La Cuna de la Humanidad viaja de Tanzania a España


Recreación Garganta de Olduvai, según Mauricio Antón. |ROSA M. TRISTÁN

Recreación Garganta de Olduvai, según Mauricio Antón.

ROSA M.  TRISTÁN 

«La ignorancia genera confianza más frecuentemente que el conocimiento» (Charles Darwin, que nació un 12 de febrero, 1809)

Que un equipo español haya logrado traer a España más de 200 piezas del Museo Nacional de Tanzania, uno de los que más tienen del rompecabezas que es el pasado de la especie humana, es un acontecimiento sin precedentes. Que, además, algunas de las piezas más importantes hayan sido encontradas, precisamente, por ese equipo, sin prácticamente  ningún apoyo oficial, es una heroicidad.  Y que la exposición ya esté siendo demandada por museos de toda Europa es el resultado de su excepcional calidad. Se trata de ‘La cuna de la Humanidad’, que esta semana ha sido presentada oficialmente en el Museo Arqueológico Regional de Madrid, una cita imprescindible para todos aquellos que quieran saber de dónde venimos y por qué somos como somos. Son cuatro millones de años de historia resumidos en una hora.

Enrique Bquedano, la esposa de Emiliano Aguierre, Audax Mabulla, Emiliano Aguirre, Luis Alcalá y Manuel Domínguez-Rodrigo, en la exposición La Cuna de la Humanidad. |@ROSA M. TRISTAN

Enrique Bquedano, la esposa de Emiliano Aguierre, Audax Mabulla, Emiliano Aguirre, Luis Alcalá y Manuel Domínguez-Rodrigo, en la exposición La Cuna de la Humanidad. |@ROSA M. TRISTAN

La  Cuna de la Humanidad es el nombre con el que se conoce la Garganta de Olduvai (en Tanzania) y  es el lugar que eligió en 2006 el equipo dirigido por los arqueólogos Manuel Domínguez-Rodrigo y Enrique Baquedano, por parte española, y Audax Mabulla, por parte tanzana, para descubrirnos cómo eran nuestros ancestros hace 1,4 millones de años. Allí vuelven cada año para rescatar del pasado fósiles y herramientas, y también vestigios de una vegetación y de una fauna que permiten recrear esa historia que ahora se puede visitar a pocos kilómetros de Madrid. Es el Proyecto de Investigación Garganta de Olduvai.

El fósil OH80 encontrado por el equiipo espñol en Olduvai. de un Paranthropo boisei'.

El fósil OH80 encontrado por el equiipo espñol en Olduvai. de un Paranthropo boisei’.

La exposición, financiada a medias por el Arqueológico de Madrid (donde estará hasta junio) y el Museo de la Evolución Humana de Burgos (a partir de ese mes estará allí otros seis meses), contiene restos del famoso Paranthropus boisei OH80 que los españoles hallaron en Olduvai y publicaron recientemente en PlosOne. «Es mi pieza favorita, porque hasta que no la encontramos, y durante décadas, no teníamos idea de cómo era ese género de cabeza para abajo. Teníamos restos de la la parte superior, como la mandíbula de Peninj 1, que también está aquí, pero desconocíamos su fortaleza o que aún vivía en sabanas arboladas. Es la joya de la corona», asegura Baquedano, director del Museo, que ha visto realizado su sueño de ver en sus salas estas piezas nunca antes expuestas.

Junto al OH80, encontramos el famoso Zijanthropus boisei que localizó Mary Leakey (de la que también hay objetos personales y manuscritos), huesos originales de  Homo habilis (OH24), de Homo ergaster (o erectus, como le llaman otros, el OH9), de sapiens arcaicos (como los cráneos de Ndutu y Ngaloba) y réplicas fántasticamente montadas de la pequeña Lucy (Australopithecus afarensis), del Niño de Taung, de Nariokotome…. y también un molde del original (sólo hay dos en el mundo, el segundo en el pequeño Museo de Olduvai) de las famosas huellas de Laetoli.

Pero no se trata, me explica Manuel Domínguez-Rodrigo, de saberse los nombres de estas especies, sino de comprender dónde vivían y cómo evolucionaron. Por ello hay una impresionante muestra de restos de fauna, que está sacando su equipo en Olduvai, entre los que destaca una fabulosa cornamenta de búfalo prehistórico. «Es increíble el tamaño de los animales que podían descuartizar los Homo hace 1,3 millones de años. Muchos de estos huesos nos han salido en el yacimiento BK, y están combinados con bifaces de piedra, que son las herramientas que hemos utilizado más tiempo», recuerda Joaquin Panera, paleontólogo y miembro del equipo de excavación desde hace muchos años.

Cornamenta de búfalo de hace 1,3 millones d eaños, comido por los 'Homo ergaster'. |@ROSA M. TRISTÁN

Cornamenta de búfalo de hace 1,3 millones d eaños, comido por los ‘Homo ergaster’. |@ROSA M. TRISTÁN

Para que los fósiles y las herramientas tomen cuerpo, los dibujos, en cuatro grandes paneles retroiluminados  y decenas de bocetos, del ilustrador Mauricio Antón, que ha cuidado cada detalle y que viajó a Tanzania en 2011 para vivir en primera persona el lugar. «El paisaje está construido en función de los sedimentos y los fósiles de plantas encontrados. Todo tiene su fundamento. En este (y señala uno de los cuatro), cuento la historia de un elefante que acabó muerto junto al lago tras pelearse con otro paquideremo. Me inventé una historia que explicara cómo los carroñeros habían podido acceder a la carne con su dura piel.  Y los huesos tienen huellas de haber sido consumido por cocodrilos, hienas y los Homo ergaster. La idea es quedarse viendo los detalles un buen rato», explica.

