Son adictos a la aventura. Seres humanos que optaron por platearse retos personales que acabaron enriqueciendo la sabiduría global, como aquellos primeros ‘sapiens’ que dejaron África hace 80.000 años en busca de nuevos horizontes. Ese esfuerzo, físico e intelectual, ha sido reconocido, una vez más, por los Premios de la Sociedad Geográfica Española 2013, que acaban de entregarse. Los hay viajeros del tiempo (como Polly Wiesser), del hielo (Adolfo Eraso), que viven inmersos en el pasado (Salima Ikram) o que hacen de su vida una ruta de superación tan excepcional que los convierte en pequeños (por edad)-grandes héroes (Albert Casals).
Empezando por el último, Albert Casals, fue sin duda uno de los que más admiración acumuló en la entrega de premios, y tenía difícil competencia. Albert, de 21 años, lleva viajando por el mundo desde los 15 años a lomos de una silla de ruedas. Y lo hace solo, o con unos pocos amigos, y asegura que sin dinero. Ya ha recorrido 80 países. Cuando le llamaron para anunciarle el Premio Viajero del Año, dormía bajo las estrellas en el desierto de Irán. «Viajar me sirve para librarnos de los prejuicios que la sociedad nos mete en la cabeza. El dinero, las posesiones, Dios, el amor endogámico… Viajar es ver el mundo a través de los prismas de otras culturas y librarte del prisma de la tuya», dijo al recoger su galardón.
Con una soltura asombrosa, Casals se bajó de su silla sobre el escenario y explicó algunas de sus vivencias, que ya ha contado en dos libros: ‘Un mundo sobre ruedas» y «Sin fronteras». La frescura de su discurso, entre inocente e irónico, no dejó indiferente a nadie.
Antes que él, había recogido su premio Miembro de Honor el presidente de la AEMET, Miguel Ángel López, en representación de la agencia meteorológica. López reivindicó el papel de las ‘mujeres del tiempo’ y recordó que en los años 70 la AEMET fue el primer organismo militar que aceptó mujeres. Planteó, además, sus dos grandes retos para el futuro: lanzar productos destinados a públicos con intereses diferentes en sus predicciones (de viento, marítimas, en la montaña o en la ciudad) y aumentar la fiabilidad,. «Hoy en 48 horas es del 98% pero a 72 horas ya es filosofía», reconoció. «Ójala pronto dejemos de ser los ‘brujos’ del tiempo».
El clima también estuvo presente en el Premio SGE Nacional al científico Adolfo Eraso, uno de los más reconocidos estudiosos de los glaciares del mundo. De hecho, es miembro tanto de la Academia Rusa de Ciencia como de la de Nueva York. El geólogo, que lleva toda la vida viajando del Ártico a la Antártida, aunque jubilado, mantiene vivo un proyecto de investigación sobre la pérdida de agua de los glaciares en ambos lugares, el proyecto Glackma. Este ‘Indiana Jones de los hielos’, como le llaman sus alumnos, llegó a dormir 2,5 kilómetros dentro de una de esas masas de hielo y, como le dijeron los rusos cuando intentó viajar de Siberia a Alaska atravesando el Círculo Polar, «va del ayer al mañana, aunque no deja de ser hoy».
Quien viaja al ayer para encontrar un pasado fascinante es otra de las galardonadas: la egiptóloga pakistaní Salima Ikram, Premio Investigación. «Estoy más acostumbrada a hablar con las momias que con los vivos», se presentó al auditorio. Y es que Ikram, colaboradora del proyecto español Djehuty, es una de la mayores expertas del mundo en momias de animales y en ritos funerarios egipcios.
Otra viajera, en este caso a un presente que cada día es más pasado, es la antropóloga norteamericana Polly Wiessner, que recibió el Premio Internacional por su labor de estudio y apoyo (con sus recursos personales) a la conservación de culturas humanas indígenas que están desapareciendo en el desierto del Kalahari y en Nueva Guinea. Ante un auditorio repleto, Wiessner relató sus aventuras con 20 años entre los bosquimanos nómadas del norte de Namibia, las redes sociales que permiten la supervivencia en ese mundo hostil y frágil, sus pérdidas de territorio en las últimas décadas y, a decenas de miles de kilómetros, el proceso similar de destrucción cultural que están causando las multinacionales en Nueva Guinea. «Gracias por dar valor a mi trabajo», concluyó.
Premio en Comunicación fue Miguel Angel Adrados,viajero incansable y pionero en la publicación de mapas y guías de montaña; lo fueron los jóvenes creadores de la red WIKILOC por su ‘Iniciativa/Empresa, que en apenas 8 años ya acumula 150.000 rutas pro todo el mundo, que ha sido traducida a 22 idiomas y tiene dos millones de usuarios al mes; y Pedro Saura en la categoría Imagen, un fotógrafo y etnógrafo que comenzó pintando los bisontes en la neocueva de Altamira y acabó buscando el Paleolítico, también entre las tribus de Papúa Nueva Guinea.
El fin de fiesta, como cada año, volvió a ser excepcional. Allí estaban tres grandes exploradores (Ramón Larramendi, Albert Bosch y Juan Menéndez Granados) comentando sus próximos proyectos y sus últimas aventuras polares; el equipo del Proyecto Djehuty, con José Manuel Galán a la cabeza, acompañando a su compañera Salima Ikram; Juan Luis Arsuaga y el fotógrafo Javier Trueba, quizás hablando de su próxima campaña en Atapuerca; el montañero Jesús Calleja dejándose fotografiar por cuantos le reclamaban; el científico polar Jerónimo López, el periodista y aeronáuta Jesús González Green…. y tantos otros humanos aventureros que nos acercan a rincones que enriquecen este planeta.

Ramón Larramendi, Alberto Bosch y Juan Menéndez Granados, compartiendo experiencias polares. |ROSA M. TRISTÁN
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