Otro mundo es posible. Si, pero está a decenas de billones de kilómetros. Desde 1995 se han localizado casi 800 planetas fuera del Sistema Solar, acercándonos a la posibilidad de que no estemos solos en el Universo. El equipo que descubrió el primero, hace casi 20 años, vuelve ahora a hacer historia al detectar en nuestra ‘vecindad’ cósmica un astro similar al nuestro, aunque tan abrasador que la vida allí sería imposible; es un auténtico infierno. Su descubridor, Xavier Dumesque, del Observatorio de Ginebra, me asegura en una entrevista que con la tecnología actual «tardaríamos 10.000 años en llegar».
Y es que esta nueva y ardiente ‘tierra’, que orbita a una de las tres estrellas del sistema Alpha Centauri, es el exoplaneta más cercano a nuestro Sol, lo que en términos astronómicos son 41,3 billones de kilómetros de distancia, o unos 4,3 años luz. El trío estelar, superpuesto, es de los luceros que más brillan cuando alzamos la vista en la noche.
Pese a esa relativa ‘cercanía’, ha llevado mucho tiempo saber que en torno a una de las tres, la Alpha Centauri B, giraba este extraño y lejano mundo, tan ligero que no se conoce otro igual en una estrella como el Sol. Para detectarlo, los astrónomos del Observatorio Austral Europeo (ESO), utilizaron en el Observatorio chileno de La Silla un espectómetro de gran sensibilidad, el HARPS, que acoplaron a un telescopio con un diámetro de 3,6 metros, como publican en la revista ‘Nature’. Desde febrero de 2008 a julio de 2011, casi cuatro años, recogieron los datos que indicaban que se producían unos pequeños ‘tirones’ de velocidad en la Centauri B, compañera de la Alpha Centauri A y la pequeña roja y débil Próxima Centauri. Los producía la atracción gravitatoria del planeta.
En declaraciones a este LABORATORIO PARA SAPIENS, Dumusque, coordinador de la investigación, explica cómo fue el proceso: «El HARPS nos permite medir velocidades radiales con una precisión de 70 cm. por segundo en cada medición individual. A pesar de Alpha Cetauri B es una estrella ‘tranquila’, como nuestro sol, en este nivel de precisión hay alteraciones por efectos estelares. Así que hace cuatro años decidimos iniciar una intensa campaña de observación de estrellas que eran luminosas y sosegadas, como ésta. Al final, teníamos unas 450 mediciones de alta calidad que nos ha permitido caracterizar todas las señales estelares. Sólo después de este análisis cuidadoso, se reveló la señal planetaria».
Fue así como descubrieron que esos leves, casi invisibles, movimientos tenían lugar siempre cada 3,2 días y quedaron pocas dudas de que se trataba de un pequeño planeta. Dumusque es quien firma el hallazgo en primer lugar. Junto a él, los dos astrónomos que hicieron historia hace casi dos décadas: Michel Mayor y Didier Queloz, pioneros exploradores del Cosmos que abrieron nuestra mente a nuevos mundos y nos acercaron a la posibilidad de que no estemos solos.
«Es un descubrimiento extraordinario y ha empujado a nuestra técnica hasta el límit!», asegura el astrónomo portugués, que tuvo que afinar mucho para captar a tal distancia un efecto que mueve la estrella adelante y atrás durante escasos minutos: el movimiento es de 51 centímetros al segundo, equivalente al gateo de un bebé.
Alfa Centauri B es una estrella algo más pequeña que nuestro Sol. El planeta descubierto ahora, con una masa similar a la de la Tierra, es más mucho más caliente que Mercurio y en sus cielos brillarán cada día dos soles: el que orbita y el Alpha Centauri A, algo más lejano.

Michel Mayor, su esposa y la autora, en Tenerife
He tenido la suerte de compartir con Michel Mayor una noche estrellada en Tenerife. Allí, junto a un pequeño telescopio, con el que intentábamos distinguir los anillos de Saturno, me comentaba que aunque el telescopio espacial Kepler, de la NASA, detecte muchos exoplanetas, sólo el trabajo ‘fino’ realizado desde la Tierra podía dar con aquellos realmente interesantes para la Astronomía. Y es verdad: de esos 800, la mayoría son tan grandes como Júpiter y sus temperaturas son imposibles para la vida. Pero Mayor está convencido de que ahí fuera nos esperan mundos como el nuestro, con agua, quizás ¿con vida?
«Seguro que continuaremos observando Alpha Centauri B, en busca de otros planetas en ese sistema. Estudios estadísticos sobre detección de planetas nos dicen que los de baja masa a menudo se encuentran en sistemas múltiples. Así que no podemos excluir por ahora la presencia de planetas de baja masa en un diámetro de más de 200 días de periodo orbital, que es la zona habitable de esa estrella», me asegura Dumusque, para quien su hallazgo es un gran paso para la detección de un gemelo de la Tierra en las inmediaciones del Sol. «¡Vivimos en una época emocionante!» , ha exclamado.
Como Mayor está convencido de que «hay otros mundos aptos para la vida», lo que significa que «habrá un planeta del tamaño de la Tierra y a una distancia adecuada de su estrella para que albergue agua en su superficie». Dumesque recuerda que «todos los estudios estadísticos (HARPS, Kepler) muestran que este tipo de planetas es común en el Universo«. «Que haya vida es otra cuestión. No sabemos ya cómo apareció en la Tierra, que es la primera pregunta que debemos responder, y luego, la buscaremos en otros planetas».
Eufórico están también otros buscadores de planetas, como Rafael Rebolo, del Instituto de Astrofísica de Canarias, que trabajó con el equipo de Ginebra. «Es un resultado fantástico. Un planeta del tamaño de la Tierra y tan cercano al Sol. ¡Deben estar por todas las partes!», argumenta.
Así pues, otro mundo es posible, pero lo cierto es que, de existir, el más cercano supondría muchas generaciones de viaje, tantas como las que que han pasado desde el Neolítico hasta nuestros días. ¿Por qué entonces no intentar que ese otro mundo posible sea el nuestro, como postulaba en su libro Susan George? Otro mundo posible en el que sus habitantes no atenten contra su integridad. ¡De momento, no vamos a poder viajar a otro!
¡¡ Muy bueno !! Me encantan estos temas.
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Gracias. A mí también.
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