No deja de ser sorprendente que a estas alturas del siglo XXI aún la Religión forme parte del debate educativo, y que lo haga con más fuerza que la enseñanza de disciplinas científicas. Los profesores que imparten esta materia de ‘fe’, que dependen de la Conferencia Episcopal pero que pagamos todos, supusieron a las arcas públicas 94 millones de euros. Y curiosamente este es, aproximadamente, el ‘agujero’ financiero que tiene el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) para no colapsar totalmente, como se publicó hace unos días. Los 94 millones son para menos de 3.000 docentes, los 100 millones para que el engranaje que da trabajo a 15.000 investigadores pueda seguir adelante.