«La ciencia no tiene tradición en España, no se la valora»
Cerebro de una nueva revolución, la de los ordenadores cuánticos, este joven investigador catalán se ha
convertido en el director de uno de los centros más prestigiosos del mundo, el InstitutoMax Planck de Óptica
Cuántica. Su trabajo ha sido reconocido por uno de los galardones más importantes en este país
PUBLICADA EN EL MUNDO EL5 DE JUNIO DE 2006
MADRID.- Luc Montaigner, Creig Venter, Jane Goodall, Valentín Fuster, Antonio Damasio… y ahora Juan Ignacio Cirac. El nombre de este físico, de 41 años, ha entrado en el grupo de los grandes de la Ciencia. Como los anteriores, en unos meses tendrá en su poder en Garching (Alemania) la famosa estatuilla de Joan Miró que simboliza al Premio Príncipe de Asturias. Cirac, como tantos científicos españoles, encontró fuera de nuestras fronteras el entorno adecuado en el que sacar provecho a una mente privilegiada, centrada en una materia tan compleja como futurista: la computación cuántica.
Invitado por la Escuela de Ingeniería Informática de la Politécnica de Madrid para impartir una conferencia – «Sin el premio, no habría venido tanta gente», confesaba a la salida-, Cirac ha pasado del anonimato a una expectación que aprovecha para despertar el gusanillo de la Ciencia en los españoles
¿Qué ha significado este Premio?
Es el más importante de mi carrera. Cuando me lo comunicó el presidente del jurado tardé en asimilarlo. Además, enseguida comenzó la vorágine de las llamadas de la prensa. Poco a poco fuí despertando como de un sueño y me vinieron a la cabeza los colaboradores que me han ayudado a conseguirlo.
¿Cómo ha logrado correr tanto y tan rápido en una carrera tan complicada como la científica?
Estando en el momento y el lugar adecuado y trabajando mucho.Estudié en la Complutense y al doctorarme me contrataron de profesor en la Universidad de Castilla-La Mancha, donde me permitieron ir a investigar a Estados Unidos. En 1996 me fui como catedrático de Física Teórica a la Universidad de Innsbruck, en Austria, hasta que en el 2001 me llamaron del Instituto Max Planck.
¿Volvería a trabajar aquí?
No. Colaboro con físicos españoles y soy profesor visitante del Instituto de Ciencias Fotónicas de Barcelona, pero las condiciones que tengo en Alemania no las tendría aquí. El Max Planck tiene mucho prestigio y el apoyo de la sociedad alemana. Fíjese: en el despacho de al lado trabaja Theodor Hänsch, el Nobel de Física del año pasado. Pero, sobre todo, hay una tradición de valoración social de la ciencia. Los científicos salen a menudo en la prensa a explicar qué hacen y la gente se interesa. No puedes pretender que te dejen en paz y luego pedir dinero. Y en España ese canal falla.
¿Significa eso que en su centro le conceden todo lo que pide?
Por contrato yo tengo comprometido un presupuesto para investigar sin tener que presentar proyectos. Eso elimina toda la burocracia que hay aquí y en otros países. Es algo propio del Max Planck.
En su departamento tiene a seis españoles. Supongo que recibirá muchas solicitudes de jóvenes que quieren seguir sus pasos.
Pues sí, de muchos y muy buenos. Al año recibo unas 30 y 40 solicitudes de España, y muchas más de otras partes del mundo.
¿Cómo ve la salud de la ciencia española?
R.- Creo que ha mejorado, pero aún no estamos al nivel de otros países. Aunque hay investigadores de alto nivel mundial, no son tantos como en otros lugares y, además, tampoco les dan aquí lo que reciben fuera. No sólo a nivel económico, sino de infraestructuras y de valoración social. En España la ciencia está separada de la sociedad.
¿Quién tiene la culpa?
