Tengo entre manos dos libros sobre neandertales. Recién sacados del horno. Dos historias de científicos españoles que en estos tiempos turbulentos para la ciencia han decidido recapitular, contar su aventura vital y dejar constancia de lo mucho que todavía queda por saber del su paso por el mundo, si es que la ciencia básica, sigue teniendo hueco.
Uno de ellos es ‘Palabras en el tiempo’ (Ed. Crítica), de Carles Lalueza-Fox, el paleogenetista más importante de España y uno de los más reconocidos en el mundo. Lalueza-Fox (Instituto de Biología Evolutiva) nos cuenta en su obra lo que supone la genética para el estudio de la evolución humana, lo que sintió cuando descubrió ADN de neandertal en un diente rescatado en la cueva de El Sidrón, lo que fueron revelándole aquellas secuencias sobre aquella especie y lo mucho que nos queda por saber.
Son las investigaciones que realizan Lalueza-Fox y su equipo, fascinantes, pero también relativamente caras (según con qué se compare, claro). Hace escasas semanas me comentaba que «a mediados de marzo» , o sea ya, se habría ‘fundido’ el dinero que este año le ha sido adjudicado a su proyecto en el Plan Nacional Investigación, por lo que en esa fecha podría quedarse sin nada que hacer. «Quiero estudiar la diversidad genética de los neandertales de El Sidrón, pero es muy costoso, así que enviaré a alguien del equipo al Instituto Max Planck de Alemania para que lo hagan allí. Yo puedo colaborar en trabajos que se hacen en otros países», me explicaba no sin tristeza, con la sensación de tener que dejar un barco a media travesía.
El investigador, en busca de fondos para continuar, ha presentado un proyecto europeo, pero reconocía que conseguirlo es tremendamente complicado: «Por un lado, porque compito con investigadores mucho mayores, con equipos de Premios Nobel, y por otro porque no es ciencia aplicada. Como tampoco hay financiación privada para este tipo de trabajos, poco se puede hacer», aseguraba.
Ahora, tras terminar su libro, empaparme de todo lo que podemos averiguar gracias a su búsqueda genética (cómo funcionaba el cerebro de aquellos humanos, qué enfermedades les afectaban, cómo eran sus familias, si se deprimían, si sufrían dolores menstruales….) aún comprendo mejor su desánimo, el mismo que se respira entre todos sus colegas, que salieron a la calle, protestaron, se reunieron con políticos… y no consiguieron nada.
El otro libro le firma José Ramos Muñoz, catedrático de Prehistoria en la Universidad de Cádiz. Conocí a José Ramos cuando excavaba en la cueva de Benzu, en Ceuta, un lugar desde el que el Peñón de Gibraltar está a tiro de piedra. Se titula «El Estrecho de Gibraltar como puente para las sociedades prehistóricas» (Ed. La Serranía).
En él, Ramos nos plantea la hipótesis de que en el Paleolítico, neandertales y ‘sapiens’ pudieron cruzar las turbulentas aguas que separan África de Eur0pa y mantener relaciones entre ellos. Como prueba aducen las semejanzas tecnológicas entre las dos orillas. En este caso, su lectura, bastante más técnica que el anterior, me engancha por lo que supone de cambio respecto a nuestros vecinos del sur.
Estos días lo presenta en la Escuela Politécnica de Algeciras, en Málaga, el mejor sitio para hablar de puentes entre dos orillas que no terminan de tender puentes.