus teorías, pero que quizás vislumbran que en la Física está la clave de lo que no sabemos. «En el origen del Universo sólo había Física, ni Química, ni Biología…», había dicho un día antes John Ellis, responsable del diseño de uno de los proyectos científicos más fascinantes del momento, el colisionador de partículas LHC.
No sabría con qué momento quedarme del Festival Starmus, pero haciendo un esfuerzo escojo el debate de «108 minutos» que vivimos desde la sala de conferencias del hotel Abama a través de una pantalla, acompañados de Hawking y de Katerina Harvati, la paleoantropóloga que nos está descubriendo cómo emigramos los Homo sapiens de África. Desde dentro del GTC, en La Palma, nos llegaban las famosas preguntas que debatían allí los ponentes y también las repuestas que se dieron. Un debate comedido, pero denso, en el que hubo momentos de tensa espera cuando el físico británico quiso contestar a sus colegas desde nuestra sala y no acababan de salir las frases que esperábamos de su sintetizador de voz.

Cunningham, Wilson, Rebolo, Williams, Israelian, Kroto y Mather, en el GTC, durante la mesa ‘108 minutos’ | R.M.T.
En estos días, cuando algún rato perdido me le encontré por el hotel, rodeado siempre de sus asistentes, en la barra del bar, tomando el Sol en la terraza, desayunando o esperando el ascensor… no pude evitar pensar en el drama que debe ser no poder compartir su pensamiento, debatir ideas al ritmo que marca una discusión, él que tiene tanto que aportar.
Estoy segura de que le hubiera gustado polemizar con el astronauta Charlie Duke, del Apolo 16, a quien la experiencia de la Luna acabó convirtiéndole en predicador, y que nos hizo una exposición sobre apariciones divinas y Astrología que nos dejó perplejos. Horas antes, había negado sin ambages, que el cambio climático tenga algo que ver con el ser humano, idea que compartía con otro colega suyo, Walter Cunningham (Apolo 7).
Respecto a la otra pata del Festival, si Brian May es un artista componiendo fotos astronómicas esteroscópicas (como nos demostró en su conferencia), lo suyo con la guitarra nos hizo entrar en otra dimensión, la musical, que es la misma en la que habita el teclista Rick Wakeman. Juntos crearon uno de sus momentos ‘cósmicos’ inolvidables.

Brian May, mirando a su amigo Hawking, durante su concierto en el Magma. Cuando May acabó, el físico se fue. |R.M.T.
En realidad, tras siete días, y pese a la clase con pizarra y tiza de Alexei Leonov, he vuelto sin respuestas, pero con la certeza de que la ciencia se está acercando a ellas y que algún día, quizás no tan lejano, se confirme lo que hoy sólo son teorías. Decía Hawking que prefiere conoce el futuro que el pasado… Desde luego que yo también, aunque creo que en ese pasado cósmico está también nuestro futuro.

Para terminar, la autora con Alexei Leonov. Es la segunda foto con él, algo borrosa… Espero que no la última. |Anónima.
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MIQUEL SERRA-RICART (EMAIL): Felicidades Rosa!
Buen resumen de STARMUS.
Ojalá llegue a Madrid.
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Ramón Larramendi (email): que envidia de semanita, tenia una pinta espectacular, de lo del gobierno ausente ni hablamos…
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MANUEL OLIVERA (EMAIL).Interesante evento. Ojalá se celebrara en Madrid para poder asistir.
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José Manuel Galán (email): Genial! Enhorabuena! lo tuyo es periodismo con mayúsculas. Así, sin más.
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Buenos días Rosa,
soy una de esas personas que como bien dice decidió trabajar en este festival por amor a la ciencia.
Fue una semana de trabajo duro, buenas y malas caras, y sobre todo y para mi lo más importante, mucho compañerismo entre voluntarios que apenas nos conocíamos.
Así, de antemano agradezco el reconocimiento que nos presta en su artículo.
Estoy parcialmente de acuerdo con su crítica a la falta de subvención publica del evento. Sí bien escasa, no ha sido nula, habiendo recibido fondos del Cabildo y Gobierno de Canarias, así como las prestaciones de acceso a los observatorios de La Palma y Tenerife.
La cuestión de si debiera recibir fondos del Gobierno Central un evento de estas características no la acabo de tener muy clara. En tanto en cuanto forma parte del ámbito de mi formación podría decir rápidamente que sí, pero en el momento que contemplo el halo elitista del mismo lo empiezo a dudar. ¿Realmente es justo pagar con fondos las exquisiteces de unos pocos que demandan un alojamiento como el Ritz y un transporte como un Mercedes? ¿No es más de los mismo? ¿De esas comilonas en restaurantes de lujo de la casta política?
Quizá puedan pensar que habiendo trabajado en Starmus estoy tirando piedras contra mi propio tejado. Nada más lejos de la realidad, hagan el favor de no leer entre líneas. Starmus es otra cosa y se ha presentado como tal sin reparos. Es música, ciencia selecta y autoridades, al que se ha invitado sin coste a estudiantes e investigadores interesados. Y gracias al esfuerzo de algunos compañeros ha podido ser, en parte, un evento abierto.
Al igual que usted estoy muy de acuerdo en demandar financiación pública para la ciencia, pero evidentemente sin darle ese toque aristocrático que ni tenemos ni queremos la mayoría de los científicos.
Lo cierto es que el motivo por el que decidí escribir en respuesta a su artículo es el deplorable tratamiento que ha dado a la persona de Stephen Hawking, permítame decir que ha caído usted en lo más bajo de la prensa amarilla.
Él, Stephen, es ante todo una persona. Guarde en su memoria la «voz metálica» que a causa de su enfermedad debe tener, guardese también ese «bip-bip», y su opinión infundada del tiempo que lo podrá mantener.
Deje de recalcar, por favor, el lapso de espera que hay entre sus frases y que sus palabras salen de un sintetizador de voz.
Está bien equivocada si piensa, como dice en su texto, que no puede compartir su pensamiento y no haga estándar el ritmo al que se debe tener una discusión.
Quizá si todos habláramos un poco más despacio diríamos cosas más inteligentes.
No es en absoluto necesario recordar en cada una de sus referencias a Hawking las particularidades de su manera de comunicarse o moverse.
La pena y la lastima por alguien que padece una enfermedad no lo hace más valeroso.
Espero no haber sido demasiado condescendiente en mi respuesta, por si acaso le diré me ha causado verdadera repulsa leer sus palabras totalmente carentes de tacto en lo referente a Stephen Hawking.
Sin más me despido y por cierto, el ego de Dawkins está en su sitio, los que tuvimos la suerte de intercambiar unas cuantas palabras con el lo podemos constatar.
Un saludo.
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