Nada de diseño inteligente. La Naturaleza funciona practicando el método de ‘prueba-error’ y el mejor ejemplo de este proceso es la propia especie humana. Esta semana, la conocida paleontóloga Meave Leakey (en el link una entrevista con ella) presenta en la revista ‘Nature’ tres fósiles que confirmarían la coexistencia de dos primitivos humanos hace dos millones de años en el planeta. Uno de ellos es nuestro antepasado, posiblemente.
Esta convivencia entre diferentes humanos, en tierras africanas, no es una situación desconocida en nuestra historia -se repetiría después en Europa con los ‘sapiens’ y los neandertales-, pero si es la que nos abre el abanico a la existencia de varios de esos ‘ensayos’ en los orígenes de nuestra propia especie, al albur de la selección natural que favoreció la evolución, como en el resto de los seres vivos.
Los fósiles fueron descubiertos al este del Lago Turkana (Kenia), en el famoso yacimiento de Koobi Fora, donde Meave lleva investigando desde hace casi 50 años, primero con su marido Richard y ahora con su hija Louise. En concreto, su equipo encontró, en las campañas entre 2007 y 2009, el rostro de un niño de ocho años (equivalente a 13 de los nuestros), una mandíbula entera y el fragmento inferior de otra. Tienen entre 1,78 y 1,95 millones de años.
Ya en 1972, el equipo de Richard había hallado un famoso cráneo, conocido como ‘1470’, bastante diferente al ‘Homo habilis’ que habitaba el este de África por entonces . Su cara era más grande y más plana, como si hubiera sufrido un aplastamiento frontal. Para los Leakey no hubo dudas de que era algo nuevo y le llamaron ‘Homo rudolfensis’ (porque los colonizadores llamaron Lago Rodolfo al Lago Turkana).