Cartel de la exposición realizado por Kukusumusu.  Alli estuvo también Mikel Urbeneta, su fundador.

Cartel de la exposición realizado por Kukusumusu. Alli estuvo también Mikel Urbeneta, su fundador.

«Hemos puesto el énfasis en lo  que nos convierte en humanos.Cuando comenzamos a comer carne, a usar herramientas, la evolución hasta hoy. Ha sido mucho trabajo, pero ha merecido la pena ver en España fósiles que jamás habían salido de Tanzania. Ha sido posible  gracias, entre otros, a Audax Mabulla, que es el director general de los Museos de Tanzania y  es miembro del  equipo tanzano-español de Olduvai desde el principio», reconoce Domínguez-Rodrigo, dejando en segundo plano un papel protagonista que tiene desde el día que decidió que su país, España, debía estar en la Cuna de la Humanidad.

Baquedano lo explica con más detalle: «Es un proyecto que hemos hecho contando con los tanzanos desde el principio. La clave de la exposición es que siempre hemos cumplido con Tanzania cuando nos han dejado piezas para su estudio y, sobre todo, que vamos con ellos de la mano, sin actitud colonialista. La ayuda del embajador español Luis Cuesta Civis, en los últimos momentos, también ha sido importante».  «Además, nos han dejado elegir todas las piezas, salvo el fragmento de un cráneo de un niño que encontramos en Olduvai, que estaba en malas condiciones», añade.

LA INAGURACIÓN, UN ACTO CONCURRIDO

El pasado lunes, casi nadie del equipo, y de la Paleontología española, quiso perderse la inauguración. La estrella, el paleontólogo Emiliano Aguierre, a cuyo nombre se ha bautizado la Estación Científica del Proyecto Olduvai, en la propia Garganta. No lo sabían los miembros de ‘la corte’ del presidente autonómico Ignacio González, empeñados en quitarle de en medio en un principio, sin hacer caso a quienes les explicaban su error. «Señor no moleste», le  llegaron a decir. También estaba Luis Alcalá, director científico de Dinópolis que durante una década trabajo con Domínguez-Rodrigo en África; y vino Audax Mabulla desde Tanzania, el mismo que me esperaba en el aeropuerto cuando tuve la suerte de visitar Olduvai; y Juan Luis Arsuaga, que en junio llevará a su museo la exposición que cofinancia; y muchos, casi todos, de los que cada campaña trabajan de sol a sol en la Garganta sacando piezas, que ahora relucen en las vitrinas.

Manuel Domínguez-Rodrigo, presentando la exposición. |@R. M. T.

Manuel Domínguez-Rodrigo, presentando la exposición. |@R. M. T.

El presidente González, como no podía ser menos, hizo alarde del apoyo a la ciencia de la Comunidad de Madrid, de la importancia que tiene esa actividad enriquecedora  que es la investigació. Desconozco si sabe que Domínguez y Baquedano tienen sólo 22.000 euros de ayudas del Ministerio de Cultura para la campaña en Tanzania de 2014, cuando sólo los permisos para entrar en el Parque de Ngorongoro cuestan 10.000. Y quizá no sabe que han tenido que abrir una ESCUELA DE CAMPO para alumnos, que ya se ha llenado con 15 jóvenes estadounidenses por  60.000 dólares (¡Qué pena, ningún español!); ni que el proyecto que presentaron en Europa (siguiendo directrices de Carmen Vela) no fue aceptado porque uno de los ocho evaluadores no lo votó («Esto es muy político. Me dijeron que tenía calificación B porque alguien se quejó que tenía un objetivo demasiado científico. Pero lo volveré a presentar», asegura Domínguez); y se le habrá olvidado que su colega Montoro les dejó un agujero financiero de órdago cuando les boicoteó una subvención ya concedida.

Como González se fue pronto, seguro que no le dió tiempo a charlar con algunos jóvenes  promesas de la ciencia española, miembros del equipo, que me contaron que andaban buscando dónde irse en el extranjero. Pero yo aquí se lo  cuento.

Mauricio Antón, delante de uno de sus paneles. |@ROSA M. TRISTÁN

Mauricio Antón, delante de uno de sus paneles. |@ROSA M. TRISTÁN

Eso sí, lo que no se valora aquí si lo hace fuera y la exposición ‘La cuna de la Humanidad’ ya está pensando en viajar por Europa al año que viene: «Ya hay interés de museos de Alemania, de Francia… Y no hay mejor embajada para España que enviar esta exposición por el mundo, con nuestros hallazgos», apunta Baquedano.

El dinero que se recupere con ello servirá para que la exposición se instale de forma definitiva en el Museo de Daar es Salam, en Tanzania. Allí quedaran los  nombres de los científicos  españoles ligados al origen del ser humano. Para estar orgullosos.

Manuel Domínguez-Rodrigo, Audax Mabulla, Luis Alcalá y Enrique Baquedano, en Olduvai.

Manuel Domínguez-Rodrigo, Audax Mabulla, Luis Alcalá y Enrique Baquedano, y al fondo la Garganta de Olduvai, en Tanzania.

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  4. La condición impresentable de los cargos públicos en España una vez más en evidencia…. No podría presentarse sin invitarles? Lo merecían! Felicidades al equipo por seguir adelante a pesar de los elementos!!

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