El triste retorno de Segundo Narciso


Segundo Narciso está de regreso a Ecuador. Él es uno de los muchos ecuatorianos que hace 10 días, pero seguramente hoy también, llenaba el avión de Iberia que partía desde Madrid para Quito y Guayaquil. Segundo, que se sentó en el viaje de ida cerca de mí, me fue relatando a borbotones la historia que le trajo a España, en donde deja mujer y dos hijos. Despedido,desahuciado, expulsado de un país en el que ha vivido 12 años y que ya no ofrece futuro.

Salida a Guayaquil, Ecuador, desde Barajas. |Rosa M.Tristán

En las largas 11 horas de vuelo, me fue explicando que antes de emigrar, hace 12 años, era taxista en su ciudad natal, Santo Domingo de los Colorados. En el año 2000, el Gobierno ecuatoriano cambió su moneda nacional, el sucre, por el dólar americano para frenar una inflación galopante, y Segundo vio desaparece sus ahorros como por arte de magia. Así que, como eran años de bonanza en España, hizo la maleta y se embarcó con su familia a la aventura de la inmigración. «Quería un futuro mejor para mis hijos», repite una y otra vez, mientras su mirada se pierde por la ventanilla, sobre las nubes.

Como tantos, encontró hueco en la boyante construcción, en Pamplona, con un buen sueldo. Su mujer también logró un empleo, cuidando al mismo anciano que todavía la retiene en España. Todo pintaba bien y con el tiempo se metieron en la hipoteca imposible de 1.600 euros mensuales durante 20 años, pero entonces parecía asumible con sus dos sueldos. Nacionalizados en España, ni sospechaban un retorno. «El banco nos ofreció el préstamo, sin problemas; todo parecía ir sobre ruedas, pero era una ilusión».

Y tanto. Llegó la crisis y Segundo se quedó sin trabajo enseguida. Últimamente recogía  tomates por 250 euros al mes y su empleador sólo le cotizaba por cuatro días. Pronto, el banco se quedó con su casa en las afueras de Pamplona y sus escasos ahorros se esfumaron. Todo desapareció, de nuevo ‘por arte de magia’. Con trucos de magos financieros de traje y corbata.  «Regreso decepcionado, triste, con una tremenda sensación de estafa. Tanto trabajar para volver con las manos vacías. Con lo poco que he logrado salvar espero abrir un pequeño negocio, vivir con dignidad y traerme a la mujer. La deuda del piso, ahí se queda. Bastante tienen con quedárselo», se queja.

Al oírle otros pasajeros participan. «Si, yo también regreso, antes que dormir en la calle prefiero perder la nacionalidad», se apunta un joven somnoliento desde el asiento de atrás.

El vuelo 6364 de Iberia va cargado de historias de derrota… y todas desembarcan entre pancartas, flores, peluches y la alegría de quienes esperan ansiosos a los retornados. El calor de la familia tanto tiempo añorado.

En mi caso, por delante, 10 días para descubrir cómo es el país de estos vecinos que han compartido mis calles, mis colegios, mis hospitales…. en la última década.

Y descubro que Ecuador es un país de belleza espectacular que tira para adelante, casi tan rápido como España va para atrás; que  la red de carreteras está en expansión, camino de los 50.000 kilómetros de asfalto de estreno, que se abren nuevos hospitales y colegios en zonas andinas; y sobre todo que el espíritu comunitario está tomando nuevos bríos.

Inauguración de un proyecto de agua de Manos Unidas en Chugchilán (Ecuador). Rosa M. Tristán

Como no todo es de color de rosa, también detecto que pese a ello existe el descontento con el presidente Rafael Correa, los indígenas porque quisieran que los cambios fueran más rápidos y porque no ha logrado acabar con corruptelas y amiguismos, y los pudientes porque Correa ha subido los impuestos y les ha restado privilegios. Pero todos saben que en febrero volverá a ganar.

Sorprenden también las pancartas sobre la  ‘Revolución Ciudadana’ que llenan el país porque, en el fondo, las grandes multinacionales del cacao, las de los biocombustibles, las petroleras… siguen campando a sus anchas, destrozando una biodiversidad que existe ya en pocos reductos de este planeta, como es la Amazonía ecuatoriana. Así me lo muestran las contrapartes de la organización Manos Unidas, que  invierte en Ecuador en proyectos que tienen que ver con el agua, que en el fondo es invertir en la vida.

Segundo Narciso, como tantos otros que regresan, tiene mucha tarea pendiente en Ecuador porque hay demasiadas cosas por construir…. y por desmantelar. Pero también hay ánimo para hacerlo, aunque sea lentamente.

El vuelo de regreso es mucho más cómodo. Va casi vacío…

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