Starmus (3): Astronautas contra el cambio climático


Harold Kroto, Walter Cunningham, Charlie Duke y Garik Israelian, en la rueda de prensa. |ROSA M. TRISTÁN

Harold Kroto, Walter Cunningham, Charlie Duke y Garik Israelian, en la rueda de prensa. |ROSA M. TRISTÁN

ROSA M. TRISTÁN

La tercera jornada del Festival Starmus no defraudó. Si el lunes fue el día del  biólogo Richard Dawkins y el martes le correspondió, sin duda, a Stephen Hawking (links, noticias), el miércoles estuvo mucho más repartido, entre astronautas de las misiones Apollo, la física más candente del momento con los aceleradores de partículas (John Ellis) y un químico que fue aplaudido a rabiar por los asistentes: en Nobel Harold Kroto. Y de colofón… un viaje al Teide.

Brian May y otros asistentes a Starmus 2014, firmando libros a sus admiradores. |ROSA M. TRISTÁN

Brian May y otros asistentes a Starmus 2014, firmando libros a sus admiradores. |ROSA M. TRISTÁN

 

En un lugar donde te cruzas con el físico más famoso del planeta cuando sales de la habitación todo puede ocurrir. También que míticos astronautas de las misiones Apolo desafíen a la ciencia que les rodea y afirmen que el calentamiento del planeta es una filfa. Así ocurrió en la jornada de ayer, cuando las opiniones de Walter Cunnignham (Apolo 7) y Charlie Duke (Apolo 16) dejaron estuperfacto a físico Kroto.

Un periodista escocés, con la típica falta de su nación. |R.M.T.

Un periodista escocés, con la típica falta de su nación. |R.M.T.

El debate surgió en una rueda de prensa. Antes, los cientos de asistentes a Starmus tuvieron ocasión de que muchos de los ponentes les firmaran autógrafos, fotos y libros que llevarse de recuerdo. Uno de los más demandados era Brian May. Mientras, en la sala de conferencias, Duke, Cunningham y Kroto atendían a la prensa, y fue éste último el que, precisamente, lanzó a sus compañeros una pregunta: ¿Qué opinaban del calentamiento global?

Charlie Duke, con una foto de si mismo de cuando estuvo en la Luna. |ROSA M. TRISTÁN

Charlie Duke, con una foto de si mismo de cuando estuvo en la Luna. |ROSA M. TRISTÁN

Para sorpresa de todos, Duke, aquel que avisó de un problema en su nave a Houston (y su frase es hoy recordada por todos) no lo ve en el clima: “La erupción de un volcán supone un mayor factor de calentamiento que las actividades humanas. Si es verdad que hay calentamiento global, este no se debe al ser humano”.

Y su compañero Cunningham, que no llegó a pisar la Luna, pero viajó al espacio, siguió el mismo guión: “Teniendo en cuenta los últimos 700 años, nos encontramos ahora en un periodo relativamente fresco», soltó a la prensa el astronauta de la NASA, que es master en Física por la Universidad de California.

Harold Kroto, explicando su molécula, con mucho humor. Un gran divulgador. |ROSA M. TRISTÁN

Harold Kroto, explicando su molécula, con mucho humor. Un gran divulgador. |ROSA M. TRISTÁN

Ambas respuestas dejaron de piedra al científico, Kroto, sentado a su lado. «¡Eso no es cierto!», les interrumpió, para añadir que «los científicos se basan en evidencias y el 97% de los científicos están de acuerdo en que el cambio en el clima está sucediendo» y que «estamos viviendo el periodo continuado más cálido en el último millón de años”. Kroto dejó claro que «el calentamiento no es una creencia, hay pruebas que lo sostienen” y recalcó que «la diferencia entre un científico y otra persona es que él está dispuesto a cambiar de opinión si le muestran datos y hechos suficientes que demuestran que no tenía razón”. Duke y Cunningham, sobre todo éste último, le miraban con gesto reprobatorio, pero no añadieron nada más. Y yo recordé que hace tres años, allí mismo,un colega suyo llamado Neil Armstrong lanzaba el mensaje de lo frágil que se ve este planeta desde fuera y se quejó de lo que le maltratamos…

A las tres de la tarde, de nuevo la sala de conferencias del Hotel Abama estaba a rebosar. Como cada día, antes de empezar, todos andaban por allí disponibles para una foto, aunque a la hora de la verdad luego algunos no se dejan entrevistar. Especialmente reacio es Richard Dawkins, siempre con la sonrisa, siempre dejándote plantada en cuanto le hablas de una charla a dos con él para el medio que sea.

Richard Dawkins en la conferencia de John Ellis tomando notas. |R.M.T.

Richard Dawkins en la conferencia de John Ellis tomando notas. |R.M.T.

El astronauta del Apolo 16 fue el encargado de inaugurar la tarde con su viaje «Al lado oscuro de la Luna», porque es ahí donde aterrizó las cinco veces que pisó nuetro satélite. Duke fue desgranando detalles de aquella aventura, de sus miedos a alunizar en un cráter, de cómo lograban dormir pese a la excitación del viaje, de sus experimentos científicos y las rocas que recogieron. Contó cómo solo pudo ver la Tierra desde la Luna cuando se cayó de espaldas, pues el traje le impedía mirar al cielo y que allí dejó una foto de su familia… Y allí estará.

