Hace casi un millón de años, un niño de unos 11 años, con una cara muy parecida a la de cualquier escolar del siglo XXI, corría, se bañaba en el río Arlanzón, aprendía y jugaba por la Sierra de Atapuerca y sus alrededores. Quizás era una niña, no se sabe, pero lo cierto es que ha pasado a la Historia como ‘El chico de la Gran Dolina’, un apellido que debe al yacimiento en el que sus huesos fosilizados se encontraron hace casi 20 años. Aquella criatura murió canibalizada, probablemente por los miembros de un clan enemigo que no quería intrusos por la zona. Tampoco se sabe con certeza…
Hoy, miles de niños vuelven a pasear por Atapuerca, y esa es la historia que he querido contar en este reportaje publicado en ESCUELA (para leerlo, pincha en los link de abajo: Página 1 y Página2)
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