Lo que pasa es que nunca, a lo largo de los siglos, ha tenido una tradición científica. La dictadura también nos mantuvo aislados, aunque había tres o cuatro que destacaban. En mi caso, en Castilla-La Mancha me ofrecieron quedarme y facilitarme lo que necesitara, pero lo que no había era expertos en mi materia. A un instituto como el Max Planck cada día vienen cuatro o cinco investigadores de renombre mundial y el flujo de información es tremendo. Aquí hay algún centro con nivel, pero son casos aislados.
¿Qué deberíamos cambiar?
Habría que invertir más y de forma más eficiente, y desarrollar grupos punteros, apoyarse en quienes tienen un nivel importante.
¿Y qué hacemos con los jóvenes investigadores?
Los jóvenes, durante los últimos años, han salido al extranjero y han aprendido fuera; no se puede perder la inversión que se ha hecho en ellos porque traen un aire fresco. El problema es que hay que planificar de antemano. Y no sólo hay que proporcionarles un contrato indefinido, sino los medios para que investiguen.Si ahora metes a 3.000 jóvenes en el sistema con la misma financiación, lo que haces es repartir lo poco que había. El problema de la ciencia es que no da beneficios a corto plazo y por eso interesa poco a los políticos.
Entrando en su materia, ¿qué beneficios nos puede dar la computación cuántica?
Puede hacer que los ordenadores realicen cálculos hoy imposibles.Será una revolución en el mundo de la informática.
Algún ejemplo…
Ahora, al transportar la electricidad se producen muchas pérdidas, aunque existen sistemas físicos que pueden evitarlas al 100%.Es la superconductividad, que fue descubierta en 1986. Sin embargo, ese fenómeno no se aprovecha porque desconocemos como funciona.No sabemos diseñar los circuitos adecuados. Para entenderlos necesitamos unos cálculos que los equipos de hoy no podrán hacer y uno cuántico sí.
¿Cuándo veremos estas máquinas prodigiosas?
En 50 años o más. Estamos muy lejos. Para aplicaciones concretas, como la de la energía, quizás basten 10 años. Pero en la ciencia hay que ser paciente.
¿Y que pasará con las comunicaciones?
Serán antipiratas, totalmente seguras gracias a la mecánica cuántica. Los sistemas actuales ya lo son, pero un ordenador cuántico podrá descifrar los mensajes que hoy son secretos. Aunque falta mucho para que los tengamos, lo cierto es que desvelarán todo lo que ahora es confidencial y hay gobiernos que prefieren que siga así. Por ello hay un gran interés de las agencias de seguridad americanas y europeas en los ordenadores cuánticos y su seguridad. Por ejemplo, en la National Security Agency de EEUU me conocen y me han pedido que participe en sus proyectos, pero no tengo ninguna necesidad. Hay colegas que sí reciben dinero de ellos. De hecho, en EEUU gran parte de la investigación la pagan los militares. Pero yo estoy más tranquilo trabajando en un organismo civil. Además, de momento es una investigación muy básica. Es imposible saber qué posibilidades tendrá la mecánica cuántica en el futuro, aunque habrá muchas sorpresas.
Pensando en ese futuro, ¿qué les diría a las autoridades españolas respecto a la ciencia?
Que piensen largo plazo y se pongan de acuerdo para que cada gobierno no cambie las leyes o recorte aquí o allí cuando dejan el poder. Y, por supuesto, más financiación.
¿Qué opina del proyecto Ingenio 2010, impulsado por el presidente del Gobierno para potenciar la I+D+i en España?
De lo que conozco, creo que tiene fallos, aunque va en la buena dirección. Los fallos son las prisas y que no se ha consultado lo suficiente a los científicos. Además, lo que iba a ser dinero para investigación y desarrollo se convierte en otras cosas, como la innovación.
¿Algún mensaje a los jóvenes cientificos españoles?
Pues que se pueden divertir con la ciencia, que pueden hacer cosas interesantes para la sociedad y, a la vez, vivir de esta profesión. Por supuesto, hay que pasar malos tragos, irse al extranjero, esperar que salgan plazas, pero merece la pena.
Muchos tiran la toalla…
R.- Sí, pero si sobrevives a las dificultades, es muy gratificante.