ROSA M. TRISTÁN
El auditorio tinerfeño Magma rebosaba. Stephen Hawking explicaba sus teorías sobre el origen del Universo, dentro del Festival Starmus, y no había un hueco libre. Se respiraba ciencia. “Preguntar por el antes del origen del Universo es como preguntar qué ocurría en el borde del mundo cuando la Tierra era plana. No tiene sentido”, señaló el famoso físico, que añadió que no hubo nada antes de la explosión del Big Bang, del mismo modo que “no hay nada más al sur del Polo Sur”.

La autora, junto a Stephen Hawking. Se lo pregunté, y con un leve movimiento de ceja contestó que encantado, según me tradujo su asistente.
Hawking llegó al escenario acompañado de las notas de la canción Hole in the Skay, de Atoma. Tras ellas, un silencio sepulcral esperó a que el ordenador que maneja con el movimiento de una ceja sintetizara en voz las palabras que llevaba preparadas. Es un sonido metálico, duro, que contrasta con su apariencia frágil y con una simpatía que demostró permitiendo selfies y fotos a su lado con decenas de personas. Entremezclando complejos conceptos de astrofísica con humor, se fue haciendo con un auditorio concentrado en su discurso.
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