Cuando el ‘Solitario George’ nació, hace más de 100 años, el mundo era mucho más grande. Nadie supo entonces que en una diminuta isla del Pacífico rompía el cascarón la que sería la última tortuga gigante de la subespecie ‘Chelonoidis nigra abingdoni’. Su muerte, sin embargo, no ha tardado más de unas horas en ser global en un mundo que ha ‘empequeñecido’ a medida que se hacía ‘global’.