La voz de los indígenas quiere oírse en los bosques ‘sostenibles’


Un bosque tropical al norte de Vietnam, que se va río abajo...|ROSA M. TRISTÁN

Un bosque tropical al norte de Vietnam, que se va río abajo…|ROSA M. TRISTÁN

EN 20 AÑOS EL PLANETA HA PERDIDO EL 7% DE SUS ÁRBOLES:  ¿HACIA UN MUNDO SIN SOMBRA?

ROSA M. TRISTÁN (Sevilla)

Cuando los humanos salimos de África, cuentan los investigadores que los bosques escaseaban y la sequía se hacía dueña de buena parte del continente, así que, con muchos otros animales,  fuimos en busca de mejores territorios que habitar. La madera formaba parte de nuestra especie porque las ramas de los árboles servían para hacernos lanzas, o nos cobijaban de la lluvia, o nos calentaban en un fuego que logramos dominar. Hoy, sin embargo, prácticamente todos los bosques de la Tierra forman parte de un negocio que no sabe de fronteras  y que ha ido arrinconando a quienes nunca salieron de la frondosidad de su sombra: los pueblos indígenas del trópico.

Asamblea General de FSC en Sevilla. |ROSA M. TRISTÁN

Asamblea General de FSC en Sevilla. En la pantalla, Kumi Naidoo. |ROSA M. TRISTÁN

La pasada semana ha tenido lugar en Sevilla la Asamblea General de los que se encargan de certificar que la madera que consumimos es lo más sostenible posible. Fue un encuentro en el que los responsables del FSC (Forest Stewardship Council), que ha reunido a más de 600 socios de todo el planeta para celebrar sus 20 años de existencia, escucharon duras críticas de los indígenas, y en el que se comprometieron a cambiar las cosas. ¿Hasta cuándo van otros gestionar nuestros bosques, que son nuestra casa?, les preguntaron.

FSC surgió en 1994 de la necesidad de un grupo de empresas y ecologistas de buscar un sistema para que los consumidores del mundo rico supieran cuando la madera que llega a sus hogares proviene de un bosque en cuya explotación se cuida el medio ambiente. Sin embargo, pese a este tipo de iniciativas, el mundo ha seguido perdiendo su sombra:  un 7% de sus bosques tropicales en esas dos décadas. Pese a FSC y otros sellos similares (algo menos exigentes), únicamente 20 millones de hectáreas de estos bosques están certificadas con ese «sello de calidad».

Familia de Camboya, que malvive deforestando un bosque tropical. |ROSA M. TRISTÁN

Familia de Camboya, que malvive deforestando un bosque tropical. |ROSA M. TRISTÁN

En este encuentro, por primera vez en su historia, FSC contaba con la presencia de un nuevo Comité de Pueblos Indígenas, que reunió  a pueblos tan distintos y lejanos como los maorís, los masais o los misquistos de Centroamérica. Gentes que suman 350 millones de personas en el planeta. Personas que, con demasiada frecuencia, son asesinadas por proteger esos árboles que de los que bajamos un día para comenzar a caminar: hace apenas 10 días mataron a un activista contra la tala y tres líderes de la comunidad indígena Asaninka en la región  amazónica de Ucayali en Perú, pero esa noticia no llegó a la Europa donde si compramos su madera.

Los representantes de estos pueblos quisieron recordar en Sevilla que hay sistemas que funcionan muy bien en Occidente, pero que no sirven para proteger ‘su casa’. El ministro de Economía y Desarrollo Sostenible de Congo-Brazzaville, Herri Djombo (al que tuve ocasión de hacer una entrevista), se quejaba de que en su país, donde la explotación de la madera es la segunda actividad económica, no hay ayudas ni formación para certificar la madera, porque hacerlo requiere unos estudios previos de cada ecosistema que son caros y complejos.  «Poner el sello de FSC nos cuesta mucho y ese esfuerzo luego no se refleja en el precio al que se vende la madera», se quejaba.

Reunión del comité de indígenas en la Asamblea FSC. |R.M.T.

Reunión del comité de indígenas en la Asamblea FSC. |R.M.T.

Llegado desde el otro lado del Océano, el brasileño Mario Mantovani, director de la fundación SOS Mata Atlántica, explicaba  lo que está ocurriendo en ese bosque costero del que se ha destruido ¡el 92%! Ahora, pelea por conservar ese 8% restante, capaz de albergar hasta 130 especies animales y otras 400 vegetales en cada hectárea. «En Brasil, seguimos perdiendo un campo de fútbol cada cuatro minutos por los cultivos de soja, la construcción o la obtención de carbón para la industria siderúrgica. Nosotros, tratamos de recuperar la Mata, pero necesitamos financiación para reforestar», apuntó.  «Nuestra fundación plantó 30 millones de árboles y no nos apoyan. Sin embargo, si hay ayudas de 150 para la soja o 10 millones para pesticidas», se quejaba en el Foro.

