Publicado en ESCUELA
“Para la derecha española la cultura es un adorno que se suprime de un plumazo”
“A mayor nivel educativo no hay mayor nivel cultural”
“Los profesores deben despertar en los niños las ganas de saber, sentir y pensar”
ROSA M. TRISTÁN
Julio Llamazares está inmerso ya en su próxima novela. El escritor leonés, el poeta en prosa que con tanta maestría nos describe la memoria, la soledad, la vida rural, el paisaje y la tierra, reconoce que a menudo se pregunta: “¿Qué pinto aquí?” Y el aquí es que habita en una sociedad que considera incapaz de valorar la cultura, con un Gobierno que cree que es “algo de rojos” y un pueblo que le sigue y prefiere leer literatura basura.
Recibe a ESCUELA en su casa, en el centro de Madrid. En un estante, hasta 22 versiones, en otros tantos idiomas, de su novela “La lluvia amarilla”, que tantas emociones ha puesto a flor de piel.
¿Le costó mucho publicar primer el libro?
No, porque soy atrevido. Para publicar los dos primeros libros de poesía me presenté a dos premios, los únicos en toda mi vida. No me gustan, salvo para descubrir a gente nueva. El primero lo publiqué en la colección Provincia que dirigía Antonio Ramoneda y el segundo, tras ganar el Premio Jorge Guillén. Pero no escribo para competir, no tengo ese deseo patológico de reconocimiento que tienen otros escritores y artistas. Solo quiero que me lean. Y mi primera novela, ‘Luna de lobos’ , ya tuvo gran éxito. Pero sin duda la de más éxito ha sido ‘La lluvia amarilla’, aunque no lo esperaba. En Luna de Lobos había mucha acción, guerrilleros corriendo por las montañas…Pero La Lluvia amarilla era el monólogo de un hombre que vive en un pueblo solitario y se muere. En plena época de la movida, no parecía muy comercial y, sin embargo, fue un boom porque tocó la fibra de millones de personas que vivían el fin de un mundo rural y arcaico. El mayor elogio que me han hecho como escritor es el de un señor que me dijo que ‘La lluvia amarilla’ era la única novela que había leído en su vida. Eso sí es un premio.
En sus obras tiene siempre hay una presencia del paisaje ¿Qué piensa cuando regresa a lugares que han sido destruidos?
El paisaje es el espejo de la peripecia humana en una sociedad. No es un telón de fondo del escenario de la vida. Si somos como somos es por el clima y el paisaje. Y es tan importante como sanidad, educación o la cultura, pero en España siempre se ha despreciado. No se considera un bien común. Ahora, la explosión de la burbuja inmobiliaria ha parado la destrucción, aunque ya no hay marcha atrás y el campo tradicional ha muerto. Si durante décadas te educan en que ser de pueblo es ser inferior, eso cala en el metabolismo social. España es un país acomplejado y desprecia el paisaje por un problema cultural.
¿Y tiene solución?
Se da un paso adelante y otro atrás. Pero deben pasar muchas generaciones para que esto se solucione. No tuvimos una Revolución Francesa. Y hemos echado siempre a los que venían a enseñar: los romanos, los árabes, los franceses. Aquí no hubo Ilustración ni revolución y por mucho que queramos no nos podemos equiparar al nivel cultural y educativo a los vecinos europeos.
¿Cree que hay ahora un ataque a la Cultura?
No es un ataque, sino que nos gobierna un partido político al que la cultura no le importa porque piensa que ‘es cosa de rojos’. Todo lo que no es productivo sobra. Pero no sólo lo piensa el ministro Wert, sino el 50% de los españoles que no lee un libro, no va al cine o no escucha música. Para la derecha española la Cultura es un adorno; si es cara, se suprime de un plumazo. Y mucha gente no protesta por ello. Pero otros pensamos que hay que perder el tiempo en pensar, que no todo consiste en amasar dinero. El problema no es el PP, sino la sociedad que lo apoya.
¿Qué responsabilidad tiene en ello el sistema educativo?
A mayor nivel educativo no hay mayor nivel cultural. Conozco pastores más cultos en vocabulario y en respeto al paisaje que los que estudian. Y hay datos que lo confirman. Una encuesta reciente señalaba que por vez primera en España leen menos los universitarios que los preuniversitarios. Y son estudiantes los que los fines de semana destrozan el mobiliario urbano. Algunos con másters.
Si nos falta más cultura que educación, ¿qué pueden hacer los docentes para mejorar la primera?
En realidad, una cosa es enseñanza, otra educación y otra cultura. Enseñar es transmitir conocimientos, educar es conducir y cultura es extraer el poso que queda tras pasar los conocimientos por el tamiz del propio pensamiento. Uno puede tener cuatro carreras y ser un. Lo que tienen que hacer los profesores es despertar en los niños las ganas de saber, sentir, pensar, disfrutar y dudar, que es de lo que surge el espíritu crítico. Cómo se hace, no sé.
Las generaciones jóvenes son cada vez más audiovisuales ¿Tiene futuro la literatura?
Lo veo complicado. A mí me cuesta que mi hijo 12 años se ponga a leer un libro. El mundo digital ha cambiado por completo la sociedad, aunque no cambia la necesidad de contar y de que te cuenten, de que te transmitan emociones y sucesos. La literatura nació con la Humanidad y desaparecerá con ella. Lo que cambia es el soporte. Es verdad que la profusión de medios audiovisuales lo complica porque leer requiere esfuerzo, una postura activa, y vivimos en una sociedad cada vez más pasiva, infatilizada. Cualquier esfuerzo parece una osadía. Eso sí, cuando a los jóvenes les engancha un libro siguen adelante porque la capacidad de atracción de la imaginación detrás de la palabra escrita sigue existiendo.
Usted ha dicho que ‘un escritor es un extranjero de la realidad’, ¿sigue pensándolo?
Si. Como te sientes extranjero, reflexionas mejor sobre el mundo que te rodea. Al leer el periódico siento que no tengo que ver con lo que hay alrededor y me pregunto ¿qué hago aquí? O desesperas o vives lo mejor posible. Y un escritor es un náufrago en esa realidad que lanza mensajes en botellas que son libros y nos sabe a quien llegan.