España también pierde órbita en el espacio


Ni siquiera se ha molestado en ir a Nápoles. El ministro de Indutria, José Manuel Soria, no ha querido estar presente en reunión interministerial de los países miembros de la Agencia Espacial Europea (ESA), en donde se deciden los programas para los próximos años y la financiación que aportara cada Gobierno. Total, el presupuesto para 2013 da un tijeretazo brutal a la participación española y con ello a las pocas expectativas que tenía la industria espacial española de que  reconsiderara esta decisión.

España desde el espacio

El Gobierno deja así claro que ni siquiera la investigación y el desarrollo que tiene aplicación inmediata y genera riqueza tiene interés para el futuro este país. Porque no  invertir en programas espaciales de la ESA no significa únicamente  no  participar en futuras misiones, sino dejar en la estacada a empresas que durante la última década han generado un gran retorno industrial, con profesionales de alta cualificación, logrando un lugar muy respetable a nivel internacional. Así me lo comentaban los directivos de algunas de las principales empresas del sector, en la presentación del satélite Gaia, hace un mes escaso.

«Deben darse cuenta de que por cada euro que inviertan ahí son 10 los que traemos de vuelta o incluso mucho más«, aseguraba uno de ellos, miembro de Proespacio, cuando aún el sector pensaba que, en el último momento, habría una ‘enmienda’ a la decisión. Pero Soria ni siquiera ha ido a Nápoles para decir que podrá exclusivamente lo obligatorio, los 70 millones que nos permiten seguir estando en la ESA. Con apenas 100 millones más, aseguran los afectados, la situación sería muy distinta. No parece excesivo..

UNA INDUSTRIA RENTABLE, CON MUY POCO

¿Y por qué es tan importante el espacio en estos momentos de crisis? En primer lugar porque , como con los presupuestos en ciencia, no apostar por este sector refleja que no tenemos rumbo, que no queremos un crecimiento económico basado en la alta tecnología que genera competitividad.  «En este sector, cualquier producto que se desarrolle debe estar avalado por la ESA, hacerse dentro de la Agencia es una garantía de su calidad a la hora de venderlo en el mercado», me asegura Antonio Cuadrado, el director general de EADS/CASA Espacio, empresa que construye satélites. «Y, claro», añade, «la industria del país que no financia misiones, lógicamente no está en esas misiones y no tiene ese aval». En Gran Bretaña, que lo saben, el Gobierno ha decidido aumentar este año un 30% su participación, para alegría de su industria.

Cierto es que la investigación espacial se vende mal, aunque luego todos usemos el móvil, recurramos al GPS cuando nos perdemos e incluso envolvamos un bocadillo en papel de aluminio. Pero no es menos cierto que la cantidad que Soria debía poner sobre la mesa en Nápoles es pequeña y que habría otros lugares donde recortar sin descalabrar un sector que sí funciona, que genera 700 millones de euros al año en facturación.

Por ejemplo, ¿y si alquilamos el fastuoso Ayuntamiento de Madrid, con costos de mantenimiento altísimos, a un potentado ruso o chino, en lugar de las viviendas de los deshauciados? ¿y si eliminamos asesores fantasma de las instituciones, como los que buscaba Jordi Évole el otro día en Salvados? ¿O si dejamos sin dietas a los políticos de todo el país durante un año? Un poco de aquí, y otro poco de allá y ya tienes 100 millones. De otro modo, España, sin rumbo, pierde órbita . Los satélites, cuando lo hacen, se desintegran.

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