Jocelyn Therese de Guayana Francesa también denunció  que entendamos su casa como un producto.  «Ya está bien de hablar de los bosques como si fueran una mercancía, son un mundo vivo», sentenciaba el responsable de la coordinadora indígena amazónica COICA, presente en nueve países. «Sólo les digo que fuimos esperanzados a la Cumbre de Río y que 20 años después el balance es malo porque ni las empresas ni los bancos entienden el mundo indígena», señaló Therese.

«Hemos venidos», me explicaría después su compañero colombiano Diego Escobar, «porque hasta ahora había un vacío en FSC. No se contaba con los indígenas, que con o sin certificación siempre hemos mantenido los bosques». «Yo soy del pueblo Pinatapuyo, de Colombia, y tanto allí como en otros lugares estamos viendo que las transnacionales madereras manipulan estos certificados forestales de sostenibilidad. Esto es un negocio y falta control. Queremos una mejor regulación. Reclamamos que  haya consentimiento previo e informado de los indígenas sobre lo que es certificar la madera, porque nadie nos lo explica. En esta asamblea hemos presentado una propuesta para formalizar nuestra participación en FSC para eliminar intermediarios e incluso ONG que tramitan certificados sin contar con nosotros. A veces, lo hacen a través de una persona, pero no con la comunidad. En definitiva, siguen saqueando nuestros recursos».

Bosque tropical talado en Esmeraldas (Ecuador) para plantar palma africana. |R.M.T.

Bosque tropical talado en Esmeraldas (Ecuador) para plantar palma africana. |R.M.T.

Los indígenas también exigieron que se tengan en cuenta derechos humanos a la hora de certificar una madera para el ‘consumo responsable’. El chileno Luis Astorga protestó porque, a la falta de conocimiento entre los indígenas de estos sellos, aseguraba haber detectado «que se está certificando madera en áreas donde hay conflictos con los indígenas, en lugares donde se vulneran los derechos humanos, y eso hace a FSC cómplice la situación». En el mismo sentido, Bill Varclays, de Rainforest Action Network, en Indonesia, recordaba que, en 2011, unos 700 soldados obligaron a los nativos a dejar 3.500 hectáreas para hacer plantaciones de árboles que luego logran sus sellos».

Por su parte, Yolanda Ramírez, de la organización peruana AIDER, hacía hincapié en que, incluso los indígenas que quieren que su madera sea FSC, tienen dificultades: «Se les pide una infinidad de papelees y documentos que no son acordes a su realidad. Y encima, los auditores les ponen problemas, llegando a paralizar su madera. Les tratan como si fueran una gran empresa y no les pagan más dinero por certificar, con lo cual al final, prefieren dárselo a un maderero ilegal. O se revisan los estándares para los indígenas, o al final el buen manejo de los bosques decaerá», concluyó Ramírez.

Los bosques costeros en Madagascar se han reducido un 90%. Aquí, un nativo transportando madera, no recuerdo el nombre del lugar. |R.M.T.

Los bosques costeros en Madagascar se han reducido un 90%. Aquí, un nativo transportando madera, no recuerdo el nombre del lugar. |R.M.T.

Los responsable de FSC repondieron que estas peticiones serían tenidas en cuenta por la Asamblea, y formaron parte de las mociones que se aprobaron. «Estamos empezando a dar los primeros pasos, y de lo que se trata precisamente es de solucionar los problemas actuales para mejorar», señalaba  a Laboratorio para Sapiens el director de FSC España, Gonzalo Anguita.

Las palabras del sudafricano Kumi Naidoo, director ejecutivo de Greenpeace Internacional, sirven como colofón a una jornada en la que sus palabras desataron los aplausos generales:  «La tala de árboles tiene que ver con los hábitos de consumo, que deben cambiar porque  como Homo sapiens debemos saber lo que tiene sentido y lo que no en un mundo de 7.000 millones de habitantes«. «Odio la palabra civilización», añadió, «porque si fuéramos los últimos humanos de este planeta y tuviéramos que relatar sus historia, lo primero que deberíamos escribir es que los menos civilizados, los indígenas, sabían vivir mucho mejor en el planeta que nosotros, los desarrollados. En FSC debemos tener destrezas técnicas para que certificar la madera funcione, pero debemos tener claro que la Historia no nos perdonará si no mejoramos el manejo de los bosques para las generaciones futuras. La Tierra no tiene que salvarse, seguirá existiendo aún si la Humanidad la destroza, pero es urgente garantizar el futuro para nuestros nietos y eso tiene que ver con el consumo, con el cambio climático, con la supervivencia de nuestros bosques».

 

 

 

 

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  2. Produce una pena inmensa y muy dolorosa ver como se termina con la selva ,sus arboles ,sus animales y sobre todo con las tribus de indígenas que la pueblan
    Muchas están a punto de desaparecer y otras todavía no las conocemos como esta sucediendo en la frontera de Brasil y Perú ,indígenas no contactados como los denominan en la zona
    Nos perderemos su cultura ,su saber y su historia sin que un antropólogo nos pueda contar nada sobre ellos
    Desde luego esto es imperdonable que hoy cuente mas el negocio de la madera que las personas que pueblan la selva

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