Viajando por las heladas tierras del Norte: Groenlandia (2)


(Desde Groenlandia)

Cuenta una leyenda que cuando una diosa vikinga está despeinada el fiordo anda revuelto. Hoy tenía que tener unas greñas considerables, porque el viento y las olas nos hicieron saltar en la zodiac como si de un tiovivo se tratara mientras cruzábamos de Narsaq, en una orilla, a Qassiarsuk, en la otra. La Expedición Shelios, los ‘cazadores de auroras’ salieron camino de Islandia y aquí, en Groenlandia, para coger un avión hay que navegar.

Aurora boreal, junto al albergue de Tierras Polares en Qasiussaq, de Juan Carlos Casado (SHEILOS-GLORIA)

Aurora Boreal en Tassiusaq, por Juan Carlos Casado

Los siete días  de trabajo del grupo del astrónomo Miquel Serra-Ricart, del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), fueron un no parar, siempre al acecho de las luces de colores que iluminan la noche, al pie del cañón para que las mejores imágenes posibles dieran la vuelta al mundo en este ciclo de máxima actividad solar que nos trae a la Tierra, con un viento de partículas, esa luz eléctrica que se concentra en los polos.

Desde el primer día en el Campamento de Fletanes, en Qaleraliq,  donde aquella primera ‘lluvia’ fosforescente cayó sobre nuestras cabezas, era evidente que aquellos no eran unos viajeros cualquiera. Maletas con satélites, ordenadores portátiles, cámaras y drones (aviones teledirigidos) convertían cualquier espacio (un comedor, una cocina, una habitación) en una auténtica sala de trabajo. “Esto parece una oficina de la NASA”, comentó, perplejo, algún turista aventurero de Tierras Polares.

Miquel Serra-Ricart, retransmitiendo auroras en Tassiasuq. |Rosa M. Tristán

Miquel Serra-Ricart, retransmitiendo auroras en Tassiasuq. |Rosa M. Tristán

El campamento sirvió de base, también, para visitar el lago glaciar de Tasersuatsiaq y comprobar el destrozo que, durante milenios, hacen estos derrames de hielo prehistórico que va horadando la tierra y creando los fascinantes fiordos que hoy andaban revueltos. Es esta una zona totalmente vacía de Humanidad a simple vista, aunque cuentan que cerca de Fletanes hay una ‘ciudad fantasma’ levantada por un suizo para alojar cazadores de karibús sin ninguna autorización previa.

En los 120 kilómetros que separan Qaleraliq de Qassiarsuk apenas se ven señales de que esta tierra esté habitada. Sólo en la ciudad de Narsaq hay edificaciones suficientes para considerarla un municipio de coloristas casas dispersas. Y lo mismo ocurre en Qassiarsuk, donde Ramón Larramendi, explorador polar y propietario de la agencia TIERRAS POLARES, tiene su albergue Leif Eriksson.

Albergue Leif Erickson de Tierras Polares. |Rosa M. Tristán

Albergue Leif Erickson de Tierras Polares. |Rosa M. Tristán

Nada más llegar allí, los miembros de la expedición montaron sus cámaras y satélites para iniciar las transmisiones ‘on line’ de las auroras, un proyecto financiado por Europa llamado GLORIA. Pero las luces de colores se nos resistieron ese día, había nubes y unas 4.000 visitas a la web se quedaron con las ganas de participar de la experiencia a distancia. Así es Groenlandia. Como Kenia. Uno va de safari pero no sabe si verá al leopardo… La emoción de la aventura es lo que cuenta.

Y de eso no falta. Sólo el traslado de un lugar a otro de esta isla ya resulta fascinante. Cada día, los glaciares en movimiento cambian el paisaje, igual que las dunas del desierto.

Desde Qassiarsuk la expedición salió para Tassiusaq, al otro lado del fiordo, por un sendero que sube y baja entre campos de heno, entre ovejas desperdigadas, que más parecen cabras, entre flores….

Allí, hay otro albergue, en un paraje de los más hermosos de esta esquina del mundo que es Groenlandia. Cuando llegamos, los granjeros andaban recogiendo sus balas de heno para el invierno…, atareados en lo suyo.

Al caer la noche, el equipo ya tenía todo montado: los satélites, las cámaras con sus trípodes, los ordenadores…. Una noche estrellada anunciaba el éxito rotunto, como así fue.

Un arco de poderosa luz verde, de lado a lado del cielo estrellado,que duró horas, fue el marco en el que sucedieron las auroras. Ráfagas que iban y venían, que los ‘cliks’ de las cámaras no dejaban escapar, ni dejaban dormir bien a los granjeros.

Kayak en Tassiusaq|ROSA M. TRISTÁN

Kayak en Tassiusaq|ROSA M. TRISTÁN

Los días siguientes no hubo tanta suerte. De nuevo las nubes taparon el cielo groenlandés, pero fueron bien completos, con visita al frente de un glaciar, con paseo en kayak entre moles de hielo, paseos hasta cascadas de cientos de metros, playas adornadas con perlas heladas de un glaciar. El montaje que Larramendi tiene en esta salvaje tierra del norte es tan sorprendente que se merece un post aparte.

Una semana después de su llegada, la Expediciòn Shelios inició el retorno, vía Islandia. Yo me quedé aquí. Atrapada por la energía que sale de esta tierra verde y blanca. Rodeada de un grupo de españoles a los que les puede el mismo espíritu de aventura que un día trajo hasta aquí a los antepasados de los inuits para quedarse…

Por cierto acabo de saber de un cañón en Groenlandia… Esta tierra es tan misteriosa que no me extraña.

  1. Pingback: Entre auroras boreales y asteroides, vía Groenlandia | Laboratorio para Sapiens

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