Pero cuando parecía que iba a terminar, el astronauta se puso místico…. y empezó a hablar de su encuentro con Dios, del que dijo que «podría dar pruebas científicas de su existencia». Pero no lo hizo. Hawking no estaba en la sala ayer tarde, pero Dawkins, a quien  tenía cerca, le miraba con cierto gesto de guasa en la cara. También fruncía el entrecejo John Ellis, el físico de partículas del LHC.

El físico John Ellis, uno de los que más espectación levantaba entre sus colegas. Y no defraudó. | R.M.T.

El físico John Ellis, uno de los que más espectación levantaba entre sus colegas. Y no defraudó. | R.M.T.

Tras Duke, le tocó el turno a Harold Kroto, Nobel de Química  por el descubrimiento de una nueva forma de cristalización del carbono (una forma molecular llamada fulereno) mediante un experimento, que luego se encontró en el espacio (en el 2010). Kroto, en una ponencia llena de humor y arte, fue desgranando su vida, sus hallazgos y sus opiniones sobre la sociedad actual, de la que dijo que es «demasiado ingenua», porque «cree en cosas sin tener pruebas de la verdad». ¿Una pulla a Duke? Cuando acabó, los asistentes aplaudieron largamente sus palabras. Desde luego, mucho más que al astronauta, que al final más parecía un predicador que el descreído ingeniero que se paseó por la Luna.

Le siguió en el estrado Walter Cunningham, contando también sus experiencias espaciales, pero más esperada era la charla de John Ellis, otro de esos sabios, con pelo largo y camiseta llena de ecuaciones, que ha hecho de la Física un área de interés mundial,  con sus aportaciones al gran acelerador de partículas LHC (Gran Colisionador de Hadrones). «El LHC es una aventura científica que ha conseguido atraer a millones de personas, como las misiones Apolo. Es un reto tratar de reproducir el Big Bang», señaló al inicio de su ponencia.

Celebrando el primer indicio de existencia dle

Celebrando el primer indicio de existencia del Bosón de Higgs.

Ellis es uno de los científicos más citado del mundo (más de 50.000 veces) por sus aportaciones a la Física, que han facilitado la construcción de aceleradores de partículas, como el propio LHC en el que trabaja. En ese tubo de 27 kms de largo, miles de millones de partículas y protones colisionan para recrear la Gran Explosión del Universo y para descubrir el ‘Boson de Higgs, la misteriosa partícula que ya se intuyó en el experimento de 2012, que volvió a verse en julio de 2013 y en la que estaría el origen de toda la materia.

«Sin Bosón de Higgs no habría átomos, los electrones no tendrían masa y la vida sería imposible. Pero ¿cómo llegamos a él? Pues porque el Universo conserva la radiación que se liberó tras el Big Bang, hace 13.700 millones de años. Entonces, sólo había Física, no Química, ni Biología….», dijo mirando al biólogo Richard Dawkins y a Kroto,  ambos en primera fila. «A los tres minutos, en el Universo ya había un núcleo, en unos microsegundos había quartzs y en picosegundos el Bosón de Higgs comenzó su trabajo, así que nosotros investigamos lo que ocurrió entre los micro y los picosegundos tras el Big Bang», señaló.

No pude evitar fotografiarme junto a John Ellis, antes de su conferencia. Por eso tenía las notas en la mano.

No pude evitar fotografiarme junto a John Ellis, antes de su conferencia. Por eso tenía las notas en la mano.

Ellis se refirió también a las noticias sobre si estos experimentos podrían destruir el planeta. «Esa es muy mala publicidad para nuestro trabajo», comentó con sorna. «Lo que sabemos es que el LHC es como un gran telescopio que es capaz de ir al pasado, pero también es capaz de decirnos lo que puede ocurrir en el futuro», quién sabe si un ‘Bing Crunch», como llamó al proceso justamente contrario al Big Bang.

El Quijote, el observatorio que busca el eco del Big Bang desde Tenerife. |R.M.T.

El Quijote, el observatorio que busca el eco del Big Bang desde Tenerife. |R.M.T.

Ya había caído el Sol en Tenerife cuando acabó el científico su ponencia, pero no la jornada. Unos autobuses esperaban a cientos de participantes para subir hasta los Observatorios de IAC en el Teide. Miquel Serra-Ricart, responsable de las instalaciones, había preparado una visita a varios de ellos y esperaba arriba con su equipo. Se visitaron el Telescopio IAC-80, con el que andan buscando exoplanetas; el Mons; y El Quijote, un proyecto del director del IAC, Rafael Rebolo, que busca las famosas ondas gravitacionales del eco del Big Bang (la Radiación de Fondo de Microondas).

Serra-Ricart pensó en todo y un grupo de música amenizó la espera de los grupos que se organizaron para que todos pudieran conocer los telescopios, que desgraciadamente no tenían mucho trabajo esa noche. Las nubes cubrían casi todo el cielo. Aún así, pudimos ver Andrómeda, las Pléyades y alguna otra constelación. Poco más.

Yo no pude por menos que recordar aquella otra noche, hace tres años, en la que el astrónomo suizo Michel Mayor, quien nos descubrió el primera planeta fuera de nuestro Sistema Solar, me enseñaba el firmamento a través de un telescopio de aficionado. Cada Starmus deja su huella.

 

 

 

 

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