EL CENTRO NACIONAL DE EVOLUCIÓN HUMANA, EN RECONVERSIÓN


Hace dos años Alfredo Pérez González, geólogo de formación y nuevo director del Centro Nacional de Investigación en Evolución Humana (CENIEH), me enseñaba las piedras que tallaron nuestros ancestros los Homo ergaster en la Garganta de Olduvai (Tanzania). Recorríamos los barrancos y mientras él y su joven ayudante buscaban pistas de aquel pasado remoto, yo los observaba trabajar, cavado aquí y allá con la piqueta, desmenuzando terrones de tierra de los que luego extraían aplastantes conclusiones. También los observaban las jirafas.

Alfredo Pérez en la Garganta de Olduvai. |Rosa M. Tristán

Alfredo Pérez en la Garganta de Olduvai. |Rosa M. Tristán

Alfredo estaba entonces en África con los arqueólogos Manuel Domínguez-Rodrigo y Enrique Baquedano, sacando adelante un proyecto único de España en la Cuna de la Humanidad. Un año antes, se había inaugurado el CENIEH, con la presencia de la Reina Sofía, y se decía que aquel centro sería de referencia mundial en evolución humana.

Pero de momento  no va a ser así. Y la búsqueda de Alfredo Pérez, catedrático de Geología  (también Juan Luis Arsuaga y Baquedano cuentan con él en Pinilla del Valle)  va a ser muy distinta en los próximos tiempos:  empresas en vez de piedras. Y es que hereda unas esplendorosas instalaciones, fruto del derroche de otros tiempos que ahora no hay dinero para mantener del trabajo investigador por falta de dinero público, así que me asegura que no queda más remedio que ‘vender’ a las empresas su actividad, en cierto sentido, para sobrevivir.

CENIEH, vista exterior de sus 11.000 metros cuadrados

CENIEH, vista exterior de sus 11.000 metros cuadrados

En otras palabras, el CENIEH ofrece servicios a empresas que nada tienen que ver ni con la evolución, ni con la Prehistoria, ni con el ser humano primitivo para conservar sus puertas abiertas y los investigadores deberán buscar  financiación en el extranjero con objeto de seguir  con el estudio de los fósiles. El objetivo final es que sean esas empresas quien acaben pagando también la investigación.

«Yo estoy acostumbrado a ser gestor y en estos tiempos es lo que toca. Aquí tenemos unos equipos de alta tecnología a los que tenemos que sacar provecho para financiarnos porque ahora están infrautilizados«, me cuenta cuando le llamo para darle la enhorabuena por el nombramiento.

Alfredo sabe que no será fácil y que puede sufrir alguna baja. «Esto es una infraestructura científico-técnica y si alguno de los investigadores extranjeros se va, no pasa nada, sacamos un concurso y convocamos otra plaza porque tenemos que trabajar para autofinanciarnos. No queda otra», asegura.

Y como ejemplo, menciona el caso del Grupo Antolín, una compañía que fabrica componentes para vehículos, que ya ha estado casi un mes utilizando las instalaciones del CENIEH para caracterizar nuevos materiales con grafeno para los automóviles. «También podemos hacer análisis de agua, de suelos, cartografías en 3D de alta precisión….», va enumerando del catálogo de posibilidades.

A nadie se le escapa que  José María Bermúdez de Castro, codirector en las excavaciones de Atapuerca, dimitió hace mes y medio porque no se veía dirigiendo el CENIEH como un centro de servicios a empresas privadas, pero Pérez González, que ya estuvo al frente en el pasado el Centro de Ciencias Ambientales del CSIC, ha decidido coger el toro por los cuernos, por más que no deje de ser decepcionante que sea este destino de un edificio que se hizo para estudiar nuestro pasado.

Ahora son otros tiempos y el nuevo director del CENIEH cree que de todas las actividades científicas se puede sacar rendimiento económico. «Los técnicos pueden trabajar para empresas que nos contraten, pero también los geólogos podemos hacerlo para el sector privado como personal del centro e incluso los paleontólogos, en investigaciones forenses, por ejemplo, tienen posibilidades«. Ante las dudas de que esto pueda afectar a las investigaciones con los fósiles, asegura que «las administraciones no quieren que se abandone el estudio de la evolución humana, pero si no encontramos fondos, este centro seguirá casi vacío» argumenta.

La autora y Alfredo Pérez, ante el cráter de Ngorongo. |Rosa M. Tristán

La autora y Alfredo Pérez, ante el cráter de Ngorongo. |Rosa M. Tristán

De hecho, ya se han implicado en el proyecto del Geo-Parque de la Sierra de la Demanda, una iniciativa apoyada por la Unesco en la que trabajará personal del centro.

Recuerdo que fue el mismo Alfredo Pérez quien un día que estaba de visita en Burgos me enseñó todos los entresijos del edificio, desde una sala en la planta superior, con una mesa y sillones dignos del consejo de administración de un banco (idea del gestor que dirigió la construcción, cuando nos sobraba el dinero) a unos sótanos con cajas fuertes, que también me recordaron a los de una entidad financiera, pero que allí sirven para guardar los valiosos huesos de Atapuerca.  Realmente, parecía un desierto. Incluso los depósitos están prácticamente vacíos.

Precisamente, ese es otro de los retos por delante, según me confiesa: almacenar todos los fósiles de la sierra burgalesa que están ahora en otros lugares de estudio. «Depositado oficialmente en el CENIEH no hay nada, nada de nada, repito,  y la Consejería de Cultura de Castilla y León quiere recuperar los restos porque es de su propiedad, así que se los tendrán que pedir a quienes los tienen», apunta.
Ardua tarea tiene por delante: sacar adelante un monstruo de 11.000 metros cuadrados, claro ejemplo de cómo el derroche público llegó a todas las área (os recuerdo que costó la friolera de 30 millones de euros, al margen del equipamiento, y se inauguró en 2009). Ahora la ciencia es la hermana pobre de nuestro sistema y está en reconversión.

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  5. Hola Rosa. Soy Paco, el amigo de Antonio. Respecto de lo que está pasando en España con la investigación y la «optimización » de recursos, ya no me sorprende nada. Son buenos tiempos para el dinero y malos tiempos para las personas.
    Un beso

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  6. BIENVENIDO NAVARRO (en el correo): Gracias Rosa, por una visión tan realista. Es muy difícil plasmar de una manera tan educada una situación tan trágica.
    Todos esperamos que el bueno de Alfredo tenga la paciencia y la capacidad de maniobra suficiente para que este toro no haga más daño del que ya ha hecho.
    Un abrazo,
    Bienvenido

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    • Ciertamente lo es. El problema del CENIEH no son los científicos, son los gestores políticos de la ciencia. Gastan una millonada en un centro, que no venía a cuento gastar tanto, y luego no hay dinero para dotarlo de contenido. Una pena

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