La primera barbacoa de Europa se hizo en Murcia


Fue hace unos 800.000 años. Un grupo de humanos de una especie que no se ha identificado  aún (¿’Homo heidelbergensis’, ‘antecessor’ quizás?) se reunieron en torno a una hoguera dentro de la Cueva Negra, una gran caverna cerca del río Quípar, en el municipio murciano de Caravaca de la Cruz.

Los restos de aquellas brasas acaban de ser localizados a cuatro metros y medio de profundidad por un equipo de la Universidad de Murcia, dirigido por el profesor británico Michael Walker, que lleva años trabajando en el yacimiento.

Walker me contaba hace unos días que no tenía más remedio que dejar la cueva para irse a trabajar a la Sima de las Palomas, un enclave neandertal situado en una elevación (Cabezo Gordo) mucho más reciente; no hay ni tiempo ni recursos para mantener dos equipos de excavación, pero el investigador, que volverá al año que viene, tiene la convicción de que quienes habitaron allí hace entre 780.000 y 900.000 años pueden ofrecer muchas pistas sobre los primeros europeos, y por ello será uno de los yacimientos que más den que hablar en el futuro.

HERRAMIENTAS DE PIEDRA

“Hemos encontrado muchas herramientas achelenses y otros materiales, pero lo más interesante son los restos de sílex quemados a más de 700 grados, los huesos calcinados de los animales que se comieron, las cenizas que indican que allí hubo un fuego”, me explicaba el paleontólogo desde Murcia.

Hace unos días, aseguraba, un arqueólogo y geólogo italiano ha tomado muestras de los sedimentos para ‘reconfirmar’ lo que ya sospechan los investigadores en relación con aquel primitivo hogar, en torno al que se sentaron a comer, quien sabe si a charlar, pero seguro que a compatir experiencias. Allí mismo, hace unos años encontraron también un hacha que igualmente podría ser la más antigua del continente.

Walker  cree que eran ‘heidelbergensis’, ancestros de los neandertales que por entonces paseaban por la península entre otra fauna de origen africano.  No se sabe aún si eran capaces de hacer el fuego, o sencillamente lo conservaban cuando la naturaleza, quizás gracias a un rayo, les brindaba la oportunidad de tener aquellas enigmáticas y poderosas llamas.

Más tarde, esa luz convertida en antorchas de mano propició que los primeros ‘Homo sapiens’ europeos dejaran en la oscuridad de cavernas como Altamira o Chauvet (al sur de Francia), composiciones artísticas únicas.

En el documental sobre esta última ‘La cueva de los sueños olvidados’, de Herzog, los investigadores aseguran que el fuego ayudó a dar movimiento y casi voz a las figuras que hoy nos observan desde las paredes, estáticas, silenciosas.

Pero ese fuego, como recordaba hace una semana en el BLOG Y LA TIERRA, de la Fundación Félix Rodríguez de la Fuente, ese mismo ‘sapiens’, mucho más inteligente que aquel homínido que habitó en Cueva Negra, ha convertido el control del fuego en un agente destructor. Decenas de miles de hectáreas arden cada año. Ahora, las llamas de los incendios provocados, con conciencia o sin ella, no crean, sino que destruyen.

Yacimientos como los de Murcia nos ayudan a entender cómo fuimos en el pasado y dónde perdimos la ruta del entendimiento pleno con la naturaleza.

Sobre ambos enclaves, la Cueva Negra y la Sima de las Palomas, escribí en EL MUNDO un amplio reportaje que comparto ahora en este ‘Laboratorio para sapiens’

EUREKA25JL – Eureka – EUREKA – pag 1

EUREKA25JL – Eureka – EUREKA – pag 2

EUREKA25JL – Eureka – EUREKA – pag 3

  1. Gracias por los comentarios. A Cándido le contestaría que los incendios naturales arrasan grandes superficies, pero son muchísimos menos que los provocados por los humanos, ya sean accidentales o no. En África aún hay muchos incendios naturales en la sabana que regeneran la tierra, y que no llegan a afectar a los árboles. Un saludo

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  2. Hola Rosa, al leer este artículo sobre el fuego me llega la inquietud de que posiblemente en esa epoca los incendios naturales, sin ningun tipo de control o actuacion sobre ellos pudieran ser de mayores dimensiones que los actuales.
    No sé si existe el conocimiento suficiente para poder certificar con seguridad como se ha comportado la superficie quemada a lo largo del tiempo en la Tierra y su influencia en el clima.
    Saludos.

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  3. Que bien te explicas querida Rosa. Vamos, que lo mismo que hacemos ahora alrededor del cocido dominguero. Si es que no hemos cambiado gran cosa.
    besos
    Javier

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