Apadrina a un arqueólogo…de Djehuty


Francisco L. Borrego (Curro) en la excavación|R.M.T.

Francisco L. Borrego (Curro) en la excavación|R.M.T.

Recientemente me llegó a mi email una convocatoria de Ciencia con Futuro que no deja de ser peculiar a estas alturas del siglo XXI: #Apadríname. Quien hacía el llamamiento no es una ONG en defensa de un pobre niño desnutrido, ni de un huérfano. Lo hacían los científicos españoles.

Su llamamiento no era para pedir dinero a una  sociedad que, en general, no anda sobrante de recursos. Lo que solicitaban así es visibilidad, apoyo frente a quienes deciden qué se hace con nuestros dineros públicos y que les ningunean (da igual si eres capacitado o muy discapacitado, del mismo modo te cuelgan el teléfono).  Y da lo mismo lo prestigioso que sea el proyecto. Si triufan, unos días de mucha televisión, mucha prensa y mucha atención, pero en pocas horas pasan del podium a potenciales apadrinados.

Este es el caso del fantástico Proyecto Djehuty, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que lleva 13 años excavando y sacando a la luz una fascinante necrópolis (Dra Abu el Nagha) en Luxor (Egipto). Son 13 años de hallazgos que ya figuran en el Museo de Luxor, donde los egiptólogos de todo el mundo se dan patadas para colocar una sola de sus piezas.

El último, un espectacular ataúd encontrado en la campaña desarrollada durante los meses de enero y febrero,  intacto desde hace 3.600 años, que perteneció a una tal Neb. Pero ¿quién fue esa Neb? ¿Qué nos cuenta su tumba de aquella civilización faraónica? ¿podremos verla también en el Museo una vez restaurada?

El equipo Djehuty, en plena campaña 2012, su día de descanso.|ROSA M. TRISTÁN

El equipo Djehuty, en plena campaña 2012, su día de descanso.|ROSA M. TRISTÁN

Pues bien, estas y muchas otras preguntas, a las que el proyecto trata de responder, pueden quedarse en el aire porque, como me cuenta su director, José Manuel Galán, y corroboran sus compañeros de fatigas en Luxor, el equipo del que tanto hablamos en los medios de comunicación, está también en crisis.

Afortunadamente, las campañas seguirán desarrollándose mientras Unión Fenosa Gas siga poniendo dinero pero ello, que a fin de cuentas le sirve también para quedar bien ante el Gobierno egipcio de turno para sus negocios con el gas natural, pero otra cosa es el futuro de los investigadores españoles. Salvo los dos que son funcionarios (José Manuel Galán, del CSIC; y José Miguel Serrano, de la Universidad de Sevilla)  los demás del equipo están todos en precario. ¿Los apadrinas?

Enumero, para que quede constancia: los tres restauradores del proyecto, que son Pía Rodriguez Frade, Nieves Meijuerio y Miguel Ángel Navarro, están ahora mismo en paro. Desde luego que no vivían antes de la investigación, pero si de proyectos de restauración de nuestro Patrimonio cultural ,por parte de las administraciones públicas, que han caído en picado.

Luego están los arquitectos (Carlos Cabrera, Joan Ivars y Ignacio Forcadell) que son quienes trabajan para que las tumbas sigan en pie, y que ahora sobreviven malamente con la brutal crisis de la  construcción que sufre el Levante.

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Pero la situación es, si cabe, más dramática para la mayoría de los egiptólogos y arqueólogos del proyecto, que se encuentran sin ingresos regulares porque la investigación española les ha cerrado sus puertas.  Me refiero a Elena de Gregorio, a María Gudelia García, a María Ángeles Jiménez (Angie) ,Francisco Borrego (Curro), a Gema Menéndez. En la última entrega de premios de la Sociedad Geográfica Española, que premió a su compañera Salima Ikram, no me ocultaban su desesperanza. Algunos, pensando en dedicarse a dar masajes, otros buscando trabajos en la hostelería. Supervivencia pura para mentes privilegiadas. ¿Es eso lo que queremos en este país?

«La financiación de Unión Fenosa Gas permite pagar a algunos de ellos trabajos concretos que realizan entre campaña y campaña, pero esto supone tan sólo una ayuda. Desde luego, sin esta empresa estaríamos perdidos, por lo que les estamos inmensamente agradecidos», me reconoce Galán.

El egiptólogo tiene claro que en estas circunstancias, «no podemos pretender estar a la altura de otros países europeos, no ya de Alemania, Francia o Inglaterra, sino tampoco de Bélgica, Dinamarca, Austria, República Checa, Polonia o Hungría, cuyos proyectos de arqueología e investigación en Egipto cuentan con financiación estable de organismos públicos, lo que les permite mantener sus equipos». 

«La realidad», apostilla,  «es que estamos en tercera división, luchando por un milagro para subir a segunda. Decir otra cosa sería engañarse a uno mismo».

Así que ahí seguimos, sumidos en la complacencia de que España va a mejor, de que cada día hay más empleos de camareros con sueldos miserables. Incluso arqueólogos con publicaciones de prestigio. ¿Quieres apadrinar uno?

 

 

 

 

Un comentario

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