Recientemente me llegó a mi email una convocatoria de Ciencia con Futuro que no deja de ser peculiar a estas alturas del siglo XXI: #Apadríname. Quien hacía el llamamiento no es una ONG en defensa de un pobre niño desnutrido, ni de un huérfano. Lo hacían los científicos españoles.
Su llamamiento no era para pedir dinero a una sociedad que, en general, no anda sobrante de recursos. Lo que solicitaban así es visibilidad, apoyo frente a quienes deciden qué se hace con nuestros dineros públicos y que les ningunean (da igual si eres capacitado o muy discapacitado, del mismo modo te cuelgan el teléfono). Y da lo mismo lo prestigioso que sea el proyecto. Si triufan, unos días de mucha televisión, mucha prensa y mucha atención, pero en pocas horas pasan del podium a potenciales apadrinados.