Mucho se habla últimamente de la fuga de cerebros, pero a veces hay que poner nombre a esa masa gris que se nos está escapando entre las manos. Diego García-Bellido, biólogo y paleontólogo que ha publicado en las mejores revistas científicas del mundo, se va a las antípodas, a Australia. Es solo un caso más de los muchos que se conocen cada día, pero no está demás explicar, a través de su historia, lo que está pasando con muchos de los investigadores que se acogieron al programa Ramón y Cajal con la promesa, vana ahora, de lograr un día estabilizar su situación laboral en el país que les ayudó a formarse. ¿Cuánto ha costado a las arcas públicas que Diego llegara a ser un científico de primera?

Diego García Bellido
García-Bellido, hijo del famoso genetista Antonio García-Bellido, Premio Príncipe de Asturias de Investigación, consiguió un hueco en el ciencia internacional con sus hallazgos de organismos fosilizados hace más de 500 millones de años en el yacimiento de Emu Bay Shale, en Australia. Allí colabora con el equipo de la Universidad de Adelaida que ahora está deseando contar con él en la otra punta del globo.
Está a punto de hacer la maleta. Asegura que en España lo único que le espera es el paro, a partir de finales de diciembre, cuando se le acabe su contrato, y no hay ninguna perspectiva de que la situación cambie. «Me consta que en el Instituto de Geociencias (mixto entre la Universidad Complutense y el CSIC), apoyan la creación de una plaza que se adecúe a mi perfil, pero me temo que en el CSIC al final no les van a dejar sacar ninguna y ante esta perspectiva no queda otra que irme, con mi mujer y mis dos niños», me cuenta entre decepcionado e indignado.